Cuando ella sale del cuarto de baño, él está sentado en un sillón.
En la mesa que está a al lado de él, hay un plug grande y negro y un tubo de
lubricante. Ella siente una prisa repentina por volver al cuarto de baño y
cerrar la puerta.
“Ven aquí,” le dice.
Cuando él habla en ese tono, sus piernas se vuelven gelatina. El
vuelo se hace imposible. Ella se dirige tambaleándose hacia él, temblándole las
rodillas.
“Bájate las bragas,” le ordena. Es otra de esas órdenes, dichas con
un tono de total autoridad, que ella encuentra totalmente convincente. Es como
si ella estuviese hipnotizada o drogada. Se levanta la falda y se baja las bragas
saliendo de ellas lo más elegantemente que puede. No sabiendo lo que hacer con
ellas, las mantiene fuera. Él las coge y las huele delicadamente. Por nada del
mundo, le gusta que él haga eso. Luego, él se las guarda en el bolsillo.
“Ahora, ponte sobre mis rodillas,” le ordena a ella.
Ella se pone boca abajo sobre su regazo, sus pies tocando
justamente el suelo, sus manos agarrándose a las patas de la silla para
apoyarse. Él levanta la falda para exponer su culo, que frota durante un
momento. Su turbación interior, la
hirviente masa de humillación, el miedo y la excitación se suavizan con el
tacto de su mano. Luego, ella escucha el leve ruido del lubricante que se lo
echa sobre su dedo. Con su mano libre, él separa las nalgas de su trasero. Ella
está muy contenta porque su rostro no está a la vista de él y no puede ver el
rubor de su cara. Siente la frialdad del lubricante en su pequeño y apretado
agujero. Le introduce su dedo, luego lo saca y pone más lubricante. Gradualmente,
su culo se mancha y se pone más resbaladizo y, a pesar de su vergüenza, ella
puede sentir ahora que está siendo dilatado.
Ella siente el plug presionando suavemente contra su ano. Lo contrae
en el sentido de la presión, tal como él le ha enseñado. Pero, ella sabe que es
un ajuste muy apretado. Piensa que es una cosa enorme y su esfínter es muy
estrecho y pequeño. “Por favor, tenga cuidado,” le insinúa ella.
Muy despacio, él introduce el plug dentro de ella, dilatando su
ano, el dolor es casi insoportable. Ciertamente, ella piensa que no puede más. Entonces,
de pronto, se desliza hasta el fondo y ella se siente llena, casi a rebosar, le
parece. Ahora que está taponada por completo, la sensación es muy buena. Estar abierta,
ser lo que él quiere que ella sea, consciente de su culo taponado para él,
justo de la manera que él quiere y desea. Ella hará cualquier cosa por él.
“Ahora, quiero que gatees por la habitación, parándote de vez en
cuando para mover tu culo taponado ante mí,” le dice.
“Oh, Dios, cualquier cosa menos eso,” piensa ella en su interior.
Pero, ¿qué opción tiene ella ahora? Obedientemente, ella se pone en marcha para
gatear, sintiendo los ojos de él sobre su culo, su culo penetrado y su culo
taponado.
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