domingo, 30 de agosto de 2020

La libertad de la sumisión

 La libertad que te da la sumisión es increíble. Tal vez, te suene contradictoria, pero es real.

La libertad de poder expresar tus deseos más profundos.

La libertad de poder conocer y transitar un mundo que te era desconocido.

Libertad de sentir, desear y amar de mil maneras diferentes.

Libertad de vivir un amor único y verdadero.

Libertad de poner tu vida en las manos de tu Amo, sin miedo.

Libertad de sentir intensamente, y sin culpa.

Libertad de amar desmedidamente, sin esperar nada.

Libertad de mostrarte tal cual eres.

sábado, 29 de agosto de 2020

Dar explicaciones

Después de leer un comentario en su blog, ella se molestó porque la percibieran como de tener una auto estima baja y falta de confianza en sí misma, pero después de leer algunos de mis escritos, pudo ver cómo esto podría interpretarse, y rectificar de una vez por todas. 

Ella tiene treinta y dos años, de mente sana, razonablemente inteligente y se conoce lo suficientemente bien como para saber lo que es correcto para ella. Su vida vainilla es buena, tiene una importante red familiar, grandes amistades, un trabajo en el que se siente feliz y contenta. Para disipar cualquier comentario de que no tiene una vida “normal,” ha pensado que, de hecho, sí lleva una vida cotidiana muy normal, probablemente, de la misma mierda que todas la tienen. Pero, no quiere tratar de su vida vainilla, porque no interesa, sino de la relación con su Amo que, aunque no sean capaces de vivir juntos las 24 horas de los siete días de la semana, es igual de importante para ella. Por ello, no deja de ser su esclava y sumisa cuando no están juntos. Siempre es su esclava y su sumisa.

   De manera muy razonable, ella me dijo que no iba a seguir la ruta de lo que debería ser una esclava o cómo debería comportarse, porque puede diferir de una persona a otra. Lo que le importaba era lo que Él esperaba de ella. Ésta eligió ser su esclava, pero no fue algo que decidiera y anunciara de un día para otro. Fue más bien, una progresión natural que sucedió muy rápido. Incialmente, fue ella quien decidió renunciar a su palabra de seguridad. No hubo ningún tipo de presión por parte de su Dominante para hacerlo, ni que ella estuviera en contra, sino que se trataba de lo que era correcto para ella y realmente, fue el comienzo de que se convirtiera en su esclava. Estaba convencida de que fue una decisión correcta y no se arrepiente de ello. Admite que la magnitud de lo que ser su esclava significaba le había impactado hasta el momento en el que su Dominante la puso en una situación, en la que preferiría no haber estado, y ella no quería hacer. La situación que viene a su mente es la primera vez que tuvo una sesión con otra pareja, algo que le preocupó muchisimo. El hombre de la pareja era muy grande, hasta el punto de ser obeso y, ciertamente, no era alguien que, en absoluto, le atrajera.

Los cuatro se encontraron en una cafeteria para cenar, y fue bastante agradable a medida que avanzaba la noche. Se tomó la decision de ir juntos, si estaban de acuerdo. El tema era, si ella se sentía feliz de volver a ese lugar, no hablado previamente entre su Amo y ella, porque era irrelevante. Era su decisión. Si hubiera alguna duda de su nivel de sumisión a Él, primero habría sido aparente, luego ella podría haber expresado su desdén por el hombre, y declinar seguir adelante. Por cortesía, podría haber esperado estar a solas con su Amo en el coche para expresarle su falta de interés, pero no lo hizo y la idea de hacerlo, ni siquiera se le pasó por la cabeza. El tema es que no fue intimidada ni arrastrada, pateando y ni gritando a esa situación. De antemano, ella sabía que llegaría ese momento, hablaron de sus preocupaciones y miedos al respecto, su fuerza motriz era como la de cualquier sumisa o esclava, y ese era su deseo y necesidad de agradar.

 A medida que su relación ha progresado, y ella ha profundizado muchísimo, también lo ha hecho su nivel de sumisión y está descubriendo tanto sobre sí misma que, a veces, le da miedo. Pero sobre todo, piensa que es liberador. Ella no comprende por qué es como es. Hace mucho tiempo, dejó de tratar de resolver este dilema y me dijo: “Soy masoquista (definición del diccionario: Una persona que obtiene gratificación sexual a través del dolor, la privación o la degradación) y yo, Ben Alí, encajo perfectamente en esa descripción.”

Cuanto más dolor recibo, más excitada me pongo. Incluso, cuando su dolor no me gusta, preferiría no tenerlo. Sin embargo, lo que sí me gusta, es soportar el dolor y, a menudo, me reprendo por no poder recibir todo lo que él quisiera y lo que me gustaría dar. Me encanta la adrenalina de tener miedo y ser vulnerable. Cuanto más horrible es, más excitada estoy,” ella concluyó.

Se supone que, donde ella puede ser más difícil de comprender, y que pudiera ser malinterpretada, es que disfruta teniendo que hacer cosas que no le gustan. Lo cual, a medida que escribo esto, parece que no tiene mucho sentido. Por lo tanto, trataré de explicarlo lo mejor que pueda. Su primer disfrute es ser dominada, contra menos control tenga de sí misma, más segura y contenta estará. Un ejemplo es su disgusto por desilusionar a una mujer, sin haber disfrutado el acto en sí (y felizmente, no tendría que volver a hacerlo de nuevo), pero el tener que hacerlo, porque es lo que Él disfruta, satisface su necesidad de ser dominada, y contra más tiempo se sienta controlada, en esos momentos, puede soportarlo y esto es aplicable a otras actividades que no le gustan. En general, ella suele estar feliz (siempre hay un pero), estas son sus necesidades y las suyas son las primeras, pero el asunto a recordar es que no tuviera esas necesidades. Entonces, no estaría aquí, porque satisfacer sus necesidades y deseos significa someterse a las de su Dominante, ese es el núcleo de la relación y sobre lo que se basa.

La realidad es que, a veces, no es agradable para ella, no le gusta cuando su Dominante le está haciendo algo que no la complace, la desespera, suele pensar que Él no está siendo razonable, pero si no fuera de esta manera, sólo serían satisfechas las necesidades de ella, que no es como debería ser y define la diferencia (en opinión de ella) entre una esclava y una sumisa. Ésta no quiere ni puede soportar la opción de lo que Él le hace y cuándo. Él es un sádico, así que, obviamente, parte del disfrute de su Amo proviene de infligir dolor a su sumisa, sobre ella y, sobre todo, un dolor que no le gusta a ella. No es “golpeada,” es azotada y sucede que ella lo disfruta. Lo que ella hace en ocasiones, es una ventaja, y si no lo hace, sería demasiado mala.

Sin embargo, lo que ella sabe en estos momentos, es que, bien puede estar siendo herida y sufriendo, pero está a salvo. Conoce esto porque confía en el juicio y capacidad de su Amo. Pero, lo más importante de todo, es que ella sabe que nunca la dañará. ¿La lastimaría? Sí, pero hay una diferencia. Ella piensa que Él tiene un automóvil de lujo muy caro. Le gusta disfrutarlo y, por lo tanto, desea poder usarlo una y otra vez, por lo cual, deberá cuidarlo después de cada uso. Nunca la ha azotado con enfadado, nunca ha tenido que gritarle o perder los nervios para ganarse su complacencia en las ocasiones que se resiste verbalmente. Él es firme y tiene control, esto la tranquiliza y hace que ella se someta voluntariamente. Dicho esto, todos somos humanos y podemos cometer errores por todas las partes. A veces, ella lucha con su sumisión y esto se manifiesta de varias maneras. Puede ser desgarbada, insegura y lo peor de todo, irrespetuosa. Como su esclava que es, sus expectativas sobre ella no son irrealistas, le viene a la mente ser obediente, leal y respetuosa. Cuando ella titubea, busca que su Dominante la corrija, porque quiere y necesita complacerlo, y también porque ella quiere mejorar y superarse. 

Sin embargo, por otro lado, no hay escasez de comodidad, apoyo y abrazos. De hecho, fue ella quien le pidió que la azotara y luego, la dejara durante un período de tiempo (cuando ella dice de dejarlo, quiere decir en el contexto de obligarla a permanecer en esa postura e ignorada), porque reclama su afición por la degradación y la deshumanización (esto es algo que ella debería añadir porque, hasta ahora, nunca lo ha hecho). La única vez que ella no ha tenido un consuelo inmediato o palabras de aliento, es cuando la castiga y, ni en esos momentos se lo merecía o debería esperar, ya que sería su mal comportamiento el que provoca ser castigada en primer lugar. Lo cual, la lleva al punto a que se desahogue conmigo y me diera pie a escribir estas reflexiones. 

Me comentó que había sido bastante irrespetuosa con su Dominante y que no había excusas ni motivos para su comportamiento. Esto no quería decir que su Amo no le permitiera expresar sus sentimientos, tal como lo ha hecho siempre, de una manera respetuosa y consciente de que su lugar era como su esclava. Ella falló en ambos aspectos. Fue castigada en su casa y cuando se encontraran de nuevo, sería de nuevo azotada con la fusta, poco después de masturbarse sin permiso, y empeoró la situación por el hecho de que fuera justo después de que le concediera permiso para masturabarse. Por eso mismo, recibió bien su castigo. La tanda de azotes se ha ampliado. 

Esto puede parecer excesivo, pero ella presionó demasiado a su Dominante y ahora, se enfrenta a las consecuencias. Por supuesto, ella tiene miedo de que le duela bastante y que sean muchos más de los que pueda soportar, pero reconoce que no es más de lo que se merece y necesita. Los castigos anteriores, por similares ofensas, no han tenido el efecto deseado. Es grave, pero sólo ella tiene que culparse, no solamente ha decepcionado a su Dominante, sino que se ha auto decepcionado ella misma. 

Para terminar, si alguna vez, llegara el caso donde su Dominante necesite entregarla a otra persona para que la castigue, probablemente, ese sería el punto en el que ella se iría, porque vería que eso es un rechazo y no podría soportarlo, ni tampoco se enfrentaría.

Al final del día, ella no debería preocuparse por lo que otras personas puedan pensar de su relación con su Amo, ella no tiene que dar explicaciones a las personas que no conoce y, ni mucho menos, a las que tampoco la conocen.