jueves, 16 de agosto de 2012

Producto de tu imaginación


Soñé que estaba dentro de una fantasía en tu mente. Yo era un producto de tu imaginación y tu fantasía era hacer el amor conmigo.

Con cada gemido tuyo, podía escuchar la música de tu canción, incluso podía sentir tu aliento contra mi oreja. Con cada estremecimiento de tu respiración, podía sentir el latido de tu corazón contra la yema de mis dedos.

Yo podía ver tu silueta, tus curvas en la penumbra. Tu aroma allanando el camino, hablando en la antigua lengua, sin palabras: Mujer. Yo podía sentir la hinchazón de tus pezones, a la vez que tus  senos se endurecían contra las palmas de mis manos a través de la tela de tu vestido. Podía sentir la piel flexible de tus pechos contra mi mejilla, mientras te los chupaba, la piel resiliente de tus pezones,  mientras te mordía con más fuerza de lo que, quizás, yo debería.

Por encima de todo, literalmente, podía sentir mis dedos deslizándose dentro de ti. Podía sentir el calor radiante de tus labios exteriores. Podía sentir pastoreando con mis dedos los tenues filamentos de tu vello, justo antes de que tu cuerpo se abriera para aceptarme dentro de tí. Podía sentir tus músculos aterciopelados aprisionar mis dedos en respuesta a cada movimiento suave que hago. Sé que yo pondría mi otra mano encima de tu cadera para decirte silenciosamente que eres mía, que me perteneces ahora y que no puedes escapar. Lucharía duro para controlarme, para darme tiempo a explorar tu hermoso cuerpo, cercano a mí, por su interior. Acariciar, suavemente tus satinadas nalgas, sin presionarlas, con ternura por las crestas delanteras, para explorar la misma puerta de los cielos. El sabor, el olor, el aspecto de tu néctar en mis dedos es intoxicante, hacen que mi cabeza nade.

Podía sentir que me llevas a tu boca. Podía sentir el fondo de tu garganta, indicándome la completa aceptación de mi cuerpo por el tuyo. Podía oírme a mi mismo rogándote que te corrieras, mientras deseo que nunca termine. Podía sentir tu lengua pequeña y traviesa sinuosamente burlándose de mí, dando vueltas y vueltas, haciéndome sentir como si yo estuviera perdido en un torbellino de suave y húmeda carne femenina.

Y, sí, sin lugar a dudas, podía sentir tus manos pequeñas apretando por detrás de mi cuello, mi cuerpo y mi fuerza siendo tu ancla, un marcado contraste con tu gracia y feminidad. A su vez, podía sentirme a mi mismo perdido dentro de tu cuerpo, siendo devorado vivo por ti.

3 comentarios:

  1. Pues disfrútalo que seguramente es más placentero que el que estamos soportando en el sur...

    Feliz día, Adriana...

    Ben Alí

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  2. Es usted el producto de mi imaginación,

    ANónimA. ;)

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