sábado, 16 de febrero de 2013

Taponada


Cuando ella sale del cuarto de baño, él está sentado en un sillón. En la mesa que está a al lado de él, hay un plug grande y negro y un tubo de lubricante. Ella siente una prisa repentina por volver al cuarto de baño y cerrar la puerta.

“Ven aquí,” le dice.

Cuando él habla en ese tono, sus piernas se vuelven gelatina. El vuelo se hace imposible. Ella se dirige tambaleándose hacia él, temblándole las rodillas.

“Bájate las bragas,” le ordena. Es otra de esas órdenes, dichas con un tono de total autoridad, que ella encuentra totalmente convincente. Es como si ella estuviese hipnotizada o drogada.  Se levanta la falda y se baja las bragas saliendo de ellas lo más elegantemente que puede. No sabiendo lo que hacer con ellas, las mantiene fuera. Él las coge y las huele delicadamente. Por nada del mundo, le gusta que él haga eso. Luego, él se las guarda en el bolsillo.

“Ahora, ponte sobre mis rodillas,” le ordena a ella.

Ella se pone boca abajo sobre su regazo, sus pies tocando justamente el suelo, sus manos agarrándose a las patas de la silla para apoyarse. Él levanta la falda para exponer su culo, que frota durante un momento.  Su turbación interior, la hirviente masa de humillación, el miedo y la excitación se suavizan con el tacto de su mano. Luego, ella escucha el leve ruido del lubricante que se lo echa sobre su dedo. Con su mano libre, él separa las nalgas de su trasero. Ella está muy contenta porque su rostro no está a la vista de él y no puede ver el rubor de su cara. Siente la frialdad del lubricante en su pequeño y apretado agujero. Le introduce su dedo, luego lo saca y pone más lubricante. Gradualmente, su culo se mancha y se pone más resbaladizo y, a pesar de su vergüenza, ella puede sentir ahora que está siendo dilatado.

Ella siente el plug presionando suavemente contra su ano. Lo contrae en el sentido de la presión, tal como él le ha enseñado. Pero, ella sabe que es un ajuste muy apretado. Piensa que es una cosa enorme y su esfínter es muy estrecho y pequeño. “Por favor, tenga cuidado,” le insinúa ella.

Muy despacio, él introduce el plug dentro de ella, dilatando su ano, el dolor es casi insoportable. Ciertamente, ella piensa que no puede más. Entonces, de pronto, se desliza hasta el fondo y ella se siente llena, casi a rebosar, le parece. Ahora que está taponada por completo, la sensación es muy buena. Estar abierta, ser lo que él quiere que ella sea, consciente de su culo taponado para él, justo de la manera que él quiere y desea. Ella hará cualquier cosa por él.

“Ahora, quiero que gatees por la habitación, parándote de vez en cuando para mover tu culo taponado ante mí,” le dice.

“Oh, Dios, cualquier cosa menos eso,” piensa ella en su interior. Pero, ¿qué opción tiene ella ahora? Obedientemente, ella se pone en marcha para gatear, sintiendo los ojos de él sobre su culo, su culo penetrado y su culo taponado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario