miércoles, 19 de octubre de 2011

No hay dolor y luego, hay dolor

Por lo que yo veo, hay tres tipos de dolor, dos de los cuales, caen en el ámbito del Sm (sadomasoquismo).
El otro es el dolor normal, el viejo dolor: te golpeas el dedo de tu pie, o tienes un dolor de cabeza, o sufres la pérdida de alguien querido. Eso duele y no hay nada realmente eficaz contra esto: es un dolor que no tiene respuesta, desagradable, poco atractivo y no consensuado. No importa lo masoquista que seas, siempre habrá algunos dolores que caen en esta categoría, tales como la sensación de úlcera en la boca que produce un cosquilleo agradable cuando se come algo ácido, o en el otro extremo del espectro, la experiencia de crecimiento espiritual a través de un periodo doloroso en la vida. Estos beneficios accidentales son un tema interesante por sí mismos, pero no son el objetivo de mi artículo. Voy a aparcar este tipo de dolor a un lado, por el momento, y centrarme en los otros dos.
El dolor bueno
A mi modo de ver, hay dos campos distintos de dolor dentro del Sm. Existe el: “Oh, Dios, sí, por favor, no dejes de hacer esto,” dolor y el “Oh, Dios, no por favor, deja de hacer esto, haré lo que sea,” dolor.
¡Oh, Dios, sí, por favor, no se te ocurra de parar esto!
Las masoquistas: “No des marcha atrás en esto, ¿vale?” Este es el tipo de dolor que le hace sentir que está volando. Las endorfinas están corriendo, la están poniendo toda caliente, excitada y es su felicidad. Es una mujer poco codiciosa cuando consigue este tipo de dolor. No quiere que termine. Sólo quiere continuar flotando en el interior de las hermosas sensaciones que su pareja está creando en ella. Algunas veces, siente que puede ver las chispas o cómo brillan las cosas. Los sonidos son diferentes y, por lo tanto, son de colores. Siente cómo sus palabras tocan su piel cuando le habla. Está conectada a la tierra a través de él: nuestra conexión es una correa de sujeción segura.
¡Oh, Dios, no, por favor! Deje de hacer esto. ¡Haré cualquier cosa!
La sumisa: estoy seguro que todos ustedes estarán de acuerdo que esto es una sensación de bienvenida, pero sospecho que algunas sabrán de dónde vengo a esto. La sumisa odia este tipo de dolor. Pero, lo anhela de vez en cuando. Tal vez, parte de la atracción sea el psicodrama que se le ofrece con las sensaciones físicas. Negociado de una manera segura, la sumisa está realmente dispuesta a dar rienda suelta. Este tipo de dolor no la excita (o, más específicamente, por el momento, no lo está experimentando). Cualquier excitación previa que se haya acumulado, se ha ido en un instante, tan eficaz como un balde de agua fría. Ya no tiene coño. No existe en su mente tal cosa como el sexo. Todo lo que le importa es el dolor y lo único que la importa es la distancia entre ella y lo que tenga que conseguir para que él se detenga, justo para que no la folle en este preciso momento. Hay algo en ella que florece con esta experiencia. Crece mucho en el miedo y en el drama y después se siente emocionalmente limpia. Es una catarsis pura.
Pero, hay otro tipo de razón por el que ella distingue el primer tipo de dolor del segundo y es como ella ve a la persona que está distribuyéndole el dolor. Por supuesto, esto está dentro de los límites del consenso y no le gustaría ir ahí con alguien que no respetara la palabra de seguridad y los límites que acordados. Pero, hay una gran parte de ella que no quiere el segundo tipo de dolor, que le rogaría, engatusaría y negociaría para salir del mismo. Parte de lo que anhela y disfruta y goza en el segundo tipo de dolor, es el sadismo egoísta de su pareja que, a pesar de sus súplicas, continúa.
Lo hace porque le excita y ella lo soportará porque lo hace por él. Su dominante no está ignorando las lágrimas y el dolor de ella – se las está bebiendo. Las lágrimas y el dolor de ella hacen que su polla se ponga dura. En verdad, la injusticia de esto, la excita. No la excita en ese preciso momento, puesto que es algo que ella lleva consigo en el resto de sus interacciones y la pone más excitada para él, incluso sabiendo que él tiene eso dentro de sí mismo, no importa cuánto afecto y amor él tenga por ella. También esconde el deseo de que realmente le duele, más de lo que ella le ama. Por supuesto, le quiere de verdad – sólo necesita que él sea un poco convincente con sus azotes.
Usted puede haber notado que atribuyo el primer tipo de sensación al ámbito de las masoquistas y el segundo a la esfera de las sumisas. Reconozco que estos términos son una herramienta muy contundente para analizar esta distinción, pero creo que se pueden extraer algunas generalizaciones muy útiles.
Con la primera “¡Oh, sí!” dolor, esto está muy cerca de cómo funciona el sexo – el dominante lo suele utilizar directamente para darle sensación de placer. Es recíproco – ambos están haciendo algo que los dos disfrutan – pero, esto no es follar. Todo el mundo tiene claro que esto es una buena cosa. Yo asocio esto más con el masoquismo, porque, de alguna manera, esto es más una actividad de rellenos que una actividad dominante. Exactamente, ella está consiguiendo lo que quiere y él está sudando la gota gorda para dárselo. Con la segunda “¡Oh, no!” dolor, hay más en juego a nivel psicológico: se trata del poder, es sobre el sacrificio y juega con su consentimiento. No es la sensación de que ella está saliendo adelante y, no está claro, que esto sea realmente para uno de los dos, ella o él (por supuesto, es para los dos, pero me parece que la línea es muy borrosa hasta que ella llega al otro lado de la sesión).
¿Por qué estoy ponderando los diferentes tipos de dolor en este momento?
Recientemente, ella – me comentó – que tuvo su primer orgasmo con el dolor. Fue absolutamente increíble. Eso, y… bien… su Dominante la estaba amenazando con algo bastante horrible en ese momento. Se encuentra tan excitada por él cuando lo hace, que se retuerce. Sin embargo, ella sigue desesperada para hablarle de todo esto. Sus emociones están muy mezcladas al respecto. Espera que, por Dios, no sean una broma.
Como final, parte de lo que ella anhela en el segundo tipo de dolor, es el sadismo egoísta de su pareja que continúa a pesar de sus plegarias. Él lo hace porque le excita, y lo hace porque ella lo soportará por él. El dominante no está solamente haciendo caso omiso de sus lágrimas y su dolor, sino que lo está disfrutando.
Me parece genial y estoy de acuerdo con la distinción, así como el hecho de que “ella hará cualquier cosa para que él se detenga.” Este tipo de dolor es solamente posible en el contexto de una relación en el que el Dominante (amorosamente) presiona a su sumisa más allá de sus límites.

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