domingo, 29 de noviembre de 2020

Confesión de una mujer casada

 “Muchas de las cosas que he encontrado y que me gustan hacer por y con mi Señor son cosas que mi marido siempre ha querido que yo se las hiciera. De hecho, no es cierto que, antes de conocer a mi Amo, nunca me había puesto medias y tacones para mi marido, sólo me queje de esta idea. Al mismo tiempo, le he hecho felaciones a mi esposo, pero de nuevo, yo no las disfrutaba. Siempre ha tendido a correrse muy rápidamente y descubrí que sólo pensar en que esto ocurriera antes, me provocaba repulsión. Con el tiempo, esto me llevó a negarme a chupársela, negarme a vestirme, a rechazar cualquier cosa que le pudiera complacer.”

“No se trataba de que me negara a hacerle feliz, ni mucho menos. Pues no podía ver lo que había en esto para mí. Él nunca ha aprendido a tocarme de una manera que me excitara, dado que esto me impedía decirle cómo hacerlo, enseñarle y cómo compartirlo con él.”

“Ahora que sabe las cosas que hago con gusto por mi Amo es sorprendentemente celoso. Es más, dice que se siente humillado de que la gente pudiera descubrir que no puede satisfacerme.” 

 “De hecho, no me desvié de esa razón, bueno, no solo por sexo. Más bien, busqué toda una gama de experiencias que no tenía en casa.”

“Yo quería que alguien tomara el control de las situaciones, que tomara decisiones para decirme lo que deberíamos hacer y cómo hacerlo. Al mismo tiempo, quería sentirme querida y atendida, ser estimulada no solo sexualmente, sino emocional e intelectualmente. Quería conversaciones que no incluyeran futbol. Quería pasear para hablar, para descubrir quién era yo.”


“Lo que encontré, fue una relación D/s, una relación que ni siquiera sabía que necesitara y una relación que durante los últimos quince meses me han sostenido. Encontré sexo, un sexo increíblemente perverso. Descubrió mi lado oscuro, que desconocía en profundidad. Encontré orgasmos, humillación y exhibicionismo. Pero también encontré amistad, alguien que parecía comprenderme y que, a su vez, yo podía devolverle el favor.”

 

“Mi marido está celoso del sexo que percibe (a menudo, con bastante razón) que mi Señor y yo disfrutamos. Pero, tal vez, tenga derecho a estar celoso, no sólo por las cosas que piensa que hacemos…”

 

“Señor Ben Alí, usted y una compañera de trabajo sois la ventana donde me puedo asomar para respirar aire puro, otros aires, ser comprendida y no sentirme sola. Gracias.”

 

Ella me escribió…

sábado, 28 de noviembre de 2020

Caricias en el agua

Mis manos diluidas

En tus pliegues y caminos.
Tus dedos mojados
Entre tus sueños y mi piel.
Tus gemidos ahogados
En mis besos
Profundos, sublimes, generosos
 
El agua no erosiona nuestra pasión,
No oxida nuestros sentimientos,
Caricias diluidas
En pequeñas concentraciones,
Precisas, eternas.
 
Mis besos y mis manos, 
Tu éxtasis y mi entrega,
Pocas letras para decir todo,
Todo lo que se entrega con el alma.
Te rodeo y te quemo a fuego lento,

Suspiros y susurros

Sólo perceptibles por nuestros sensores
Que nos buscan entre miles,
Entre miles y miles,
Este húmedo espacio habitado,
Sólo por nuestros cuerpos.

El espejo

Él decidió que ella permaneciera vestida. Luego, con la falda levantada y las bragas fuera, se arrodilló sobre la cama.

 Las manos de Él se movieron sobre ella, sintiendo que las palpitaciones de su clítoris, una vez más, la acercaban raudo y veloz al orgasmo. 

“Siéntate sobre mi cara,” le ordenó. Por supuesto, obedeció muy complacida. Él tiene una lengua muy asombrosa. Buscando, sintiendo y jugando. Al mismo tiempo, sus manos, en sus pezones. Apretando y retorciendo. Por supuesto, ella se corrió. Se lo pidió y Él se lo permitió. A los dos, les encantó.

En lo que respecta a ella, Él hundió la verga dentro de su cuerpo.

Es cuando notaron el espejo. Largo total, entre el cuarto de baño y el tocador. Ella parecía una especie de puta desenfrenada gozando de la polla de su Dominante. Él veía eso, probablemente, porque eso era justo lo que estaba sucediendo.

Le encantó. Por una vez, Él pudo ver la expresión del rostro de su sumisa. Pudo apreciar cuánto le gustaba estar penetrada por Él. 

No pasó mucho tiempo, antes de que ella estuviera sobre sus manos y de rodillas y la verga de Él, en otro lugar. A éste, le encanta ser el dueño del trasero de ella y ver su rostro mientras lo hace. Era algo nuevo, especial y un gran revuelo para ambos.

Más tarde, hubo tiempo para abrazos, besos y caricias. Tiempo para una película y luego, una comida en un asador castellano realmente bueno. 

A la mañana siguiente, después de que Él se hubiera marchado a su casa, a tiempo para el trabajo, ella se quedó frente a ese espejo después de ducharse. Definitivamente, sonrió ante el recuerdo tan maravilloso.