(Una sumisa llamada kyra – Nick imaginario y amante de la
correspondencia epistolar – me rogó que
publicara en mi blog el extracto de una conversación que mantuvimos tomando un
café.)
“He tenido un pene en mi culo
exactamente una vez. O, tal vez, no. Hay un cierto desacuerdo sobre el tema.”
“Sucedió (o no) hace mucho
tiempo. Un señor que conozco y que yo, finalmente, había permitido que nuestra
mutua atracción abrumara nuestros esfuerzos para no complicar una amistad
realmente buena. Sin embargo, mi auto engañada mente trataba de mantener mi
favorita ficción que “todo, pero” no equivalía a todo. Por lo tanto, cuando él
(bastante razonable, dadas las circunstancias) trató de penetrar mi vagina, yo
desplacé su pene con un “no” muy persuasivo. Lo que siguió, me cogió por
sorpresa. Él me dio la vuelta, se puso encima y me penetró por detrás. La
cuestión es por cuál orificio me penetró.”
“En ese momento, yo era muy
ingenua. Realmente, no me apetecía que él lo hubiera hecho por el agujero
esperado. No me dolió mucho. Su miembro, si bien era efectivo, no era demasiado
grande. Pero, era seguro que no me apetecía que lo hubiera hecho por donde él
suponía que lo haría. Mi hipótesis era que él había fallado el objetivo,
mientras que yo no podía imaginarme que realmente quisiera follar mi culo. O,
tal vez, él pensaba que esto era una forma legal de respetar mi protesta y, aun
así, tener alivio. Fuera lo que fuese, me dio vergüenza decir algo al respecto
hasta años más tarde. Pero, cuando se lo planteé, este negó cínicamente que
hubiera sucedido. Diciendo que si él hubiera estado allí, seguramente lo habría
recordado.”
Cualquiera que fuera el agujero
que él hubiera violado, el resultado era incuestionable. Mis regiones inferiores
se erotizaban a fondo. Cada vez que yo tenía relaciones sexuales, mi culo me
dolía por la acción. No solo mi ano. Yo
quería ser tocada, masajeada, azotada y golpeada con un látigo. Tenía un montón
de fantasías con un látigo de nueve colas. Conforme pasaba el tiempo y yo
aprendía más sobre lo que podía hacer, soñaba con las violaciones en grupo,
incluyendo follar mi culo con ferocidad y brutalidad. Yo hubiera dado cualquier
cosa para que mi amante me insertara su dedo en mi culo. El deseo me hacía casi
gritar, pero no me atrevía a verbalizarlo por mí misma. Yo creía que estaba
lanzando demasiado pistas para responder con entusiasmo a cualquier
estimulación en un radio de un kilómetro del punto mágico, pero, obviamente,
mis gemidos y retorsiones no eran una señal lo suficientemente clara.
Cuando finalmente, me embarqué
en mis aventuras eróticas epistolares, me di cuenta que mis corresponsables
estaban entusiasmados con el sexo anal, que yo nunca había visto en mi carne y
sangre semen de mis parejas. Esto corroboraba lo que había estado mostrando
durante los últimos años en la enorme colección de literatura erótica que yo
estaba constantemente acumulando. Reaccioné con temor, anhelo y una inmensa
curiosidad, la cual me llevó a plantearme algunas preguntas muy directas.
De alguna manera, mi obsesión
por tener mi culo penetrado se la transmití bastante pronto a Carmelo, que me
demostró, en gran manera, su profesada lujuria por mí. La naturaleza
electrónica de nuestra relación me lo puso un poco más fácil para que yo le
preguntara directamente en qué basó su atracción para cogerme de esa manera.
Tal como he mencionado antes, no le hablé de este blog para que no alimentara
más su hambre permanente hacia mí. Por lo tanto, no quiero incluir y, por
respeto a él, una gran parte de lo que me escribió. Es una lástima, puesto que
parte de la misma es bastante jugosa. Él me dio una descripción muy detallada
del proceso que era, a partes iguales, un manual de instrucciones y un intento
de seducción. Pero, al margen de todas las otras razones que yo tenía al
rechazar sus peticiones para que le entregara mi culo, estaba el miedo a su
polla. Le encantaba decir que tenía mucha grasa. Y eso suena, simplemente,
aterrador. Estoy segura que es muy habilidoso en lo que hace, pero no me parece
muy atractivo. Larga y delgada hubiera estado bien, pero yo no veía un pene de
doble ancho, en un futuro, dentro de mi
culo.
Por supuesto, también le
planteé la pregunta a otro amigo, Alfonso, y tuve su permiso para presentarle a
usted nuestra discusión. Además, me encanta compartir sus escritos y,
solamente, desearía que hubieran más de ellos. Como siempre, sus imágenes y el
uso de palabras, combinadas con la auto reflexión y el análisis, me enseñaron
un montón de ventajas, tanto emocionales como intelectuales. Sus consejos me
ayudaron a prepararme algo que yacía por
delante. Un poco, pero no del todo. La realidad de la sumisión es mucho mayor
que cualquier análisis, que cualquier fantasía.
En mi papel de estudiante,
siempre curiosa, respondiendo en medio de sus muy probadas cuestiones, le
pregunté: “También me pregunto, ¿en qué consiste esa enorme excitación de los
hombres por el sexo anal? ¿Es el aura de lo prohibido? ¿Es la estrechez de ese
orificio? ¿La textura diferente dentro de ese conducto? ¿Hay una mayor
sensación de violación y, tal vez incluso, de una violación con más fuerza de
la necesaria para penetrar?”
Usted, Ben Alí, me replicó: “Últimamente, me preguntaste por el sexo
anal. Creo que los factores que has preguntado, ciertamente entran en juego –
hay una increíble estrechez ahí, y una sensación diferente, cuando al entrar y
salir – una parece más ardiente y ligeramente mantecosa - apoderándose desde
todos los lados. La viscosidad no es la misma que la del coño. Realmente, es
una sensación deliciosa. Pero, también una especie de todas las cosas que hemos
estado hablando antes – existe esa sensación de tabú, pero también una especie
de sadismo. Pero, el sadismo que tú sabes que el cuerpo puede soportar e
incluso disfrutar si se hace correctamente. Esa sensación real de hacer algo a
otra persona, es un acto que requiere un grado de fuerza – tienes que apretar
muy fuerte, tienes que cogerla más fuerte al principio para que funcione – no
es esa sensación de los músculos del hombre trabajando a gusto, que se nota muy
bien y, por último, soy normalmente reacio a admitir esto, pues la mayoría de
las mujeres que disfrutan del sexo anal, hablan de él en un nivel mayor que del coito vaginal. Como un creador
de un sentimiento de unidad, en parte, porque la mujer siente que está dando
más de sí misma y también le llena más. Y esa sensación de ofrecer algo que una
mujer, sin duda, disfruta, crea un grado de gloria reflejada. Existe, por
supuesto, el placer de dar.”
“Sé que te estás muriendo por
preguntar, por qué mi Dominante no ha satisfecho mi curiosidad. Sería muy fácil
retrasar su inherente sadismo, pero, de hecho, no hemos llegado a ello todavía.
Hay mucho que explorar, a parte de que existe esa máxima del teatro para salir
siempre con ganas de más.
Soy una gatita muy codiciosa y
siempre quiero más.
Gracias, por leerme y por
publicarlo. kyra”
Y...una vez q ya lo tienes muy abierto, no es lo mismo, verdad Sr ? Ya no quieren poseerte analmente...o estoy errada ? No es igual la sensacion de cierta estrechez...
ResponderEliminarNo lo es, verdad ?
sumisa Argentina
Si tu Amo no ha perdido el instinto sádico, no tiene por qué dejar de poseerte analmente, aún estando bien abierto el orificio...
ResponderEliminarSi lo deseas, envíame tu mail para hablarte más del tema...
Ben Alí
He oído y leído en más ocasiones, que este acto lleva a una sensación de completa entrega, que es ahí cuando empiezas a conectar en profundidad con tu Dominante, pareja...
ResponderEliminarNo me gusta opinar de lo que desconozco, pero en este caso en mi interior hay algo que me hace sentir que pudiera ser cierto, que hay algo mágico que se extrae de esa entrega...Sólo pienso...
Saludos y buena tarde.
P/D. Hoy no publicó nada...Voy atrasada en sus escritos recientes, pero al tanto de ellos...(espero sea por falta de tiempo).
Es cierto. No todos los dias tengo tiempo, aunque me gustaría tenerlo.
EliminarSaludos.