El
otro día, después de haber estado teniendo alguna interacción erótica online
con una sumisa (lo siento, esto suena demasiado aséptico), nos estuvimos riendo
un buen rato y ella me dijo: “¿Hay algo más que yo pueda hacer por usted, Señor?”
Por parte de ella, fue una dulzura que preguntara y entendí el espíritu de lo que dijo y, de
hecho, jugamos un poco más. Pero después, me pregunté, si tal vez, la pregunta
podría ser hecha como una escalada de la parte inferior hacia la superior, de
la sumisa a su Dominante. ¿Realmente, quería decir que no había algo más que me
pudiera gustar de ella, sino más bien, considerar la posibilidad de que ella hiciera
algo más, porque no estaba plenamente satisfecha y me aumentara mi atracción
hacia ella?
Las
mujeres sumisas pueden estar muy necesitadas e, incluso, hambrientas. Una vez
que consigues excitarlas, su apetito por el juego sexual puede ser agudo y, a
veces, voraz. Por supuesto, es muy excitante para el dominante llevarla hacia
adelante. Cuánto más quiera ella que le haga cosas, él más quiere hacérselas.
Pero, es importante que él retenga el control. Él no quiere que renunciar a la
iniciativa. Es él quien se supone que está presionando, no ella. Las mujeres
sumisas pueden ser muy ingeniosas buscando la manera de cómo manipular la
situación para su provecho. Ellas saben que deben mantener, al menos, la
ilusión de que el dominante permanece en el cargo. Pero, a menos que seas
cuidadoso, se puede encontrar que, sin darse cuenta cómo, le has permitido
llevar la voz cantante. Por lo tanto, se requiere una vigilancia constante si
no quieres estar fuera del juego.
Existe
una línea muy fina entre que ella tome la iniciativa, que esté dispuesta y sea
creativa. Si ella sugiere cosas que me pudieran gustar hacerle, si ella propone
ciertos desarrollos o refinamientos en nuestras pequeñas sesiones, creo que se
está comportando como debiera una buena sumisa, encontrando nuevos caminos para
agradar a su dominante. Es todo un problema de cómo ella va en esto. Si yo
siento que está diciendo que necesito esto o quiero aquello y, por favor,
házmelo, se me pondrían los pelos de punta. Sentiría que yo estaba subvalorado.
Pero si ella dice dulcemente o incluso con picardía: “Señor…” entonces
consideraría que es la conducta de una buena mujer poco ansiosa por complacer. Me
sentiría feliz porque ella participe activamente en su propia sumisión.
Cuando
le describes una fantasía, es bueno que ella diga, “¿es esto algo que, de
verdad, le gustaría, Señor?” Es bueno si ella intenta asegurarse que es lo que
usted activamente quiere, no solo algo que usted piensa que podría excitarla.
Cuán afortunados seríamos si cada uno de nosotros quisiéramos encajar
perfectamente en los deseos de la otra parte.