Ella estaba todavía muy confusa cuando le subí su falda y su mente
estaba en tal estado de agitación que no se daba cuenta de lo que la estaba
haciendo. Al doblar su falda hacia arriba, empezó a sentir una sensación de
vergüenza con este acto tan íntimo y arrogante.
La confusa sensación de vergüenza y, tal vez, incluso de la
humillación añadida cuando le cogí sus bragas y con un movimiento audaz, las
arrastré hasta sus rodillas. Sentía que
me movía y, más tarde, ella se dio cuenta que yo estaba sacando un
cepillo del pelo de base ancha de una bolsa.
Durante un breve momento, me mantuve quieto. Ella no dijo nada. No
hice nada, solo observaba su trasero. Luego, empecé a azotarla. Ella oía el
trayecto del cepillo viajar a través del aire y luego sentía su picor sobre
ella, ahora, apoyada boca abajo sobre mis piernas y desnuda por detrás. Se
quedó sorprendida y abrumada con los primeros azotes y me pareció que hasta su
corazón dejó de latir.
Recuerdo cómo yo dejaba caer sin descansar el cepillo de madera sobre
sus pobres y expuestas nalgas y cómo su sentido del impacto la mutaba a una
sensación de dolor. Ella no gritaba, estaba demasiado abrumada y no se daba
cuenta de que se movía y retorcía un poco de una manera instintiva, sin darse
cuenta, tal como me comentó después.
Ella se sentía avergonzada, humillada, asustada y abrumada por el
tratamiento que estaba recibiendo. Se sentía hasta molesta por la mezquindad de
su elección al entregarse a mí para azotar de esta manera la parte más sensible
y expuesta de su cuerpo.
Había en su interior una extraña sensación que, al principio, no podía comprender. Era
una satisfacción rara por el hecho de lo
que yo quería hacerle. Ella quería estar cerca de mí, pero esto no era tal como
ella había imaginado que sería. El hecho era que al estar parcialmente desnuda,
la hacía sentirse molesta y extrañamente excitada. Dando a entender que un poco
de excitación estaría bien, pero en su interior, no lo podía admitir.
A los pocos días, ella me escribió esta reflexión sobre su primer
azote:
“Esto
fue una fantasía que se hizo realidad. Quiero decir que no había naves
espaciales y cosas por el estilo. De todos modos, se trataba de unos azotes y
me parece un poco vergonzoso escribir sobre ello. ¿Por qué diablos debería
sentirme excitada por unos azotes? Después de todo, un spanking se supone que
duele, es humillante y generalmente no
es agradable. Si alguien te azota, es para castigarte o para que sea
significativo para usted. Sé que hay un montón de gente haciéndolo por mutuo
placer, y que es absolutamente bonito. Lo que estoy pensando es sobre la idea
misma de los azotes. Se supone que es malo para una.”
“Sin
embargo, hay algo convincente sobre el tema. Respeto a todas aquellas personas
que han hecho de los azotes una parte de sus vidas o, al menos, de su vida
sexual. Al mismo tiempo de que somos un montón de gente proclives a vivir fuera
nuestras fantasías, pero que encuentran la idea de ser azotada muy emocionante.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario