miércoles, 29 de enero de 2014

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He escrito sobre esto antes, pero no me disculparé por volver a un tema que me sigue fascinando. Debo aclarar que tengo un interés bastante perfilado y concentrado. A diferencia de muchos de los hombres, ya sean vainillas o de la D/s, no me excita mucho el pensar en estar con dos mujeres. Me intriga más la dinámica de dos hombres con una mujer. E incluso, entonces, de una manera especial, tampoco estaría muy interesado en encontrarme con otra pareja. Lo que me gustaría es la idea de compartir con otro hombre a una mujer con la que yo estuviera involucrado.

Mi atención se centra en la intersección entre ella y yo. Son sus respuestas las que estoy atendiendo y que son muy interesantes para mí. Yo soy quien está a cargo de ella. Superficialmente, no siempre pudiera parecerlo. Si le doy mano libre con ella, ésta es mía para dar o negar. Ella lo sabe. Puedo decirla que haga cosas para él o dejar que él decida por sí mismo lo que ella debería hacer, pero sé, y ella lo sabe, que lo está haciendo por mí.

Miro para ver cómo se siente sobre lo que está haciendo. ¿Está ella entusiasmada? De verdad, creo que un montón de mujeres, tanto vainillas como sumisas, han pensado en ser folladas por dos hombres (o más) a la vez. He considerado esto como el núcleo de una fantasía sexual. Ser el centro de atención, no sólo para uno sino para dos hombres, debe conllevar una poderosa carga erótica y ser un pulso para el ego. Sin embargo, por varios tipos de razones, muy pocas mujeres hoy en día suelen llevar a cabo tal cosa. Ellas son demasiado tímidas o piensan que está mal o nadie se lo han propuesto y no tienen el coraje de tomar la iniciativa. Una mujer me explicó que ella no creía que pudiera concentrarse en más de una persona a la vez, por lo que la tercera persona podría sentirse excluida. Y esto, sería una grosería por su parte. Es bueno ver que las costumbres no han desaparecido por completo.

Por lo tanto, tengo en mente tener un trío. Hemos hablado sobre ello y, en principio, ella está dispuesta. Tengo asumido y parece ser que lo hará para agradarme; pero, también tengo que suponer que el acto no será realmente desagradable para ella. No me gustaría llevarlo a cabo si yo pensara eso.

Tal como he dicho, quiero que ella sepa eso, se trata de algo entre ella y yo. No tengo ningún interés sexual en otros hombres y no estoy buscando que ella inicie una relación con otro hombre más. Yo sólo quiero compartirla una tarde. Supongo que es natural para una mujer preguntarse, si él está interesado por mí, como él dice que es, ¿por qué está tan ansioso para darme a alguien más? Esta es una buena pregunta. La respuesta es, en parte, si ella realmente me pertenece sexualmente, como  dice que es. Entonces, es una buena prueba de hasta dónde ella está dispuesta a someterse a mí y si yo puedo regalarla, aunque sea temporalmente. En cierto modo, es una especie de prueba para ella. A pesar de las reservas que tenga, ¿hará esto por mí? Estaré muy contento si, sabiendo lo mucho que lo deseo, ella está dispuesta a llegar hasta el final. También es una prueba para mí. Voy a sentir muchos celos (no creo que fuera feliz si yo no lo deseara), pero sé que puedo lidiar este tema.

Me gustaría tener un sentimiento muy dominante al ver a otro hombre haciéndole cosas a ella. Sólo quiero ver cuán puta es. Por supuesto, no una puta cualquiera, sino mi puta. Además, quiero presumir de ella, porque estoy orgulloso de ella. Mi curiosidad sexual se excita. Siempre hay algo de sadismo en el voyerismo. Es humillante para ella mostrarme lo puta que es, ya que realmente quiere hacer esto, que está dispuesta a sobreponerse a su modestia natural al permitir verla a la vez que se expone por sí misma. Y yo disfruto con esa humillación.

Me gusta y quiero divertirme con ella. Quiero que se divierta conmigo. Creo que una mujer tiene que ser un poco traviesa para hacer algo como esto y esas son las mujeres que yo amo, las mujeres a las que yo quiero hacerles cosas malas, con hombres malos. Me gusta romper los tabúes y me gustan las mujeres que sienten lo mismo. Pero es importante encontrar al hombre apropiado, alguien con quien ella se sienta cómoda, alguien que comprenda a las mujeres sumisas y las trate con respeto, mientras las usa para su placer, alguien que sea emocionalmente estable, experimentado, alguien que a ella le guste y, por supuesto, alguien que a ella le atraiga. Una de las cosas que necesitará, es sentirse segura de que conseguirá una atención posterior. Sé, por experiencia, lo mucho que este tipo de encuentro puede afectar a los sentimientos de una mujer. Tengo que ayudar a bajarla y después hacer que se sienta bien consigo misma.

lunes, 27 de enero de 2014

La excitación de una sumisa

Sumisa: Persona inclinada o dispuesta a someterse a las órdenes o deseos de un Dominante o que muestra tal inclinación.

Cada sumisa se somete a diferentes cosas y de diferentes maneras. Para algunas, es al dolor. Otras, sienten inclinación por tener algún tipo de control en sus vidas. Hay algunas, donde es puramente sexual. Para shy, es algo más profundo que cualquier otra cosa física.

Una vez, le preguntaron: “¿Qué es lo que más te excita de este estilo de vida?” y con su respuesta, se ganó el orgullo del dominante con el que estaba hablando. Así pues, he aquí una versión mucho más extendida de dicha respuesta.

“En el mundo vainilla, me he citado, he dormido con hombres, me he casado, me he divorciado e incluso tengo dos hijas. En ese mismo mundo, he sido víctima de abusos, de decepciones, de mentiras, engaños y me han destrozado irreparablemente. En ese mismo mundo vainilla, la sociedad nos dice que es “normal.” Me he visto obligada a creer que soy fea, gorda, inútil, barata, cachonda, no buena y estúpida, cuando, en realidad, soy una mujer normal, de buen ver e inteligente.”

“Sé que esas cosas pueden ocurrir en cualquier tipo de relación. Pero, también sé que no he sido feliz, realmente, nunca lo he sido. Y, con el fin de encontrar esa felicidad, busqué otras personas. Busqué la felicidad en gente que no me podía ofrecer lo que yo necesitaba. Y no sus defectos. No sabían mejor que yo lo que necesitaba. Y, seamos sinceros, les aseguro que no sabía lo que yo necesitaba. En realidad, es culpa mía más que de los demás. Pero, me estoy apartando de ese camino.”

Al final, se miró a mí misma, buscó en su alma, su corazón y su mente. Pensó en su deseo, lo que la excita y en lo que no la excita.

A través de la lectura de muchos libros, se dió cuenta que las relaciones vainillas, mientras eran entrañables, no le aportaban nada. No le hacían añorar una relación como la de ellos. No le hacían suspirar melancólicamente, deseando ser la heroína de dichos libros.

Pero luego, se dió cuenta que cuando leía libros donde las historias de amor eran las de una mujer que se entrega plenamente al hombre que ella ama y él acepta dicha entrega y dan un paso hacia adelante, no solo para cuidar de sus necesidades sexuales, sino de cada necesidad, esto le hacía cobrar vida mientras leía esos libros.

Ella no podía explicarlo. En realidad, esa desconocida inquietud ha estado germinando dentro de ella durante años y nunca se había dado cuenta de su tendencia, hasta que leyó la trilogía de “Las cincuenta sombras de Grey,” y se sintió viva, por primera vez, en mucho tiempo.

Así pues, esto la lleva de vuelta a la pregunta original que se le había hecho: “¿Qué es lo que más te excita del estilo de vida de la D/s?”

“Puedo decir honestamente, que no son los látigos, ni lo plugs, pinzas, floggers, canes, cuerdas, fustas, esposas o cadenas. Ni los juegos del culo, ni de la edad, ni la tortura o cualquier otra forma de diversión que proceda de la D/s.”

“Cuando la gente oye las frases que rodean al mundillo de los dominantes y sumisas, asumen que se trata de perversión.”

“Pero, para mí, se trata de la entrega. Se trata de mirar a los ojos de tu amante y saber, sin lugar a dudas, que él hará todo lo posible para darte exactamente lo que necesitas. Se trata de que él sea capaz de verte respirar, ver que tus músculos se contraen nerviosamente en su cuerpo, ver la manera que te mueves y saber exactamente lo que pasa por tu mente o si algo te está molestando.”

“Ser sumisa es estar totalmente abierta, sin secretos, sin paredes y sin mentiras. Se trata de tener a alguien en tu vida que te proteja a toda costa, te ame sin importar los por qué, siempre anteponiendo tus necesidades y presionándote más allá de tus límites, porque sabe que puedes dar mucho más de lo que tú piensas que puedes.”

“Lo que me atrae de la vida de la D/s, es la danza mental y emocional entre dos personas que hace que los aspectos físicos sean tan increíbles como son.”

 “¿Cuál es la diferencia entre consumar una relación y la violación?”

“El consentimiento.”

“¿Cuál es la diferencia entre el sadismo y el abuso?”

“El consentimiento.”

“¿Cuál es la diferencia entre ser dominada y ser controlada?

“El consentimiento.”

Las respuestas de shy a mis preguntas fueron contundentes y sin dudar.

“Y, ¿qué trae el consentimiento?” le pregunté.

“La entrega total y la confianza. Y no es una calle de dirección única. Es que la sumisa entrega su mente, su cuerpo, su alma y confiando que él no se aprovechará de ella. Y el dominante, entregando su vida, sólo se preocupa por las necesidades de ella y confía en que su sumisa no se aprovechará de él y es siempre honesto con sus emociones y pensamientos,” me contestó.

Así, en respuesta a la pregunta antes mencionada, no es el sexo o los juguetes eróticos o los implementos los que la excitan. Es la confianza, la entrega, el cariño, la protección, el deseo y la capacidad de respuesta lo que la excitan. Y los abrazos. Tampoco puede olvidar los mimos y las caricias. El placer y el dolor.

Nota: Aunque soy un crítico feroz de “Las cincuenta sombras de Grey,” por su pésimo estilo literario, no dejo de reconocer que esta trilogía ha sido un revulsivo erótico de gran calado en muchas mujeres.

viernes, 24 de enero de 2014

Por favor...



Quiero sentirte. Quiero sentir tu cuerpo apretado contra el mío. Quiero sentir tus pechos desnudos contra mi pecho. Quiero sentir tus pezones endurecidos contra mi lengua, mientras los lamo y succiono. Quiero sentir que te humedeces, mientras me deslizo mucho más allá de tus pliegues resbaladizos.

Quiero sentir tu pulso en mis dedos mientras aprieto suavemente tu garganta con mis dedos. Quiero sentir tu estremecimiento bajo mi peso, mientras azoto tus nalgas redondas. Quiero sentir que orgasmas fuerte conmigo, mientras me libero profundamente dentro de tí.

Quiero oírte  cómo chillas de placer con cada azote. Quiero oírte suplicarme más y más. Quiero oírte cómo me pides que te azote más, y más fuerte. Quiero oírte respirar con dificultad mientras gimes mi nombre. Quiero escuchar que me llamas Amo mientras te arrastras hacia mí.

Pero, por favor, no me hagas rogarte, no me hagas desearte, no me hagas soñar, no me hagas esperar, no me crees esperanzas.

Por favor…,

miércoles, 22 de enero de 2014

La espera



Ella está tendida en el suelo, desnuda. A él le gusta que ella esté desnuda mientras permanece vestido. Él sabe que este gesto la hace sentirse subyugada, en desventaja y disponible. Sus muñecas están esposadas delante de ella y encadenada al collar que rodea su cuello. No está incómoda. Le ha hecho esto para recordarle quién es él y lo que ella es. No está en libertad.

Ella escucha el movimiento de las páginas, mientras él lee su libro. Es bastante aburrido, está acostado. Pero, su aburrimiento está erotizado. Porque lo que quiere de ella, es que espere, a sabiendas de que será él quien decida si pasa algo. Ella no sabe lo que él pudiera querer hacer con ella, eventualmente, o cuando él crea o quiera hacerlo. O, incluso, si no quiere hacer nada, en absoluto. Simplemente, podría enviarla a la cama. Y ella se iría sin protestar, aunque podría permitirse el lujo de hacer gestos de puchero cuando no mirase.

Así pues, ella espera. Tendrá que esperar toda la noche si ese es su placer. Es humillante, sólo el acostarse desnuda, pendiente de su palabra, sin tener voz en el asunto. Y él, lo sabe y conoce que ella necesita esta humillación, lo cual la hace todavía más humillante. Ha llegado a darse cuenta que esto es lo que ella desea más y más. Lo que ella necesita. Para estar a su entera disposición. Ella sabe que lo hará todo por él, todo. Las cosas más extremas, las cosas realmente vergonzosas pueden ser más difíciles. Tal vez, ella no podría hacerlas si se tratara de su capricho, un capricho pasajero. Pero, ella sólo necesita sentir toda la fuerza de su deseo y saltará sobre ello. Si quiere algo lo suficientemente malo, ella lo hará por él.

Pero, lo único que él quiere ahora es que ella espere. Él no es cruel. Le ha preguntado si está lo suficientemente caliente y, de vez en cuando, le da un sorbo de su copa de vino. Él cambia de posición y estira una pierna, apoyándola sobre la cadera de ella. Ahora, parece que ella forma parte del mobiliario. Hay una palabra para esto: fornofilia. Una forma más de objetificación. Al final, todo viene a ser lo mismo, lo que sea que decida hacer, incluso, sin hacer nada, todo es lo mismo. Es absolutamente esencial para ella, renunciar a su derecho a decidir, a ponerse ella misma en sus manos.

“Tráeme otra copa de vino,” le dice. Ella se dirige a la cocina, esperando que haya una botella abierta. Manipular un sacacorchos con las esposas puestas puede ser complicado. Ella está de suerte. Vuelve con la copa de vino y se la entrega.

“Pon tu cabeza en mi regazo,” le dice. ¿Es esto progreso? ¿La llevará a algo más? Algunas veces, cuando ella está en esa posición, se ha metido su polla en la boca, no para chuparla, sino para mantenerla dentro. Cada vez más, ella ha llegado a ver que su sumisión tiene dos formas. Por un parte, se está sometiendo a todas las cosas que él quiere hacerle, follarla, hacerla sufrir y usarla de todas las maneras posibles. Pero, existe también la prestación del servicio, hacer cosas para él. No siempre se trata de cosas sexuales, aunque, de alguna manera, todo está sexualizado entre ellos. Simplemente, son cosas que a él le gusta que ella haga para él y por él y ella se presta felizmente hacer estos tipos de servicios. Algunos servicios puede ser por sí mismos muy humillantes, cosas que ella pensaba que nunca haría, cosas que ella nunca había pensado. Es extraño cómo las cosas brillan en cada uno, despiertan deseos que ninguno de los dos sabían que existían dentro de ellos.

Y, por lo tanto, espera para descubrir lo que él pudiera necesitar de ella. Tal como el poeta dijo: “También sirve quien está de pie y espera.” También se podría añadir a este verso: “O se acuesta o se arrodilla.” Milton, todo un tipo muy dominante.