martes, 14 de febrero de 2012

Sin bragas

Después de que yo abriera la puerta del coche para que ella entrara, acerqué mi mano a su vestido y frote mis dedos entre sus labios vaginales.
Sorprendida, hizo un ruido y, luego, gimió.
“¡Qué hermosa eres!” contesté, premiando la pausa que me concedió.
Aparté mis dedos y ella se introdujo en el coche
“No he llevado bragas desde que empecé a quedarme en tu apartamento, hace ahora unas pocas de semanas.” Mientras yo conducía, ella hablaba: “Me siento ahora mucho más libre y tengo menos ropa que lavar.”
Le he dado instrucciones para que siempre tenga su coño fácilmente accesible para mí, lo cual ha cumplido la mayor parte del tiempo, aunque cuando lleva pantalones, el propósito se va por la borda. Sin embargo, ir sin bragas bajo los pantalones todavía me agrada más, al saber que ella ha tomado una decisión más libre.
Aunque, por razones obvias, sigo prefiriendo que ella lleve vestido o falda.
Ese sentimiento de liberación para romper los lazos que nos confinan, desafiando lo que la sociedad espera de nosotros, es lo que distingue al alma libre.

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