“Venga a mí. Mi mente tiene
pensamientos sobre lo que voy a hacer para usted. Lo que tengo que hacer,” le
dice ella.
Reduce tu respiración y cierra
tus ojos. Porque estoy a punto de llevarte a esos lugares que frecuentas. A los
oscuros deseos que te invitan en tus sueños y que, sin embargo, no se atreven a
hablar en voz alta. Penetraré los recovecos más profundos de tu mente, de tu cuerpo
y de tu alma. Haré reales esas visiones, mientras gritas mi nombre en la
oscuridad que nos cubrirá a los dos. Recuerda que quieres esto. Quiero esto.
Queremos esto y los dos lo ansiamos.
Tus pensamientos, al sentir mi
cuerpo presionando al tuyo. Mi piel, resonando contra la tuya, llenando tu
marea de deseos con pasión palpitante. Arqueando tu espalda y dejando escapar
tu respiración entrecortada, y te quejas:
“Por favor, déjeme...,” le dice
ella.
Tus ojos revolotean, con formas
convulsas, mientras te sondeo con un propósito primario. Una vez más, mientras
beso tus labios, la respiración se apodera de ti. Tu boca se entreabre,
mientras tiro de tu labio inferior desviándolo sensualmente, le dice a ella.
“Mis ojos se fijan en su mirada
mientras le ruego que me libere,” ella le ruega.
Con una finalidad carnal, el peso
de mi poder masculino, delimitado por el tuyo, mira a tu cara para ver una
liberación tranquila. Tu mirada siguiendo a mis ojos para vigilarme, mientras
me deslizo en tu coño empapado.
Susurro con voz ronca. Te miro y exploro con mi poder en tu
orgásmica agonía. Tiro con fuerza de tus cabellos. Tus pulmones, eco de gritos
de satisfacción climática, tensando tu cuerpo con el flujo del placer
contenido, catapultándome hacia el manto orgásmico con tus gritos. Nuestros
cuerpos deleitándose en la perfección de la pasión. Fundidos en el manto de la
lujuria final. Flujo y latido, hasta que cedemos con un jadear exhausto. La
carne presionada una contra la otra, a medida que nos fundimos el uno en el
otro.
Final.
“Sí,” dice ella.
Mientras persisto sobre tus
labios en el epílogo final de un beso lento, mis ojos reflejan un brillo
acerado de alegría pícara.
“Una vez más, ¿de acuerdo?” te lo
pido.
Silenciosamente, asientes en la
desesperación loca, tus ojos parpadeando con una sonrisa curiosa. El reloj
marca tañendo la muerte de otra hora. Vamos a beber del cáliz de la lujuria
prohibida y mientras la noche se acerca a las horas más oscuras, nos deleitaremos
en el placer de la perversión.
¡Cuán dulce es!
¡¡Ahhhhh!! Éxtasis emcumbrado en la cima de la perversion que va creciendo en mí... He sentido que me han atado y tumbado ala cama, con solo leerle.
ResponderEliminar...
Con el merio hecho de haber despertado la fantasía de tu perversión, ya me doy por satisfecho....
EliminarSaludos
Ummmmm!!!!!!la pasión, la fantasías más oscuras de la mente es el mejor afrodisíaco que puede haber.
ResponderEliminarY cuánto más salvaje sea y más queme esa lujuria más saciado les dejará...
Saludos
Me gusta la fuerza de tu comentario, vesta..
EliminarSaludos
¡Qué bien escrito está!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Lidia
Gracias, Lidia
EliminarAquí me viene otra pregunta.
ResponderEliminarEs extraña.
Todo el escrito es un cúmulo de sensaciones, de emociones, Sin embargo, no puedo evitar detenerme una y otra vez en una frase que me conmueve más. Cuando dice "Susurro con voz ronca". Se me hace tan real. Dispara algo sensible dentro de mí.
Es curioso. Me pregunto por qué.
rarita
Si esa frase se te hace tan real, no debería sorprenderte, pues forma parte del ese juego...
EliminarSaludos