domingo, 15 de agosto de 2021

Éxtasis

 Su tacto era tan suave, tan lento y delicado, cuando abrió los pliegues de su sexo. Ella se encontró conteniendo la respiración, mientras sus dedos exploraban cada centímetro de su cuerpo, abriéndose ante su mirada. Mirando hacia debajo de su cuerpo, pudo ver la mirada atenta en su rostro, cuando la examinaba. Sus manos nunca se alejaron de su coño mientras sus dedos acariciaban y exploraban. Incluso después de todo ese tiempo juntos, de repente, sintió que se avergonzaba de su mirada sobre ella. La luz del día que inundaba la habitación e iluminaba su cuerpo, sólo sirvió para aumentar su sensación de vulnerabilidad.

Durante un breve momento, ella estuvo a punto de alejarse, pero, de alguna manera, él debió haber sentido su malestar, porque de repente, sintió una de sus manos en la parte inferior de su vientre, presionando hacia abajo, como para mantenerla en su lugar antes de sumergirse entre los suaves labios de su vagina, separándolos y abriéndolos, y tomando el palpitante capullo de su clítoris entre su pulgar e índice y, ¡oh! burlándose tan lentamente y frotándolo, haciendo que sus caderas se arqueasen hacia fuera de la cama, mientras las pulsaciones eléctricas de placer se precipitaban dentro de ella. 

Ahora, todos los pensamientos de timidez se habían desvanecidos y ella estaba presionando sus manos hacia abajo, desesperada por sentir sus dedos dentro de ella. Pero, él no se apresuraba, y con movimientos agonizantes y lentos, pero deliberados, continuaba con su constante exploración en ella. Ésta creía que nunca la habían tocado tan íntimamente o con una deliberación tan pausada y controlada. Sentía como si todo se tratase de su coño, su único enfoque era ese lugar entre sus muslos y no existía nada más. Desapareció la habitación, el aire, los sonidos, su respiración, incluso su propio cuerpo, y todo lo que quedaba era su sexo.

Recuerda sus dedos presionando profundamente dentro de ella y la frotación firme y lenta de ese punto sensible en la pared de su vagina. Recuerda la sensación de sus jugos calientes a la vez que se filtraban desde su interior y recorrían sus muslos y nalgas, el latido y el dolor de su clítoris, mientras él continuaba con su masaje lento y deliberado. Recuerda la forma en que abrió las piernas lo más que pudo, la sensación de plenitud cuando lentamente introdujo más dedos en ella. Recuerda la forma en que los músculos de la parte inferior de su abdomen comenzaron a contraerse y a tener espasmos, cuando su orgasmo comenzó a crecer profundamente dentro de ella.

Por un momento, sintió como si estuviera siendo enrollada como un resorte, enrollada cada vez más fuerte por sus movimientos controlados, cuando lo que su cuerpo parecía querer era más, más profundidad, más dureza, más plenitud, más rapidez, más fuerte, fuerte y entonces, recuerda la inclinación de su cabeza, el calor de su aliento y, por fin, el calor abrasador de su boca sobre ella.

Y luego, el éxtasis.

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