viernes, 20 de abril de 2012

Una reflexión sobre el dolor


“Estoy harta, Ben Alí…

Como masoquista, se me pregunta con más frecuencia de lo habitual, qué es lo yo recibo del dolor en sí. Me lo han preguntado tantas veces, que mi respuesta se ha hecho rutinaria y hasta agresiva (especialmente para algunas personas) y siempre ha sido tan simple como: “Me encanta la estimulación mental y física y la liberación que el dolor me proporciona.”

En muchos sentidos, no hay nada más que eso. No soy una masoquista de la gratificación sexual posterior, ni tengo la necesidad del sentido de la absolución del castigo por las ofensas pasadas. Definitivamente, no soy una adicta de las endorfinas y sí, el dolor no duele. De hecho, me duele mucho. Es por eso que se llama dolor y por qué tanta gente se pasa la vida entera buscando las maneras de evitarlo.

Por lo tanto, ¿qué es realmente? ¿Estoy loca?

No del todo.

He descubierto mi satisfacción de que el dolor puede proporcionarme un auténtico reto a mi capacidad de auto control como mujer y como ser humano. Esta es una declaración contradictoria por sí misma, puesto que, mientras la lucha continuaba para permanecer en la postura para manipular las sensaciones intensas y abrumadoras que el dolor proporciona, es embriagador y adictivo para mi masoquismo – así que también, es el deseo de tener ese empuje dinámico para resistir completamente desnuda y desarbolada, incluso destruida.

Vista, expuesta, reconocida, manipulada, usada y desechada.

¡Liberada!

La libertad es una señal de entrega. El dolor, no es nada mas que mi catalizador.”

Me dijo ella…

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