Él sabía con exactitud qué tipo quería para ella. Algo completamente pasado
de moda, como los que se pudieran ver en una vieja película en el París de la
belle époque. Con toda probabilidad, negro o posiblemente, rojo o, tal vez, rosa,
con toda certeza, de raso, con unos adornos de encaje. La blusa de corte muy
bajo, casi hasta los pezones y las cintas laterales, estilo halcón, para que no
impidan la vista de la soberbia carnosidad producida por la presión del corsé.
Por supuesto, muchos corsés victorianos se prolongan hacia abajo para cubrir el
trasero, pero él no está a favor de esto. Quiere que su trasero quede expuesto. Llevará
una tanga a juego y en cada lado del corsé, dos ligas para las medias. Las
ligas y el corsé van de la mano como el pan con la mantequilla.
Buscan juntos por Internet y encuentran el artículo correcto. Cuando se
lo entregan, ella le invita a más de lo que puede a posar para él. Se despoja
de sus ropas. Luego, mantiene fuera el corsé para que se lo ajuste alrededor de
sus pechos. Él se lo abrocha por la parte posterior con los corchetes, pero
también hay algunos cordones para asegurarse de que realmente está abrochado.
Mientras él se los aprieta, ella se siente cómoda e, incluso, segura.
Y, maravillosamente, mimada. Ella no piensa que sea incompatible con
su sumisión, puesto que también siente una especie de autonomía. El corsé
moldea y esculpe su cuerpo y la hace sentirse bien. Puede ver fácilmente el
efecto que está causando en él.
¿Es la única prenda que se usa solamente para fines eróticos? Un corsé
no tiene otra función que hacer hincapié sobre las zonas erógenas:
especialmente, el busto, la cintura, las caderas y el trasero. Al presionar los
pechos hacia arriba y hacia el exterior los expone, no solamente a la vista,
sino también al tacto. Literalmente, él no puede apartar sus ojos de ellos, a
menos que sea para bajarlos desde los pezones a la cintura y luego a la curva
de las caderas. La vista trasera es igualmente fina, la cintura estrecha,
acentuando la redondez de sus nalgas, por encima de la carne contenida en
contraste con la desnudez exuberante de su culo, la fina cadenilla de su tanga
era un mero gesto hacia la modestia.
“¿Te gusta?,” dice ella, pavoneándose, dando la vuelta y luego andando
con una mano en su cadera y la ingle empujando hacia delante.
Él le hace señas para que se acerque.
“¿Quieres que me lo quite?” con coquetería, le pregunta ella.
“Voy a follarte con él puesto,” él la contesta.
...las manos de un AMO son el mas fino corse:
ResponderEliminarciñen, ajustan, miman,dejan correr entre sus dedos las mejores formas de nuestros cuerpos...
saben como hacerlo y eso es maravillosamente delicioso
( imagino que asi es....imagino )
mis respetos a Usted Sr
sumisa Argentina
Has comprendido como nadie el espíritu de mi entrada...El Amo es siempre el mejor corsé...
ResponderEliminarMe gusta la coincidencia....
Buen día,
Ben Alí