jueves, 20 de febrero de 2014

La pregunta de una masoquista



“¿Cómo le tengo interesado en mí?”

 

Esta es una pregunta capciosa, sin unas respuestas claras. Puede que usted tenga que replantearse algunas de las cosas que está utilizando para hacer frente a los sádicos. Los dominantes y los sádicos podemos parecer y actuar muy similarmente y, con frecuencia, puede que usted no vea la diferencia, pero, al menos, en mi definición de las etiquetas,  existen algunas sutiles diferencias que pueden hacer que usted se pierda.

 

Tenga en cuenta que los hombres son tan complicados como las mujeres, con el agravante de que nosotros succionamos para expresar nuestras emociones. Las mujeres son atletas de la comunicación emocional; los hombres cambian los neumáticos y llevan el equipaje pesado, pero ustedes, las mujeres, tienen que hacer el trabajo pesado que es donde sobresalen.

 

La mayoría de los hombres con los que te encuentras, tienen rastros de dominación y sadismo, que son los más pronunciados. Personalmente, puedo ser dominante, pero, al final del día, lo que me satisface no es la obediencia de ella y su sumisión, sino sus respuestas emocionales y físicas a mí. Haciéndome eco de la princesa de día y de la puta por la noche. No soy dominante durante el día y sádico por la noche. Lo siento, es terriblemente simplificado, pero, bastante preciso.


Dudo que usted pueda ver mucho de la persecución masculina de la mujer que se utiliza por parte de un sádico. Un dominante puede cazar porque es, más o menos, una caricatura de un hombre alfa dando con “normalidad” un paso hacia adelante. Personalmente, pienso que un sádico es menos de una caricatura de un hombre alfa y más de alguna otra cosa, un hombre inteligente. Si un dominante es el rey, entonces, el sádico sería un mago o un obispo. Si un dominante es un caballero, entonces, el sádico es un sacerdote. Si un Dominante es un jefe de la tribu, entonces, el sádico es el chamán. Si un dominante es un escultor, entonces, el sádico es un poeta.


Es probable que un sádico, mientras la consigue, emocione mucho en la persecución, en vez de saborear el juego del gato y el ratón. Él te hará daño. Te hará daño física y, tal vez, emocionalmente y su emoción está en que eres incapaz de resistir y tu incapacidad de resistir vuelve por más. La emoción no está en cazar y matar, sino en la profunda conexión e intimidad entre el torturador y la torturada, entre el sádico y la masoquista, el dominante y la sumisa.


Yo no persigo a las mujeres. Las mujeres vienen a mí. Aunque, no sea tan arrogante como parece. Te alimentaré, te aceptaré y no puedo soportar la idea de convertir a alguien ni a nadie a esto. Usted tiene que acercarse a mí por sus propios pasos y tiene que convencerme que usted, no solamente comprende, sino que anhela ser alimentada con la misma intensidad que yo quiero alimentarla.


Busco la simbiosis. Busco a las que no se derrumban cuando hundo mis dientes en ella. Busco la fuerza, la magnificencia y la fuerza emocional y lo suficientemente potente  como para ser compartida, para que me rodee, que se envuelva a mí alrededor.


Un sádico se alimenta de las respuestas que recibe. Está en la respuesta a su tacto o a su presencia, la que ve por sí mismo. Cuando usted le responde, es cuando él se siente realmente  vivo. Es menos probable que se enamore de su sumisión y obediencia y sí de saborear su capacidad de entrega, sentir y comunicar esos sentimientos hacia él.


Sin embargo, no cometa el error de fingir. Parte de su maquillaje es una fuerte capacidad de empatía. Si se quiere, su empatía es su órgano sexual. La usa para penetrar en sus emociones y hundirse más y más en usted. También significa que él sentirá algo, cuando esté descentrado.

 

El sádico necesita que usted se sienta fuerte y brillante, tan brillantemente que su propio corazón resuene en el suyo. Que es cuando usted lo tiene. Se conecta con un sádico haciéndole sentir y usted hace que, al sentir con tanta intensidad, él se sienta atrapado en el torbellino de sus emociones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario