Una sumisa novata me escribió hace
aproximadamente un mes y me preguntaba si yo sabía algo sobre la “fiebre de la
sumisa” y la respuesta que la sumisa da a esos deseos sexuales. Esto fue lo que
le contesté:
En su caso, ¿cuál es la relación
entre la “fiebre de la sumisa” y la respuesta de la sumisa? ¿Van siempre de la
mano o son dos fenómenos independientes que a menudo suceden a la vez? O, ¿es
algo más?
Algunas definiciones están en
orden. La fiebre de la sumisa puede ser definida como un estado de intensa
excitación que no puede ser satisfecho sólo con la conducta sexual. Una mujer,
presa de la fiebre de la sumisa, existe en un estado de elevada y constante
estimulación. Aquellas que la sienten por primera vez, en verdad, no tienen un
referente con qué compararla, sin embargo, puesto que los síntomas incluyen
estar húmedas la mayor parte del tiempo, una constante obsesión por el sexo y
un profundo deseo de que sea gratuito y muy puto, van mucho más allá de
cualquier cosa que hayan sentido antes. Se identifican como que están “muy calientes.”
Sin embargo, ni por mucho sexo que practique parece satisfacer su picazón. Las
mujeres en ese estado pueden frotarse hasta poner en carne viva la zona frotada
y todavía querer más.
Lo que estas mujeres requieren,
más allá del sexo, es la oportunidad de someterse a algún hombre Dominante. Lo
que realmente están buscando, sin comprender realmente el por qué, es el flujo
del poder de una pareja Dominante. Sólo esto le aporta un alivio a su fiebre.
Este estado generalmente solo se
encuentra en las mujeres sumisas, de ahí que se denomine “fiebre de la sumisa.”
Sin embargo, solo porque un hombre
en particular provoque esa fiebre en la mujer, no implica que ella se someterá
por completo. Casos de mujeres atrapadas en el calor de la fiebre que no se
someten, son bastantes comunes en nuestra sociedad y en las mitologías.
Considere todas las historias clásicas de mujeres atraídas por un “hombre malo”
(ciclista, ladrón, etc.). ¿Qué es la atracción? ¿Es el
físico (su tamaño)? ¿Es su actitud (arrogancia, vanidad, engreimiento)? Quizás, el poder que ellos ejercen
(el hombre del petróleo se casó, el político, etc. Independientemente de que los
participantes de la historia sean muy parecidos, la mujer es atraída, no puede
resistir la atracción y el encanto del compañero y se arroja ella misma en sus
brazos una y otra vez, incluso, aunque ella conozca sus experiencias pasadas
que terminaron tan mal. Finalmente, ella será capaz de resistirse. La historia
termina con ella apartada, usada como una mercancía y abandonada con los
recuerdos y su tragedia.
Por supuesto, en la vida real, la
misma historia termina de una manera diferente. En la mayoría de los casos, la
mujer se cansa y se va. De hecho, la mayoría de las veces, ella se va después
de la primera o segunda relación. Parece que todo lo que ha atraído la hembra
al macho se desvanece en el aire una vez que el sexo ha tenido lugar.
Para hacer las cosas incluso más
interesantes, con frecuencia, el sexo, por sí mismo, resulta ser más bien anti
climático, no está a la altura que la atracción ha sugerido.
Y luego, en algún momento del
futuro, todo el proceso empieza de nuevo con más o menos los mismos resultados
cada vez. De esta manera, es posible que una mujer caiga en los brazos de un
buen número de hombres.
Por supuesto, desde el punto de
vista de la dinámica de la D/s, esto hace que tenga mucho sentido. La fiebre de
la sumisa está provocada por la ilusión de dominación que un hombre proyecta.
Como sabemos, la verdadera dominación no se encuentra en las formas del cuerpo
o la captación externa del poder, sino más bien en un estado interno que
probablemente pueda ser de origen genético. Sin embargo, es obviamente posible de
que muchas mujeres sean provocadas a dar una respuesta a la fiebre de la sumisa
que sienten incluso por la ilusión.
Por supuesto, una vez que el sexo
tiene lugar, la mujer se da cuenta de que ninguna dinámica cierta de la D/s ha
tenido lugar y con esta realización, la fiebre de la sumisa desaparece y ella
tiene poco o ningún interés por el sexo masculino.
Mientras que la fiebre de la
sumisa puede ser un marcador o indicador de una mujer sumisa, no se puede saber
con seguridad hasta que la verdadera respuesta de la mujer sumisa haya sido
provocada. Normalmente, esto no suele suceder, a menos que, ella esté en una
relación de largo plazo con un hombre dominante competente.
La respuesta de la sumisa (a
diferencia de la fiebre de la sumisa) se caracteriza por un deseo de servir,
obedecer y ser agradable. Se puede considerar una consecuencia de la fiebre de
la mujer sumisa, pues la única forma real de satisfacer su fiebre es
proporcionando una oportunidad para que la mujer sirva en el marco de una
relación D/s. Casi todas las sumisas recién provocadas, a menudo, se sorprenden
al descubrir que el equilibrio y la calma retornan tan pronto como ellas están
de rodillas a los pies de su pareja dominante, desarrollando un servicio
(servir una bebida, una comida, etc.), o ser objeto de un uso sexual.
Por lo tanto, la respuesta sumisa
es el verdadero indicador de una mujer para que ella esté con una pareja
dominante competente. Ella no se aburre. No se quiere ir. La fiebre no desaparece.
Ella está conectada con su pareja.
Lamentablemente, parece que hay
una falta real de hombres dominantes a su alrededor que puedan provocar esta
clase de respuesta en las mujeres. Bueno, en verdad, no creo que sea una falta
de hombres dominantes, lo que creo es que existe una falta de hombres que estén
preparados para permitir que sus naturalezas dominantes se expresen por si
mismas.
No soy un poste de madera o un tío
cachas. No tengo una moto, ni una escopeta y estoy completamente seguro de que
no me defiendo bien en una pelea. Tengo una
salud normal. No tengo una posición de poder. Sin embargo, una y otra vez, las
mujeres me han pedido que las deje servirme. Y se queman por mí, “la fiebre de
la sumisa” de la sumisa permanece caliente y fresca durante años, aunque yo pueda
hablarles solamente unas pocas de veces al año. ¿Por qué? Yo sugeriría que se
debe a que he provocado su respuesta de sumisión más profunda y debido a que
siempre estarán dispuestas a servirme de cualquier manera que yo desee y se
excitan al hacerlo.
La fiebre de la sumisa es caliente
e intensa, como cuando el agua empieza a hervir. Pero, a menos que el calor se
mantenga, el agua pronto se entibiará y entonces se enfría por completo. La
respuesta sumisa mantiene la llama ardiendo, mediante la regulación de la
poderosa y más profunda naturaleza de sumisión de la mujer. Esto puede
conseguirse por cualquier hombre dominante que comprenda el proceso.