martes, 10 de abril de 2012

La historia de O y sin bragas


Me siento fascinado por La historia de O desde que la leí por primera vez, especialmente al principio, cuando O entra en el coche con su amante y la prepara para su llegada a Roissy. Toda la confección de su falda está ahí para que ella se sienta expuesta y prepararla para la prueba en la mansión. La mejor parte de esto es:

“Quítate el liguero y las bragas.” Le dice él.  “Esto es fácil. Todo lo que tienes que hacer es levantar el corchete de atrás y deslizar la hembrilla.”

Ella le entrega el liguero y las bragas, se lo guarda en el bolsillo y le dice:

“No debes sentarte sobre la combinación ni la falda. Levántalas y te sientas con tu piel desnuda directamente sobre el asiento”

El asiento está tapizado con una especie de cuero frío y resbaladizo. Tiene que dar  angustia sentirlo pegado a los muslos y, con seguridad, una sensación muy extraña.

Desde entonces, la idea de hacer que la sumisa se quite sus bragas, se levante la falda y se siente directamente sobre su carne desnuda, ha sido una parte importante de las fantasías de las mujeres. Es un pequeño detalle, uno de esos, tal vez tonto, que hacen que la sumisa se excite.

Tengo la imagen de una pareja. Una mujer y su Dominante que van a un restaurante. Se sientan en un rincón apartado y discreto, uno enfrente del otro a través de la mesa. Él está vestido con un traje negro, muy elegante. Ella, con un vestido bonito, tal vez, azul, quizás de seda. Ella de mediana edad y muy tímida. Ella no puede mirarle a los ojos.

Él la mira a los ojos y ella esquiva la mirada  hacia atrás, se sonroja y baja la vista. La dice en voz baja que se quite las bragas y que se las entregue. Ella empieza a levantarse, pero la dice que tiene que estar sobre la mesa. Es un poco difícil para ella el quitarse discretamente sus bragas, deslizarlas por sus caderas estando sentada, pero, lo intenta. Está especialmente preocupada por la forma de quitárselas por los pies sin que nadie se dé cuenta.

Ella es bastante cuidadosa e intenta obedecerle. Se sonroja cuando siente la excitante sensación de sus bragas deslizándose sobre su piel. Está avergonzada por su reacción. Le entrega sus bragas y las guarda en su bolsillo. Luego, la dice que tire de su falda hacia arriba y que se siente con su piel desnuda directamente sobre la silla. Ella le mira suplicante, pero está decidido y él sonríe. No tiene más opción que obedecerle. La falda es lo bastante larga para que ella sea capaz de organizarlo de tal manera que, obviamente, no esté sentada sobre sus prendas.

Ella se siente avergonzada y violentamente excitada por esto y mientras ellos salen del restaurante y pasean de noche por las calles, ella sabe que le pertenece a él y que su Dominante la ha abrumado de una manera que ni se imaginaba que fuera posible. Por esto, ella le ama y le adora. Por supuesto, él guarda sus bragas en su bolsillo.

Otro lugar donde esto puede suceder es en una sala de cine. Imagínese a la sumisa sentada en la oscuridad de un cine al lado de su Dominante y que este le susurra al oído que se quite las bragas y se las entregue. Es un poco incómodo y hay que intentar hacerlo sin que la persona que está a tu lado se dé cuenta. Le entrega las bragas a su Dominante y le dice que te levantes la falda y se siente sobre el asiento. Ella, ya no puede pensar más en la película. De lo único que tiene que ser consciente es de la sensación de la butaca del cine contra su piel desnuda. La cruda realidad de su persona es el tacto suave y el hecho de que haya obedecido a su Dominante sin rechistar.

Una sumisa me comentó hace poco que todavía conserva la imagen en que siendo muy joven, en sus primeros veinte años, sentada en un autobús. Un asiento doble para ella sola. Vestida con una falda corta de verano, ya que era un día muy caluroso. Sin esperarlo, su Dominante le manda un mensaje con el siguiente texto: “Quítate las bragas ahora mismo y las deja en el asiento.” De una manera resolutiva y sin ninguna torpeza, se sitúa en el asiento junto a la pared de autobús y procede a levantarse discretamente la falda. Desliza sus bragas por sus piernas y la deja en el asiento. Este es duro y, tal vez, incluso esté sucio. Ella sudaba, sus muslos se pegan sobre el asiento. Es una sensación extraña al estar sentada directamente, sin ropa entre su piel y el asiento, mirando alrededor y tratando de averiguar si alguien se ha dado cuenta.

Ella se siente desnuda al salir del autobús y dejando su ropa interior en el asiento. Camina por la calle sabiendo que estaba desnuda por debajo de su falda y piensa que todo el mundo lo sabe. De alguna manera, “la gente puede ver que estoy desnuda, de hecho, desnuda de cintura para abajo interiormente”.

Inesperadamente, se encuentra a su Dominante al final de la calle. Ella no sabe y él dirige hacia un edificio de oficinas. Se introducen en el ascensor. Él lo pone en marcha. Ante la directa mirada de su Dominante, ella se sube la falda y él comprueba su obediencia.

La dice que se introduzca en un edificio de oficinas. Se introducen en el ascensor. Él lo pone en marcha. Ante la directa mirada de su Dominante, ella se sube su falda y él comprueba su obediencia.

“Mi buena sumisa,” le dice con una sonrisa.

2 comentarios:

  1. Hola,
    Mi AMA me lo ha ordenado varias veces, eso de quitarme las bragas en un sitio publico. La primera vez pasé mucha verguenza, pero me excito mucho la situacion. Fue en un restaurante.
    Besos.
    Olga
    Submisa69@gmail.com

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  2. Y esto lo considerais erotico?

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