jueves, 18 de abril de 2013

El semen


Me gusta verlo sobre ella o en ella. Me encanta correrme sobre su rostro: cara, mejillas, nariz, labios, barbilla. Intentar mantenerlo fuera de sus ojos porque puede picar un poco. Algunas veces, cae en su pelo. Enmarrallado, lo disfruto bastante. O correrme sobre sus pechos, su vientre, su culo. Algunas veces, lo extiendo sobre su piel, la digo que no puede lavárselo, lo dejo que se seque en ella. Si luego salimos, se siente cohibida porque todo el mundo puede ver que es una mujer con semen sobre su rostro. Por supuesto, que no se puede, pero su cara parece que está rígida, por lo que es consciente del problema que tiene ahí.

Me gusta verlo correrse lentamente por su coño o su culo. Si estoy en plan juguetón, podría recoger un poco con mi dedo y lo tendría que lamer ella hasta dejarlo limpio. Lo he probado demasiado, no porque sea muy sabroso, su sabor es algo salado. Y tiene un olor ligeramente acre. Dicen que puede dar una idea de lo que se come, pero no lo he notado.

Los hombres suelen variar en la cantidad que producen. Es una fuente de una inseguridad potencial para los hombres que buscan en la Red. No solamente se preocupan de los hombres que tienen pollas más grandes que la tuya, algunas de ellas eyaculan cubos. Por supuesto, que se puede fingir, cualquier cosa se puede disimular. Pero, estoy hablando sobre la pornografía amateur. ¿Es importante para una mujer lo mucho que tenga? Probablemente, no. A menos que, por supuesto, quiera quedarse preñada.

No me gusta llamarlo “correrse.” No puedo explicar exactamente por qué. Siempre me pareció una palabra bastante cursi. Ciertamente, es consecuencia de una alta proporción de juego de palabras horrorosas que infestan la pornografía online. Yo prefiero llamarlo semen. Siempre hay algo de grosería en las palabras oficiales sobre las cosas del sexo. El coito, actualmente, es una palabra muy grosera, mucho más que follar.

Todavía puedo recordar la primera vez que eyaculé. Fue  al principio de mi adolescencia. Había estado tocándome durante un buen rato. Cuando lo hice, estaba pensando en las chicas y lo que estaba dentro de sus bragas, este fluido claro y resbaladizo que rezumaba de mi pene. Contra más jugaba con él, más me salía. Me sentía muy bien. Luego, un día, yo estaba jugando y frotándome mi pene un poco más fuerte y, de repente, una sensación totalmente abrumadora se apoderó de mí, mi polla sentía algo así como un placer insoportable que estaba sucediendo dentro de ella y podía ver que todo esto había salido, no tan claro como antes, pero lechoso, espeso y pegajoso. Yo no me esperaba esto. En aquellos días, no había educación sexual ni Internet. Nadie sabía mucho, ni en mi edad. Pero, seguro que me sentaba muy bien. No pude dejar de hacerlo, lo hacía varias veces al día. Algunas veces, me corría sin cogerla y se desparramaba por el suelo a una velocidad sorprendente.

Una cosa que no he probado todavía, es una bola de nieve, donde su boca esté llena de mi semen, la beso y ella la transfiere a mi boca. Yo se la daría de nuevo. Ella sería la única que se lo tragaría, no yo. Creo que conozco a una chica que lo haría conmigo. Ella sabe quién es, tal vez ella se identificaría por sí misma.

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