domingo, 30 de agosto de 2015

Sufrir para mí

Lo admito, yo pudiera tener una ligera vena sádica o al menos, a veces, creo que sí. Y sin embargo, no soy capaz de arrancarle las alas a una mosca y verla morir siendo tan pequeña. Si lo llegara a hacer, de hecho, cargaría con un descomunal sentido de culpabilidad por tal acto. No, no me excito ni gratifico sexualmente por el acto de infligir dolor. Así que, después de todo, quizás no tenga mucho de sádico. Sin embargo, hay algo en el sadismo que me atrae como a una polilla la llama. De hecho, si ella fuera mi sumisa, querría que sufriera por mí.
Pero, el sufrimiento en una relación D/s con una sumisa no supone necesariamente un dolor extremo y, por tanto, no hace daño. Infiere a la lucha. Así pues, es más fácil decir que quiero que luche por mí y, en esta lucha, hay sufrimiento. Pero yo no quiero contemplar solamente la lucha. Quiero sentir que ella lucha. Quiero saber la batalla interna que se libra dentro de ella y quiero sentir cada manifestación de su lucha entre las fuerzas de la entrega, versus ego, y un deseo de agradar, versus autopreservación. Ella no es el dolor y el derramamiento de sangre en el campo de batalla, sino el heroísmo, el honor y la lucha por la victoria que me parece tan atractiva. Y la sumisa, que es el campo de batalla donde se desarrolla la lucha por la victoria de su propia entrega. Y quiero saber de ella y de su lucha íntima.
Le impongo retos, no solo para el dolor o incluso para el placer, sino también para la lucha. Cada vez que se enfrentas a un reto difícil, incluso imposible, la batalla interna se balancea entre el deseo de rendirse ante el dolor abrumador o el placer, versus el deseo, o el placer frente al deseo de la victoria en una entrega absoluta a su Amo que, sin lugar a dudas, es erótica. Y cada vez que le gana a su ego, el sentido de sí misma o la propia preservación, la hace más fuerte y confiada. Por su victoria, no será menos sumisa. De hecho, la hace más sumisa. Porque en su confianza y conciencia de sí misma, siente un deseo de profundizar todavía más en las interioridades de la sumisión.
Y cuando digo que no sólo quiero verla sufrir, sino que quiero sentir su lucha, lo quiero decir literalmente. Quiero sentir físicamente la batalla emocional y táctil jugando en su interior en la medida que lucha por la supremacía de la sumisión sobre su ego. En el placer y en el dolor que quiero que esté literalmente dentro de ella, siendo una parte suya y su lucha como sea posible. Aunque, tampoco soy yo la fuente de ese desafío. ¿Qué clase de desafío? El tipo de sobrecarga sensorial que debe ser soportado y la voluntad para detenerlo debe ser superado para lograr un objetivo en nombre de su Amo.
El favorito de siempre gira alrededor físicamente, agradándome de una manera u otra, mientras se somete a alguna forma de desafío. El alivio o la liberación de ese reto, sólo se concede tras la finalización de una tarea, como el llevarla al orgasmo. Esto es aún más atractivo, porque tengo carácter y puedo soportar largos períodos de estimulación sin orgasmar. La lucha debe ser épica hasta que haya gloria en la victoria.
Un ejemplo podría ser, requerirla a que se arrodille desnuda ante mí. Las rodillas bien separadas, manteniendo un vibrador palpitando en su clítoris hinchado, mientras me complace con su boca. Por supuesto, no le estará permitido a que se corra ni a quitarse el vibrador hasta que yo consiga mi propia liberación. El Magic Wand es un enemigo implacable y poderoso con el que hay pocas posibilidades de su éxito. Pero, al mismo tiempo, no solo tengo la oportunidad de observar su lucha desesperada, sino que consigo sentirla también intensamente.
Cada convulsión, cada presión, cada gemido desesperado y grito suplicante se transmite a través de mí, mientras el vibrador trabaja incansablemente sobre su clítoris demasiado sensible. Pero, ello no es más que una mera estimulación física de su lucha, pues, la gratificación emocional de su entrega y lealtad en la batalla por perseverar contra ese vibrador, más me agrada. En esos momentos, donde ella lucha fuertemente contra obstáculos insuperables para complacer y servir y para que su sumisión se presente con más fuerza. La sensación de que va a hacer algo por mí, es el afrodisíaco más poderoso y es una de las muchas maneras con las que podemos cimentar más profundamente nuestros lazos D/s.
Repetimos esta escena una y otra vez. Los detalles son diferentes, pero la lucha, la emoción y el sentido de unidad es la misma. Si se trata de azotar su culo con el cepillo o tirar con las pinzas de sus pezones, mientras la monto, flagelar su coño o azotar su trasero, mientras me complace con su boca, el reto de su sumisión y servicio sobre su autopreservación y su ego, hace que la princesa guerrera y la asesina del dragón sea la heroína de nuestra historia. En su sumisión y entrega absoluta, se hace cada vez más potente y, por lo tanto, los frutos de su sumisión son aún mayores. Ella lucha por mí. Sufre por mí. Y, en esa batalla, muestra la disciplina de un soldado, la lealtad de un caballero y la humildad de un monje.
Y mientras tanto, tengo, no sólo la oportunidad de ser testigo de sus batallas,  consigo vivirlas y sentirlas tal como yo vivo muy dentro de ella. Sintiendo cada reacción física y emocional al placer y al dolor. Sentir la lucha de su mente y de su cuerpo con el reto de complacerme simultáneamente como Amo y luchador en las  batallas y expuesto ante ella como antagonista. Ella hace frente a todos mis desafíos, a la vez que lucha para servirme. Su deseo de agradar y servir, someterse y entregarse nunca es más evidente, presente y tangible.
Nunca nos sentiremos más activamente unidos, en el sentido de unidad y propósito común en nuestro vínculo de la D/s, que cuando sufre por mí.

viernes, 28 de agosto de 2015

Ávida

Una cosa sé de las mujeres sumisas: Son codiciosas. Por mucho que se les den, ellas siempre quieren más. Por lo tanto, ¿qué les gustan que jueguen con sus pezones y se los atormenten? No importa lo mucho que chillen, se retuerzan y te miren con ojos implorantes para que seas misericordioso. Pueden depender de ello, de que en el momento que pares, ellas estén buscando recibir un poco más. Sus pezones estuvieron hace un momento sufriendo insoportablemente, como las agujas al rojo vivo perforándolos, pero una vez que el dolor cesa, ellas esperan que insistas más. He estado allí con ellas, he visto cómo se alimentan del dolor, de cómo contra más les hagas, más lo necesitan.
Pasa lo mismo con los azotes. Unos meros cachetes con la mano sobre las rodillas, terminan abriéndoles el apetito. Algo un poco más fuerte pudiera ser un cinturón o una tawse, ambos implementos las convencen de que eres serio. Y la única cosa que una mujer sumisa necesita saber es que usted no es un diletante, de que usted no es sólo de jugar un poco. Lo que usted realmente quiere es darle a ella unos buenos azotes. Usted quiere darle a entender que le hará su marca. Ella lo quiere que pique, para que con cada golpe, dé un salto pequeño, se mueva e intente posicionarse para que el próximo golpe no llegue al mismo punto. Pero, si realmente usted sabe lo que está haciendo, eso es exactamente lo que va a hacer, azotarla en el mismo lugar que está dolorido por el golpe anterior. Pero, para una auténtica puta del dolor (y he tenido la suerte de conocer a algunas), todo esto es mero precalentamiento. Lo que ella necesita es algo cruel, algo que vaya a quitarle el aliento, algo que le dé más de lo que ella esperaba. Probablemente, ese algo sea la cane (sobre la que he escrito anteriormente y haré de nuevo pronto).
Así que, con una sumisa putita y codiciosa e inclinada, retorciéndose y gimiendo, usted quiere asegurarse de que no va a decepcionarla. Usted no quiere oírla después con una voz muy baja, sino con una nota inconfundible de que, si no se queja, la próxima vez se lo suplicará de esta manera: “No puedo recibir más, Señor.” A lo que añade, preocupándose de no estar trepando, “si ese hubiera sido su deseo.”
Y sin embargo, después de todos sus mejores esfuerzos, es posible que usted se quede con la sospecha de que podría haberla azotado más, debería haber ido más lejos. Usted no hizo lo suficiente para llevarla a donde ella realmente se sacia con el dolor y la humillación. Sin embargo, en el corazón oscuro de ella, o en su pequeña mente codiciosa, solamente desea un poco más.
Entonces, ¿qué se debe hacer? ¿Cómo satisfacer su insaciabilidad? Creo que lo que hay que tener en cuenta, es que una mujer sumisa no solamente anhela el dolor, sino también ser controlada. Ella quiere sentir que las cosas se les han ido de las manos, que no quiere seguir tomando decisiones. Hacer lo que se la dice, es una fuente de interminable placer para ella que está siendo azotada con sus manos. Así que, en lugar de intentar exprimir hasta la última gota de su deseo masoquista, usted debe tener muy claro que su intención es dejarla deseando más, que todo esto forma parte de su plan.
“Sí,” le dice a ella “creo que usted puede recibir más. Quizás la próxima vez recibirá más. Pero, ahora mismo, usted necesita saber quién decide cuándo es suficiente. Y tengo muy claro que es usted. ¿No le parece?

domingo, 23 de agosto de 2015

Sus fetiches y lo que significan para ella: Los azotes

·       Duelen.
·       Tienen una gran intensidad.
·       Cubren una zona más amplia que la fusta.
·       Los moratones son más grandes, mucho más vivos y se necesitan menos.
·       Las pausas en medio de los azotes la hacen pensar.
·       Le permiten expresar sus emociones.
·       Nunca es aburrido.
·       Siempre son íntimos.

Debería empezar por señalar que esto puede contradecir a todo aquello que suelen decir sobre la fusta.
Eso es por una simple razón: Tienen dos efectos diferentes. ¿Y quién dijo que ella únicamente debería probar un solo sabor de helado? Si la fusta engaña, los azotes son como el sexo sin juegos previos. Pueden doler como el mordisco de un perro, pero con una mayor intensidad, lo cual no puede ser ignorado. Son “más íntimos.” Piel contra piel. Se siente más personal y esa conexión es importante. Es humana y esto ella lo sabe.
Las manos, especialmente, las manos del hombre tienden a ser grandes. Para empezar, cada mano es mucho más ancha que una fusta. Se siente el impacto del choque muy intenso y muy masivo. Todos los golpes son similares, pero cada uno es una sacudida hacia adelante, incluso si es suave. A ella, la desplaza, forzándola a balancearse hacia adelante y hacia atrás. El dolor es mucho más fuerte que el de la fusta, hasta el punto donde ella no sé cuántos azotes podrá soportar antes de respirar. En parte, el dolor que ella siente es muy bueno, la adrenalina aumenta el ritmo cardíaco y también las sensaciones que proceden del sistema nervioso simpático.
Ella se prepara para correr.
Mientras que el golpe de la fusta produce una sensación de hormigueo, los azotes son una llamarada en toda regla. Se necesita muy poco para empezar. Se pueden aliviar suavemente, poco a poco, permitiendo ajustarse a una felicidad entregada y completa. O pueden ser ásperos. Agudos. Un impulso deliberado que es casi agonizante y cruel, pero muy perfecto en ese momento. Pueden ser apasionados y sacudir su culo desde abajo hacia arriba. Con las piernas separadas, el golpe de refilón y extraño puede golpear su coño, haciendo que su desesperación sea aún más evidente.
Su dominante puede trabajarla físicamente por completo, ubicando cada golpe en un espacio separado sobre la carne de ella. Sólo en esa posición, inclinada o sobre sus manos y rodillas, el cual lo puede sentir por todas las partes de su cuerpo. Con los tobillos y las manos atadas juntas, el tratar de mantener la posición es infructuoso y puesta sobre la alfombra quemará, imprimiéndose sobre sus pechos, muslos y estómago. Y luego, su espalda cuando le da la vuelta, para prevenir que sus gritos se oigan. Ella mantiene la lengua en su sitio.
Ella tiene una ligera fijación oral. La mordaza le sienta bien. Mejor que bien. Pero, no estamos hablando de amordazarla.
Los moratones son también más grandes. Y pueden durar mucho más tiempo. Ella disfruta al tomar fotos de ellos, mientras se están sanando, viendo cómo progresan. Aunque es una actividad agridulce, ella no quiere que se vayan. Los verdugones son recuerdos que la llevan a la sesión y a la persona que es su dueño. Aunque sea durante un período corto de tiempo, el que ha durado.
También puede verlos en el espejo. Ella tiene un espejo opuesto en el cuarto de baño. Puede estar de pie, girar su cabeza y ver su trasero perfectamente y coger un pecho para vérselo al girarse. Ella puede masturbarse de pie, viendo cómo se mueve su trasero y sus nalgas, apretarlas y luego, puede ver cómo su cara cambia por culpa de ello. Esto prolonga la experiencia, ve las marcas mientras lo recuerda tan vívidamente como puede. Al ver la prueba, hace que todo sea mucho más real.
Los moratones son tan hermosos que pueden hacerla sonreír cuando se siente en una silla. Ser azotada es un método muy bueno para liberar las emociones. Gemir y gritar y luchar (por supuesto, si le es permitido) elimina las tensiones y el control. En el día a día de la vida, puede llamar a alguien “hijo de puta” y vas a tener un enemigo o sentirte culpable por molestar a alguien. Desgraciadamente, no es una conducta aceptable. A menudo, no es aceptable tampoco ni con un Dominante. A menos, que él quiera azotarla mucho más.
Bueno, puede haber algunas cejas levantadas o molestias sobre esto, pues el sexo puede ser aburrido. No lo estoy diciendo de una manera general o como lo diría ella: “¡Oh! estoy cansada de esto, pero ciertas personas y situaciones son pesadas.” Si ella está siendo bien azotada, no se siente aburrida. O, al menos, nunca se ha aburrido con esto todavía. Y contra más fuertes sean los azotes, el ritmo sea cadencioso y la mano callosa con dedos largos para introducirlos en el interior de ella a intervalos aleatorios, creo que nunca dejará de ser azotada.

viernes, 21 de agosto de 2015

Caballero

Caballero no es una palabra, es más que un estilo,

Es más que un código de vestir.

Es una actitud, es una forma de vida, es un código de conducta.

Amable en el exterior, pero salvaje en el interior.

Un buen salvaje.

 

Sabe cuándo cogerla de la mano y cuándo tirar de su pelo.

En sus buenos días, ella no necesita flores,

Necesita un abrazo en sus malos días.

Respeto, honor y carácter.

 

Cuando le diga que es hermosa,

Un caballero hará que ella se lo crea.

Un caballero tiene una naturaleza compasiva,

Y la amará con pasión y la poseerá con un juicio desapasionado.

 

Clemente y, de manera humilde y en el tono,

Un caballero siempre le abrirá la puerta y le cogerá la mano.

Y sabe la diferencia entre el orgullo y la arrogancia.

 

Tocarla con sus palabras, perforarla con sus ojos,

 y hacerle el amor con su beso.

Un reloj de lujo no hará que el tiempo actúe respetuosamente,

Pero, un caballero hará que el tiempo lo haga.

 

La ropa no hace la clase, un caballero la lleva con dignidad.

La caballerosidad no ha muerto, pero no se puede comprar o prestar.

Debe ser aprendida, practicada y aplicada.

 

Los modales abrirán todas las puertas que ni,

Incluso, las mejores líneas pueden.

Ella es una señora, no un objeto.

No la hagas esperar, perseguirla o ruborizarse.

 

Y que, al menos, ella esté detrás de la puerta cerrada.

Las corbatas no son solo para adornar.

Son accesorios del dormitorio.

miércoles, 19 de agosto de 2015

La pasión

La pasión se encuentra en todos nosotros. Durmiendo, esperando y, aunque no deseada, espontáneamente, se agita, abre sus mandíbulas y aúlla. La pasión nos habla y nos guía. La pasión nos gobierna a todos, y obedecemos. ¿Qué otra opción tenemos? La pasión es la fuente de nuestros mejores momentos. La alegría del amor, la claridad del odio y el éxtasis del dolor. Algunas veces duele más de lo que podemos soportar. Si pudiéramos vivir sin pasión, tal vez, nos gustaría conocer otra clase de paz. Pero estaríamos vacíos. Las habitaciones vacías, cerradas y húmedas. Sin pasión estaríamos realmente muertos.

lunes, 17 de agosto de 2015

Bromeando con su pene

“Quítate las ropas,” él dice.
Él la empuja para que se ponga de rodillas. Luego, se coloca sobre ella y se baja la cremallera. Cuando saca su polla, ella observa que es gruesa y robusta, pero aún no está totalmente erecta. Él la acaricia lentamente y ella ve que se alarga y sobresale orgulloso.
“No te muevas, “le dice. “No te muevas ni un centímetro.”
Él se acerca más. Tira hacia atrás del prepucio y pone su pene justo debajo de la nariz de ella. Ésta respira el fuerte aroma viril, que le llega hasta la parte posterior de su garganta. Ella puede sentir que su vagina empieza a palpitar.
“Estate quieta,” dice.
Él pasa la punta de su pene despacio por los labios de ella. La necesidad de abrir la boca y cogerla es casi irresistible. Ella aprieta los dientes, forzando  su boca que para que se mantenga cerrada.
“Cierra tus ojos,” le dice.
Coge los cabellos de ella con firmeza y los retuerce lentamente, forzando su cabeza hacia abajo. Él pasa su polla a través de los párpados de ella. Luego, por una mejilla, vuelta a cruzar su boca y por el otro lado. Él gira su cabeza y frota su pene contra su oído. Ella gime.
“Ahora, mira,” él dice. Ella abre sus ojos cuando él empieza a acariciarse a sí mismo. Una mano, sosteniendo todavía sus cabellos. La otra mano se mueve lentamente al principio, pero se acelera. Ella se queda mirando a la punta de su pene, a la espera de lo que ella sabe que vendrá. De repente, él grita. Su semen brota de su polla en su cara, la nariz, los labios y la mejilla. Él todavía mantiene firmemente cogida la cabeza de ella. Ésta siente que el semen empieza a gotear por su rostro.
“Ahora, puedes chuparla,” le dice.
Ella limpia su polla cuidadosamente con los labios y la lengua. Él quita el semen de la cara de ella con el extremo de su dedo y se lo alarga para que lo chupe. Por fin, todo ha desaparecido.
“Eres un lujo de sumisa,” le dice.

sábado, 15 de agosto de 2015

El Dominante sensual

Tengo que decir que a la mayoría de las mujeres sumisas, les gustan el Dominante estricto, el que controla. Porque añade mucho más a sus vidas. Pero, más que el control estricto del Dominante, les encanta el Dominante sensual. Suele ser amable, tranquilo y cariñoso. Te mira a los ojos y piensas: “Dios mío, este hombre me quiere.” Él deja un efecto muy duradero en tu psique.

Él te besa con profundidad, como si quisiera absorberte por completo. Te toca como si fueras de un chocolate divino. Él quiere ver cómo te retuerces bajo su tacto. Quiere verte alegre. Él no tiene la necesidad de convertirte en algo que no eres. Sólo te mira con sus ojos, puede verte, toda, si puedes observarle que mira profundamente en tu alma. A él, le gusta lo que ve. Te acepta. Te mira como si él quisiera estar allí para tí.

El Dominante sensual es tu amigo. Es tu protector. Es tu amante. Es tu apoyo. ¡Pero, tú eres de él! Tú no puedes dejar de hacer lo que él quiera. Él sacará a la mujer buena y obediente que hay en tí. Con sólo mirarte, él te da tanta fuerza interior positiva que quieres complacerle como sea. No puedes dejar de obedecerle. Te trae tanta alegría a tu corazón que sientes cómo debe pagar su generosidad.

El Dominante sensual es un tipo de dominante especial. Es el más fuerte de todos ellos. Él puede presionar todos tus botones y como una bomba, hacer que explotes, pero en vez de ello, te elige para ser su apoyo, su roca. Él da y da, no por razones personales, sino sólo porque es generoso. Él se siente completo cuando sabe que tú reconoces que te está protegiendo y cuidando.

No te dejes engañar por el carácter amable y tierno del Dominante sensual. Él está por encima de todo. Por encima de cada palabra, y más. Pero cuando decide disfrutarte, ten por segura que sabrá cómo gozarte, y la forma de que disfrutes. En particular, te elegirá, porque puedes darle exactamente lo que él necesita. Sólo quiere a una mujer que sea capaz de entregarse a él y darle las llaves por sí misma. Ella se somete por completo a él. Ella está ahí, porque tiene que cuidar de él y de sus necesidades. Sí, tiene que…algo desconocido dentro de ella hace que quiera ponerle por delante de sí misma. Esta dinámica sólo funciona, porque mientras ella se entrega a él, éste se lo devuelve con amor, protección y sensualidad.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Sus fetiches y lo que significan para ella: El control

 - Ella no quiere estar en el control.
- La orden de una persona le muestra que la está prestando atención y que le importa lo que está haciendo.
- Que no le permita reflexionar.
- Es ser “amasada” en la seguridad.
“Controlada por” significa que ella no tiene que estar en el control. Significa que puede, voluntaria y devotamente y, a veces, un poco a ciegas, poner su cuerpo y su mente en las manos de otra persona y no tener que pensar por sí misma si algo está bien o mal. No tiene que preocuparse.
“Controlada por,” podría, bajo un concepto más libre, traducirse como “obediencia,” y es el más difícil de explicar de sus fetiches. Después de todo, ella es sumisa. Y por lo tanto, esto no sería sumisión o lo que la dinámica de la D/s significa para ella, porque es específicamente obediencia. La sumisión no siempre es obediencia. La sumisión es mucho más pasiva. Sin embargo, hay un control al perder el poder. La obediencia requiere también una decisión por parte de la sumisa. Ella decide entrar en una situación donde no va a tener el control y donde puede ser una marioneta o una mesa.
Seré franco y diré que a ella, le gusta llamar la atención. No le importa admitirlo. Parte de esta atracción es que alguien va a tomarse su tiempo para organizarle su vida. Preocuparse de lo que ella está haciendo y hacerla crecer. Es una poderosa fuerza motriz, si sus actos, como sumisa, son normalmente de buena conducta hasta que piense la mucha atención que tiene que prestarle. Bien puede ser una llamada de atención en lugar de hacerle daño físico o enfadarla por cualquier otra cosa. Honestamente, esto significa todo tipo de atención. No necesariamente tiene que ser presionada hacia una mesa y ser follada. Algunas veces, es bueno que ella sea micro administrada para que tener algo que hacer para sentirse orgullosa. Una parte de la obediencia está en hacer algo activamente que le agrade a alguien más. Tener algo que hacer y saber que alguien le está prestando atención a lo bien lo que ella lo está haciendo.
La obediencia no permite la reflexión o, más bien, no permite que la reflexión se exprese de una manera que dificulte la tarea por sí misma. Por lo general, puede ser difícil permanecer desnuda en frente de alguien que esté escudriñando cada centímetro de usted (o, de hecho, tomar ciertas fotografías que no dejan nada a la imaginación). Pero, debido que a la sumisa se le dice que se convierta en algo para estar orgullosa de lo mucho que se avergüenza, no es algo a rehuir y la confianza de la sumisa se construida sobre ello.
Además, esto construye la confianza sexual de la sumisa y es de esta manera cómo la obediencia puede ser tan excitante para ella. Inicialmente, la sumisa no tiene que pensar en hacerlo en términos de “yo quiero,” pero en su lugar, “él quiere ese yo” y le da a la sumisa un tipo de licencia para comportarse de una manera que ella podría pensar que es degradante o inaceptable. También hay algo muy excitante sobre la “prohibición” o lo que no es socialmente aceptable. La sumisa puede hacer cosas con su dominante que serían rechazadas por sus familiares y amistades, si las supieran. Por parte del dominante, ella gana aceptación, que se muestra pidiéndole las cosas que él sabe que es para humillarla o, tal vez, miedo, pero también secretamente anhelados. Sin embargo, esto sólo funciona cuando la sumisa también reconoce su necesidad.
Ella también escucha esto con mucha atención, pero una vez más, el elemento clave de esto es la sensación de seguridad y el ligero peligro al presionar los límites que lo hace más excitante. En este caso,  puede que no sea la seguridad todo lo que está despertando, sino los aspectos peligrosos, la idea de hacer algo sin entender del todo el por qué. Algunas cosas pueden ser puramente por el entretenimiento del dominante y eso está bien. Estas cosas pueden ser las más excitantes, de hecho, sabiendo que es por la única razón de agradar a su dominante.

martes, 11 de agosto de 2015

Ella espera

Ella espera, trémula por su retorno.
El calor de la habitación besando su cuerpo contra el frío de las sábanas blancas.
Ésta supone que es un viaje de negocios, ellos tenían que compartir una habitación, pues ella lo quiere. Siempre le ha querido.
Ahora, las camas están juntas y ella se ha desnudado para él. Espera en una posición donde él puede ver la inocencia y el brillo de la lujuria en sus ojos. La curva lustrosa de su cuerpo, inclinado, invitándole.
Cuando él entre en la habitación, ¿cuál sería su expresión? ¿Lujuria? ¿Deseo? ¿Desaprobación?
¿O él se desnudará para ella, hasta ser tan honesto como ella es, cogerla con amor, encontrar el latido de su corazón con el suyo, pecho contra pecho, mientras las románticas manos acarician y se pasean?
¿O caerá de rodillas detrás de ella, para lamer la joya que ella pueda sentir entre sus labios? Tal vez, él se quitará la chaqueta y la tirará, se quitará los pantalones del traje, la penetrará, la cogerá bruscamente. Le vendará los ojos con su corbata o mejor todavía, pondrá la correa alrededor de su cuello y la usará como un arnés para penetrarla más profundamente, inundándola y apretándole el cuello para acelerar ese momento del climax.
Ella está lista para todo y cada posibilidad.
Ya se trate del corazón, la vergüenza o para follarla.
Se oye una llave en la puerta.


sábado, 8 de agosto de 2015

La primera vez

Es su primera vez con la Webcam en privado, lejos de las miradas indiscretas. Él puede ver cuán nerviosa está, que apenas se atreve a mirarle. Ella no lleva mucho tiempo,  porque ya está en la cama. “Sólo con un camisón y unas bragas blancas,” dice ella. Ésta cree que sabe lo que viene, y tiene razón. Pero sólo hasta cierto punto.
“Quítate el camisón,” dice sin avisar.
Ella no duda. Tal vez, piensa que si lo hace, hará lo más duro para ella. Lo mejor es obedecer instantáneamente, sin pensar si lo puede hacer o no. Así que ella se lo quita, echándole una mirada a sus pechos desnudos mientras lo hace. Es la primera vez que él los ha visto en movimiento, por así decirlo.
Ella se ve diferente, con su pelo revuelto y su cara más abierta. Él la ve más íntimamente, observa cuán timida es y lo mucho que ella se cuelga a las palabras de él con ganas de agradar. Él no va a ser desagradable esta noche. Ella se siente muy frágil y confiada, porque siente el poder de él.
Por lo tanto, él se burla de ella. Sabe que ella está esperando la orden para quitarse también sus bragas. En cambio, la dice que se dé la vuelta y le muestre su espalda. Es una maravilla entre la luz suave.
“Gírate de nuevo,” la dice. Seguramente, ahora vendrá la orden para que se quite sus bragas, para que ella se muestre a él. En cambio, él juega con ella, hablando con suavidad e insistentemente. Después de un rato, la dice que se ponga un dedo en sus bragas, que se toque y luego que lo mantenga sin moverle. Él ve el destello de luz en la punta de los dedos mojados.
“Una mujer cachonda,” él dice. Ella sonríe avergonzada.
Le dice que se está tomando las cosas muy despacio. Ellos tienen tiempo de sobra. Él sabe perfectamente lo que está en la mente de ella. Una parte de la misma quiere mostrarse, quiere hacer alarde de ella misma, estar realmente cachonda. Ella quiere que él desee verla. Pero, otra parte es tímida, quiere esconderse. Y otra parte, casi no puede soportar la tensión y la espera. Simplemente, deja que él la obligue a hacerlo y acabar de una vez.
Todo a su tiempo.

jueves, 6 de agosto de 2015

Sadismo e intercambio de poder

Una seguidora me escribió recientemente: “Al estar en el otro extremo del espectro la mayor parte del  tiempo y debido a que mi dominante me dice que tengo tendencias sádicas, tengo curiosidad por saber cómo funciona la mente del sádico. No me gusta hacer daño a nadie. Pero, me pregunto si me gustaría disfrutar de ello al saber que estaba dando placer a alguien. Sobre todo, creo que conseguiría más placer recibiendo, si supiera comprender el placer que le da a quien lo inflige. ¿Me podría decir usted algo al respecto?”
Antes de todo, usted es humana. No le haría daño a un animal, pero disfruta infligiendo dolor a una persona voluntariosa y, aún mejor, suplicante, por lo que mucho de su placer procede de compartirlo con otra persona.
Y, sin embargo, ¿las imágenes de dolor le excitan y, con toda seguridad, le han excitado desde una edad temprana, mucho antes de que supiera compartir el placer? Si mira las imágenes, ¿puede conseguir que la excitación se revuelva en su estómago como si la adrenalina golpeara? ¿Y podría esa excitación asemejarse a esa emoción fascinante de energía interior? Por supuesto, lo visual tiene mucho efecto en nuestra psique. Pero, ¿qué pasa con los sonidos, los gritos y los gemidos? ¿Qué pasa con los olores? ¿Qué hay del tacto? ¿Qué pasa con el efecto eléctrico de la atracción y la excitación?
El impulso inconsciente que nos hace querer arrancarle las ropas, hundir la propia excitación en otra carne que está brillante o engullir la suya en la de la otra persona, es la energía. Y sin embargo, a menudo, esa energía está controlada y restringida, ya que no somos animales cuando, en realidad, lo somos. Por lo tanto, cuando damos rienda suelta al animal dentro de nosotros, prosperamos en la felicidad instintiva y pura y cuando sentimos la bestia en la otra parte y confiamos que estamos seguros, lo queremos todo, queremos la libertad y la necesitamos.
Asociaciones, factores, reacciones, experiencia, historia, herencia genética, éxtasis…todo en las diferentes maneras que crean los sentidos y la mente, percibimos la belleza en evolución y los genes. De acuerdo. Y ¿qué pasa con la belleza que trasluce desde el alma? El campo de energía que atrae a la gente entre sí…
El poder de la energía percibida dentro de nuestra mente cuando nos acercamos a un entendimiento con nuestro ser inferior, produce un entusiasmo que despierta la mente y los sentidos y es tan similar a cuando una sumisa escoge el dolor o el placer en un ambiente sexual. Contener esta excitación, esta energía, sólo conduciría a la frustración y depresión y más, puesto que encontrar una salida para dicha excitación es una necesidad primaria. El fútbol, gritar, azotar a la pareja de uno, la meditación, el canto, la pesca, escribir, crear… por nombrar unas pocas cosas que vienen a mi mente. Pero, principalmente, liberar la energía, consciente o subconscientemente. Así pues, ¿qué tal un ajuste consensual que nos permita dar rienda suelta a todo el flujo de esa energía? La complementariedad  natural del dominante y la sumisa sería, por tanto, permitir a ambas partes dar rienda suelta a esta fuerza interior y ponerla en buen uso.
Uno, blandiendo la fusta y la otra, recibiendo los golpes, estarían compartiendo el mismo flujo de energía y ambos conseguir la satisfacción de la misma.
En una relación de Amo y sumisa, la fuerza sería incluso más intensa a medida que la energía de la unión es aún más fuerte y en el desencadenamiento, se multiplicaría su fuerza en una magnitud cada vez mayor. El hecho es que una parte está “sádicamente” liberando su energía y la otra parte, abriéndose sumisamente hasta que sea sólo el Yin y el Yang del intercambio de energía.

lunes, 3 de agosto de 2015

Sus fetiches y lo que significan para ella: La fusta

- La excita.
- Le molesta.
- El dolor no se construye demasiado rápidamente.
- Proporciona  contraste con otros implementos.
- Le encanta las marcas.
- Disfruta con el sonido de los golpes.
- Se ve sexy.
Hasta ahora, tal vez, ésta sea la parte más fácil para ella y cree que ve esto sólo como un simple fetiche. Realmente, no siente como que ella necesite una cantidad descomunal de golpes y, aunque está tratando de pensar profundamente, está feliz de aceptarlo de una manera superficial. Y superficialmente, la excita. ¿Qué mejor razón para incluirlo como un fetiche?
Una de las cosas más frustrantes de la fusta es lo mucho que se burla. Cubre una zona mucho más pequeña que una mano. También tiene un impacto diferente. Pica, una sensación pequeña y aguda en vez de un amplio impacto contundente. No produce una sensación lo suficientemente fuerte para provocar rápidamente un dolor demasiado agudo, pero es suavemente extremo. Honestamente, puede durar horas. Una mano o cinturón o cualquier otra cosa no tienen el mismo crecimiento. No solo por el dolor o la intensidad, sino también por la excitación. Se necesitan muchos más golpes con la fusta,
un montón más y puede ser mucho más divertido. Es gradual, hasta que empieza a virar un poco. La excitación no es obvia con esto. Tarda mucho tiempo hasta que se siente de verdad, pero ella sabe muy bien que si fuera a tocarse, se encontraría húmeda. Al pensar en esto, se pone peor y separa sus piernas.
La fusta hace unas marcas muy bonitas. Muy, muy bonitas, con los colores superpuestos y rojos, púrpuras y azules. Las mismas tonalidades, como cualquier otro implemento. Pero es el patrón. Es como teñir. A ella le gusta verlas sanar. Las marcas le recuerdan que algo fue real, incluso cuando se siente un poco confusa sobre lo que efectivamente ocurrió. Por lo general, solo va a recordar fragmentos que parecen sacados de ella, como si fuera capaz de verse a sí misma. Los moratones en su cuerpo lo hacen real.
También le gusta el sonido. Le encanta escuchar el ruido que la hace reaccionar, incluso antes que la golpee. Es una preparación, pero no… no siente ningún miedo y está demasiado ensimismada para sentir la anticipación, pero ella sabe que lo hace en algún nivel que ella reconoce y eso la hace más exigente.
Por último, le parece sexy, le gusta mucho la visión de un gran Dominante sosteniendo la fusta en su mano, sonriendo y haciéndola silbar. Esa es la peor parte. Verla y saber muy bien lo que viene…