He recibido
en mi correo privado algunas críticas feroces sobre mi artículo anterior “Compartir.”
Soy consciente de que esto no es para todo el mundo y mi consejo es que, si
algunos de ustedes tienen dudas sobre ello, no lo hagan. Se requiere un alto
nivel de confianza del uno en el otro, y también, cómo no, un alto nivel de
confianza en sí mismo. Creo que es esencial que nadie deba sentirse presionado
en lo más mínimo en este tipo de actividades.
Una de las preguntas que un lector me planteó y que me hizo pensar, fue: “¿Cómo se sentía el otro hombre? De alguna manera, siento que ha sido menospreciado o considerado de un estatus inferior, porque, en primer lugar, la mujer se ha entregado a él para el placer de su dominante…en cierto sentido, ¿está siendo utilizado y esto le molestaría?” Nunca me he visto en una situación igual, como la del “otro hombre.” Por lo tanto, no puedo estar seguro de cuál podría ser mi respuesta.
Una de las preguntas que un lector me planteó y que me hizo pensar, fue: “¿Cómo se sentía el otro hombre? De alguna manera, siento que ha sido menospreciado o considerado de un estatus inferior, porque, en primer lugar, la mujer se ha entregado a él para el placer de su dominante…en cierto sentido, ¿está siendo utilizado y esto le molestaría?” Nunca me he visto en una situación igual, como la del “otro hombre.” Por lo tanto, no puedo estar seguro de cuál podría ser mi respuesta.
Estoy
siendo tentado para ser un cínico. La mayoría de los hombres a los que se les
ofreciera la oportunidad de tener relaciones sexuales sin condiciones añadidas
con una mujer bonita, que es como se sirve en un plato, estarían poco
dispuestos a mirarle la boca a un caballo regalado. Los hombres son lo que son
y permiten pocas sutilezas éticas en el camino. Si un hombre quiere ofrecer a
su chica y ella aparenta estar de acuerdo con ello, ¿cuál es el problema?
Pero,
vamos a suponer que hay algunos hombres que pudieran ser sensibles a jugar a lo
que es, después de todo, un papel subordinado. La dinámica central del
encuentro se juega entre el Dominante y su sumisa. El otro hombre es el
catalizador. Sus sentimientos al respecto sobre esto no son realmente
importantes para ellos. Él está siendo utilizado por ellos para que estos
puedan bajar a su propio escenario privado. La compensación por esto es que él
pueda tener sexo. Lo consigue follándose a una mujer a la que de otra manera no
tendría acceso.
Últimamente,
mi punto de vista es que si el otro hombre puede contribuir a su placer y
conseguir alguno para sí mismo, no hay perdedores. Y, ¿quién sabe en el curso
de los acontecimientos qué conexiones interpersonales pudieran generarse? Pero,
si usted es tan protector de su propio
estado y piensa que solamente consentiría copular cuando usted sea el centro de
atención, casi con toda seguridad, compartir no sería de lo que se trate.
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