lunes, 29 de agosto de 2011

Bruto

Yo no tenía la intención de acercarme a ella, pero cuando abrí la puerta, tenía una pierna sobre el apoyabrazos del sillón y una mano en el interior de sus bragas. Ella la retiró rápidamente y empezó a sonrojarse. Yo la miré sin decir una palabra.
“¿Qué?” Dijo por último.
“Ven aquí,” le dije.
Ella me miraba nerviosa mientras se acercaba a mí. La agarré por los pelos y le eché con fuerza su cabeza hacia atrás. Le dí dos bofetadas en su cara.
“Te mostraré lo que hago con las putas,” le dije.
La arrastré hasta el sofá y la forcé a ponerse de rodillas. Me puse detrás de ella, retorciéndole aún más el pelo. Con mi mano libre, le levanté la falda y tiré hacia bajo de sus bragas. Saqué mi pene y lo metí dentro de ella. No podía haber estado tocándose mucho tiempo porque apenas estaba húmeda, pero, de alguna manera, forcé mi polla. Su resistencia me excitaba todavía más. La penetré profundamente, empujando tan fuerte como podía. Ahora, yo tenía una mano en cada una de sus caderas, atrayéndola hacia mí con cada golpe, mi vientre latía con fuerza contra ella. Yo no estaba pensando en darle ningún tipo de placer, yo sólo la estaba “cogiendo.” Le azotaba en el muslo con mi mano, tan fuerte como podía y ella chillaba. Aun así, la follé, me chupé mi dedo y se lo introduje por el culo, entonces, me corrí.
Cuando terminé, me di media vuelta y la puse contra mí. Ella presionaba contra mi ingle, como una cuchara, retorciendo su culo.
“Bruto,” susurró.

viernes, 26 de agosto de 2011

El castigo

La naturaleza humana, siendo lo que es, más tarde o más temprano, te va a defraudar. Por consiguiente, cualquier sumisa siempre hará algo que no tenía que hacer o dejará de hacer algo que debería haber hecho. Y, por lo tanto, tendrás que castigárla. No existe nada para evitar esto, por mucho que un dominante tenga un corazón blando. Ella lo espera, lo necesita. Sí tú no la castigas, interpretará esto como una negligencia, que no te preocupas lo suficiente para llevarla de la mano. Las mujeres sumisas necesitan ser confrontadas con sus ofensas, necesitan hacerlas comprender dónde lo han hecho mal y, sobre todo, necesitan ser capaces de expiar sus pecados. Si no pueden pagar la penitencia, no sentirán que son perdonadas y no serán capaces de seguir adelante. Esto puede parecer casi como una experiencia religiosa. Creo que la Iglesia Católica sabe bastante sobre la culpa, la confesión y la absolución.
El problema es, ¿cuál es el tipo de castigo más apropiado? El castigo corporal y el tradicional recurso de los disciplinarios, obviamente, no es una solución. El spanking está asociado con la sumisa y probable e indeleblemente con el placer y la excitación. Si tú la azotas como castigo, le estás dando, simplemente, lo que ella ansía y corres el riesgo de que estará tentada a desobedecerte, simplemente, con el fin de recibir el castigo. Tal vez, pienses que podrías administrárselo de tal manera que el placer de la experiencia esté poco menos que eliminado. Si usted lo hace más difícil, entonces, corre el riesgo de retroceder a los límites anteriores. Si lo administra de una manera diferente, con frialdad, sin interferencia de caricias o palabras amables, ella lo podría seguir disfrutando.
Quizás, en vez de infligir dolor, usted puede decidir privarla del placer. Los orgasmos están prohibidos. Tocarse a si misma, esta prohibido. Pero, muchas sumisas encuentran esa negación en si misma eróticamente estimulantes. Contra más sabe que no puede tener algo, más lo quiere.
Para algunos dominantes es tentador castigarlas con la ausencia del placer. Las prohíben o condenan a guardar silencio. Pero no puedo decir que estoy a favor de esto. Creo que cuando una sumisa sabe que ha hecho algo malo, lo que más le molesta es que ella ha fracasado, que le ha causado un disgusto a su Amo. Y lo que ella  anhela y desea,  es que se le permita corregir el mal, para ser de nuevo una mujer nueva lo más pronto posible. Darle la espalda es cruel, esto agravaría su angustia.
Entonces, ¿qué hay que hacer? Creo que uno necesita encontrar algún castigo que sea activamente desagradable, que no sea demasiado largo, corto y penetrante, que una vez terminado, el perdón y la curación puedan comenzar. ¿Quiere ejemplos reales? Bien, Hice una vez que una mujer se arrodillara sobre una bolsa de guisantes congelados durante un buen rato. Ella lo odiaba y lo encontraba bastante difícil para convertirlo en una experiencia sensual satisfactoria (aunque, nadie debería subestimar la habilidad de las sumisas para dotar de una carga sexual a cualquier acto). También he descubierto que hacer que se duche con agua fría tiene un efecto saludable. Tienes que insistir que ella esté bajo un chorro de agua helada, al menos cinco minutos, y que consiga mojarse bien su pelo. U ordenarle realizar tediosas labores de casa. Bien, usted ha conseguido el objetivo. Pero, recuerde, las sumisas son putillas ingeniosas. Si le das la mitad de una oportunidad, harán algo sexual de cualquier cosa. La vigilancia constante es esencial.

lunes, 22 de agosto de 2011

Masturbación

Los hombres, con frecuencia, se sorprenden al descubrir lo mucho que las mujeres se masturban. Por alguna razón, todavía tienen la idea de que no es propio de una “dama” o que las mujeres no están tan interesadas en el sexo genital como los hombres. Y algunas veces, un hombre puede estar incómodo con ese pensamiento, incluso si una mujer vive con él y por ello (al menos en teoría), tiene el sexo disponible para ella en cualquier momento que ella lo quiera. Sin embargo, ella continúa masturbándose. Él se siente amenazado al saber que ella insiste en hacérselo a sí misma a pesar de sus mejores esfuerzos para satisfacerla. Los hombres creen que la masturbación es un sustituto del coito, pero para muchas mujeres que no saben cómo funciona, el auto satisfacerse es una clase de actividad diferente del coito y que, sin embargo, algunas persisten con esa práctica en su matrimonio.
Los hombres pueden sentirse aún más amenazados al saber que ellas emplean una pequeña máquina como ayuda. Si una mujer puede tener una experiencia sexual plenamente satisfactoria con un objeto inanimado, ¿esto hace que el pene de un hombre esté de más? Personalmente, dudo que muchas mujeres heterosexuales quieran contestar que “sí”.
(Por supuesto, los hombres casados continúan masturbándose también, pero creo que,  para ellos, esto es un sustituto del coito. Por cualquier motivo, no consiguen que sea como un coito, tal como ellos quieren, así pues, lo priorizan al hacérselo ellos mismos).
Según mi experiencia, las mujeres sumisas generalmente suelen tener un impulso sexual bastante alto. Piensan en el sexo más que la media y lo quieren hacer más. En particular, ellas se masturban mucho más. En una ocasión, como un experimento, alenté a una mujer a ver cuántas veces podía hacerlo en un período de 24 horas. Yo la incitaba activamente “alimentándola” de pensamientos obscenos, historias, etc., y se las arregló para llegar a cifras de dos dígitos, lo cual me impresionó poderosamente (y estos eran actos separados, no orgasmos múltiples colocados en serie). Cuando los hombres se masturban, el pozo del deseo, hoy por hoy, se deseca. Necesitan tiempo para reponerse. Pero, para las mujeres, algunas veces, parece que contra más lo hacen, más lo quieren.
Por supuesto, tengo una evidencia anecdótica, basada en un ejemplo muy limitado, por mi creencia de que las sumisas lo hacen más. Ya sea que ellas son más sexuales debido a que son sumisas (de alguna manera, la sumisión se pone en contacto con el núcleo de su sexualidad y se excitan, por así decirlo), o ya sea que su alta sexualidad las conduce a la necesidad o la confianza de expresarse sexualmente de unas maneras no convencionales, o ya sea porque la relación requiere mucho sexo y ser sumisa tiene otra explicación conjunta. Es un motivo para una discusión futura. Quizás, mis lectoras puedan arrojar alguna luz sobre esto.
Todo esto es una manera de volver a la cuestión o al control del orgasmo, del que he hablado previamente. Cuando un dominante se hace cargo de la sexualidad de una mujer, cuando ella acuerda someterse, es bastante frecuente que él quiera establecer alguna especie de control sobre las prácticas de su masturbación. Él calcula que en adelante sus orgasmos no le pertenecen a ella, sino a él. Si ella se corre, se corre no por su propio placer, sino por el de él. Por supuesto, es una de las muchas paradojas de la D/s de que ella no pueda correrse para él sin placer para ella misma. Pero, el dominante puede buscar el control de su masturbación de manera que tener su placer no sea algo sencillo, se trata de que ella no consiga lo que ella quiere.
El control de cómo y cuándo ella se corra es un recurso particularmente útil para aquellos dominantes que están trabajando en la distancia o, quizás, incluso completamente online, cuyas sumisas no están disponibles para ellos cara a cara. Por supuesto, tienes que confiar que cuando dices no, no te puedes correr hasta pasado mañana, ella obedecerá. No existe otra manera, si usted está físicamente separado y  no puede controlarla. Pero, si ella no va a jugar limpio y hacer lo que usted diga, ¿cuál es el punto de todo esto? Pretender ser solamente sumisa es seguramente una pérdida de tiempo de cada uno.
El control de la masturbación es capaz de una casi infinita elaboración. Los clímax pueden estar estrictamente regulados, para que sean permitidos menos frecuentemente de lo que a ella le gustaría. Pueden ser denegados por completo, por períodos prolongados o, tal vez, incluso indefinidamente (lástima por la pobre mujer cuyo dominante sea tan cruel).
Cuando es permitido, un orgasmo puede ser necesario en un momento determinado (ella debe correrse siempre los jueves o que sea la última cosa que haga por la noche). Se le puede conceder un horario estricto (solamente tiene diez minutos desde el momento que empiezas a tocarte hasta el tiempo que te corres, después de ese tiempo tienes que parar, tanto si has llegado o como si no). Las necesidades adicionales pueden ser forzadas. Ella puede ser autorizada a hacerlo solamente en una cierta posición (algunas mujeres lo encuentran difícil correrse de pié, por ejemplo), o en un cierto espacio, como en su coche, aparcado en un lugar solitario.
Tal vez, ella tiene que insertarse un plug primero o un dildo. O se tiene que poner pinzas de la ropa en sus pezones mientras lo hace (a los Amos normalmente les gustan asociar dolor con placer). Puede ser que él le quiera decir lo que ella debe pensar, alentándola a disfrutar de pensamientos obscenos. Los dominantes con frecuencia se auto divierten poniendo dificultades en el camino. Ella pudiera ser forzada a hacerlo con su mano izquierda (es interesante porque pocas mujeres parecen ser ambidiestras masturbadoras) o sin las manos, forzadas a encontrar algo contra lo que frotarse ellas mismas, como un picaporte o un poste de la cama. Una cosa que me gusta hacer es llevarla hasta el borde del climax, entones hacer que se detenga, luego reanudarlo más tarde, de nuevo parar antes de correrse y continuar de esta manera hasta que esté medio loca con el deseo.
Cuando no lo esté haciendo, puede prohibírsele que se toque. Las mujeres con frecuencia encuentran esto especialmente difícil de cumplir. Muchas de ellas les gustan tocarse a sí mismas mucho durante el transcurso del día, no necesariamente con vista a inducir el orgasmo, sino solo como un gesto reconfortante. Una sumisa me dijo que ella nunca se daba cuenta de lo mucho que le gustaba hacer esto hasta que se lo prohibieron. He conocido a más de una mujer que no podía dormirse, a menos que no tuviera su mano entre sus piernas.
Para algunas sumisas, el control del orgasmo no funciona. No están preparadas para ceder el control de esa parte de su sexualidad, especialmente en la distancia. La masturbación es algo que ha llegado a depender de su bienestar psicológico. En los primeros días, a veces, me golpeaba la cabeza contra una pared, intentando imponer la disciplina orgásmica cuando claramente no estaba funcionando. Para algunas mujeres, si se les denegaba el orgasmo, perdían el interés por el mismo. Se obtiene más de ellas al avivar su deseo, no intentando regularlo. Es una dura lección para un Amo, esa flexibilidad es esencial. Su instinto natural es insistir en su poder para dictar. Solamente con la experiencia, se aprende que existen otras maneras de imponerte.

viernes, 19 de agosto de 2011

¿Qué quiere de mí?

Capítulo 2: La respuesta
Yo había decidido escribir un blog intentando dar sentido a las relaciones entre sexo y poder, entre Dominante y sumisa, de acuerdo con mis experiencias personales como Dominante, mis fantasías, los comentarios de otros Amos y sumisas y la literatura  que yo había consumido al respecto a lo largo de mi vida. En resumidas cuentas, aportar luz, criterios y principios que ayudaran a enriquecer a otras parejas involucradas en este estilo de vida de la D/s.
Empecé a escribirlo de una manera muy discreta, con un estilo literario muy personal, sincero y abordando temas que se salían de la estandarización de este tipo de blog.
Por otra parte, sólo una persona de mi entorno muy cercano estaba al corriente de mi nueva iniciativa. Nadie más lo sabía ni lo saben. Especialmente por la temática de este blog. Conforme pasaban los días, observé que no entraban visitantes. Estas circunstancias, a un blogger novato como yo, me pusieron impaciente porque necesitaba pulsar la aceptación de lo que escribía. No porque la necesitara, sino más bien por ese ego interior vanidoso que llevo dentro.
Entonces, se me ocurrió la idea de escribir algunos mails a algunas sumisas y Dominantes invitándoles a que lo visitaran. A la primera que escribí fue a Eva, la elegí al azar, visitando su blog. Con un mail, me agradeció mi ofrecimiento de una manera tan delicada que me impactó. Hacía mucho tiempo que no me había encontrado con una mujer con tanta dulzura y sensibilidad.
El Destino quiso que nos encontráramos en un chat como dos desconocidos. Ambos nos hablamos a grandes rasgos de nuestras vidas recientes. Me dijo que había terminado la relación con su Amo, lo había pasado mal, que estaba recuperándose y que no perdía las esperanzas de rehacer su vida como sumisa. Yo no tenía sumisa, pero lo cierto es que ambos nos sentíamos fascinados el uno por el otro. Yo, como su posible Dominante y ella, como mi posible sumisa.
No quiero entrar en los detalles que me obligaron – o la obligaron – a no hablar con ella en los días previos a este encuentro. Me quiero ceñir a la realidad de este momento.
Eva estaba con sus manos apoyadas sobre el colchón. Su torso arqueado, sus piernas juntas, su melena ocultando su cara. Sus nalgas, ligeramente enrojecidas por los cachetes que le acababa de dar.
“¿Te imaginas lo que te va a pasar ahora, verdad?” le pregunto.
“Lo siento,” dice ella rápidamente. “No volverá a pasar. Se lo prometo.”
“Eso es lo que responden casi todas las sumisas cuando se ven con el castigo en su puerta,” le digo.
“Separa tus piernas todo lo más que puedas,” le ordeno.
Cojo una silla, la pongo detrás de ella, me siento tranquilamente y observo su trasero con marcas rojas de dedos. Separo sus nalgas con mis dedos y observo su sexo sin rasurar. Sin prisas, en silencio, solo se oye su respiración acelerada y mi respirar normal. Así unos minutos.
Me pongo de pie, pongo la silla en su sitio habitual. Me desabrocho el cinturón, lo saco de las trabillas de mis vaqueros y lo enrollo en mi mano con un par de vueltas.
“No, por favor,” dice ella rompiendo el silencio y apuradamente. “Le prometo que nos vamos a seguir viendo y siempre seré buena, por favor. Soy una sumisa obediente y buena.”
“No voy a decírtelo otra vez,” digo. “Abre más tus piernas y mantenlas bien separadas hasta que haya terminado.”
Ella me mira implorante. Muy lentamente, abre sus piernas. Luego, cierra sus ojos con fuerza. Puedo ver que ella está temblando.
Una lluvia implacable de incontables azotes cae sobre sus nalgas. En diez minutos, el color de sus nalgas pasó del rojo vivo al rojo mate burdeos.
Me alejo unos pasos de ella y me quedo observándola durante diez minutos en silencio, el cual lo rompe con esta pregunta:
“¿Qué quiere de mí, señor?”
“Mi respuesta está escrita en tu culo. Piensa, reflexiona y dime algo pronto.”
“Buena chica.”


martes, 16 de agosto de 2011

Rogando el castigo

Pedir es un tópico propio de la sumisa. Lo puede realizar en muchas ocasiones y no está estrictamente reservado para castigar. Sin embargo, ninguna discusión sobre este tema sería completa sin, al menos, un examen superficial de la “mendicidad.”
Es un tema confuso. Como dije en otro artículo, una sumisa masoquista pide con frecuencia ser castigada. Pero, esto es realmente una invitación, algunas veces, pedir no es más que la gratificación del ego por parte del dominante. Por ejemplo, a la mujer sumisa, a menudo, se le dice que pida las cosas así: “Mi Amo, le pido que quiero tragarme su semen cuando se corra,” o la más popular, “por favor, mi Amo, le ruego que me penetre por el culo”. Algunas veces, se usa para comunicar el deseo. A las mujeres se les dicen que tienen que pedirlo antes de tener un orgasmo. Sin embargo, en este papel, yo centraría el acto de la  “petición” como una parte del proceso de castigar y perdonar.
Más que confusión, el tema es la enorme variedad de actividades asociadas con el acto de rogar o pedir. El número de rituales conocidos y posturas para rogar son incontables. Muy rápidamente, uno aprende que no hay un solo camino para que una sumisa pida algo. Sin embargo, mientras las técnicas de pedir son tan variadas como el número de dominantes y sumisas, el valor de este proceso para la relación D/s es universal.
Pero, ¿por qué nadie, ni siquiera una sumisa, pide ser castigada, de que se le inflija un sufrimiento? Superficialmente, tal acción parece ridícula. Se podría aceptar su castigo y estar agradecida por el perdón, pero, ¿por qué realmente piden ser castigadas? ¿No es ni más ni menos que una gratificación de su ego por parte del dominante?
Creo que el valor de rogar o pedir es significativo y no debería ser pasado por alto. El proceso refleja muchos valores en la relación del dominante con su sumisa.
Claramente, se establece la primera y segunda naturaleza de la relación:
- El pedir no se requiere en una relación de igual a igual. Además, cuando un dominante comete un error (y lo cometemos) nunca pedirán el perdón de la sumisa. Como tal, el acto de pedir afirma la base de la naturaleza de la relación D/s.
- Proporciona un método para que la sumisa exprese su malestar por no servir de una forma que sea aceptable para todas las partes.
- Mi propia experiencia me ha enseñado que las mujeres sumisas sienten un estrés y dolor profundamente intensos cuando han fallado a su pareja dominante. A menos que, ellas tengan alguna manera de expresar este estrés, tendrá un impacto sobre otras parcelas de su vida. Pedir ser castigada facilita un desahogo natural.
- El acto de pedir es una barrera psicológica para muchas sumisas. Ser capaz de solicitarlo representa un logro muy significativo.
- Este es un tema muy importante. Mientras se realiza como sumisa, tendrá que tropezar con una variedad de barreras psicológicas que debe superar. Una de estas es el pedir. Solicitar un castigo puede ser humillante. Sin embargo, solamente su dominante puede perdonarla cuando ella haya fallado. Por eso, necesita pedir perdón. La manera que ella pide es una medida de la intensidad de sus sentimientos internos. Pedirlo es, por eso, un marcador útil.
Es una gratificación para muchos dominantes.
Es verdad que muchos dominantes, incluyéndome yo mismo, descubren que es una satisfacción personal ver a su sumisa pidiendo. Cuando ellas piden, te pertenecen por completo. Los dominantes buscan este nivel de control.
Por supuesto, ninguna sumisa debe pedir si no tienen motivos para ello. Por lo tanto, se puede ver fácilmente que cuando una sumisa natural pide, es un claro indicador de su necesidad de castigo.
Algunas veces, el mero hecho de  “pedir” es un castigo suficiente. En otras ocasiones, se necesitará más. Depende mucho del dominante y de las expectativas de la sumisa. Por ejemplo, una sumisa bien entrenada puede estar a la expectativa para realizar ciertas tareas sin fallar, mientras que una sumisa principiante no puede todavía conocerlas. Yo espero mucho más de las sumisas experimentadas y, por ello, su castigo será más duro si fallan.
Cuando he entrenado a una sumisa, me ha parecido conveniente desarrollar un número apropiado de estilos y posiciones. Estos pueden ser usados por la sumisa para indicar la severidad de la infracción y la intensidad de la culpa que sienten.
Pueden variar desde arrastrarse con el vientre con un látigo entre sus dientes, hasta arrodillarse con solo un ajuste sutil en la posición del cuello para indicar que algo anda mal. Con frecuencia, cuando las parejas dominantes/sumisas están ante el público no siempre es posible para la sumisa posicionarse como lo podría hacer en privado. En esos momentos, resulta fácil tener otras alternativas disponibles para pedir.
Los dominantes pueden intentar forzar a una mujer a pedir o incluso requerirla a ello. Sin embargo, hasta el momento en que lo hacen por sí misma, llevada por su necesidad de ser perdonada, el valor de pedir un castigo es dudoso.
En resumen, hay que reconocer que el acto de castigar constituye un mecanismo de resolución de conflictos entre el dominante y la sumisa. No debería ser confundido con el juego del sadomasoquismo. Más bien, es un acercamiento legítimo e intenso para el dominante y la sumisa con el fin de mantener la estructura y la integridad de su relación. Este acercamiento formal puede tener el “pedir” como un componente del protocolo. Cuando se usa adecuadamente, el castigo no solamente resuelve un conflicto, sino que también gratifica el poder y el servicio de las partes.

domingo, 14 de agosto de 2011

Usada

Estoy sobre mi espalda y ella se mueve encima de mí, abriéndose a horcajadas, dispuesta a montarme. Después de algunas bromas, al final, se hunde dentro de mí, profundamente y doy un grito fuerte. Ella empieza a moverse arriba y abajo sobre mi pene, mientras que yo juego con sus pezones y pellizco sus nalgas.
Ella se inclina para besarme y nuestras lenguas bailan. Mi mano izquierda agarra su pelo por la nuca, para presionar fuertemente sus labios contra los míos. Mi mano derecha azota juguetonamente sus nalgas unas pocas de veces, luego empieza a explorar entre ellas. Mi dedo se empapa con algunas manchas de su humedad, decido “molestar” su pequeño y apretado ano. Lo froto con círculos lentos a medida que ella oprime su coño contra mi pene con mayor vigor.
Ella rompe el beso para acusarme: “Eres un Dominante terriblemente malo.”
Pero, hay un atisbo de sonrisa en la acusación y sus acciones me dicen más que sus palabras. Ella levanta su cuerpo ligeramente permitiéndome un mejor acceso para jugar con su culo. Y continúo jugando…acariciándolo…sin presionar a mi dedo para que entre, pero flirteando con su orificio…dándole una sensación añadida mientras continúa cabalgando sobre mi pene.
Sé que la intensidad, al estar encima de mí, se hace agotadora, así que no me sorprende cuando se baja de mí y me dice que lo prefiere desde atrás. Estoy más que feliz por hacerlo. Me recibe a cuatro patas y me muevo por detrás de ella. Ahora, me empiezo a sentir carnal, como un animal, y ella sabe que voy a follarla violentamente.
Su coño está absolutamente empapado y la penetro de un golpe largo. Empiezo a moverme a ritmo lento y constante, porque quiero que esto dure. Bajo mi mano derecha y compruebo que mi pene entra y sale de ella. Empapo mi dedo corazón de su humedad, asegurándome de que está bien y resbaladizo, luego, lentamente lo introduzco por su apretado anillo. Su lamento se hace más profundo y gutural conforme mi dedo se desliza hacia su interior.
Cuando mi dedo está introducido en su ano hasta el primer nudillo, hago una pausa. Aunque no debería ser, estoy aún sorprendido por el grado de presión que soporta. Empiezo a empujar mi dedo más hacia dentro, manteniendo el ritmo lento mientras la follo por su coño. Cuando mi dedo está completamente introducido en su ano, lo saco poco a poco.
Ahora, ya ha sido usada por mí y puedo empezar una doble penetración con cada embestida. Mi polla y mi dedo se mueven al unísono – entrando… saliendo. Sus gemidos de placer son ahora gemidos de orgasmos y no tengo ninguna compasión. Penetro su coño con más ímpetu y rapidez, sintiendo que mi propio clímax se está acercando…y mi dedo se introduce más profundamente en su culo con cada movimiento.
Mi orgasmo llega antes de lo esperado. Con un salvaje impulso, me introduzco en su culo lo más profundamente que puedo, intentando llenarlo por completo. Doy un grito enorme mientras me libero…luego, estoy dentro de ella durante un rato mientras, poco a poco, me vengo abajo. Finalmente, me retiro de ella, mi polla y mi dedo se salen al mismo tiempo. Nos derrumbamos en la cama, completamente agotados.
“Eres más que malo,” dice ella.
“Me gusta…” contesta él, socarronamente.

jueves, 11 de agosto de 2011

¿Es una masoquista una puta del dolor?

Vi esta pregunta en un foro y me pareció muy interesante.
Al principio, los dos términos parecen casi sinónimos, uno de ellos por ser más técnico (medicina), mientras que el otro es mucho más común en la lengua vernácula. Pero, contra más pienso sobre ello, más me doy cuenta de que es más posible una mujer sea masoquista y no una puta del dolor.
De acuerdo con el diccionario del Sadomasoquismo (DSM), el masoquismo sexual puede definirse como:
“Un trastorno caracterizado por cualquier fantasía sexualmente excitante, impulsivo o una  conducta en la que, el individuo es humillado, azotado, atado o, de alguna manera, el hecho de sufrir.”
Aunque no siempre estoy de acuerdo con el DSM, esta parece ser una definición bastante buena, con la única excepción de que no considero que sea un desorden en sí mismo. Dejando eso de lado, creo que aquí, la palabra clave es “sufrir.” Sin importar si la fuente del malestar sea unos azotes físicos, una inmovilización con cuerdas, humillación, etc., que siempre termina en la masoquista para excitarse a través de algún nivel de sufrimiento.
Pero, ¿qué pasa si no hay sufrimiento?
Por ejemplo, me gusta azotar a mi chica y, azotarla durante mucho tiempo, en particular, cuando está atada. En estos casos, tampoco soy muy amable. Más bien, raras veces la oigo gritar con una expresión de dolor. Ya que parece estar, de alguna manera, más tranquila con el gemido ocasional del placer, con frecuencia, al alcanzar el orgasmo. Cuando le pregunto sobre el dolor, ella siempre está confundida.  Dice que no siente dolor, sólo placer. Ahora bien, he azotado a otras mujeres de la misma manera y muchas de ellas me han dicho lo doloroso que fue.
Por lo tanto, dado que mi chica obviamente no sufre, entonces, supongo que no puede ser clasificada como masoquista. Sin embargo, desde que ella se excita claramente con la aplicación de un estímulo que muchas otras lo encontrarían doloroso, tal vez, se requieran otros términos para definirla…tal vez pudiera ser, ¿una puta del dolor?
Al final del día, lo que he aprendido es que diferentes mujeres tienen diferentes tolerancias a la estimulación. El placer de una será el dolor de otra. Esto tiene algún sentido para mí. Algunas mujeres realmente disfrutan sintiendo el dolor, la fuerte mordedura del látigo, el flash ardiente del goteo de la cera o el confinamiento de las cuerdas.
Como sádico, puedo disfrutar de ambas clases de mujeres, ya sean masoquistas o con cualquier otra etiqueta que quieras darles.
La diversidad es divertida

martes, 9 de agosto de 2011

Cómo disfrutar de tu sumisa (de manera que ella disfrute) Parte II

Hielo
Ya que me gusta tanto esta imagen, continuaré un poco hacia delante. La próxima vez que ella gima, dígale que le llevará unos cubitos de hielo y luego vuelva a su posición. Si su culo está suficientemente caliente en ese momento, frótele ligeramente un cubito de hielo sobre sus nalgas enrojecidas. Para muchas mujeres, esta es una sensación exquisita.
Sólo una pasada rápida… esto es un buen ejemplo de algo que ella puede querer experimentar pero no lo puede pedir. Aquí es dónde tu fuerza, iniciativa y creatividad como Dominante entrará en juego. No tenga miedo de experimentar dándole nuevas sensaciones.
A medida que el hielo se vuelve más suave, frótalo sobre sus labios interiores y su sexo. Puedes elegir insertarlo en el interior de su vagina o si es muy pequeño y suave, introdúcelo en ella apretando un poco su culo.
Pedir permiso
Otra manera que puedes recordarle constantemente a ella, es que está bajo tu control teniendo que pedir tu permiso. Contra más restringida esté su independencia, más aumentará su sumisión.
Un ejemplo que pone de relieve esto, además de servir para avergonzarla sutilmente es hacer que pida permiso para ir al baño. Esta cuestión alude a la idea de la pérdida de su privacidad personal, la cual puede incrementar el vínculo íntimo entre los dos. Si ella se sonroja, es una buena señal.
Si sales con ella a un restaurante, aleja su menú y decide por ti mismo su comida. Esto no solamente incrementará su sumisión a ti, sino que también la libera de tener que tomar una decisión por ella misma.
Otra experiencia muy romántica e incluso más embarazosa para ella sería no pedirle nada a ella y luego alimentarla de tu propio plato. De vez en cuando, poner un sabroso bocado en su tenedor y hacer que se incline para cogerlo de tu mano. Creo que esto es una manera muy dulce para que ella se sienta cerca y dependiente de usted.
Es muy común no permitir a una sumisa que se corra sin haberle dado permiso. A ella solo se le permite el placer bajo su mando, que hará hincapié en tu control sobre ella. Esto aumentará la anticipación de su permiso para poder mantenerla al filo del orgasmo durante un período de tiempo que se basará en su intensidad.
No solamente ella no puede tener un orgasmo sin tu permiso, sino que ni incluso se le puede permitir tocarse sin permiso. Al establecer esta regla para ella, estás haciendo que admita su deseo de tocarse a sí misma pidiendo tu permiso, que es también una manera para ti de conocer lo excitada que se ha llegado a poner bajo tus órdenes.
Usted puede querer probarla justo en el borde de un orgasmo y luego ordenarle que se corra para usted mediante una orden verbal. Es posible que esto tenga un efecto notable. Algunas mujeres tienen la habilidad de estar entrenadas para orgasmar bajo una orden y hay varias técnicas que pueden ser usadas para lograr esto aunque no voy a entrar en ello en este artículo.
Tirando de su pelo
Un truco muy “caliente” para muchas sumisas es que las tiren de los pelos. No de una manera dolorosa, sino como una experiencia muy sensual. Para muchas mujeres, esto puede ser extremadamente una poderosa excitación y puede ser sorprendente por su reacción. Llamarla para que se acerque a usted y acariciar su pelo durante un momento antes de cogerlo con tus manos  y hacer firmemente que ella te mire a la cara para un beso apasionado – ella se fundirá en un charco en el suelo.
Tratándola como una mascota
A muchas mujeres sumisas, les gustan ser tratadas como una mascota. Todos sabemos el mucho amor y atención que reciben nuestras mascotas y ello debería ser emocionante embarazoso y dulce – para nada degradante. Las mascotas son sujetas también por un collar y una cadena, ¿no?
Pruebe esto juntos en una noche especial. Pídale que se desnude y se arrodille ante ti. Dile que ella va a ser tu mascota durante la noche y amorosamente colócale el collar y engánchalo a una cadena. Dile que ella va a ser tu dulce gatita y no le será permitida hablar a menos que le des permiso. A su vez, ella debe maullar y ronronearte.
Una idea muy erótica es  hacer que te maúlle y ronronee mientras la acaricias. Tal vez, si tu querida mascota está en celo, haz que se frote su coño contra tu pierna como si pidiera que le prestara más atención. Asegúrate de llevarla al orgasmo mientras le permites que maúlle de placer…
Es un sentimiento increíble tener a la mujer que amas y que te ama durmiendo a tus pies mientras tienes su cadena en tu mano. Haz un pequeño nido con tu almohada y las mantas en un rincón y haciéndole a ella un sitio especial. Como una mascota, se le permitirá estar de pie y usar los muebles. Tal vez, podrías poner un cuenco con un poco de leche para cuando vuelva…
Un tema como este da mucho de sí en el juego de roles que pueden ser un escape maravilloso del estrés de vuestras vidas. Es un momento único, donde puedes olvidar ser un adulto y volver a los inocentes y creativos juegos de los niños y de las niñas.
Juego anal
Para algunas mujeres, el juego anal es lo último en sumisión y placer. Debido a la privacidad y la intimidad de la zona, es muy difícil para ella pedirte que la toques ahí. Este es otro momento, cuando tu autoridad, como Dominante, hace lo que quieras sin importar cuán vergonzante pueda ser, porque es esencial para ella. Háblale sobre sus sentimientos en esta materia. Si ella admite su deseo de que la estimules analmente, sospecha que puedes disfrutar jugando con ella ahí mucho más de lo que ella pueda ser capaz de admitir. Como siempre, esto es algo sobre lo que deberías tener muchas conversaciones. Hay muchas mujeres que odian absolutamente cualquier tipo de juego anal.
No solamente es deslizar un dedo bien lubricado en su parte inferior más erótica, es también un tremendo recordatorio de que ella ha perdido su privacidad contigo y crea un fuerte recuerdo de su sumisión ante ti. Para llamar con esto su atención, me gusta hacer que la sumisa juegue una parte activa en esta entrega íntima teniendo comprimido mi dedo en el interior de su ano.
El juego anal, la mayoría de las veces, incluye el uso de un plug anal que es una maravillosa manera de mantenerla en su papel de sumisa mientras va por la casa haciendo las tareas o incluso en público. Tenga en cuenta que, para ella, llevar un plug en su culo no es un castigo, sino un maravilloso premio.

domingo, 7 de agosto de 2011

Cómo disfrutar de tu sumisa (de manera que ella disfrute) Parte I

He aquí algunas sugerencias de cómo disfrutar de tu sumisa, salirte con la tuya y, al mismo tiempo, hacer hincapié en las profundidades de su sumisión.
Explorando la vergüenza
Uno de los aspectos maravillosos de la D/s es que te permite explorar muchísimas emociones con seguridad. Cuando se hace con amor y cuidado, avergonzar a tu sumisa puede ser una experiencia extremadamente intensa para ella y que la hará sentirse muy controlada. Cuando le das tareas embarazosas y ella obedece, es una manera en la que ambos podéis sentir la fuerza de vuestros respectivos roles. Su obediencia al sentir vergüenza demuestra que ella es tu sumisa y hará cualquier cosa que le pidas. Como su Dominante, quieres pensar en tantas formas como sean factibles para demostrar esto, y  sentirás que tu control sobre ella es lo más completo posible.
Existen muchas ideas para aumentar las profundidades de su sumisión utilizando la vergüenza de una manera u otra. Un punto a tener en cuenta es no entrometerse en la vida privada de otras personas que no entienden los tipos de exploración que se realizan en una relación D/s. Sea creativo y encontrarás muchas maneras con las que ella pueda sentirse avergonzada en frente de otras personas, mientras que tú eres la única persona que conoce la razón real del por qué ella está actuando tal como es.
Posiciones
Hay una conexión directa entre la posición física de tu sumisa y estado mental y emocional. Arrodillarse ante ti antes de que quieras ponerla en un estado de sumisión. Diviértete explorando posiciones y asegúrate que ella mantiene la posición correcta y mantiene en todo momento una buena postura.
Si tu sumisa se relaja en el sofá leyendo o viendo la TV, llámala para que se acerque a ti, llámala con el nombre de una “mascota” como señal de que ella es ahora tu sumisa y no tiene más opción que obedecer. Dile que se arrodille a tus pies durante un rato y que no se mueva hasta que reciba permiso.
Haz que preste atención a su postura, y si ella se relaja, dale algún tipo de corrección. Tal vez, ponerla sobre tus piernas para darle unos  azotes suaves antes de que ella reanude su posición o, simplemente, dándole unos leves pellizcos en sus pezones. Por supuesto, la próxima vez que se descuide con su postura, la corrección será un poco más fuerte. De esta manera, ella sabrá que está ahí para ti y que aunque usted no sienta la necesidad de estar activamente participando con ella, que también sepa que le estás prestando atención y estás disfrutando de su compañía.
Otra sugerencia sería ponerla con sus hombros y rodillas frente a ti y su culo desnudo. Ella es tu sumisa y, si quieres, disfruta de sus encantos femeninos en cualquier momento. También puedes decirla que se eche hacia atrás y abra sus nalgas para que puedas disfrutar mejor de la vista del pequeño placer de tu sumisa. Si quieres, búrlate un poco con algunas caricias y luego que vuelva a su libro o programa de TV.
Una de mis actividades favoritas es tener un flogger de ramas y, ocasionalmente, darle unos suaves azotes sin ningún otro motivo que disfrutar viendo unas pequeñas marcas en sus nalgas. A ella le gustará esto y le hará tener claro que disfrutas dándole estas sensaciones tanto como a ella le gusta  recibirlas. Estoy segura de que se dará cuenta de una reacción sexual instantánea al estar sometida a tu control de esta manera. Los látigos de rama de arbustos son maravillosos porque no solamente pueden enrojecer su culo, sino que también puedes usarlos para atormentar y acariciar su coño. Alterne unos cuantos golpes más para darle placer y luego como avergonzándola maravillosamente, humedecer la punta del látigo con su humedad y suavemente presionar sus labios y hacer que ella los limpie lamiéndolos. De esta manera, ella tiene que admitirse a si misma lo excitada que está con lo que le están haciendo. Le estás recordando a ella y a ti mismo, cuánto le gusta ser tu sumisa y no quiere y no tiene que ocultar por más tiempo la intensidad de sus reacciones sexuales siendo tu sumisa.
Centrando su atención
Incluso para enviarla a su sumisión más profunda, hay que  centrar su atención. Por ejemplo, mientras ella está todavía con los hombros y las rodillas hacia delante, balancea el látigo a través de sus caderas y dile que no la permitirás que ella falle. Por lo tanto ahora, no solamente está ella en esta posición sexual y sumisa, sino que debe concentrarse en obedecer tus órdenes y esto le permite centrarse en ti y le permite demostrar lo importante que es para ella el obedecerte. Por supuesto, no necesito decirte lo que sucedería si se revuelve y permite que el látigo caiga. La única cuestión aquí es que ella reciba seis o doce azotes Un ejemplo muy erótico de centrar su atención es  instruirla para que mantenga sus pezones duros para ti durante un tiempo preciso del juego.
Centrar su atención en ti es muy importante porque esto la permite sacar de ella su verdadero deseo para complacerte siendo una buena sumisa. Esto es gran un reto para ella y también algo que ella desea mucho hacer. Mucha de la formalidad de la D/s es que ambos podáis encontrar con claridad las maneras de expresaros mutuamente vuestras inquietudes.
Un dulce tormento

Otra idea muy excitante es colocarla en esta posición de hombros y rodillas y jugar con ella sexualmente. Disfruta sus leves gemidos de placer durante un momento y luego dile firmemente que, en absoluto, tiene que hacer ruido mientras la sigues atormentando y acariciándola. Sea muy claro, si rompe sus normas, habrá consecuencias… como un dulce tormento, ¿no? Si ella llega al nivel de excitación donde se la permite un gemido de placer para relajarse, tienes la opción de que vuelva a su libro durante un tiempo y dejarla que espere su momento o castigarla con un buen spanking antes de proseguir. Esta es la clase de azotes que a mí personalmente me gustan más. Es un castigo por gemir, pero es también para su placer y el nuestro. Por supuesto, el spanking la excitará bastante y le será más difícil mantenerse callada mientras la instruyes.

jueves, 4 de agosto de 2011

Recuerdo

“No te afeites entre tus piernas hasta un nuevo aviso,” decía su email.
“Pensé que le gustaría que mi piel estuviera suave,” replicó ella.
“Hazlo cuando te lo diga,” dijo él.
Ella sabía bien que tenía que preguntar, por alguna razón, si ninguno lo concretaba. Durante las próximas dos semanas frecuentemente se aventuraba a pasar una mano entre sus piernas para sentir cómo estaban. Cambió de erizado a peludo, luego a una sensación más elástica, que recordaba los viejos tiempos, los días que ella llamaba ahora “AdE”: Antes de él.
Después de tres semanas, él la escribió un email preguntando cuánto habían crecido.
“Tal vez unos 25 mm,” replicó ella. “No estoy segura.”
Él le pidió una foto. Después de seis semanas, le dijo que ya era hora. ¿Hora de qué? Un par de días después, él le ordenó que cogiera unas tijeras, que se cortara un mechón de vello púbico y que se lo enviara.
El sobre tardó cinco días en recibirlo. Dentro había un sobre pequeño de color rosa y en el interior del mismo, envuelto en un papel de seda, estaba el mechón de vello púbico, atado con un hilo de seda escarlata. Él nunca había visto nada tan exquisito. Lo examinó minuciosamente, sintiendo que era más basto que el pelo de su cabeza y mucho más oscuro. Lo guardó cuidadosamente.
“Mi princesa,” le escribió. “Ahora, tú misma debes afeitártelo nuevamente, pero con suavidad.”

lunes, 1 de agosto de 2011

El subespacio no es un sueño, es una experiencia

Si usted le pregunta a diez sumisas diferentes qué es el subespacio, es muy probable que usted obtenga diez respuestas diferentes. Y esto es, porque el subespacio es realmente una experiencia individual que puede ser creada a través del entrenamiento de la sumisa o con la frecuencia de los azotes, pero que es difícil de definir.
Una de las principales preocupaciones con el subespacio es debido a que la definición es muy vaga, es difícil decir cuándo y realmente ocurre. Algunas personas creen que es una respuesta física, mientras que otras piensan que es un cambio emocional. En cualquier caso, a veces, obstaculizando uno mismo la definición, puede causar problemas con el logro de este estado.
Sin embargo, otras piensan que hay que llevar a la sumisa al subespacio con el fin de “vencer” como dominante, pero esto no es así. Aunque usted desee crear un sentimiento en su sumisa de que está saliendo del dolor del castigo o la sensación de que está siendo objetificada, solo porque no llegue al ideal de este subespacio, no significa que los azotes a su sumisa no hayan funcionado o no hayan tenido éxito.
El subespacio es una sucesión de sensaciones, dependiendo a quien se le pregunte. Para algunas sumisas, es la sensación de estar fuera del cuerpo y lejos de los acontecimientos que están sucediendo. Este “desprendimiento” del cuerpo hace que la sumisa pueda “recibir” más dolor y más ataques verbales de su dominante. A menudo, resulta también que la sumisa cumple con cada deseo de su dominante sin dudar y sin ninguna resistencia. La sumisa es una especie de “súper sumisa” en ese momento, capaz de hacer cualquier cosa que su dominante quiera de ella.
Otra idea es, que el subespacio es el punto, en el cual el cuerpo empieza a producir endorfinas con el fin de defenderse del dolor físico. Esta avalancha de estimulantes químicos en el cuerpo hace que la sumisa se sienta bien y le permite que se olvide de cualquier cosa que le pueda ser incómoda. Su cerebro le dice que todo está bien en el “mundo.” Esta sensación puede continuar en los momentos de la sesión y horas después de que la sesión haya terminado.
Si el subespacio es una reacción puramente emocional en la sesión, debido a su intensidad o cualquier otra cosa física, la pregunta obvia es ¿cómo se puede usar en los momentos del entrenamiento o los azotes de la sumisa? Esto no solamente permite que la mentalidad de la sumisa soporte más del dominante, sino que también le sienta bien, por lo cual, está claro que, una vez que usted le “da” esto a la sumisa durante una sesión, ella trabajará activamente para recrear esa sensación. Esto podría significar que ella necesita que el dominante construya continuamente la intensidad de su trabajo, junto con lo cual, ella necesita concentrarse más para sobreponerse a las sensaciones que pudieran ser desagradables al principio con el fin de moverse hacia ese reino del subespacio.
En cualquier caso, el subespacio es algo que vale la pena tratar de conseguir en una sesión. Esto puede ser hecho con la preparación tanto del dominante como de la sumisa. El dominante puede incrementar la oportunidad de esta situación vigilando las reacciones de la sumisa cuando ella está entrando en una sensación diferente. Una vez que ella ha empezado a entrar en el subespacio, él puede empezar a presionar en la sesión para mejorar el entrenamiento. La sumisa que quiere conseguir el subespacio debería estar preparada para trabajar a través de cualquier resistencia inicial a su entrenamiento con el fin de moverse hacia este otro espacio. De ahí, la preparación mental de la sumisa y del dolor que ella pudiera sentir.
El subespacio es algo que no se puede conseguir con cualquier cosa, pero ya que es un tema candente en la D/s, es obvio que es algo que podría ser posible.