viernes, 8 de mayo de 2015

Corre, corre...

Una y otra vez, y no importa cuántas vece lo oigas, el  eco de sus palabras permanece en ti y la única cosa que puedes hacer, es ir lo más rápido que puedas. Se oyen los ruidos de las cosas alrededor de tí. Pero, realmente, nada entra, a pesar de lo que fuerte que esas palabras sean.
Tu corazón parece como si fuera a salirse a través de tu pecho, tus pulmones arden con fuego, pero no puedes dejar de moverte. Todo va muy rápido. Los mundos son una mancha y un paso en falso podría terminar con todo. Hay tanta adrenalina corriendo a través de ti que ni siquiera puedes sentir cuándo la rama acaricia tu cara.
La sangre caliente gotea por sus mejillas y el único aullido del cazador captando tu aroma hace que te des cuenta que estás sangrando. El sonido era demasiado cercano y el pánico y el miedo se establecieron, se alojaron en tu cuerpo, por lo que tú tropiezas.
“Usted no va a ser azotada en su propio juego.” (No todavía).
“No se pare, siga moviéndose.” (Menos todavía).
“¡Puta carrera!”
Gritas contra tí misma por la frustración. No puedes hacer esto por mucho tiempo, te cansas rápidamente y la única esperanza de escapar es tan débil como ahora te podría parecer. Tienes que esconderte. ¿No es esto lo que asusta a los animalitos pequeños cuando no pueden correr más? Pavor al burbujear en la boca del estómago que, como usted sabe, el pararse es la peor idea posible. Pero la única que pudiera funcionar. Si puedes pararte y tomar aire durante cinco minutos, escucha los ruidos y trata de encontrar una nueva dirección. Entonces, existe la posibilidad de que usted pueda conseguir otra buena carrera entre ustedes dos. O, de lo contrario, serás cogida. Pero, ¿qué otra opción tienes ahora?
Estás confusa y sin opciones, pero antes de que puedas incluso optar entre correr más lejos o encontrar un sitio para esconderte, te estrellarás contra el suelo con toda tu fuerza. Golpeando el aire de tus pulmones, haciendo que quedes boquiabierta, desorientada y sintiéndote un poco derrotada. La lucha para un paso atrás no lleva a ninguna parte y terminas dando la vuelta, mirando a los ojos del cazador.
Lo que suceda después, ya no dependerá de tí.


5 comentarios:

  1. Ciertamente cuando la presa se entrega sin más ni más, es posible que el cazador pierda interés en ella... ¿no es así? buenas noches por ahí.

    ResponderEliminar
  2. Si un cazador pone su ojo en una presa que le motive a cazarla y se entrega, puede perder el encanto del momento de cazarla, pero, estoy casi seguro que pierde su interés en entrenarla como su sumisa....

    Feliz día

    ResponderEliminar
  3. El cazador ha de ser tan eficiente y sus armas tan eficaces para que la presa se deje cazar... tal vez, sólo tal vez, la presa ya no tiene escapatoria. ¿De igual modo pierde su valor?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Para nada pierde ella todo su valor...diría que la encumbra...

      Ben Alí

      Eliminar
  4. La presa sabe muy bien lo que podría pasarle en manos de ese cazador, sobre todo si le llama cabrón...

    ResponderEliminar