jueves, 27 de octubre de 2011

Los hombres dominantes

Dicen que los hombres Dominantes somos unos hombres muy interesantes y, generalmente, muy inteligentes y generosos. Tendemos a ser muy complejos y algo enigmáticos. Tendemos a ser, no solamente hombres diferentes en diferentes días, sino hombres diferentes de un minuto a otro. Las pequeñas cosas nos hacen felices o tristes, contentos o explosivos. Nos gusta que las cosas vayan a su manera. Nos  gusta el mundo para operar como si fuera orquestado por nosotros mismos. Tenemos dificultades para comprender por qué hay tanta gente estúpida en el mundo y que no piensen con la misma claridad que nosotros pensamos. Tendemos a querer compartir ese punto de vista con nuestra mujer.
“Mi hombre – pensaba ella - nunca ha carecido de opinión y algunas de sus opiniones las compartió esta mañana conmigo en el coche.”
“El ayuntamiento ha cometido un error al reordenar nuevamente la circulación por el centro de la ciudad,” me decía él.
“Estoy de acuerdo, por supuesto.” Le respondió ella.
“Pero, ¿qué es esto? ¿El pedal del freno suave en mi coche? ¿Cómo es que no lo has notado?” le preguntó a ella.
“Bueno, me adapto a mis circunstancias…tal vez, hubiera una compensación por la “suavidad” del pedal y no darme cuenta,” le respondió ella.
“Necesitas ser más consciente de cómo funciona mi coche,” le dijo.
Cuando ella se siente insegura por algo, necesita acercarse a él. Le aseguró que lo haría en adelante. Pero, todavía estaba sorprendido de que ella no se diera cuenta que era anormal esa suavidad tan palpable.
“Mira esto,” dijo, mientras él pisaba el freno en medio del tráfico y aparcaba el coche. “Mira como el pié llega hasta el fondo. Esto es por lo blando del pedal. Lo llevaré mañana al taller,” dijo él.
“De acuerdo. Entiendo,” dice ella
“¿Y no lo notaste antes?” pregunta él
“No, no puedo decir que me diera cuenta,” le explicó.
Ya estaban cerca de su casa. Lo llevó hasta el garaje.
“Me sorprende bastante que no te des cuenta de estas cosas,” dijo él
Interiormente, ella suspiró. Por fuera, era el modelo de paciencia angelical.
“Realmente, no me di cuenta de la suavidad del freno. Lo siento.”
“¿No te vas a poner más alegre?”
“No, cariño. No.”
“Sería mejor.”
“No, no puedo estar contenta.”
“Por dentro, te veo muy descarada. Me gustaría controlarte también esta faceta. No tengo humor para estar con una mujer descarada.”
“Sí, señor.”
Salió del coche y ella se encaminó hacia las escaleras. Sabía lo que estaba pasando.
Ayer, fue azotada con la fusta. Un castigo atrasado. Uno de los enigmas del hombre dominante es que, apenas ha azotado a su mujer y guarda la fusta, siente una intensa excitación. Sin embargo, las circunstancias pueden privarle de la intimidad con su mujer en ese momento. Esta es una situación profundamente insatisfactoria, tanto para él como para ella, que puede convertirse en el germen de su confusión interior.
Lectora sumisa, puedo verte asintiendo con tu cabeza de mujer. Veo que estás siguiendo con atención esta lectura y quiero ayudarte. ¿Qué debería hacer una mujer en tales circunstancias?
Como Nicole Kidman le dijo a Tom Cruise en “Ojos libertinos” al final de la película, cuando él le habla a ella de su noche libertina: “Sólo hay que hacer una cosa: FOLLAR.”

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