Una mujer
sumisa es muy atractiva. Pero una mujer sumisa fuerte, potente y segura, es
puro sexo para caminar. Sumisa, sí, felpudo, no. Una mujer inteligente, fuerte
y poderosa tiene opiniones propias, sus propios puntos de vista y puede valerse
por sí misma, sabe lo que ella quiere en la vida y, en un momento dado, aparecerá
en este mundo de nosotros y conseguirla, es pura lujuria.
¿Necesita
un hombre que sea más fuerte que ella? Compruébalo. ¿Necesita que él sea de una
integridad excepcional y con valores humanos muy elevados? Un trozo de tarta.
¿Ella exige un compromiso pleno y sin reservas de él? Dálo por hecho. ¿Ella
necesita estructura, unos límites, rendición de cuentas, una valla a su
alrededor? Me voy a echar una siesta. ¿Ella necesita amor, cuidarla,
dedicación, atención, adoración y ser tratada como el tesoro que es?
Despiértame cuando hayas terminado.
Una buena
mujer sumisa pide muy poco por la enormidad de lo que ella da a cambio. En
honor a la verdad, es lo mejor que un hombre puede tener en esta vida.
Cógela por
los pelos. “Las tonterías se terminan
ahora, cariño.” Abofetea su cara. “Ahora,
estás conmigo.”
Dios debió estar de muy buen humor el día que decidió crear a las
mujeres sumisas.
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