miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Por qué sádico?


Sé muchas cosas sobre mí mismo, en términos de lo que no quiero o no me atraen. Por ejemplo, no puedo imaginarme que yo quiera hacer daño a alguien a quien no le importo. Si alguien no me importa, no creo que me preocupe por su dolor. Por supuesto, hablo del dolor que intencionadamente induzco. Haré cualquier cosa por ayudar a alguien que esté sufriendo y si hago daño intencionadamente, seré el primero en disculparme y compensarle.

 

Por lo tanto, soy hombre normal para todas las intenciones y propósitos. Soy bueno con los animales, los niños, respetuoso con todo el mundo, también con las mujeres mayores y si tú infringes mis límites, seré cortés cuando me permitas conocerlos. Conduzco con precaución, tiro la basura en el contenedor, cumplo las leyes, pago mis impuestos, etc.

 

Sólo cuando mi corazón se estira para tocar a una mujer, cuando la huelo y mi interior me dice que la quiero a mí lado, es cuando mis garras salen. No puedo evitarlo.

 

No, no, eso no es cierto. Sí, puedo. Yo, en verdad, puedo intentarlo, pero, no más. Yo solía controlar mis impulsos hasta el punto de encerrarme en mí mismo emocionalmente. Hubo un tiempo en que yo pensaba que era mejor que no sintiera nada  mientras hacía el amor, que arriesgarme a traicionar su confianza haciéndole daño.

 

Me siento emocionalmente tan frío. Es una congelación  interior y necesito calentarme  yo mismo. Y sé que se está caliente en el interior de ella. Es cálido y amoroso y mi cuerpo está caliente después de pensar en ella, pero mi corazón sigue todavía frío. ¡Tan frío!

 

Pero, cuando huelo la dulzura del aliento llevándose sus gritos, cuando bebo la salinidad de sus lágrimas, se lleva también mi corazón hacia su interior. Ella se abre y con sus escalofríos de dolor me invita a pasar. Y para esos momentos, cuando  controlo su mundo, su percepción y su existencia, ella está envuelta a mi alrededor, en cuerpo y alma. Y me siento caliente. Finalmente, caliente.

 

En esencia, necesito a alguien para alimentarme emocional y espiritualmente. Y tengo mucho que dar a esa alguien que necesite alimentarme. He conocido mujeres que tienen los mismos anhelos complementarios que los que yo tengo. Esto no es un juego. De ninguna manera, se trata de un juego.  No se trata de trajes fantasiosos ni juguetes brillantes. Se trata de establecer una simbiosis. Puede que no sea amor, pero habrá principalmente respeto mutuo, protección y, lo más importante de todo, una profunda comprensión e intimidad.

 

Realmente, no sé cómo clasificarme a mí mismo. Te haré daño porque por eso soy sádico. Pero, también te usaré y espero tu obediencia, porque, por eso mismo, soy una especie de Dominante. Aunque, al final, sólo soy  yo. No creo que sea un sádico puro porque no haré daño a nadie por diversión. Para mí, no es una diversión. Solamente cazaré para satisfacer el hambre y tengo la suerte de que existen esas mujeres con la misma hambre que yo tengo. Mujeres de mi misma especie, si se quiere.

 

Bajo mi forma de pensar, la intimidad puede conseguirse solamente cuando nos esforzamos por conseguirla. Está más allá de lo consensuado; tú, simplemente, no puedes consentir que alguien más esté intimando contigo, tendrás que estar buscando mucho esa intimidad. Por eso, yo no soy un peligro para nadie, pero solamente esas mujeres que buscan la misma cosa que yo, son mis presas. Necesito que ella sea mi cómplice ansiosa en su propia orgía y ni siquiera le pediría a una sumisa que “lo aceptara para agradarme.” No, ella tiene que envolverme con sus propias piernas, sus propios brazos, su propio cuerpo y su propio corazón.

 

Y así es como la oscuridad sobrevive en mí, sin ser anulado por mi moral o metas para ser un hombre bueno y honorable. Sólo busco mi igual, ni más ni menos. Ella buscará dolor de mi parte, ella puede elegir el someterme, pero cada golpe de corazón que gaste conmigo será por su propia elección. Si ella no prospera y crece y encuentra su felicidad  debajo de mí, ella nunca será capaz de llevar mi peso.

 

Te aseguro que a cualquiera que yo elija para que sea formidable y magnificente por su propio derecho, no necesita ser posicionada. Cualquier cuerpo que sea menos, no tendrá mi interés. Ni el sadismo ni el masoquismo son algo que sea visible desde el exterior; hay una fuerza interior que es obvia en su esencia.

 

No me importa ya  si me asusta la gente que me rodea. Estoy cansado de jugar bajo esta... esta… esta emocional desfiguración, si se quiere. Estoy abierto a la oscuridad de mi interior y a lo que necesito. Cualquier mujer perceptiva con un cierto pulso, de alguna manera, lo olerá en mí. Y quienes estén interesadas en gustos como el mío, principalmente, no estarán amenazadas. Eso lo sé.

 

¿Qué hacen los sádicos para liberarse de esto?

 

¿Usted cree que yo expreso afecto y dolor al infligir dolor? ¿Eso hace que ella grite y se entregue a los torrentes de emociones que dentro de ella misma son un acto de cuidado y cariño?

 

No es tan interesante como parece, aunque, me excita cuando ella se encoge  y lucha para estarse quieta durante mi ataque. Si ella intenta escaparse, ello me provoca un impulso felino para jugar con mi presa. Esa necesidad, por sí misma, no es hacerle daño sino para divertirme con ella, a su costa. ¿Cruel o no? Yo no estoy tan seguro de que sea tan importante.

 

Aunque, en un principio, me tranquiliza. Si eres o has sido fumador, conoces la ansiedad y los nudos que se sienten cuando se está en el proceso de abandonar el tabaco. Imagina la riada de relajación que fluye sobre ti y dentro de ti después de unas pocas caladas. Así es como se siente, respirando su dolor. Y ello no tiene que ser elaborado o prolongado; subrepticiamente, pellizco su pezón y bloqueando sus  ojos  y viendo su cambio de expresión desde lo lúdico, con respecto al dolor, el morder su labio para ahogar el grito, puede ser más que suficiente.

 

E imagine que ella presiona  con su mano en vez de tratar de evitarlo. Imagine que ella, sin decir palabra, pide más, tú aceptándolo de todo corazón, nadando contra la corriente del instinto, diciéndole a ella que se aleje del dolor. ¿Cómo puede alguien permanecer frío ante tal aceptación?

 

Me gusta pensar en mi impulso como constructivo más que destructivo. Sin nada más, por lo menos, mi impulso es debido a la apreciación de la belleza más que a ensuciarla. Mi impulso es para estar en comunión con ella, conectar con ella, para conseguir su expresión de cómo yo le impacto. Para quererla, mostrarle mi aprecio por todo lo que ella es al obligarla volar en su mente y su corazón, para que ella sea libre y sienta y perciba todo lo que ella sea capaz. Controlar su experiencia y dejarla que vuele aunque ella esté en mis manos.

 

Creo en los términos del sádico con los que yo la analizo, la evalúo e intento predecir su reacción mientras  controlo su cuerpo, y a través de él, su mente. Como sádico, no creo tanto en los términos de liderarla y presionarla a realizarla para mí; pienso sobre cómo asumir el control de sus emociones y dominarla, cogerla, usarla y devorarla.


Pero, por encima de todo, sigo siendo un sádico responsable…

2 comentarios:

  1. Es un placer leerlo.
    Saludos Señor Ben Alí.

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  2. Su sumisa es una persona muy afortunada,
    cuanto mas lo leo, mas lo creo.

    Un beso Ben Alí

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