La exploración erótica de una relación Dominante/sumisa desde la perspectiva de un dominante
viernes, 31 de julio de 2015
Cuando la puerta del dormitorio se cierra
Amarla como una princesa, respetarla como una reina y tratarla como una
señora. Cuando la puerta del dormitorio se cierra y las luces se apagan, deja a
un lado al caballero.
jueves, 30 de julio de 2015
Por qué encontramos los azotes agradables y la ciencia de ello
El dolor es un factor, como lo es el placer, pero no hay una palabra
exacta para describir el atractivo de los azotes eróticos. Cuando golpeamos
correctamente, despertamos los genitales cercanos tanto en los hombres como en
las mujeres y, además, está el aspecto de la humillación. Cuando se le anticipa
a una sumisa que va a ser azotada, la adrenalina inunda su cuerpo y las
endorfinas aumentan. Los sentidos cobran vida con cada azote o el aire fresco acariciando
su trasero, estos sentidos liberan la oxitocina, el confort y las hormonas
nutrientes. Con cada cachete, las endorfinas están ahí, elevándose y la
oxitocina, dando placer.
Existe una línea muy fina entre el dolor y las sensaciones del placer en
el cuerpo humano. Algunas veces es difícil identificar si algo duele o si
realmente sienta bien. La misma química que nos hace sentirnos felices, la
dopamina, también está activa en las reacciones químicas que nos hacen sentir
dolor, de ahí, el por qué los azotes eróticos (una perfecta combinación de
ambas) es una adicción tan excitante en los juegos preliminares y haciendo el
amor. Una de las razones por las que el trasero es un lugar perfecto para
algunos noveles en el spanking, es por su proximidad a los sensibles genitales.
Tanto durante el sexo como en el juego previo, una gran cantidad de sangre
corre a través de estas zonas y un cachete fuerte en la parte de atrás aumenta
el flujo sanguíneo y, como resultado, la excitación. La transmisión del dolor o
la sensación del placer están en el cerebro debido a los impulsos nerviosos.
Estos impulsos se transmiten a trasvés de neurotransmisores químicos que
provocan la liberación de neuromoduladores químicos, como las endorfinas. Estos
mensajeros difieren de los neurotransmisores en el hecho de que modulan la
sensación de dolor y placer, en lugar de transmitir los sentimientos reales.
Con el fin de cambiar los sentimientos de placer y el bloqueo del dolor, las
endorfinas deben reducir la actividad en el tálamo y la corteza cerebral. Esto
se produce por los neuromoduladores que afectan a la vía de la dopamina
mediante la unión a un sitio receptor opiáceo específico. Las endorfinas
“apagan” los nervios en el lóbulo central, inhibiendo los sentimientos de dolor
y permite a esta zona a inundarse con la dopamina y, por lo tanto, los
sentimientos de euforia. Como era de esperar, el aumento de los niveles
sanguíneos de endorfinas es medible después del ejercicio y la actividad
sexual.
Para los entusiastas del spanking más masoquista, el dolor es parte del
placer y contra más duela, mejor. Es asombroso la cantidad de azotes que las
mujeres masoquistas pueden tolerar para buscar el dolor, incluso, saborearlo en
las circunstancias adecuadas. De hecho, la reacción biológica al dolor, es el
envío de las endorfinas que se producen dentro de ella. Por lo tanto, la sumisa
puede manejar más fácilmente el dolor y por eso, fisiológicamente hablando, el
dolor puede sentirse como el placer. Además, en un azote sensual, el dolor y el
placer se sienten burlándose en tándem, mientras los azotes se intercambian con
caricias, tal vez, al tocar el interior de los muslos y rozando los genitales y
el ano. Este tipo de endorfina de lenta acumulación puede recibirla la spankee
en un trance mental como el del subespacio. A medida que los azotes se hacen
más fuertes y las caricias más sensuales y luego, de vuelta a unos azotes
todavía más feroces, el dolor y la mezcla de placer es un delicioso cóctel de
excitación, lucha y el reto de recibir cualquier cosa que el spanker pueda dar.
martes, 28 de julio de 2015
Para siempre
Supongamos
que, en vez de que la denegación del orgasmo dure un día, una semana o incluso,
un poco más (creo que es bastante duro para la mayoría de las mujeres),
supongamos que sólo durase mucho, muchísimo más tiempo. Supongamos que durase
un mes o, incluso, varios meses. Eso sería una prueba real de obediencia. Esto
pondría a cualquier mujer, incluso, a la más sumisa, en un brete. La puedo
imaginar llorando y gritando súplicas sinceras de piedad, angustiados gritos de
frustración e incluso, el enfado por la injusticia de todo.
Pero,
tal vez, si usted tiene inclinaciones por la sumisión y la denegación, sea algo
a lo que usted responde (no le doy la bienvenida. No creo que ninguna mujer la
quiera. Sólo que cuando es impuesta, tiene sus compensaciones…), incluso
entonces, un régimen draconiano pudiera ser soportable, dado el suficiente
entrenamiento, dada la suficiente determinación del dominante, de que ella va a
doblar la rodilla ante él sin importarle lo mucho que ella proteste.
Pero,
ahora, voy a pedirte que pienses lo impensable. Sobre lo que he estado hablando
hasta ahora, no es inimaginable, a pesar de que para el 99 % de las mujeres
sumisas nunca sería voluntario que algo tan grave como un periodo de denegación
durase varios meses. Pero, supongamos que en lugar de una prohibición de
orgasmar a plazo fijo, que él decretara una sentencia de por vida. Supongamos
que le dijera que nunca va a correrse de nuevo. Usted se cerraría a ello, usted
nunca dejaría de desearlo, pues el orgasmo siempre sería denegado. Sin excepción. Sin tiempo para una buena
conducta. Sin ninguna posibilidad de liberación. Esto es lo que quiero y creo
que, por mucho que ella se resista, lo quiera y también lo necesite. En última
instancia, me lo agradecería, después de haber dejado de odiarme.
¿Piensa usted que esta es la forma en que
la locura se asienta? ¿Sólo un lunático podría tratar de poner en práctica ese
control total y absoluto? ¿Y sólo una lunática podría aceptarlo? Voy a decir
una cosa: Desde luego no es un cambio de juego, ¿verdad? No hay más
negociaciones. Ninguna más, tanto si
dice: “si soy una mujer muy buena, si digo que ya está bien, por favor, ¿usted
permitirá que me corra?”
Nada de contar más los días que faltan
para el final de la prohibición soñando con la madre de los orgasmos una vez
que se levante la prohibición y con un futuro de orgasmos interminables delante
de usted.
Por supuesto, habría placer. No es que no
se pudiera masturbar. No es que no pueda masturbarse. De vez en cuando, le permitiría
que se tocara siempre que él esperase que ella lo dejara antes de que fuera
demasiado tarde. También habría otros placeres. Por ejemplo, el placer del
dolor que, en el fondo, depende de la necesidad que ella tenga de ser azotada
hasta que su culo esté rojo y al desnudo. O tener sus pezones retorcidos hasta
que el sudor brote de tu frente. Existiría el placer de servir a sus orgasmos.
Porque no creo que por el momento, él vaya a unirse a usted en la denegación,
al margen de la simpatía entre ambos. Por el contrario, al saber que ella los
tiene denegado, él se excita más.
Y luego, por supuesto, es el placer más
puro de todo, el placer de saber que ella está haciendo su voluntad. Que está
haciendo este supremo sacrificio para él, la renuncia a ese momento de goce y a
ese espasmo de éxtasis. Ella se convierte en una monja, en una de las hermanas
de la sumisión, dedicándose a servir, renunciando por sí misma a aliviarse sus
deseos a perpetuidad.
Por supuesto, el dominante que le haga
hacer esto, reconoce sus responsabilidades. Es una pregunta difícil, ¿no? así
que él se compromete a darle todo el tiempo y la atención que ella necesita si
su voluntad no se debilita. Él sabe lo mucho que esto le está costando y lo muy
difícil que le será. Y él está dispuesto a dedicarse íntegramente a
sobrellevarlo con ella. Él sabe que a cambio de su sacrificio, necesita
consuelo, estímulo, elogio y admiración. Él no va a emitir su edicto y luego
encerrarte en una celda oscura y fría (aunque tal vez, una parte secreta de
ella pudiera incluso darle la bienvenida, ya que nunca ha desestimado la
perversidad de las mujeres sumisas). Va a hacer que ella sienta que vale la
pena hacer el último sacrificio.
Pensando sobre todo esto, empiezo a
preguntarme si estar condenada a la negación permanente del orgasmo le daría
una nueva perspectiva sobre el placer físico y la sumisión. Usted no sería
exactamente la misma persona, ¿verdad? Sospecho que afectaría a todos los
aspectos de su sexualidad, que ya no estaría orientada a objetivos (¿cuándo me
puedo correr otra vez? ¿Esto va a hacer que me corra más rápida? Etc. etc. En
su lugar, se trata de alcanzar un estado particular de la mente, lo que los
religiosos llaman “un estado de gracia.” Cómo se sentiría eso, no estoy del
todo seguro. Yo necesitaría hablar con una mujer que lo hubiera logrado. Pero
no creo que esto sea probable en un corto periodo de tiempo. A pesar de que la
idea te haya podido intrigar, no creo que te la haya vendido. Al menos, yo, no.
domingo, 26 de julio de 2015
Sus fetiches y lo que significan para ella: El juego de la gatita
- La seguridad puede ser tan excitante como el miedo.
- No es necesariamente sexual.
- La hace feliz.
- La hace sentirse segura.
- Es un juego.
- Combina la sumisión con la expresión (Sin protocolo).
- Puede ser inhumana sin dejar de ser menos importante.
En primer lugar, le gusta el juego de la mascota
porque no es siempre sexual. El juego de la mascota es algo que expresa la
dinámica de la D/s sin necesidad de involucrar el sexo en ninguna de sus
maneras o forma. También muestra la sensibilidad y belleza que las relaciones
humanas pueden algunas veces carecer. De alguna forma, el juego de la mascota implica
el cuidado de ser tomada como un “animal,” tal como sería tratada cualquier
mascota. Las mascotas no son folladas o atadas o azotadas. En su lugar, las
infracciones se convierten en cosas pequeñas, la acción provocadora es rozarse
contra el mobiliario y el castigo puede ser un golpecito en la nariz. Está
claro, quién es el propietario y quién es la sumisa. Pero también está claro
que la sumisión viene de dentro, de un lugar que no necesita una voz humana a
cuestionar o comunicarse. No necesita ser representada sólo por las marcas
rojas elevadas en la carne magullada o asfixiada por el pene de alguien. Esto
demuestra que el dominio puede ser suave.
Por supuesto, la segunda razón es la obvia. La
hace feliz. Nunca va a incluir algo en su lista de fetiches que no le guste y
no debería estar allí, incluso, si impresiona a alguien. Ella disfruta siendo
una gatita. Le gusta llevar un ratón de juguete en su boca y le resulta
bastante divertido dar una patada a una pelota con un cascabel dentro. Es
básico y no extenuante y no requiere esfuerzo o pensarlo. A menudo, la sumisión
es para complacer a otra persona; en esencia, siempre lo es. Pero el juego de
la gatita no se siente como estirarse para hacerlo. En su lugar, puede
involucrar un estiramiento literal. Disfrutar de un descanso para pensar, a la
vez, que hacer un espectáculo divertido. Y a ella le gusta dar cabezazos a
las cosas. Los cabezazos son divertidos.
Como a todos los seres humanos, le gusta sentirse
segura. Al estar recogida y puesta en el regazo de alguien y ser acariciada,
transmite seguridad. Está relajada, calmada y muy, muy segura. Construye
ternura. Y necesita sensibilidad para ser mostrada a todo el mundo en algún
momento. Conllevar la sumisión es el nombre de la necesidad y entrega más que por
costumbre o por miedo. Nada es más seguro que ser acariciada y alimentada y que
alguien te dé agua. Hacer cosas activamente para usted. Durante el juego de la
mascota, ella puede no hablar durante un gran periodo de tiempo. Saber que
alguien puede saber lo que ella necesita, eso es seguridad.
Sugerencia: Si le está arañando es que ella puede
estar enfada.
Como su nombre indica, el juego de la mascota es
juguetón. A menudo, las reglas rígidas quizás podrían dominar una relación,
seguidas de la etapa cómoda, feliz y juguetona y luego, fundirse plenamente en
la rutina, el estado natural donde tal vez la alegría sea absorbida por todo lo
demás. Cree que incluso las relaciones más apasionadas deberían tener algún
carácter juguetón bonito. ¿Hay algo que sea exactamente más lúdico que tener
una gatita lamiendo el helado sobre tu pecho o el glande de tu polla? Más,
algunas colas de gatita son butt plug. Usted puede crear una boca bonita
abierta para cuando ella regrese a lo humano.
La idea de la sumisión por sí misma tiene
connotaciones al estar debajo de otra persona – que muchos dominantes y sumisas
pueden definir como basura. Pero el tema es…el juego de la gatita la permite
ser inhumana sin desmerecerla. Las mascotas son para mucha gente miembros
valorados de la familia. ¿No existe siempre el viejo dicho: “Voy a renunciar a
las relaciones y conseguir un gato?” O “¿No puedo tener hijos, voy a buscar un
perrito?” Un animal puede ser valorado tanto como un ser humano. Ellos
requieren una atención más frecuente en lugar de pensar que no está bien hacer
demandas o preocuparse sobre si su dueño está ocupado. Las mascotas harán lo
suyo la mayor parte del tiempo y luego, retornará a su dueño para realizar sus
necesidades. Las cosas que no son capaces de hacer por ellas mismas.
Esto puede que no le parezca a usted como un
fetiche. Acabo de decir que no es sexual, es inhumano y solo para jugar. Aquí
está la otra cara, el juego de la mascota sigue siendo sexual. Todavía es un
fetiche y es excitante. El juego de la mascota puede implicar una criada con
poca ropa o un pequeño tigre de piel desgastada. De cualquier manera, alguna
excitación puede ser provocada. Porque…
- A todo el mundo le gusta llamar la atención de la persona que ama.
- La seguridad puede ser tan excitante como el miedo.
- La humillación, lo poco de ser inhumana, puede ser la liberación.
La
intimidad de ser acariciada se siente igual que por el cuerpo humano. El juego
de la mascota es una buena excusa para rozarse con su pareja, abrazarla y
cuidarla. Es como una extensión del juego previo. Por lo tanto, llena de
caricias y afecto, pero nada sucede hasta que la parte humana vuelve. Como una
piel, el dominante puede pasar sus manos sobre su sumisa, besarla y sonreírle.
La sumisa sigue mostrando sus rasgos humanos, arrastrándose con los pechos
colgando y balanceándolos en el aire. Si bien es un juego de la mascota, la
mascota es sólo imaginaria. Solo es una forma más lúdica y divertida para
prepararse para que la folle.
jueves, 23 de julio de 2015
Diario de una masoquista.- Parte 3
¡¡¡Quiero más‼! dijo ella. Nuevas
fotos de su reciente sesión. Cuarenta y dos latigazos con un látigo pequeño de
una cola. Era la primera vez que probaba un látigo. Bellas marcas. Unos pocos
días después y ella seguía todavía magullada. Pero, quiere más, quiere ese
picor, quiere esa batalla de las voluntades para seguir recibiendo más, quiere
llorar y gritar de dolor. Siente que este es el paso auténtico para ser la puta
del dolor que ella anhela ser. Dolor para ir a más.
Pero,
se necesita una persona especial para mantenerla flotando, para seguir
recibiendo más. Tener sesiones con algún amigo que mantenga sus impulsos a
raya, no le interesa. Ella quiere encontrar a su sádico, porque necesita esas
ganas para agradarle a través de sus gritos. Va a encontrarle y no le importa
cuánto tiempo tenga que esperar. Pero, ¡oh, Dios! quiere más.
No
le importa que no esté recuperada todavía. Desea ese picor. Una relación de
amor/odio. Necesita más. Cree que la próxima cosa que probará y recibirá, será
un azote adecuado, será con la cane malvada. Sólo el ver cómo otras lo reciben,
la excita.
martes, 21 de julio de 2015
No lo necesito
Sí, puedo disfrutar un poco más de pie detrás de
ella para admirar las huellas rosas y brillantes de mi mano sobre su trasero,
antes de que otras vengan a hacer imposible distinguirlas con claridad. Y, tal
vez, sólo tal vez, mi corazón helado se derrita, solo un poco, cuando me susurres
sin aliento: “Gracias Señor.” Después de haber terminado de hacer todas esas
cosas deliciosas y atrevidas, puedo soñar.
Pero, no lo necesito.
Posiblemente, pudiera haber algo que se mueva un
poco en un pensamiento muerto en mi alma, cuando el orgullo que siente brilla
en sus ojos al escuchar: “Buena mujer.” O la sonrisa que su rostro apenas puede
contener, incluso, mientras las lágrimas fluyen libremente. O los conocimientos
básicos, como Dominante, que son míos y no de otros, simplemente, porque me
elegiste para que fuera yo.
Pero, no lo necesito.
Yo podría vivir mi vida y un centenar más sin
conocer de nuevo esas sensaciones. Aunque, siempre podría llevar estos
recuerdos tuyos. Ellos nunca deben desvanecerse o reducirse, nunca deben ser
sordos o menos, deben estar ahí para cuando los requiera. Porque no es el qué,
ni el cómo o el dónde, lo que hacen que estas cosas se aprecien. Es sólo de
quién.
domingo, 19 de julio de 2015
Las pausas
Cuando
te follo o escribo para tí, las pausas son todas iguales. La intimidad tiene líneas
paralelas. Entraré lentamente, estableceré ritmos, encontraré patrones y luego,
empezaré a hacer una pausa. Cada pausa es diseñada para establecer el control.
Cada momento, diseñado para hacer que el zumbido de tu aliento se aleje. Que cada
momento, sea más significativo para los períodos y las comas. Para entrar y
salir de esta historia que estamos viviendo.
Tú y
yo vamos en capítulos. Abro tus páginas y miro a tus ojos y luego, las palabras
vienen. Eventualmente, tú lo haces también. En cada división, encuentro nueva
alegría en tu aliento y en el oleaje de tus pechos y en la manera que te quitas
tu armadura y abres tus piernas y me dejas entrar en tu alma. Cuando te
entregas a mí, cada vez hago nuevas pausas. Comprendo el valor de tu regalo,
así es como vivo los últimos momentos. Algunas veces, descanso dentro de tu
cuerpo. En tu boca. En tu coño. En tu culo. Donde quiera que el momento se haga
más fuerte e intenso.
Entonces,
me muevo de nuevo y siento la alegría de tu reacción. Gimes por mí. Retorno
nuestra historia a la vida. Humedezco tus labios. Me permito derramarme en tu
entrega. Abrazo las pausas y sabes que fueron hechas a mano sólo para tí. Para
construir el recuerdo de esos momentos que tanto necesitabas, mi dulce sumisa.
Mis páginas se pasaron.
Por lo
tanto, devoraré cada palabra tuya.
viernes, 17 de julio de 2015
Venga a mí
“Venga a mí. Mi mente tiene
pensamientos sobre lo que voy a hacer para usted. Lo que tengo que hacer,” le
dice ella.
Reduce tu respiración y cierra
tus ojos. Porque estoy a punto de llevarte a esos lugares que frecuentas. A los
oscuros deseos que te invitan en tus sueños y que, sin embargo, no se atreven a
hablar en voz alta. Penetraré los recovecos más profundos de tu mente, de tu cuerpo
y de tu alma. Haré reales esas visiones, mientras gritas mi nombre en la
oscuridad que nos cubrirá a los dos. Recuerda que quieres esto. Quiero esto.
Queremos esto y los dos lo ansiamos.
Tus pensamientos, al sentir mi
cuerpo presionando al tuyo. Mi piel, resonando contra la tuya, llenando tu
marea de deseos con pasión palpitante. Arqueando tu espalda y dejando escapar
tu respiración entrecortada, y te quejas:
“Por favor, déjeme...,” le dice
ella.
Tus ojos revolotean, con formas
convulsas, mientras te sondeo con un propósito primario. Una vez más, mientras
beso tus labios, la respiración se apodera de ti. Tu boca se entreabre,
mientras tiro de tu labio inferior desviándolo sensualmente, le dice a ella.
“Mis ojos se fijan en su mirada
mientras le ruego que me libere,” ella le ruega.
Con una finalidad carnal, el peso
de mi poder masculino, delimitado por el tuyo, mira a tu cara para ver una
liberación tranquila. Tu mirada siguiendo a mis ojos para vigilarme, mientras
me deslizo en tu coño empapado.
Susurro con voz ronca. Te miro y exploro con mi poder en tu
orgásmica agonía. Tiro con fuerza de tus cabellos. Tus pulmones, eco de gritos
de satisfacción climática, tensando tu cuerpo con el flujo del placer
contenido, catapultándome hacia el manto orgásmico con tus gritos. Nuestros
cuerpos deleitándose en la perfección de la pasión. Fundidos en el manto de la
lujuria final. Flujo y latido, hasta que cedemos con un jadear exhausto. La
carne presionada una contra la otra, a medida que nos fundimos el uno en el
otro.
Final.
“Sí,” dice ella.
Mientras persisto sobre tus
labios en el epílogo final de un beso lento, mis ojos reflejan un brillo
acerado de alegría pícara.
“Una vez más, ¿de acuerdo?” te lo
pido.
Silenciosamente, asientes en la
desesperación loca, tus ojos parpadeando con una sonrisa curiosa. El reloj
marca tañendo la muerte de otra hora. Vamos a beber del cáliz de la lujuria
prohibida y mientras la noche se acerca a las horas más oscuras, nos deleitaremos
en el placer de la perversión.
¡Cuán dulce es!
martes, 14 de julio de 2015
Azotar y copular
El amor y el matrimonio van juntos, como el caballo y el carro, o eso
dice la canción. Pero, lo de azotar y follar, ¿son igualmente inseparables?
Bueno, claramente, no. Hay millones de personas en el mundo que están incluso
relativamente lejos mientras escribo y que nunca han oído de los azotes
placenteros y recorrerían kilómetros si lo supieran.
Pero, ¿qué pasa con el resto de las
personas? ¿Puedes azotar a alguien y no follarla? Sé por los hechos, que
puedes. Yo lo he hecho. Según la teoría de Bill Clinton, el sexo y follar no
son la misma cosa. Algunas veces, después de que la has azotado, hay otras
cosas que tú quieres hacer que, en ese momento, parecen preferibles a follarla.
No, yo no voy a elaborarlas. No estoy diciendo que el follar no suceda,
solamente que un montón de otras cosas podrían intervenir o suceder. Pero, con
toda probabilidad, son consideradas como sustitutas de copular. Tal vez,
fomentar el follarla por otros medios.
No sé si alguna vez, le has echado un
vistazo a algunos blogs ingleses sobre los azotes. Ciertamente, merecen la pena.
Hay muchos blogs que describen escenarios en los cuales hay montones de azotes
muy eróticos, pero raramente o nunca, se
menciona el follar. Por supuesto, que es de la incumbencia de ellos si se
follan a las mujeres que azotan. Si lo hacen y quieren correr un tupido velo
sobre esa parte del procedimiento, me parece bien. Pero, no puedo dejar de
entrometerme sobre lo que sucede una vez que la cane se ha colgado de la pared.
¿Está ella simplemente de pie en un rincón, llorando en silencio, hasta que sea
despedida? ¿Son los azotes suficientes por sí mismos? Tal vez, nunca lo
sepamos. Tal vez, tampoco sea un tema de mi incumbencia.
De todos modos, estamos de acuerdo de que
los azotes y el follar no son inseparables. Pero, ¿qué pasa con los azotes y el
sexo? ¿Puedes azotar a alguien de una manera no sexual? Sí, con toda claridad,
puedes.
En los internados ingleses, sucedía
siempre (aunque había posibles connotaciones eróticas al castigar en el
despacho del director, pero no eran reconocidas en su momento). Pero dejando al
margen la práctica de los castigos corporales en el interior de las
instituciones (colegios, prisiones, la familia – todos con frecuencia – tiene
que ser admitido el tema de la fantasía erótica, aunque no sea divertido ni
malo), ¿podemos concebir escenarios de azotes en el que no sólo hay folleteo o
cópulas, ni ningún tipo de contacto físico, excepto el de la fusta con el
trasero?
No resulta difícil imaginar una cosa así.
Pero esta prohibición sobre cualquier contacto, solo es probable para potenciar
el erotismo de la sesión. Al saber que ella no va a ser tocada, que no habrá
alivio después para sus deseos reprimidos, o los de él, seguramente solo
servirán para acrecentarlos aún más. Hay algo bastante más deliciosamente
perverso sobre esto. Me atrevería a decir que, para la mayoría de la gente de
la D/s, los placeres de los azotes se engendran en gran medida en la mente. Sí,
existe el dolor físico y esto puede ser extremadamente estimulante. Pero el
sentido de poder ser disfrutado o sometida a la sensación de humillación o la
impotencia por parte de la persona que se inclina para recibirlos y la descarga
de adrenalina en la parte de quien empuña la fusta y la embriagadora sensación
de dominio, es lo que los conocedores de los azotes más valoramos. Usted puede,
si tuviera que hacerlo o si estuviera lo suficientemente desviado, prescindir
de la unión de los cuerpos después de
los azotes. Pero, no podría prescindir de la fiebre en su cerebro. ¿Cuál sería
el punto de cualquier cosa de aquello sin esto?
sábado, 11 de julio de 2015
¿Un buen dominante?
Un
Anónimo me ha preguntado: “Cuando me
imagino el epítome de lo que creo que es un buen dominante, me imagino que
usted lo es. Su amor y respeto por las sumisas encarna todo aquello a lo que
aspira siempre un dominante. Dicho esto, ¿qué cualidades cree que adornan a un
buen dominante?”
Bueno,
esto es una buena manera de empezar una conversación…
Las
mismas cualidades y bondades que adornan a una buena sumisa, adornan a un buen
dominante. La primera de todas ellas es esa pequeña cuestión del gusto
personal. Lo que para usted pueda ser un buen dominante, para otra persona,
puede ser peor que una pesadilla. El adjetivo “buen” es un concepto
completamente subjetivo. Necesariamente, esto no es malo, pero debemos ser
conscientes de ello, en especial cuando tratamos de aplicar esos rasgos a temas
multifacéticos subjetivos como la D/s y las relaciones personales. Soy
consciente de que existen por ahí numerosas listas, muy subjetivas, raramente
exhaustivas y, a veces, altamente cuestionables. Pero, con ninguna de esa
calaña empezaría a describir lo que pudiera hacer una persona así en una
relación con otra.
Sin
embargo, ya que usted me lo ha preguntado tan cortésmente, he aquí algunas
ideas que pudieran contribuir a ser “el dominante adecuado en el sitio correcto
para la persona adecuada.” Porque incluso, esos dominantes, increíblemente
impresionantes, por definir a todos los dominantes, son seres humanos y en el
nivel más básico, es normal que lleguen a forjar una conexión con otro ser
humano. Por lo tanto, aquí estamos y vamos a empezar por ser un ser humano
decente para esta otra persona.
Creo
que una buena dosis de sentido común puede ser muy útil. La D/s puede tener un
atractivo mágico, puede ser materia de fantasías, pero no perdamos nuestro
sentido de la perspectiva. Incluso si elegimos y nos arreglamos para vivir como
Dominante y sumisa en la sociedad moderna de hoy en día, también conocido como
el mundo real. Algunos aspirantes a dominantes pueden pensar que vivir “esta
cosa,” o incluso aspirar a hacerlo, se colocan o a su relación, por encima de
otras. No estoy de acuerdo. Sentirse orgulloso de lo que hace, tal vez, pero háganlo
con un sano sentido de la perspectiva. Y esto también vale a cualquier sentido
retorcido de superioridad que algunos puedan tener sobre sus sumisas. Vamos a
tener los pies en el suelo. La arrogancia no genera respeto. Lo que estamos
tratando de lograr no es tener una mujer temblando a nuestros pies con el miedo
y el temor de una inmensa genialidad auto atribuida. Lo que estamos tratando de
conseguir, es tener a una mujer de rodillas y entregada voluntariamente, para
que acepte nuestro dominio con alegría, con entusiasmo y con avidez.
Lo
que puede provocar el respeto es mostrar una profunda comprensión también de
tus limitaciones y las de tu sumisa. Y un claro y demostrable sentido de la
calma, la estabilidad y la consistencia. Como dominante, no puede esperar a
ganarte el respeto de una sumisa si no estás seguro de tí mismo y de lo que
quieres conseguir, ni dudar de cada movimiento y motivación. Y por supuesto,
sí, esto puede requerir conocimientos y habilidades. No hay necesidad de
saberlo todo, ni realizar lo que no esté dentro de tus conocimientos,
físicamente o de otra manera. No se extralimite y no prometa más que lo que
puedas cumplir. Y aprenda también de las sumisas. Un dominante no es nada sin
el saber y la comprensión de la sumisión y nadie puede enseñarte sobre la
sumisión tal como lo puede hacer una sumisa. Y la comprensión conlleva la
voluntad de aprender y admitiendo la necesidad de hacerlo.
Esto
significa que no hay lugar para la arrogancia y una gran necesidad de la
honestidad contigo mismo y con los demás. Y esto significa que usted necesita
ser capaz de tener una visión muy crítica consigo mismo antes de pensar en
criticar a los demás y, ni mucho menos, a una sumisa potencialmente vulnerable.
Conózcase a sí mismo y sus necesidades y deseos y tenga un control de ellos.
Tener y mantener todo ese sentido de la perspectiva y la visión interior cuando
también se trate de usted mismo.
Capacidad
para la auto reflexión sin tener en cuenta nuestra dominación demasiado en
serio. Sin embargo, no debe haber espacio para la complacencia. Revisar
constantemente sus motivaciones y hurgar dentro de sí mismo si parece que se
siente demasiado satisfecho. La D/s no es un asunto de broma, hay muchas cosas
serias en juego, pero, por el amor de Dios,
no olvide que en una etapa de su vida, también estuvo de rodillas. (Sí,
señoras, ahora puede encarar a su dominante como un niño que grita, diviértase
con eso). Un dominante no es Dios a
pesar de la cantidad de adoración que una sumisa pueda dispensarle. Puede ser
su Dios, pero esto es una opción de ella. Puedes ser su Dios, pero es una
opción de ella. Sea humilde y orgulloso si es el afortunado sujeto de tal
adoración y asegúrese de que es digno de la misma.
La dinámica de la D/s crea una profunda necesidad de tomar conciencia de la responsabilidad de un dominante. No solo de su propia responsabilidad, sino también de que sea consciente, que cuando una sumisa le entrega el control, también es tarea tuya asegurarse de que ella es consciente de su propia responsabilidad. No importa cuán completa sea su entrega, incluso en una dinámica 24/7 Amo/sumisa, ella tiene una responsabilidad también, como ser humano. Después de todo, es opción de ella. Sin embargo, dada la dinámica, también depende del dominante asegurarse de que ella es y permanece consciente de la misma y acepta las consecuencias de sus acciones al igual que el dominante debe aceptar las consecuencias de sus acciones. Esto significa que, a veces, dar un paso atrás y evaluar las situaciones con la cabeza fría, es preferible antes de que ocurran cosas desagradables.
Manténgase firme, gobierne con respeto y amor y sea consciente de su deber, exíjale lealtad, pero asegúrese de que usted se la merece. Y, en todo momento, mantenga la humildad en la cara de lo que recibe de su sumisa y permanezca al tanto de lo que necesita para dárselo a cambio. Mantenga ese sentido de humildad como ser humano y siga siendo un ser humano decente. Fomentar, estimular, incitar, incentivar y coaccionar. Incluso, hágale cosquillas lo mejor que pueda a su sumisa. Incluyendo, si es usted afortunado, su entrega total.
Espero que tenga una idea de algunos de mis puntos de vista. Gracias por su mensaje y aceptaré su cumplido.
jueves, 9 de julio de 2015
Las palabras que no puede decir
Una quemazón
profunda e interna comienza lentamente. Un calor delicioso que tienta y se
burla de todo lo que la excita. La anticipación de lo que está por venir. El
fuego instalándose en ella.
Siente mi
aliento cálido sobre su oído. Oye mi voz que se atenúa y se llena con una
promesa encadenada de pasión violenta, a la vez que le susurro todo lo que voy
a hacerle.
La desnudo pieza
a pieza, desvelando en la noche su piel pálida centímetro a centímetro. Los
escalofríos de anticipación vibrando en su camino a través de ella.
Mis manos
facilitan mi camino por su cuerpo. Una caricia suave, una flexión de mis dedos,
mi calidez dejando un rastro del hormigueo de mariposas bailando sobre su piel,
mientras van hacia su corazón. El fuego se ha prendido.
La fuerza de mi
cuerpo envolviendo al suyo y amoldándose para adaptarse al de ella, dejándola
sin aliento al pensar en lo que yo podría hacerle.
La sonrisa que
baila en mis labios, “una cualidad ligeramente asilvestrada,” diría ella. Un
indicio de la oscuridad que mantengo bien escondida, mientras sumerjo mi cabeza
para poner una estela brillante de besos sobre su piel.
Lo que yo le dé,
lo cogerá y me lo retornará en igual medida. Me devuelve el fuego a mis ojos y
sabe que estoy viendo también el fuego en los de ella.
Mis manos bajan
y bajan y mi boca, siguiéndolas paso a paso.
El fuego estalla
en su vida. Se propaga calentando y girando sobre sí mismo para avivar las
llamas de su deseo. Los sonidos suaves que no puede evitar, hacen que las
paredes de hielo que ella construyó a su alrededor, empiecen a derretirse.
Sus
estremecimientos de temor y lujuria entrelazados, su voz abogando para que la
deje perderse, mientras me ruega que siga con esta tortura deliciosa.
Con rapidez y
violencia, la tiro en la cama. El tiempo pierde significado cuando ambos
tratamos de acercarnos más el uno hacia el otro.
Quiere
liberarse, lo anhela y me lo ruega, pero lo rechazo. No he terminado.
Mi mano en su
cuello, aferrándose lo suficiente para hacerla saber que aquí, en este lugar, soy
yo quien está al frente. Su voluntad ya no importa.
Ella está
perdida y consumida por su fuego interior. Su mente es incapaz de centrarse en
nada, excepto en las sensaciones. La sensación de que a medida que yo me
sumerjo en ella, la llevo más alto y hago que su alma se eleve. La mirada de
mis ojos le dice que allí no existe humanidad, sólo crudeza y necesidad
primaria.
Ahora, ella no
tiene ni dignidad. Ni siquiera se resiste ante mi voluntad. No hay cazadora,
ella ya no existe, sólo existe su necesidad.
Las suyas, son
lágrimas de frustración caídas. Ella está ahora más cerca de ese filo.
“Más fuerte, por
favor. Más profundo, más,” ella me dice.
Las palabras que
caen de sus labios se convierten en una larga corriente de mendicidad, de la
negación que me rogaría, de tormento, de placer y de su deseo para que le
autorice esa liberación final.
Una y otra vez,
riéndome, se lo niego, presionándola con más fuerza, mientras sus caderas se
levantan para encontrarse conmigo, para llevarla más allá del deseo en un
paisaje caótico de sensaciones.
La oscuridad la
favorece, no puede aguantar mucho más. El fuego está empezando a dolerle.
Esto es cuanto
yo quiero.
Mis dientes se
hunden en su piel, sus músculos tensos y los cuerpos arqueados. Juntos nos
elevamos sobre la misma cresta y gritamos indiferentes en la noche. Su aliento
contenido mientras una ola la golpea.
“Me rindo,” me
dice.
domingo, 5 de julio de 2015
Diario de una masoquista.- Parte 2
Ahora llega
al veneno de la variedad emocional. Se está poniendo ya un poco excitada,
puesto que suele ser su tema favorito personal. ¿Por qué se le puede preguntar?
Porque el dolor físico es temporal. Vuela. Si no se atienden esas heridas,
desaparecerán.
Sin
embargo, el dolor emocional, se queda. Usted puede tener días donde todo parece
estar bien, tal vez, incluso semanas si tiene suerte. Pero nunca dura y
entonces, usted está de vuelta a ese agujero paralizante. Incapaz de llorar y
la histeria que siempre le acompaña. Sin embargo, el agujero nunca es lo
suficientemente profundo para ella.
Hasta
ahora, sólo ella puede bajarlo. Y, también necesita, un dominante. No un
dominante cualquiera, con un componente sádico importante, sino su amor, para
obligarla a bajar aún más de lo que ella nunca quiso bajar. Tiene que llegar al
lugar que está más allá de la recuperación. No es la depresión. No es la
tristeza. No es una curiosidad o un vacío, sino el quebrantamiento completo que
ella anhela.
El camino
que la lleva siempre es cambiante. Caminos desgastados y viejos que fueron
probados y verdaderos, que ya no despiertan esa herida y está teniendo que buscar
dentro nuevos defectos y más profundos que ella sabe que cortan como un
cuchillo afilado.
En estos
días, ella necesita las cosas que más valora. Las cosas que sólo fallan al
traerlas a la luz. Es decir, los defectos que trata de ocultar en todo momento
y espera que nadie pueda verlos. Quiere que se los reprochen en un momento de
verdadera desesperación. Cuando ya está en ese lugar luchando para encontrar la
salida.
Existen
tantos donde elegir. Se los ha
entregado.
“Dime que
no soy nada. Hazme sentirlo. No voy a entrar de buena gana. Lo lucharé. Tengo
un ego expansivo que no se notaba fácilmente, pero una vez que la primera
grieta se hace visible, se rompe con facilidad.” Le diría.
En ese
momento, es cuando ella empieza a renunciar, cuando se permite creer lo que
sólo se dice una o dos veces. Se cae. Por lo tanto, mucho más rápido de lo que
jamás ella pensaba que podría. Está cegada por el dolor. Quiere recuperar su
momento de debilidad y tratar de reparar la pared que mantenía todo a raya. Una
estructura reluciente de piedra aparentemente indestructible para cualquier
intruso, pero sin nada que los mantenga unidos. Cualquier persona que tuviera
el coraje de probar su fuerza, podría comprobar claramente que no hacía ni
ruido.
Ese es su
tipo de dolor. Ella sabe que aprecia sus cicatrices y que nunca podrán sanar.
Están escondidas sólo para ella.
Los
cuidados posteriores deberían ser evidentes. Cualquier persona que participe en
ese tipo de “juego” debe, debe, debe ver lo vitales que son. Tal vez, no de
inmediato, pero se tienen que hacer. Nadie quiere a una sumisa o masoquista
desordenada. Vamos, esto no es divertido. Mientras ella está en ese estado en
el que se necesita mucho esfuerzo para salir del mismo, sólo una pequeña venda.
¡Oh! Una pequeña venda de color rosa con corazones de colores sería agradable.
Como nota
al margen, se podría pensar que ella es una persona deprimida. Eso sería un
error para juzgarla como débil. Ella confía en sí misma, sabe cuán fabulosa y
sorprendente es. No es una fachada. Ella puede decir honestamente que se gusta
a sí misma. Hasta la parte más pequeña de su cuerpo (especialmente, las partes
locas). Este es sólo un fragmento de lo maravilloso que es para una sumisa
masoquista bajar y subir dentro de ella.
sábado, 4 de julio de 2015
Ajustado
Ella está de pie delante de él, mientras éste,
está sentado en el borde de la cama.
“Súbete la falda,” le dice.
Él tira de sus bragas hacia abajo y mira a su
coño.
“Mírame,” le dice.
Ella se esfuerza en mirarle a los ojos, mientras
él alarga su mano y aprieta fuerte entre sus piernas. Luego, introduce un dedo
dentro de ella. Lo mueve por su interior, lo saca y lo observa
“Ya estás húmeda,” él dice. “¡Qué puta!”
Ella se sonroja y mira para otro lado. Él pone el
dedo entre los labios de ella. “Lámelo para limpiarlo,” le dice.
“Qué buena eres,” él dice. Este la rodea y se
pone detrás de ella. “Ahora, agáchate.”
Al menos, ella no tiene que mirarle con esta
posición. Él separa las nalgas de ella. Esta puede sentir sus ojos clavados sobre
su trasero. De nuevo, él introduce un dedo en su vagina y hace que se
humedezca. Luego, lo desliza en el interior de su ano con suavidad, pero con
firmeza. Ella gruñe.
“Está apretado,” él dice. “Tenemos mucho trabajo
por hacer.”
Él la desnuda, la pone bocabajo en la cama y separa
nuevamente sus nalgas. Luego, sin avisar, él planta un beso justo en el centro
de la pequeña y fruncida apertura.
“¡Oh!” ella dice.
Él empieza a lamerlo por el borde y puede sentir
que empieza a dilatarse. Ella gime, él coge el lubricante, trabaja con un dedo
en su agujero apretado y pequeño. Luego, con dos dedos. Ella gime. Él lubrica
el más pequeño de los plugs a tope y lo desliza con cuidado en su interior.
Siente que ella se tensa y luego se relaja de nuevo.
“Cuando lo saque, estarás lista para mi polla,” le
dice a ella. “Y me pregunto, ¿qué podemos hacer mientras tanto?”
De repente, él huele su culo. Ella chilla. Él lo
hace de nuevo. Ella intenta escabullirse, pero la aguanta bocabajo con su brazo
libre y empieza a azotarla en serio.
miércoles, 1 de julio de 2015
Los dominantes tienen miedo de ser emocionalmente sádicos
A la mayoría de las masoquistas, sumisas o no,
les encanta el sadismo emocional. Necesitan a alguien que se pirre por su
malestar (físico o mental) para sentirse útiles y significativas y que las
puedan llevar al alto grado de presión emocional que buscan.
Una de las cosas que más les fascinan a la
mayoría es que, en términos de sesión, han tenido un montón de experiencias con
gente que son felices haciéndoles cosas
fuertes, aunque tengan menos experiencia que las personas que les provocan el
placer genuino de mortificar su mente en términos de hacerlas sentir como – por
ejemplo – un pedazo de carne de sumisa humilde que apenas son dignas de mirar a
alguien a sus ojos, que se merecen todo lo que reciben y deben ser agradecidas
por ello – en el contexto de lo que es una sesión.
Los dominantes parecen felices al azotarla, pero
ella se siente aterrorizada de que ellos vayan a hacerle un daño psicológico,
si además se aventuran a abusar de ella verbalmente como parte de esa sesión.
Me parece fascinante, porque cualquiera de esas dos cosas es un riesgo. No me
gustaría ser ese dominante, porque después de una sesión, si una sumisa
quisiera llamarle abusador, ese dominante realmente no tendría piernas para
defenderse a sí mismo. En este aspecto, creo que jugar como dominante tiene
mucha más responsabilidad potencial y miedo que sesionar como sumisa. Creo que
todo el mundo es responsable de sus propias acciones, pero, al final del día,
va a ser la sumisa quien abandona la sesión con las marcas y creo que se
necesita una gran dosis de confianza por parte del dominante para someter a
alguien y tener la confianza de que la sumisa no va a llorar como víctima
después de la sesión, al conseguir demasiada oscuridad con ello. Pero, si nos
fijamos en quien se va con las marcas, creo que la sumisa o la masoquista
tienen que ser capaz de confiar en esa persona como dominante).
Así pues, si, con lo anterior en mi mente, me
sorprende que tantos dominantes parezcan
tan reacios a aceptar el ser verbalmente sádicos sobre el término sádico
físico. Tal vez, mucha gente ve una sesión D/s o S/m como una serie de
sensaciones físicas interesantes (como un masaje) en lugar de una oportunidad
para experimentar con una mente perversa, siendo verbalmente significativa para
alguien o tener a alguien que sea significativo para ella. Estoy convencido de
que una sumisa podría centrarse toda una noche en el juego verbal y mental con
un uso mínimo del juego físico.
No es que yo, como Dominante, quiera escribir un
guión para alguien o para algo. Sino que mi idea de una noche cargada
emocionalmente de sadismo, masoquismo y sumisión podría ser algo como para que
la sumisa fuera llevada durante toda la noche (algunas veces, arrastrándose) y
consiguiendo bebidas para el dominante, sin estar permitido el contacto visual
o hablarle, arrodillándose cerca de él, siendo puesta de pie, siendo abofeteada
ocasionalmente en la cara y su coño azotado y con pinzas en los pezones,
mientras el dominante termina con su bebida. Tal vez, estando ella atada a la
cama o de cara a la pared hasta que él la diga que está cansado de su
presencia.
Tal vez, esto se convertiría en algo más físico
y, quizás, ella no lo haría, pero creo que, con imaginación, se puede lograr
mucho en términos de conseguir un espacio muy hermoso en la cabeza de la
masoquista sin tener que hacer nada físico. Creo que existen muchos dominantes
que están en este tipo de cosas. Tal vez, ellas deberían hacer algo sobre esto.
Sé que ciertas personas podrían argumentar que algunas de las ideas anteriores
son estrictamente de la D/s más que del sadomasoquismo. Pero, no creo que ese
sea el caso de que el sadismo y el masoquismo (al menos, para mí) no necesiten
ser físicos, especialmente, si existe algún nombre delicioso llamado “charla
sucia o deshumanización incluida mediante el uso de una máscara o algo similar
Realmente, creo que, en cuanto al meollo de este
tema, como he mencionado anteriormente, muchos dominantes son reacios a hacerlo
porque tienen miedo de cómo la sumisa responderá después a ello. Pero, mi
respuesta sería: En cuánto a lo físico del sadismo y el masoquismo, se trata de
comprender de dónde viene cada uno y hacer una conjetura educada en cuanto a la
cantidad de confianza que tiene el uno con el otro para explorar cosas juntos
sin que ello resulte en que, uno o ambas partes, se vaya al garete como un
murciélago loco, odiándose luego los dos.
Después de la sesión tan rara que haya tenido la
sumisa, en la que alguien la ha tildado con nombres pasmosos, embrutecedores,
degradantes y humillantes, ella ha estado tan mojada durante la sesión como un
cubo de fregona, y después, sentirse triste y como un trapo y casi entumecida y
confusa, pero el subidón que viene después es jodidamente épico y mereció la
pena.
No hay daños a largo plazo. A ella, le encanta
tanto un buen polvo, y es capaz de cuidarse por sí misma después de esto, como
una sesión más física. Ella debe ser de mente sana y tener un nivel muy alto de
autoestima. La mujer sumisa o masoquista es tan valiosa y tan capaz de cuidarse
por sí misma como cualquier persona física de este mundo y, en este sentido,
una sesión emocionalmente sádica es algo que entra y sale de su mente sana y
clara. Realmente, ella no tiene nada que temer. Si alguien es de mente sana y
buena, no creo que un buen polvo en el contexto de una sesión sea tan
arriesgado como la gente justifica que es.
Estadisticamente, creo que la gente debería tener
más miedo a que alguien perdiera la conciencia debido al dolor físico o que le
hagan un mega daño, pero, afortunadamente, esto no suele ocurrir.
Entonces, ¿qué opinan ustedes que están leyendo
esto? ¿Eres un dominante que le gustaría ser capaz de ser emocionalmente sádico
en una sesión, pues te sientes ansioso por hacerlo o es algo que no flota en tu
barco y prefieres estar más físicamente con la idea encima en la habitación de
la sesión? ¿Tienes el deseo de ser más emocionalmente sádico, pero te resulta
dificil encontrar a la sumisa que quiera abrazar eso con usted o es algo que se
lo toma como leer algo que no vas a hacer fuera de una relación D/s?
He hablado con dominantes que no les gustan ser
emocionalmente sádicos con sus parejas, porque ellos solamente tienen sesiones
con gente que respetan y el mismo hecho de que respeten a esa persona,
significa que no van a hacer nada para humillar a esa persona. He oído a un
montón de gente decir eso y, en cierto modo, lo entiendo, pero al final del
día, sólo lo veo como una perversión más y con lo que es algo bastante
consustancial conmigo y mis deseos. Supongo que esto es lo que me lleva a
preguntar realmente sobre esto.
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