domingo, 17 de febrero de 2013

Diez minutos de ficción: La violación


Por motivos que no vienen al caso, me he llevado bastantes días sin escribir. Así que hoy domingo por la mañana, me despierto con las últimas cuatro líneas de una historia en mi cabeza. No sabía si debería levantarme para escribirlas o perderlas. Así que,  me he levantado a las siete y media de la mañana, encendí mi portátil y las escribí. Desayuné y luego me puse a escribir el resto de esta historia.

La violación se desarrolla en una serie de actos, como un drama muy conocido, cuyo final es predecible y, aun así, mantiene la atención con la repetición de cada nueva violación

En el primer acto, ella es abducida. Su realidad es eliminada y reemplazada por una de su propia invención. En este nuevo lugar, no hay nada más que comodidades, nada que no sea familiar. No hay seguridad.

En el segundo acto, ella es secuestrada. Las cuerdas, usadas para obligarla. Las esposas, para mantenerla como rehén. Ella está inclinada y conformada en una posición que le agrada, pero la aterroriza. Ella está abierta, con las piernas separadas, expuesta y vulnerable. Ella no tiene fuerza para resistir, se siente impotente. Él hará lo que quiera.

En el tercer acto, él comienza con sus placeres. La atormenta y se burla de ella. Le coloca el antifaz, robándole su visión. No puede predecir donde el látigo puede caer, donde la cera puede gotear, donde el cuchillo puede cortar. La tensión de su cuerpo es como la cuerda tensa de un instrumento. Él juega con ella y esta grita y sus gritos son música para sus oídos.

En el cuarto acto, el uso de su cuerpo, penetrando sus agujeros y lamiendo y comiendo sus intimidades. Algunas veces, embistiéndole el mismo, otras veces, dedicándole su tiempo, él se deleita en su placer y, al final, en su dolor. Ahora, sus gritos ondulan, insaciables, hasta que logra su propia liberación. Este es siempre el punto culminante.

En el quinto y último acto, ella se siente libre, situada en su antigua realidad, una realidad que cambió para siempre.

El diálogo de esta obra es mínimo. Órdenes simples y duras. Sin embargo, incrustadas en un hilo común que teje su camino a través de los actos. Solo dos palabras, que ella repite una y otra vez. A veces, quejándose, otras gritando. Las palabras son: “Por favor.”

El resto del mundo escucha esto y piensa que es un motivo para la misericordia, un deseo de libertad, un escape del tormento.

Él las oye y sabe lo que, realmente, son y significan, una solicitud de permiso, un oscuro deseo de más.

El resto del mundo le llama violador, sádico y cosas peores.

Ella, simplemente, le llama, “Señor.”

2 comentarios:

  1. Precioso despertar,frío y calor, bajar al infierno para luego elevarse al "séptimo cielo", azotes y caricias, sexo salvaje y ternura infinita, palabras, miradas, así lo veo yo, saludos y mis respetos

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  2. "...una solicitud de permiso, un oscuro deseo de más y más y detener el momento y hacerlo infinito."

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