domingo, 5 de septiembre de 2021

Adiós

Queridos lectores, llegamos a nuestra despedida. Siempre da mucha lástima decir “adiós,” pero, como otras veces, ha llegado el momento. Esta vez, sin retorno. Son muchos años escribiendo en este blog y prefiero dedicar mi tiempo a otras actividades más satisfactorias y productivas.

Gracias a las personas que me han seguido hasta este momento. A todas ellas, les deseo lo mejor y mucha felicidad. Gracias

lunes, 16 de agosto de 2021

Alegría y perversión de la postura del misionero

Si le hubieras preguntado a esa sumisa sobre la postura del misionero hace algunos años, se le habrían puesto los ojos blancos. La mayor parte de su experiencia sexual, la que había sido de ella, la había pasado así. Eso no quiere decir que no intentaran otras posturas, pero era la posición preferida de su marido.

No era tan sumisa para esa mujer, puesto que era un completo aburrimiento.

Sin embargo, ¿quién sabía que una chica de espalda, con las piernas abiertas, podría ser la puta que era en la posición del misionero? Además, no tenía nada de aburrido.

Él abría las piernas de la chica y examinaba los labios que Él poseía. Luego, se inclinaba y reclamaba el clítoris con su boca. Mordisqueaba y lamía. Ella sentía sus dientes, lo sentía chupar. Ella gemía de placer. Sin embargo, ambos sabían que el orgasmo estaba todavía lejano.

Momentos después, Él hundía los dedos en la vagina caliente y húmeda. Ahora, la trabajaba mientras frotaba el clítoris. De repente, le preguntó:

“¿A quién perteneces?”

“A usted, mi Amo,” ella respondió.

“¿A quién pertenece el cuerpo de esta mujer?”

“A usted, Señor.”

“¿De quién es tu coño?”

“Es su coño, Señor.”

“¿Quién eres tú?”

“Esta sumisa,” respondió ella.

“Sí,” Él dijo. “Este es tu nombre de sumisa.”

“¿Y este coño?” le recordó. “Dílo.”

“Este coño,” ella repitió.

“Ven coño,” le ordenó.

Su Amo contó a su coño regresivamente: “5, 4, 3, 2, 1.”

Por orden, ella se corrió. Sus caderas se arquearon, su cuerpo, escribiendo. No pudo pararse por sí misma, incluso si lo hubiera querido.

Luego, Él la penetró, mientras yacía de espalda, las piernas abiertas, lista para Él, mientras su Amo se liberaba dentro de ella.

Este era el sexo en la postura del misionero, pero como lo conocía en el pasado.

Algunas observaciones importantes:

“Esta chica es un coño o cualquier otro nombre que Él elija.”

“Esta chica es ahora una sumisa con Dueño.”

“El nombre de esta sumisa es: Esta sumisa.”

 

domingo, 15 de agosto de 2021

Éxtasis

 Su tacto era tan suave, tan lento y delicado, cuando abrió los pliegues de su sexo. Ella se encontró conteniendo la respiración, mientras sus dedos exploraban cada centímetro de su cuerpo, abriéndose ante su mirada. Mirando hacia debajo de su cuerpo, pudo ver la mirada atenta en su rostro, cuando la examinaba. Sus manos nunca se alejaron de su coño mientras sus dedos acariciaban y exploraban. Incluso después de todo ese tiempo juntos, de repente, sintió que se avergonzaba de su mirada sobre ella. La luz del día que inundaba la habitación e iluminaba su cuerpo, sólo sirvió para aumentar su sensación de vulnerabilidad.

Durante un breve momento, ella estuvo a punto de alejarse, pero, de alguna manera, él debió haber sentido su malestar, porque de repente, sintió una de sus manos en la parte inferior de su vientre, presionando hacia abajo, como para mantenerla en su lugar antes de sumergirse entre los suaves labios de su vagina, separándolos y abriéndolos, y tomando el palpitante capullo de su clítoris entre su pulgar e índice y, ¡oh! burlándose tan lentamente y frotándolo, haciendo que sus caderas se arqueasen hacia fuera de la cama, mientras las pulsaciones eléctricas de placer se precipitaban dentro de ella. 

Ahora, todos los pensamientos de timidez se habían desvanecidos y ella estaba presionando sus manos hacia abajo, desesperada por sentir sus dedos dentro de ella. Pero, él no se apresuraba, y con movimientos agonizantes y lentos, pero deliberados, continuaba con su constante exploración en ella. Ésta creía que nunca la habían tocado tan íntimamente o con una deliberación tan pausada y controlada. Sentía como si todo se tratase de su coño, su único enfoque era ese lugar entre sus muslos y no existía nada más. Desapareció la habitación, el aire, los sonidos, su respiración, incluso su propio cuerpo, y todo lo que quedaba era su sexo.

Recuerda sus dedos presionando profundamente dentro de ella y la frotación firme y lenta de ese punto sensible en la pared de su vagina. Recuerda la sensación de sus jugos calientes a la vez que se filtraban desde su interior y recorrían sus muslos y nalgas, el latido y el dolor de su clítoris, mientras él continuaba con su masaje lento y deliberado. Recuerda la forma en que abrió las piernas lo más que pudo, la sensación de plenitud cuando lentamente introdujo más dedos en ella. Recuerda la forma en que los músculos de la parte inferior de su abdomen comenzaron a contraerse y a tener espasmos, cuando su orgasmo comenzó a crecer profundamente dentro de ella.

Por un momento, sintió como si estuviera siendo enrollada como un resorte, enrollada cada vez más fuerte por sus movimientos controlados, cuando lo que su cuerpo parecía querer era más, más profundidad, más dureza, más plenitud, más rapidez, más fuerte, fuerte y entonces, recuerda la inclinación de su cabeza, el calor de su aliento y, por fin, el calor abrasador de su boca sobre ella.

Y luego, el éxtasis.

sábado, 14 de agosto de 2021

Libre

 A veces, descubre que la presión de todo lo que tiene que hacer amenaza con hundirla, como olas rompiendo contra la playa. Las listas de las tareas pendientes dentro de su cerebro se arremolinan y se agitan, creando una ola de ansiedad dentro de ella que amenazan con hundirla y engullirla bajo sus pies. Se esfuerza mucho para mantener esa ansiedad bajo control, construyendo sus propios muros de inundación internos, pero a veces, simplemente, no es suficiente y se abruma por todo, perdida en las olas de confusión y frustración, tratando desesperadamente de mantenerse a flote.

Siempre sabe cuando está amenazada por esa inundación, alargando su mano fuerte y llevándola a un lugar seguro justo, cuando la ansiedad está a punto de consumirla y llevarla a sus oscuras profundidades. Crea un calor que quema la niebla y la devuelve a sí misma con el toque de sus manos y el picor del cinturón. Dejando ronchas en su piel que se extienden como pequeños senderos esperanzadores que conducen, de regreso, a las tranquilas aguas de su dominación.

Aquí, las olas lamen suavemente la orilla, el horizonte despejado y su corazón está en calma. Es aquí donde ella puede funcionar, crecer, aprender a ser todo lo que es. Es aquí donde pertenece, a este puerto pacífico, rodeado de su amor y protegido por su fuerza. Es aquí, donde ella puede resguardarse de las tormentas de la vida y ver el caos que le rodea. Es aquí, donde puede ser más que ella misma, porque es aquí, donde es verdaderamente libre.