El estilo de
vida de una relación entre un Dominante y una sumisa está basado en la voluntad
de transferir el poder entre una sumisa y su Dominante. Las
sumisas se sienten atraídas por la fuerza, el poder y el carisma del Dominante.
Responden cediéndolo al mismo que, a su vez, le autoriza a vivir más plenamente
de acuerdo con su naturaleza. La manifestación de este poder dinámico es el
control de la sumisa por el Dominante. Y el método más efectivo de mantener el
control, de tal manera que mejore la experiencia para ambas partes, es
establecer un marco útil de normas y rituales.
Las normas y rituales son instrumentos de
larga tradición usados para controlar las conductas de una persona o grupo. Las
ceremonias de bodas, las fuerzas armadas, los funerales, miembros de clubs,
reuniones familiares, incluso nacimientos, etc., están todos sujetos a un
ritual. Proporciona la estructura y crean un sentido de pertenencia. También
puede ser un recuerdo poderoso de lo que somos y nos ayuda a mantener nuestros
compromisos en la mente, bien hacia otros, bien hacia nosotros mismos.
En una relación Amo/sumisa, las reglas y
rituales son usados para entrenar y enfocar la mente, para establecer límites y
una atmósfera donde la sumisa se sienta segura y cuidada. Ayudan a crear un
ambiente seguro, en el cual la sumisa es capaz de expresar su necesidad de ser
controlada y el Dominante es capaz de realizar su deseo de control. La
observación de las reglas y rituales también sirve para centrar la
concentración de la sumisa en el servicio y en el Dominante, mientras que este
mantiene en su mente la responsabilidad hacia la sumisa a través del
seguimiento y el cumplimiento.
Además, este marco proporciona un
importante mecanismo en el mantenimiento de la relación D/s, sin el cual,
perdería su estructura y eventualmente caería en el caos y la discordia.
Puede ser útil empezar por algunas
definiciones. Las normas dictan lo que deberá ser hecho o no hecho. Los
rituales indican la manera que la sesión se va a realizar o el reconocimiento
dado.
Es importante para la sumisa distinguir
la diferencia entre un Dominante y un matón o un tirano. Es muy fácil para
alguien más grande y más fuerte forzar la voluntad de otra persona, pero la
motivación subyacente es el factor distintivo. El matón controla por miedo o la
inseguridad que demanda controlando a otro. Exigen obediencia con el fin de
validarse a si mismos. Irónicamente, esto les conduce con normalidad a ser
dependientes de sus víctimas. Claramente, esta clase de conducta es abusiva.
Por otra parte, los Dominantes están
motivados por un profundo deseo de desarrollar y potenciar a las sumisas. Ellos
poseen un alto grado de confianza en si mismos y auto control. Y aunque el Dominante
consigue mucha satisfacción controlando a una sumisa, últimamente, el servicio
de la sumisa es su derecho fundamental, el Dominante la liderará en su camino
sin obstáculos. El matón es incapaz de responder de esta manera. Ellos
amenazarán, seguirán y, en algunos casos trágicos, responderán violentamente en
caso de que la sumisa no quiera continuar con la relación. Esta no es la
conducta de un Dominante.
Es igualmente importante, comprender la
diferencia entre una sumisa y una víctima. No es sorprendente que el
diferenciador principal sea el poder. En un extremo, está la víctima, despojada
de todo poder, viviendo con miedo y desesperación. En el otro extremo de la
escala, está la sumisa, sexualmente cargada de energía y altamente motivada a
través de sus logros.
La sumisión es un ejercicio de poder tan
estimulante para la sumisa como el control lo es para el Dominante. La sumisa
plenamente realizada vibra en este estado y lo busca en todo momento. El Dominante
responsable comprende las implicaciones de esta declaración: “Si su estado de
sumisión no es continuamente reforzado, la sumisa se sentirá abandonada e
insatisfecha.”
Y aunque la naturaleza, el número, la
prioridad de las normas y los rituales varien, una cosa está muy clara, que son
esenciales para una relación D/s sana.
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