viernes, 29 de mayo de 2015

"Quítame el cinturón"

“Quítame el cinturón,” le digo.
Parece como una simple orden y, sin embargo, es mucho más que eso.
Cuando le digo que me quite el cinturón, es como una yuxtaposición de poder. Le ofrezco el control durante un breve momento, a la vez que lo sigo reteniendo.
Cuando sus manos están desabrochando mi cinturón, ella está reconociendo que le he dado una opción. Pero, al mismo tiempo, aceptando que está renunciando a la libertad de elegir.
Cuando ella está tirando del cinturón a través de las trabillas, sabe exactamente lo que va a hacer con él. La estoy presagiando su propio dolor y su propia perdición. Sin embargo, sus dedos lo hacen voluntariamente.
El mismo poder que le he dado para que me quite el cinturón, será usado para recuperarlo.
Y, cuando ella dobla el cinturón por la mitad y me lo presenta, me está devolviendo ese poder.
Yo no tengo que coger su sumisión.
Porque ella me la está entregando, voluntariamente.

martes, 26 de mayo de 2015

Su deseo más profundo

Hay una cosa que ella desea más que nada. Las sensaciones de una boca suave presionando su piel, entre sus piernas, en el vértice de sus muslos, desbrozando el camino hasta el punto de abrirlos ampliamente para darle la bienvenida. Sus labios calientes sobre su clítoris, tirando de él y despertándolo de su letargo hasta que se hincha formando un montículo perfecto. Su lengua acariciándolo a lo largo de los canales formados a ambos lados, entre los labios y la lengua de esta segunda boca de ella, esta entrada hacia su oscuridad, caliente y corazón sensual.
La excitación crece dentro de ella, mientras la lengua de él explora desde más atrás, alrededor del borde del espacio místico, alargándose y deslizándose en su interior, a la vez que ella grita y agarra su cabeza entre sus piernas, sus manos tirando de sus cabellos y su pelvis elevándose para salir a su encuentro. Porque, en este preciso momento, nada la mantendrá tranquila ni quieta.
“Soy una sirena, soy una puta, soy una arpía devoradora que necesita la penetración de esa sutil y deslizante serpiente,” ella deliraba
Él sondea y rebusca a través de todos los contornos, grietas y hendeduras de su espacio interior, con mucha delicadeza y suavidad y tan diferente del empuje de una verga inflexible. Ella presiona más fuerte contra su lengua, para introducirla más adentro. Siente los dientes contra su carne y el choque de su cabeza contra los huesos de su pelvis, su piel suave, atrapada y herida entre los dos, sus piernas envueltas sobre los hombros de él para mantenerla allí.
Ella casi oye el rugido que surge de su segunda garganta, los grandes estremecimientos, el éxtasis incomparable que sigue y sigue sin consuelo.
Esta es una de las cosas que ella desea más que nada. En aras de lo cual, no hará nada, excepto sufrir cualquier degradación. Su Amo lo sabe y, en su sabiduría, la protege de ella hasta que la ha satisfecho por completo, con su entrega y buen hacer.

sábado, 23 de mayo de 2015

Ella viene a mí

En la agonía de la noche, mientras el crepúsculo contiene la respiración, a veces, vienes a mí en silencio. No sé si sueño contigo o si eres un producto de mi imaginación. No me importa. Barro tus pies y te pierdes en mis brazos. Para esos momentos, soy tu realidad, tu mundo, tu propio aire para respirar. Tu cuerpo es el lienzo, donde tejo mi carnal caligrafía, en mi anhelado tapiz y en el que envuelvo tu alma. Me pregunto a través de la oscuridad y tu luz me hace señas más cercanas. Bebo en tu espíritu delicioso para satisfacer mis propios deseos. Mis labios acarician tu piel y la sensación de besarte suavemente envía tu cuerpo al éxtasis eterno. En ese lugar, real o fantasioso, nos unimos y satisfacemos tus necesidades y deseos primarios. Mientras te domino y penetro, tu respiración deja tu cuerpo y quedas suspendida en el éxtasis de un placer completo. Nuestros espíritus danzan en los albores de los rituales más oscuros de la lujuria y, cuando el sol se acerca, desapareces tan repentinamente como apareciste.
¿Eres real o sueño contigo?
Cada noche, me  visitas y arrebatas todo mi ser y, entonces, eres muy real para mí.

martes, 19 de mayo de 2015

Un ajuste perfecto

La tienda no tiene ventanas: no puedes ver nada desde fuera. Y para poder entrar, hay que pulsar un timbre. Mientras esperan a entrar, ella tiene un fuerte deseo de huir. Al ver esto, él la coge de la mano, en parte para tranquilizarla y, en parte, para mantenerla cerca.
En el interior de la tienda, hay ropa fetiche, de goma, cuero y látex. Hay una estantería llena de palas de madera y látigos y un expositor, tipo recipiente para paraguas, lleno de canes y fustas para azotar. Hay mordazas de todas clases, de bolas rojas, azules y amarillas, mordazas como las que llevan los caballos, mordazas en forma de pene. Hay pinzas para los pezones que parecen malvadas y, tal vez, aún para partes tiernas. Esposas de todas clases están expuestas para la venta: Esposas para las muñecas, parejas pequeñas de acero para los pulgares, esposas de cuero para las muñecas y los tobillos, barras distanciadoras para mantener las piernas separadas. Y luego, están los butt plugs. Tampones de silicona, caucho, acero y cristal. Algunos tan grandes que ella se estremece con solo mirarlos.
Un vendedor joven y bien parecido, con una camiseta negra ajustada, se acerca. Ella no está segura si es gay, pero piensa que es atractivo.
“¿Puedo ayudarle?” él pregunta.
“¿Creo que tienen un servicio de asistencia personal para los butt plugs?” Dice su dominante.
“Sí, señor. Lo tenemos,” responde el vendedor.
Ella se sonroja con un color rojo brillante. El asistente los introduce en una cabina pequeña, corriendo las cortinas detrás de ellos. Hay un banco con la parte superior acolchada.
“¿Le importaría a la señora levantarse la ropa?” insinúa cortésmente el vendedor.
Ella duda. Su dominante le pone la mano en la nuca y la dirige con firmeza hacia el banco, poniéndola boca abajo sobre el mismo. Cuando ella está colocada, él levanta su falda hasta la cintura. Siguiendo las instrucciones de su Dominante, no lleva ropa interior. Ella se sonroja todavía más, cuando se imagina al hombre joven mirando su trasero desnudo. Sin duda, él está pensando, “¿qué clase de chica va por ahí sin bragas?”
“En primer lugar, voy a tomar medida,” dice el vendedor.
Él fabrica un dispositivo curioso, un tubo pequeño dividido por la mitad, las dos mitades unidas por muelles. Al final, unido al mango, hay una esfera pequeña.
Todos nuestros equipos y muestras de plugs han sido cuidadosamente limpiados y esterilizados,” él dice.
Saca un par de guantes de látex, coge un tubo de lubricante y derrame un poco en sus dedos. Suavemente, introduce un dedo en su ano. Su tacto es firme y seguro. Aún así, se siente mortificada al estirarse hacía fuera delante de un desconocido y ser invadida de esta manera. Después de sacar el dedo, él lubrica el dispositivo y lo inserta. Ella lo nota frío, pero no incómodo. El vendedor comprueba la lectura en el dial.
“Aprieta,” dice él.
Sonrojándose todavía más, ella contrae los músculos alrededor del dispositivo.
“Como yo pensaba,” dice. “Ella no es muy mayor. Necesita el plug más pequeño de la escala.”
Él sale. Su dominante acaricia su nuca. “Tranquila, mujer,” le dice.
El asistente vuelve pronto, trayendo una bandeja con tres butt plugs de silicona negra en orden ascendente de tamaño. El primero es tranquilizadoramente pequeño. Lo lubrica hacia arriba y rápidamente lo introduce en el ano de ella.
“Usted ha visto cómo se ha introducido fácilmente,” dice. “Ciertamente, ella puede aceptar un tamaño más grande.”
“Bueno, lo que su cuerpo pueda o admita,” dice su dominante.
El asesor saca el primer plug e inserta el segundo. Lo siente notablemente mayor, aunque todavía no le incomoda.
“¿Tal vez, un tamaño todavía mayor?” El vendedor pregunta.
“Definitivo,” dice su dominante.
El vendedor inserta el plug más largo de los tres. Ella gruñe mientras se lo introduce. Siente que la están dilatando, llenándola. La sensación es buena a pesar de la vergüenza de que un hombre extraño lleve a cabo un acto tan íntimo. Su dominante se apodera del plug y lo gira con suavidad. Luego, lo presiona un poco más adentro. “Este es el adecuado,” ella piensa. “Me siento muy abierta, soy consciente de su presencia.”
“Un ajuste perfecto,” dice el vendedor.
“La cosa es,” dice su dominante, “que ella necesita uno realmente grande. Si es demasiado cómodo, no hace bien su función. Idealmente, debería doler un poco al introducirlo. Por lo tanto, ella debe ser dilatada hasta el límite. Estoy entrenándola para que se adapte a un pene muy grande.”
Ella se encoge de vergüenza. Quiere que la tierra se abra.
“Ya veo,” dice el hombre joven. Él mira hacia la entrepierna de su dominante, como si fuera a preguntar: “¿Es esa polla grande en cuestión la suya, señor, o la de otro hombre?”
Su dominante ignora la pregunta implícita. “Por favor, tráigame una talla mayor y también el formato superior a ese,” le dice.
Ella se queda con el mayor de los tres plugs clavado en su ano. El vendedor vuelve pronto con dos plugs envueltos en celofán.
“¿Me permitiría el señor probarlos en ella?” le pregunta.
“No va a ser necesario,” dice su dominante con firmeza. “Los insertaré yo mismo una vez que estemos en casa.”
Ella vuelve la cabeza y mira fijamente a los plugs en la mano del vendedor. El más grande tiene un tamaño aterrador. De ninguna manera, ella se meterá tal cosa, se dice a sí misma. Absolutamente imposible. Sería partirla en dos. Incluso el más pequeño da miedo. Su dominante le envía una leve sonrisa, pero no es una expresión de tranquilidad. Más bien, esa sonrisa es una espera hasta que llegue a casa.
Con habilidad, el vendedor saca el plug de su trasero. Le alarga un pañuelo para secarse. Ella consigue con cautela ponerse de pie. Al final, su falda cae hacia abajo y se recompone modestamente. Pero, no puede mirar al vendedor por vergüenza.
“¿Algo más, señor?” pregunta el vendedor.
Esta vez, no,” dice su dominante.
Puede decirse que está ansiosa por llegar lo antes posible a su casa. Su trasero se estremece al pensarlo y ella se sonroja una vez más mientras salen de la tienda con los dos enormes plugs metidos en sus bolsillos.


viernes, 15 de mayo de 2015

La libertad de la Dominación

Muchas sumisas hablan sobre la libertad de la sumisión, la liberación de las tensiones de la vida, de tomar decisiones, de hacer las cosas bien. Hablan sobre la bienaventuranza de dejarse llevar, de entregarse, de ser ellas mismas, centrándose solo en lo que ellas son responsables.
Voy a argumentar que existe una libertad similar en la dominación. Es maravilloso estar al frente de la relación para tomar todas las decisiones, sin responder a nadie, excepto a uno mismo. Para tener ese delicioso peso de responsabilidad sobre los hombros. Todo es completamente para usted y es una sensación maravillosa y dichosa. Usted es responsable de todo. Usted gobierna, decide sin vacilación ni resistencia. Es donde puede liberar a la bestia interior y hacer lo que usted desee. Donde la dulzura del poder sólo puede ser comparada con la miel de la responsabilidad.
No hay obstáculos, no hay gravámenes. Sólo la alegría de ser uno mismo, disfrutando por completo de su propiedad, deleitándose de la responsabilidad y regocijándose en el botín de su reclamo.
Donde no hay nada, excepto esta increíble libertad de estar por completo al frente de la relación, de tu sumisa. Es maravilloso ser dominante.

lunes, 11 de mayo de 2015

Dolor

El dolor se presenta en muchos sabores. Muchos más de lo que la gente sueña. Y no me gusta el dolor.

No me gusta causar dolor, sólo por causar dolor. No me gusta causar dolor porque me haga sentirme hombre o me dé una cierta apariencia de un imaginario poder en mi vida. No me gusta causar dolor porque quiera vengarme de alguien o de algo.

Y como no provoca nada de esto, nunca voy a causarte dolor.

En verdad, el dolor es sólo un medio para un fin y causo dolor porque me hace feliz.

Y me hace feliz oír que chillas, gimes, lloras, gritas y me ruegas para que me pare. Me ruegas para que yo siga adelante, me pides que te haga sentir. Me hace feliz oír que te lamentas y gritas y gruñes con unos sonidos guturales incontrolados que no puedes detenerlos, porque entonces podrías ser el Sol.

Te causo dolor porque me excita al ver cómo tu cuerpo se mueve alejándose de mí, mientras trabajo. Me excita el verte corcoveándote, inclinándote, tirando, tensionándote y revolviéndote. Me excita mientras luchas contra mí, cuando sucumbes ante mí y te mueves no hacia fuera, sino hacia mí.

Te causo dolor porque siento la poderosa sensación de tu piel caliente y ondulante y amoratada y fundida en mis manos. Siento la poderosa sensación de tu ropa interior humedeciéndose mientras trabajo.

Te provoco dolor porque me siento como una persona, cuando te hago todas estas cosas y te doy las gracias después. Me siento completo, cuando haces todas estas cosas y te colapsas en mis brazos y lloras el dolor incesante de tu alma. Me siento completo, si haces todas y no dices nada o no haces nada, sino simplemente sonreír y alejarte.

Te causo dolor porque quiero que seas feliz.

Te causo dolor porque necesito que seas feliz.

Te causo dolor porque eso te hace feliz.

Y si no te hace nada de esto, nunca te causaré dolor, si puedo evitarlo.

viernes, 8 de mayo de 2015

Corre, corre...

Una y otra vez, y no importa cuántas vece lo oigas, el  eco de sus palabras permanece en ti y la única cosa que puedes hacer, es ir lo más rápido que puedas. Se oyen los ruidos de las cosas alrededor de tí. Pero, realmente, nada entra, a pesar de lo que fuerte que esas palabras sean.
Tu corazón parece como si fuera a salirse a través de tu pecho, tus pulmones arden con fuego, pero no puedes dejar de moverte. Todo va muy rápido. Los mundos son una mancha y un paso en falso podría terminar con todo. Hay tanta adrenalina corriendo a través de ti que ni siquiera puedes sentir cuándo la rama acaricia tu cara.
La sangre caliente gotea por sus mejillas y el único aullido del cazador captando tu aroma hace que te des cuenta que estás sangrando. El sonido era demasiado cercano y el pánico y el miedo se establecieron, se alojaron en tu cuerpo, por lo que tú tropiezas.
“Usted no va a ser azotada en su propio juego.” (No todavía).
“No se pare, siga moviéndose.” (Menos todavía).
“¡Puta carrera!”
Gritas contra tí misma por la frustración. No puedes hacer esto por mucho tiempo, te cansas rápidamente y la única esperanza de escapar es tan débil como ahora te podría parecer. Tienes que esconderte. ¿No es esto lo que asusta a los animalitos pequeños cuando no pueden correr más? Pavor al burbujear en la boca del estómago que, como usted sabe, el pararse es la peor idea posible. Pero la única que pudiera funcionar. Si puedes pararte y tomar aire durante cinco minutos, escucha los ruidos y trata de encontrar una nueva dirección. Entonces, existe la posibilidad de que usted pueda conseguir otra buena carrera entre ustedes dos. O, de lo contrario, serás cogida. Pero, ¿qué otra opción tienes ahora?
Estás confusa y sin opciones, pero antes de que puedas incluso optar entre correr más lejos o encontrar un sitio para esconderte, te estrellarás contra el suelo con toda tu fuerza. Golpeando el aire de tus pulmones, haciendo que quedes boquiabierta, desorientada y sintiéndote un poco derrotada. La lucha para un paso atrás no lleva a ninguna parte y terminas dando la vuelta, mirando a los ojos del cazador.
Lo que suceda después, ya no dependerá de tí.


martes, 5 de mayo de 2015

Sobre la denegación

La denegación del orgasmo es una de las estrategias más valuadas en el reforzamiento de la disciplina y la obediencia. He descubierto que es especialmente útil en las relaciones D/s a larga distancia, donde tú no puedes hacer todas esas cosas que las mujeres sumisas anhelan, como tirarle de los pelos, abofetear su cara, retorcerles los pezones y azotar su culo. Por lo tanto, tienes que ser un poco más ingenioso.
La negación del orgasmo es un nombre poco apropiado, porque una gran parte de las veces, no se trata de una negación completa, sino de imponer restricciones o simplemente complicaciones. Sin embargo, una negación completa es, con toda certeza, buena para ella. De acuerdo con mi experiencia, las mujeres sumisas son más orgásmicas que la mayoría de las mujeres (aunque no estoy muy seguro de que lo sean, porque son sumisas o si es al revés). Y así, la negación produce un fuerte efecto, que es todo lo que el dominante está buscando. Es buena cuando ella dice lo mucho que está sufriendo, cómo le duele y palpita su vagina, lo desesperada que se está poniendo y cómo ella no puede pensar en algo más que no sea en su necesidad de correrse. Encuentro que esto me hace ser aún más estricto al gestionar sus deseos.
Con esto, he experimentado dos cosas. En la primera, la negación es para un momento determinado. Como en: “No te puedes correr hasta el viernes a las 3,30.” Por lo tanto, ella pasa el tiempo intermedio contando las horas y minutos y contra más se acerca a ese momento, se pone más desesperada e inquieta, hasta el punto donde su necesidad domina toda su mente y piensa que ella podría volverse loca antes de llegar al tiempo límite.
La otra táctica es imponer una prohibición indefinida. “No puedes correrte hasta un nuevo aviso.” Este es un punto discutible que es el más difícil para la pobre mujer. Si ella sabe cuánto tiempo va a durar, al menos, tiene una meta. Pero si el objetivo es de varios días, ello puede parecer como un largo calvario. Si la prohibición es indefinida, existe la esperanza de que pudiera terminar en cualquier momento, pero existe la horrible perspectiva de que pudiera seguir, y seguir un futuro libre de orgasmos que dure una eternidad. Tiendo a pensar que, a los efectos de la disciplina y el control, aprender la aquiescencia es la voluntad del dominante, una prohibición indefinida es mejor. Ella necesita ser enseñada de que su rol como sumisa es la aceptación y su objetivo, la tranquilidad de saber que ella procede de la sumisión total. Centrarse en el momento de que se le levante la prohibición, no es de lo que se trata.
Me gusta variar la prohibición total de todo tipo de restricciones. Algunas de ellas no son más que meros inconvenientes. Ella sólo puede correrse a partir de cierta hora del día o en un sitio en particular (por ejemplo, “durante la próxima semana, solo te puedes correr en tu coche. ¿Eso es duro? Demasiado malo”). O ella no puede usar su vibrador o ni incluso sus manos. (Las mujeres ingeniosas y necesitadas encuentran todo tipo de maneras…). Tal vez, ella deba llevar su plug en su trasero mientras lo hace (una mujer sumisa sin un plug es como un pez fuera del agua) o tener penetrada su vagina con algún objeto mientras se masturba.
Me gusta oír sus respuestas, lo duro que es y lo que la hace sentir. Siempre le digo que estoy abierto a sus solicitudes y me gusta escuchar a las mujeres sumisas cómo piden. Por supuesto, también me gusta rechazarlas. No tienen garantías de que llegue ablandar mi duro corazón.
Creo que se trata de una verdadera experiencia de aprendizaje, no de un ejercicio inútil, porque a las mujeres, les resulta realmente duro. Nada hace que una mujer quiera correrse más que el saber que ellas no pueden. Las chicas necesitan saber que hay un objetivo detrás de ello. Tienen que darse cuenta que, esencialmente, se trata de enseñarles el respeto por el poder del Dominante y de la obediencia, la paciencia y todas las demás virtudes de la sumisión. Al mismo tiempo, necesitan aprender que las restricciones actuales impuestas no tienen ningún significado por sí mismas. Son puramente arbitrarias. ¿Cuánto tiempo dura una prohibición? Es simplemente una cuestión caprichosa del dominante (y, ¡ay! de la mujer que se queje que no es justo).
A veces, no es una cuestión de imponer prohibiciones o restricciones, sino de ordenar orgasmos obligatorios. “Te correrás a las 6 en punto de la tarde. Lo harás de nuevo a las 7 y otra vez a las 8 de la tarde. Luego, ninguno más, hasta mañana.” Esto es tan eficaz como enseñarle obediencia. También escribí recientemente en este blog sobre los orgasmos arruinados. Son los mejores para aplicarlos en persona, donde el dominante puede ejercer un control completo. Pero, sin duda, es bueno para llevar a una mujer hasta el límite. Parar, esperar, empezar de nuevo, parar otra vez y así sucesivamente. Y tal vez, hasta que la pobre mujer sea reducida a un naufragio de necesidad saturada (empapada). Aunque es más eficaz en la vida real, esto también es un buen escenario para practicar online, poniendo en marcha la webcam. La expresión de su cara cuando usted le dice: “Para,” es más gratificante.
No hace falta decir que, para hacer estas cosas sin la cámara, se necesita una confianza absoluta con su sumisa. Usted tiene que estar convencido de que ella es totalmente honesta y sincera. Si usted tiene alguna duda de que ella no realiza las cosas que le dice que haga o no hace las cosas que usted le ordena, entonces, esto no tiene sentido. Todo se rompe, no sólo la estrategia de la denegación, sino que creo que hasta la relación misma, la cual no puede sobrevivir con la ausencia de la confianza.
He conocido a un par de sumisas que me han comentado el éxito de la negación del orgasmo. Creo que hay algunas para quienes el acto de la masturbación no es sólo un placer y el alivio de una necesidad. Más bien, parece que es para reforzar el sentido de la mujer por sí misma, proporcionándole  la comodidad y la tranquilidad que necesita para sentirse segura y realizada. Si esto, de esta manera, es importante para ella, no me gustaría que se lo quitaran. Hay otras maneras de enseñar a obedecer. Pero, creo que si una mujer intentara usar este argumento, cuando no es verdad en su caso, cosa que he llegado a saber, yo tomaría rápidamente las medidas oportunas.


sábado, 2 de mayo de 2015

La pérdida de la atemporalidad

Hace años, leí una historia de mi escritora favorita, Anaïs Nin, llamada “La pérdida de la atemporalidad” (también conocida como “La historia de un barco” - que está publicada y disponible en una colección de  historias antiguas y está por casi todas las librerías). Hoy, me pasé un buen tiempo pensando en esa historia. Reflexivo y contemplativo, como con tanta frecuencia sucede cuando una persona está en apuros. Es una historia muy simple acerca de estar en un barco que da vueltas y vueltas. La vida pasa, el tiempo pasa y los años pasan sin darnos cuenta. Es demasiado simple para reducirla a un cuento con moraleja. Es una historia acerca de cómo el ritmo de la vida la establece, se accede a ella, sino que también se ve algunas veces la posición estática, la comodidad de la rutina que inspira y atrae el letargo que es a la vez hermoso y peligroso. Ello significa que hay que romper ese letargo cuando se ha llegado a estos niveles contraproducentes, al pensamiento y la acción inmediatos. La plenitud del mensaje salta a la vista, moviendo al lector y grita: “Vive tu vida. Vívela sin arrepentimiento. Vívela sin remordimiento porque es muy corta y tenemos solo unos momentos en el ámbito cósmico para hacer las cosas bien.”
Conforme pasan los años, mientras la sabiduría de la edad permanece sobre el caos y la temeridad de la juventud, a menudo, pienso en la historia con mucho cariño, a pesar de que hay una gran cantidad de la misma que puedo, con toda lógica, contra argumentar.
Lo que sé, es que usted tiene que vivir su vida, luchar por toda su felicidad, dedicarse a amarse a sí mismo al igual que aquellos a quienes aprecian cada momento que le das. Sé que esta vida es corta. El amor es la respuesta a una gran cuestión de la vida, el universo y todo (pues todavía me sigue encantando). Sé que cada risa es un regalo tanto como la joya más apreciada. El amor se puede transmitir a través de una mirada o el tacto, tanto como por los labios.
También sé y voy a citar a Anaïs Nin que supo cómo amar muy bellamente:
“El amor nunca muere de muerte natural. Se muere porque no sabemos cómo reponer su fuente. Se muere de ceguera y errores y traiciones. Se muere de enfermedades y heridas. Muere de cansancio, marchitándose y oscureciéndose.” Anaïs Nin.
Sé que hay momentos en los que hay que tomarse un tiempo para frenar el caos, establecer prioridades y hacer realmente un esfuerzo para los triunfos importantes. Sé que los sueños cuestan un poco más de lo que quieres pagar y es eso lo que los hace tan seductoramente esperanzados y aplastantemente frustrantes. Sé que la perseverancia es la clave para el éxito, pero este no es nada si gastas tu vida o pierdes todo lo que es importante para tí. Sé que casi siempre nos lamentamos de las cosas que perdemos, mientras que no estábamos buscando y nuestra mirada estaba fija en otros lugares. Pero, los sueños realizados se comparten mejor con los seres queridos. Esto también es una validación de una vida bien vivida.
A veces, la atemporalidad es exactamente lo que necesitamos y algunas veces su antítesis. Al final, la vida es nuestra para ser vivida y es exactamente lo que hacemos, para bien o para mal y siempre es demasiado corta.

viernes, 1 de mayo de 2015

El cazador

Puedes oler su miedo, ese cambio sutil en el aire mientras el significado detrás de tus palabras cae de pronto sobre ella. Ves el cambio en sus ojos, la excitación y el miedo mezclados juntos para crear esta perfecta expresión de presa. Te encanta esa mirada en ella. Le conviene ser tan miedosa. Ella se siente como el animalillo asustado que cree seriamente ser más astuta que usted. Es muy obvio que no hay manera en el infierno de que ella pueda correr más rápida que usted. Pero, ella piensa que es más inteligente que usted y, también piensa que es muy inteligente.
Usted puede decir del por qué de esa sonrisita tan socarrona que cruza su cara. Incluso, ella puede pensar que podría ganar esta lucha. Su intención es abofetear esa sonrisa tonta de su cara.
Él deja su sonrisa, deja su sonrisa satisfecha, deja que ella se convenza a sí misma de que esto podría funcionar. Esto sólo hará que sea mucho más dulce cuando usted la consiga. Cuando pueda ver esa mirada de miedo creciente, cuando, por fin, ella se da cuenta de que no puede ganarle y le hará lo que usted quiera. Esas son las únicas reglas.
“Corre lo más rápido y lejos que puedas. Si te cojo, allí no habrá palabra de seguridad. Serás mía de la manera que yo quiera,” usted le dice.
Si te escapas, si me engañas… bueno, si eso llega a suceder, entonces, podrás decidir cuál será tu premio.
“¡Corre!”