miércoles, 10 de septiembre de 2014

Auto respeto de la puta

Algunas veces, una mujer sumisa teme que si su Dominante supiera todas las  cosas sucias que están en su mente, no la volvería a respetar más. Él sólo piensa que ella es una puta poco viciosa. Personalmente, no hay nada que me guste tanto como una puta poco viciosa, pues nunca me ha dejado de dar todo el respeto que quiere. Pero, ¿qué pasa si es lo contrario? ¿Qué pasa si el dominante está tan impresionado por ella, que piensa que es tan maravillosa que él no puede conseguir que deje de hacer cosas malas? ¿Qué pasa si él quiere ponerla en un pedestal, en vez de ponerla sobre sus rodillas? Esto es muy malo para ella, ¿no es así?

Sospecho que algunas de las cosas, a las sumisas pueden parecerles demasiado extremas, incluso, chocantes, especialmente, cuando están al principio de la relación con su dominante.

Pues, en este tema, a nosotros nos gusta ser francos y voy enumerar unas pocas. Creo que cualquier dominante novato, fuera de aquí, debería saber lo peor. No sé si hay necesariamente alguna chica que quiera todas estas cosas, pero me consta que, por lo menos, una quiere. Por lo tanto, mire hacia otro lado ahora, si usted tiene ilusiones acerca de la pureza y la altura de miras de las mujeres.

Ella quiere que la pongan en un rincón con el culo desnudo y que la hagan esperar hasta que él la reprenda por su tozudez, su descaro y sus bravuconadas. Hasta que él la hable de la necesidad de obedecer. Hasta que él la castigue por hablar fuera de turno o por sus malas costumbres (jugar con su coño, cuando ella no tiene derecho a hacerlo). Hasta que él decida azotar su obstinación.

Ella quiere que ser llamada con los siguientes nombres: zorra sucia, puta, asquerosa, juguete de follar, coño.

Ella quiere ser postrada en el suelo, retorciéndose de lujuria insatisfecha, su coño palpitante y babeando, gimiendo y pidiendo la liberación, alegando que él la permita que se corra. Y luego, ella quiere que se lo deniegue. O, al menos, la mitad de ella lo pide.

Ella quiere ser su chica pequeña y querida, su dulce chica, su niña traviesa.

Ella quiere ser depravada, degradada, deshonrada, envilecida y abusada.

Ella quiere ser exhibida ante cualquier persona a la que él quiera mostrarla. Ella quiere ser examinada e inspeccionada, pinchada y probada. Ella quiere tener su pudor ultrajado y sus vergüenzas desnudadas.

Ella quiere ser enculada. Quiere que su culo sea penetrado, invadido, dilatado y violado. Quiere que su culo sea golpeado por una polla grande y dura. Ella quiere ser su pequeño culo de puta para él.

Quiere ser atada de tal manera, que no pueda moverse, y luego, interferida y sometida a toda clase de indecencias.

Ella quiere ser abofeteada y pellizcada y ahogada y herida hasta que le duela todo su cuerpo.

Ella quiere que él la folle en su cabeza.

Pero, aquí está el problema. Hay otra cosa que yo sé con seguridad que todos quieren, no en lugar de las anteriores, sino al igual que ellas. Ellos quieren ser abrazados y besados y respetado y valorados. En esto, no veo una paradoja. Al contrario.

Espero que sea lo que el Dominante también quiere. Quiere una mujer que desee esas cosas morbosas que he enumerado anteriormente, pero, quién tiene el propio respeto, quién es independiente y se pone de pie por sí misma y no recoge la mierda de los hombres y sabiendo lo mucho que vale la pena. Él no quiere un felpudo, porque ¿dónde está la diversión en la degradación de una mujer que realmente piensa que ella es inútil? Pero, él no quiere que tampoco sea una diosa atrapada en un pedestal. Una de las razones por las que la respeta, es porque no tiene miedo de admitirle lo que ella es y lo que ella quiere. De hecho, él quiere que se sienta orgullosa de ello. Orgullosa de ser una puta que se precie.

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