miércoles, 29 de octubre de 2014

En ese momento del trasero

Una mujer me explicó que, sin importarle las veces que había tenido sexo anal, ella siempre olvidaba las verdaderas profundidades de su intensidad invasiva. La cruda realidad anal se desvanecería siempre en una bruma erótica de la fantasía y de la memoria. El pensar sobre ello, me excitaba. El pensar sobre ello, la deseaba, pero luego, cuando ella, de verdad, lo conseguía de nuevo, siempre existía ese momento revelador de “¡Dios mío!” Está bien. Lo olvidaba.
Me he dado cuenta que este revelador momento, es a menudo seguido por algo que he llegado a conocer como “la parada tonta.” Estoy seguro que has visto demasiado – es cuando la mujer rápida y ridículamente ineficaz, echa la mano hacia atrás como para pararle y verbalmente decir “¡Jooo!” Ella puede estar tocando ligeramente su abdomen, pero muy a menudo, su brazo sobresale por la espalda, yendo directamente por el aire para tocar su trasero que está hacia arriba.  La “parada tonta” es con frecuencia acompañada por algún tipo de gemido o lloriqueo, pero raramente son palabras reales.
En la pornografía, la “parada tonta” normalmente termina cuando ella hace las paces  con la inevitabilidad de su situación y baja la mano para ayudar a mantener el equilibrio para montarla.

En el dormitorio, la “parada tonta” normalmente termina cuando el hombre coge con fuerza la muñeca de la mujer y la fija en la parte baja de su espalda durante todo ese momento, hundiendo progresiva e implacablemente centímetro tras centímetro por su esfínter, hasta que toda la longitud de su verga dura y gruesa está enterrada dentro de ella.

¡Quieto! Dále un respiro…porque, entonces, empezará la verdadera diversión.

domingo, 26 de octubre de 2014

Sexo casual

Lo que trae este tópico a mi mente, es el hecho de que ella todavía quiere follar. Cuando le ofrecí mantener nuestra cita para cenar, en mi mente, me refería a la cena. Es decir, comida, bebida, hablar, pagar la comida y volver a casa.
He llegado a descubrir que ella tiene ideas muy diferentes para la noche.
Ahora, me pregunto. Tengo una mujer joven, caliente, atrevida y ansiosa. Y dispuesta a hacer cualquier cosa que yo desee. ¿Por qué no quiero esto?
Mi deseo por ella murió en el extremo del potencial. Tengo cuidado a quien le hago un guiño. Me gustan mis guiños. Han sido buenos para mí y para otras. Normalmente, sólo tengo sexo con aquellas mujeres con las que tengo intención de repetir el proceso. Para mí, es imprescindible que haya una conexión mental. De lo contrario, no encuentro placer en ello.
No sólo es sexo físico. Tampoco soy un fan del cibersexo. Paso más tiempo del que me gustaría admitir esquivando los intentos del cibersexo. He tenido que ir tan lejos como para ser descaradamente grosero y decir cosas como: “Lo siento, no tengo ganas de pasar más o menos una hora describiendo todas las cosas maravillosamente perversas que me gustaría hacer contigo.” Incluso vengo con un sistema de exención de responsabilidad. Si, a pesar de ello, alguien empieza haciéndome alusión a la idea, lo imprimiré detalladamente en su culo.
Nota: Hay una excepción a esta regla. Ella sabe quién es y de todos modos y con toda probabilidad, no está leyendo esto. Es algo mental. ¡Dios! ¿Tiene ella una mente sexual?
Sí, las mujeres contactan con los hombres para hacer que estos les escriban cosas perversas.
Ahora, voy a hacer una pausa para que este shock se desplome.
“¿Volver conmigo?”
“¿No?”
¡Silbidos de peligro!
“¿Ahora?”
“Tal vez.”
No tengo nada en  contra de un buen polvo, en aras de una buena acogida. Si te gusta, ven a por ello. Yo no voy a pensar que eres una puta, una zorra o lo que ahora llamamos la versión masculina. Tú tienes un deseo sexual, úsalo con entusiasmo.
Pero, no es para mí.

jueves, 23 de octubre de 2014

¿Romperla?

A veces, he leído descripciones, tanto de dominantes como de sumisas, del tipo: “romper a la sumisa.” ¿Qué significa esto? A primera vista, no es una idea atractiva. ¿Por qué querrías romper a una criatura tan rara y delicada  como una mujer sumisa? (¿Quién atropella a una mariposa con la rueda de un coche?). Ella debería ser tratada con cuidado y compasión. Sí, por supuesto, ella necesita unos azotes y todas las otras cosas que te gusta hacer con ella, incluso,  las cosas más desagradables que a ella no le gustan. Un Dominante no puede ser aprehensivo o de corazón muy  blando. Pero, ¿romperla?
Pero creo que sé lo que la frase significa. Dentro de cada sumisa, hay un núcleo interno resistente. Cuando por primera vez, decides controlarla, superas con relativa facilidad sus intentos de poner barreras e interponer límites. Estas son las primeras escaramuzas de la guerra. No quiero decir que ella no permita límites. Pero sé, por experiencia, que los límites que ella te dice al principio, es muy probable que estén por debajo de la línea. Son límites que ella piensa que tiene, pero sólo porque no se han puesto a prueba. A veces, incluso, se descubre que lo que ella decía, era una zona prohibida, es lo que sobretodo la excita más. Esto no significa que ella esté jugando, diciéndote que no quiere hacer esto u aquello sabiendo muy bien y esperando, que esto solamente te llevará a presionar más en aquella dirección. Creo que una mujer puede decir con toda sinceridad: “No me gusta eso.” Y, sin embargo, tal es el maravilloso misterio de la D/s que, algún día, descubrirás que estás empujando contra una puerta abierta. Por lo tanto, mi consejo es, nunca aceptes al principio lo que ella dice sobre las cosas que hará o no hará. No las aceptes todavía hasta que tengas una prueba real.
Pero, eventualmente, cuando ya hayas pasado todo esto, encontrarás que hay todavía una ciudadela interior invicta, un castillo a mantener donde ella hará su última defensa. Ahí es donde ella guarda sus secretos más íntimos. Sabe que si consigues entrar ahí, todo estará perdido.
¿Qué es este “todos” exactamente? Creo que es una especie de sentido de lecho de roca, esa parte de ella que queda cuando todo lo demás se lo ha ofrecido a usted. Puede adoptar la forma de unos actos específicos que simplemente no va a hacer o algunos secretos que no se los va a decir o simplemente una parte de sí misma que no dobla la rodilla. Todo lo demás se ha rendido, pero todavía hay una parte de ella que quiere mantener inviolable y que ella niega.
El problema es que, para un dominante, es una provocación. Es difícil para él tener que decirle, “me someto a tí total y completamente, te pertenezco” y, aún así, sé que hay algo a lo que ella nunca va a renunciar. Supongo que el dominante tiene aquí dos estrategias. O bien, él puede decir, de acuerdo, no voy a perseguir eso, he conseguido todo lo que puedo conseguir de ella. Es todo lo que yo necesito y no nos preocupemos por el resto. O, él puede negarse a que mantenga esa última pieza para ella. Él puede sitiarla, conspirando con cualquier fuerza que pueda reunir hasta que se rompa la ciudadela. En ese momento, yo diría, él la ha roto.
Él pudiera sentir una gran sensación de triunfo en este punto. Ya no queda nada para conquistar. Ella yace postrada ante él, completamente rendida y rota. El problema es, si la rompes, ¿puedes recomponerla de nuevo? ¿Queda algo de ella que pueda separarla de tí, existe un yo absoluto de ella? No estoy seguro si me gustaría tener la oportunidad.

martes, 21 de octubre de 2014

Ser el líder

Soy el líder. Impongo el ritmo y marco cómo hacer las cosas. Soy el modelo a seguir. Decido el curso de la acción. Cómo yo me comporte, ella se comportará. Más pronto que antes, ella me copiará y seguirá. Soy el ejemplo que va a emular.

Lo cual significa que si yo quiero que me ame intensamente, estará dedicada a mí por completo y será completamente leal a mí. Pero, en primer lugar, tengo que hacer esas cosas para ella.

sábado, 18 de octubre de 2014

Marcas

Lo tengo escrito en su cuerpo. Diseños simbólicos y pequeños. O bien, mi nombre. O la hago llevar un distintivo escribiendo PUTA, justo por encima de su coño o sobre un pezón. Me agrada ver esas marcas. Son una prueba de mi propiedad. Cualquier persona que la encontrara como una propiedad perdida sabría que tiene que devolvérmela. O cualquier persona que necesitara saber qué tipo de chica es, sólo tendría que leer la etiqueta que he escrito sobre ella misma.

Todas estas marcas se desvanecen. “Marcador permanente,” dice en el rotulador. Pero, una noche pasada desnuda entre las sábanas es suficiente para hacer que las marcas estén más o menos borradas a la mañana siguiente. Esto abre la cuestión de si yo debería ir más lejos para hacerla llevar una marca permanente. En el 99 % de los tatuajes que veo, pienso: “Pobre chica, ¿por qué se ha desfigurado a sí misma de esa manera?” ¿Tiene tan poco respeto por la belleza de su cuerpo que está dispuesta a estropearlo? Y la gente es tan cambiante. Lo que un día es una afirmación de amor eterno puede llegar a ser un día un recordatorio incómodo de un episodio que preferirías olvidar. No creo que yo sea un cínico, pero he llegado a una edad en que conozco la diferencia entre el romance y la realidad. Algunas veces, se solapan y otras, no.

Así que soy cauteloso sobre cualquier cosa que sea permanente. Pues está todavía allí, en el fondo de mi mente, el que yo pueda ordenarle que sea marcada para siempre. Algo discreto, de buen gusto. Algo que, tal vez, sea un signo secreto entre ella y yo. ¿Dónde debería ir la marca? ¿Qué debería decir? En momentos de ocio, reflexiono sobre las posibilidades. Todavía no he decidido nada. Por supuesto, le preguntaré por la idea que ella tiene. Me pregunto si ella es lo suficientemente sumisa para aceptar que soy yo quien tiene la última palabra.

miércoles, 15 de octubre de 2014

¿Cuán fuerte es lo suficientemente fuerte?

“Es una tarea difícil conseguir la dominación sexual correcta. Si vas demasiado lejos, tu pareja se puede sentir devastada y si no la llevas lo suficientemente lejos, puede sentirse defraudada. La dominación es menos popular de lo que la gente generalmente se imagina, puesto que conlleva muchas responsabilidades.” Del libro, “Una defensa del masoquismo,” de Anita Phillips.

Las mujeres sumisas suelen sufrir una serie de ansiedades. Una de ellas es el miedo a que su dominante pueda ir demasiado lejos y que la excitación sexual pueda convertirse en un frenesí sexual. Es un asunto serio si un dominante pierde el control. Es por eso que, las drogas o el exceso de alcohol no se deben mezclar con la D/s. Si usted se deja llevar, es probable que lo estropee todo. No digo que sea esencial una sobriedad total. Reconozco que he bebido una o dos copas antes de alguna actividad de azotes. Pero, no me gusta sentir que no tengo el control, tanto de mí mismo como el de ella. Para mí, el control es fundamental.

Hay otro temor que una mujer sumisa suele tiene. Que no vaya a ser capaz de recibir lo suficiente de él. Tal vez, ella piense que no es lo suficientemente sumisa o no lo suficientemente puta del dolor y que él pueda llegar a pensar que ella es un pelele. Es verdad que las mujeres varían mucho en su capacidad para absorber dolor y es también el caso de que la misma mujer puede variar, de vez en cuando, en lo que ella puede soportar: Si él no consigue que ella esté en un estado de ánimo adecuado o si no es el implemento apropiado para ella (las mujeres pueden ser sorprendentemente exigentes con lo que ellas prefieren. Una mujer que tema al cinturón pudiera dejar que la azotaras con un flogger de cuero). Y, por supuesto, cualquier día del mes puede afectar también  a su susceptibilidad al dolor.

Sin embargo, es mi creencia que tales miedos a decepcionarle, suelen ser infundados. Si un dominante es comprensible y sensible, sabrá que no es objetable cuántos azotes le llegará a dar y con qué grado de fuerza. Se trata de cuántos son buenos para esta mujer en particular. Si usted puede llevar a una mujer hasta su límite e incluso persuadirla para que vaya un poco más de lo que ella piensa que es su límite, entonces, usted ha logrado saber exactamente lo que ella quería. El hecho de que otra mujer pudiera recibir más, es irrelevante, porque el efecto en la cabeza de las mujeres es el mismo: ella se somete a usted por completo, puesto que ella se entrega totalmente.

Pero, hay otra preocupación más que las mujeres tienen y es una que es lo suficientemente real - a pesar de que una mujer sumisa pudiera preguntar si es correcto para ella el pensar de esta manera -, puesto que su rol es de complacer, no de demandar. Algunas veces, ella teme que pudiera estar decepcionada, que no pudiera conseguir lo suficiente. Creo que esto puede suceder, a veces, con personas que son nuevas en la D/s. El dominante es un tipo agradable, le gustan las mujeres, quiere azotarlas, seguro, pero también quiere cuidarla y estar seguro de que ella lo disfruta, puesto que ello le permitirá hacerlo otra vez. Por lo tanto, él se echa atrás, tiene miedo de que si va demasiado lejos, ella salga corriendo y gritando y nunca la verá otra vez.

No hay duda de que algunas mujeres quieren los azotes realmente fuertes. Quieren sentir la quemazón, quieren sentir la intensidad caliente del dolor filtrándose en sus partes vitales, donde pueda misteriosamente mutarse en placer. Ellas quieren ser presionadas. Quieren sentir su poder; tal vez, en cierto sentido, quieren que él vaya demasiado lejos. Pero, este, temeroso de las consecuencias, se mantiene por sí mismo en el control, por lo que ella no consigue exactamente lo que esperaba. Es muy difícil conseguir el equilibrio adecuado la primera vez. Necesitas experiencia y necesitas estar alerta a las señales, especialmente, las no verbales. No puedo decir que yo siempre lo haya conseguido. ¡Ay, el peso terrible de esas “responsabilidades”! Pero luego, están las compensaciones…

Sobre este tema, una lectora me escribió preguntándome sobre cuán fuerte los dominantes azotamos a sus mujeres. No creo que exista un objetivo estándar acordado internacionalmente, una medida de la intensidad de los azotes, como la escala Ritchter. Por lo tanto, es difícil hacer comparaciones. Ella es un poco escéptica, teniendo en cuenta que ha visto en Internet que, en realidad, golpean tan fuerte como se dice o tan fuerte como sus sumisas afirman. Porque cuando usted ve esas fotos de los traseros de las mujeres, a menudo, no hay muchas marcas, solo unas pocas rojeces. Y en los videos raros que hacen, de nuevo, el grado de la fuerza empleada parece bastante bajo.

Creo que ella tiene razón. De acuerdo, todos sabemos de esas Websites comerciales, muchas de ellas originarias de Europa del Este (ciertamente, esos viejos comunistas tienen algo que decir), donde las chicas son literalmente golpeadas en negro y azul. Pero, de lo que mi lectora está hablando, es sobre las sumisas genuinas y los dominantes de carne y hueso, como yo o como los Dominantes que me leen (creo que hay algunos) o como los dominantes que azotan a mis lectoras. ¿Realmente las azotan? ¿O es una actividad simbólica?

Sospecho que mi lectora es una de esas mujeres que puede recibir muchos azotes y que teme ser decepcionada. Como yo digo, no es una cuestión sobre la que uno pueda ser muy preciso. No solamente varían las mujeres, en términos de la cantidad de castigo que pueden aceptar, por lo que no pueden parecerse mucho a una puta del dolor real, sino que se pueden sentir como muchas de ellas. Y las mujeres difieren en gran manera en su sensibilidad a los moratones. He conocido a mujeres que absorbían un castigo considerable. Sin embargo, al día siguiente, sus traseros estaban casi intachables. Y otras, con unos pocos azotes, tenían contusiones que brotaban por todas partes.

Es también el caso de que diferentes implementos hacen diferentes tipos de marcas. Algunos como la tawse o la paleta tienden a extender la fuerza del golpe sobre una zona amplia, por lo que consigues una gran cantidad de enrojecimiento que, en mi opinión, siempre es un espectáculo muy agradable. Pero, también, me gustan las contusiones adecuadas, idealmente, las que muestran con exactitud dónde la cane y el flogger han aterrizado, que llevan la huella de cada golpe individual. Esas son las marcas que duran, mientras que con que las de una tawse, su trasero puede ser de color rojo brillante cuando usted finalmente haya terminado con ella por la noche. Sin embargo, a la mañana siguiente, apenas hay rastro de la misma.

Así que no estoy muy seguro de que pueda responder a la pregunta de mi lectora. No sé exactamente con la fuerza que los dominantes azotan a sus mujeres y no sé si yo azoto más fuerte que la media. En realidad, creo que nunca he pegado a ninguna mujer tan fuerte como yo quería. Tiendo a errar por el lado de la clemencia. Pero ahora, me pregunto si he llegado a dejar a una o dos de ellas con ganas de más.

domingo, 12 de octubre de 2014

Reflexiones al azar sobre cómo chupar la polla


Cuando una mujer chupa la polla de un hombre, no es necesariamente un acto de sumisión. Una Dómina puede chupar la polla de su hombre sumiso para tomarle el pelo llevándole al borde del orgasmo, sólo para después negarle el alivio. Una mujer vainilla podría chupar la polla de su hombre porque quiera complacerle (No creo que querer agradar a alguien sea una prueba de que eres sumisa). Y, además, de que ella quiera complacerse a sí misma. Puede ser que a ella le guste o que, tal vez, sea un medio para un fin, es decir, conseguir que su polla se ponga lo suficientemente dura para servir como el instrumento de su placer.


De todos modos, yo pensaría que la felación es uno de los temas más populares en el menú de actividades de la D/s. (Supongo que hay mujeres sumisas que no les gusten, en especial, lamer la polla. Tal como debe haber sumisas que no les importen mucho los azotes, aunque todavía no he encontrado a ninguna). La mayoría de los dominantes disfrutarán de la sensación de un servicio prestado, precisamente, de acuerdo con sus instrucciones. Algunas mujeres tienen un instinto notable para hacerlo. De tal manera que uno se pregunta, ¿cómo puede alguien que no tiene pene saber posiblemente lo bien que se disfruta? Sin embargo, por muy talentosa que sea la chica, ella se beneficiará de unas cuantas lecciones sobre unos determinados movimientos que a él le gustan más o qué estilo (brusco o suave, digamos). Este es uno de los placeres de ser Dominante. Es posible que usted tenga que hacerlo justo como a él le gusta, cada vez que le guste y por el tiempo que le guste.

No creo que la garganta profunda sea un truco natural en la mayoría de las mujeres. Ello requiere un poco de paciencia y experiencia para saber exactamente meterse la polla, toda entera, hasta los testículos. Porque, a menos que el hombre la tenga muy pequeña, su pene erecto será demasiado grande para caber cómodamente en su boca sin bloquear la tráquea. Así que una mujer tiene que aprender a metérsela profundamente sin náuseas y tiene que saber cómo y cuándo respirar.

Tengo que admitir un gusto muy particular sobre esto. Forzar mi polla justo hasta que ella se empiece a ahogar es una forma extremadamente placentera de control. No soy de los que disfruto de una emoción muy especial al detener su respiración per se, con una mano sobre su cara o alrededor de su garganta. Creo que es un acto excesivamente arriesgado. Sé de algunas mujeres que se excitan de esa manera, pero no ha sido ninguna de las que yo he conocido. Pero, sí conseguir que mi polla toque su garganta hasta que tosa, farfulle y jadee en busca de aire. Sí, claro, algunas de ellas les han gustado mucho y también yo lo he hecho. Y sería difícil ver que como otra cosa, es un acto de control y dominación.

miércoles, 8 de octubre de 2014

La cuerda

Porque ella está muy lejos, él piensa en las pequeñas tareas para ella, cosas que le vienen a la mente para que ella las haga. Para ayudarla a recordar lo que ella es exactamente y a quien pertenece.

Y así, un día le dice: “Coge un buen trozo de cuerda. Átala alrededor de tu cintura, no muy apretada, pero sí lo suficiente para que no se caiga. Haz un nudo en la parte posterior. Tira de un extremo de la  cuerda entre tus nalgas y entre tus labios vaginales. A continuación, tira hacia arriba a través de tu vientre y átalo en la parte delantera de tu cintura.”

“Así que ahora, ya tienes un bikini de cuerda. Quiero que lo ates lo suficientemente fuerte, de modo que seas consciente de ello. Pero no tan apretado que te duela. Quiero que lo lleves en público, bajo tu falda. Una vez hecho esto, envíame un mensaje y cuándo tienes que quitártelo.”

Cuando está en ello, le pregunta cómo se siente. Ella envía un mensaje diciendo que se siente bastante apretada (especialmente, cuando ella se sienta. Él lo descubre más tarde). “Esto me hace sentirme inmovilizada y expuesta,” ella dice. “Me siento muy excitada.” Y, aunque se lo ha pedido, ella le envía una foto para que pueda verla. Sabe lo mucho que a él le gusta mirar.

Más tarde, en algún momento, él la dice: “Haré que lo lleves toda la noche. Todavía más apretado.”

“No seré capaz de dormir. Intentaré hacerlo por mí misma, usted lo sabe. Lo que me gusta hacer y la cuerda se interpondrán en el camino,” ella dice.

Su respuesta es cortante.

“¿Y qué? De todos modos, lo harás. Tanto si te dejo dormir como si no. Y sé qué clase de puta eres. Usted encontrará una manera de liberarse, a pesar de la tensión de la cuerda.”

Un poco más tarde, él dice: “Tengo una tanda de tareas pequeñas alineadas para que usted las haga. Pero, no le voy a decir cuáles son.”

A él, le gusta la cocción a fuego lento.

sábado, 4 de octubre de 2014

Más personal que de costumbre

Antes que llegara en su última visita, ella y yo tuvimos varias conversaciones online sobre el futuro. Hace unas semanas, en este blog, toqué los problemas de las relaciones a distancia. No es fácil estar separados a miles de kilómetros el uno del otro. Sin embargo, por muy bien intencionado que seas y por muy fuerte que sean los  sentimientos del uno por el otro, nunca puedes darle a la otra persona todo lo que ella necesita. Cuando nos encontramos, las cosas son increíbles, simplemente perfectas. Pero, siempre existe la certeza que no pudiéramos vernos de nuevo durante meses. Y, mientras tanto, estoy deseando verla de nuevo.

Creo que ella no me comprendería cuando le dije que es una mujer que necesita sexo. No solo el acto físico, sino toda la emoción que conlleva. Ella lo necesita y se merece ser follada con regularidad y besada y abrazada y mimada. Y yo no estoy allí para hacerlo. Me pasa lo mismo. La echo mucho de menos cuando ella no está aquí, lo cual es la mayor parte del tiempo. Hay razones en las que no puedo entrar porque no podemos hacer nada para cambiar nuestras circunstancias físicas. Por lo tanto, o continuamos con lo que es una relación muy gratificante, pero frustrante, o decidimos a ser muy adultos y encaramos la realidad de que la acción radical es la única solución.

Hablamos de esto cuando ella estuvo aquí. Piensa que yo necesito más de lo que ella nunca puede darme y creo que ella se merece más de lo que yo puedo darle. Ha sido muy duro, muy duro, confrontar la única solución sensata, pero, con gran reticencia, hemos decidido liberarnos el uno al otro. Yo no podía imaginarme no quedar siendo amigo de ella, amigos especiales. Pero ya no esperaremos a tener la atención exclusiva del otro. Cómo pueda funcionar esto en la práctica, no lo sé. Tal vez, podríamos vernos de nuevo un día. Quizás, no. Pero mientras tanto, no deberíamos negarnos a nosotros mismos otras posibilidades, si se presentaran.

Supongo que lo que me pone realmente triste es que no nos estamos despidiendo porque seamos incompatibles, porque no nos llevemos bien o no nos gustemos el uno al otro más.

Por el contrario, cuanto más tiempo ha pasado en nuestro acercamiento, más nos hemos querido. Lo que nos está presionando a separarnos es la inflexibilidad maldita del mundo, el hecho inevitable de que la realidad simplemente se niega a conformar lo que nos conviene a los dos. Y no podemos pensar bajo ninguna de las maneras en esto. Nos estrellamos contra la realidad que es como es, no como nosotros quisiéramos que fuera.

Ella es realmente una mujer maravillosa y voy a echarla mucho de menos. Ahora mismo no puedo imaginar cómo alguien podría reemplazarla. Voy a tener que sentirme con una mentalidad diferente, una en la cual no tengo a una mujer sumisa más. Sólo unos dulces, dulces recuerdos y un gran vacío donde ella acostumbraba a estar. Y puede ser, eventualmente… ¿quién sabe? Supongo que si yo tuviera que conocer a alguien más, mi primera pregunta tendría que ser: ¿cuál es tu código postal?

miércoles, 1 de octubre de 2014

¿Por qué necesito el dolor con sexo?

“Necesito el dolor. Mucho dolor. Necesito su puño en mi pelo, tirando de mi cabeza hacia atrás. Necesito sus uñas y dientes. En todas partes, clavándose en mi piel. Necesito su brazo alrededor de mi garganta, lo suficientemente apretado para ver las estrellas. O,  hasta que me desmaye. Necesito su mano abierta para abofetear mi cara, mi pecho, mi muslo y mi culo. Necesito que presione hacia abajo mi clavícula, sujetándome contra la cama. Porque, entonces, no tengo que pensar.

Puedo tener sexo vainilla. En realidad, puedo. Puedo hacerlo suavemente. Pero, por lo general, no estoy en un espacio superior para disfrutarlo. Mi cabeza me da vueltas y el diálogo mental es interminable. Me preocupo demasiado por si voy a tener un orgasmo, si mi pareja lo tendrá. ¿Está disfrutándolo? ¿Estoy dándole placer? Así, una y otra vez.

Cuando se agrega el dolor, se agrega un punto de interés. Disfruto el dolor por sí mismo, pero también me hace pensar. Me mantiene en ese momento. No creo que mi mente se apague. Sólo puedo sentir y responder con mi instinto primario, dando patadas. Ambos nos volvemos más reales y viscerales. No tengo que preocuparme y concentrarme ni por la voluntad de mi orgasmo a existir, porque lo rasga de mi cuerpo indefenso. No tengo que preocuparme por complacer. El gruñido que sale de lo más profundo de mi garganta es una validación suficiente.

Así que, úseme. Azóteme. Muérdame. Aráñeme. Hágame moratones. Ahógueme. Tire de mi pelo. Quiero sentirle mañana en mis huesos, mis músculos y mi piel. Porque, incluso, cuando estemos separados, quiero tener los recuerdos, para que durante un momento, las únicas cosas que existan en el mundo, seamos usted y yo…”


Me escribió ella…