“Quítame
el cinturón,” le digo.
Parece
como una simple orden y, sin embargo, es mucho más que eso.
Cuando
le digo que me quite el cinturón, es como una yuxtaposición de poder. Le
ofrezco el control durante un breve momento, a la vez que lo sigo reteniendo.
Cuando
sus manos están desabrochando mi cinturón, ella está reconociendo que le he
dado una opción. Pero, al mismo tiempo, aceptando que está renunciando a la
libertad de elegir.
Cuando
ella está tirando del cinturón a través de las trabillas, sabe exactamente lo
que va a hacer con él. La estoy presagiando su propio dolor y su propia
perdición. Sin embargo, sus dedos lo hacen voluntariamente.
El
mismo poder que le he dado para que me quite el cinturón, será usado para
recuperarlo.
Y,
cuando ella dobla el cinturón por la mitad y me lo presenta, me está devolviendo
ese poder.
Yo
no tengo que coger su sumisión.
Porque
ella me la está entregando, voluntariamente.
Saludos!!
ResponderEliminarTe entrega su sumisión y se entrega ella a las sensaciones deseadas. Importante el momento, linda reflexión.
Estas líneas son magníficas señor Ben Alí. Cualquiera podría pensar por un segundo que serviría para otra situación el quitarle el cinturón, pero ella sabe lo que le espera.
ResponderEliminarEs bellísimo el hecho que no se le pida y ella entregue el cinturón doblado... sabe lo que su amo hará, lo conoce y complace.