martes, 1 de noviembre de 2011

¿Placeres sádicos?

Hace un tiempo, una mujer anónima dejó la siguiente pregunta en mi correo electrónico:
“…Pero, he divagado. La razón por la que estoy escribiendo esto es para preguntar con respecto a un artículo suyo sobre la mujer masoquista. Usted habla de una sumisa, sin una tendencia masoquista para soportar el dolor con el fin de complacer a su dominante. Esto lo puedo entender. Lo que me interesa es el punto de vista. ¿Cómo siente un dominante el infligir dolor a una sumisa sabiendo él que ella no lo disfruta? Me imagino que será una sensación increíble de su entrega y de su conexión.”
“Pero, vamos a considerar a un dominante con una vena sádica. ¿Sería él capaz de hacerlo una y otra vez con el tiempo? O, ¿pudiera ser que se empezara a sentir incómodo, sabiendo que ella no está consiguiendo ningún placer físico y poner un freno en ello eventualmente? Los dominantes, después de todo, son humanos.”
Antes de contestar, creo que es importante clarificar la frase “¿Cómo siente un dominante al infligir dolor a una sumisa sabiendo él que ella no lo disfruta? Como ya he mencionado, hay sumisas que soportan mucho con tal de agradar a su dominante. Estas aceptan tratamientos duros puesto que ello agrada a su dominante y al hacerlo así, satisfacen a su propia naturaleza. Sin embargo, esto sigue siendo una relación consensuada. Quiero asegurarme de que seamos claros en este asunto.
También, quiero dejar bien claro que el infligir dolor no siempre es un rasgo del dominante. Ese es el dominio del sádico. Y mientras es verdad que, muchos dominantes son también sádicos, esto está lejos de ser una verdad universal. Por lo tanto, sería más apropiado para usted preguntar: “¿Cómo se siente un sádico haciendo estas cosas?”
En una palabra, se siente muy bien.
Está en la naturaleza del sádico, el excitarse a través de la imposición del dolor. Mientras la mujer lo acepte, él sádico lo disfrutará (aunque, por desgracia, es verdad que hay personas que disfrutan al infligir dolor sin consentimiento, pero esta es otra clase de persona). Es cierto, que hay un algo muy especial cuando se trata de una masoquista de calidad, pero también hay un placer único que procede al saber que la mujer está sufriendo este tratamiento simplemente por su necesidad de servir.
Recuerdo bien la primera vez que azoté a una mujer en el culo sabiendo que ella no lo disfrutaría y que sería la causa de su sufrimiento. Fue muy emocionante. Yo la azoté fuertemente y con poca piedad. Después, ella me dijo que, mientras le hacía daño, también había sido muy estimulante para ella. No de una manera erótica, sino más bien una forma de satisfacción mental y emocional al ser utilizada sin tener en cuenta sus propios sentimientos. Ella estaba encantada solamente con la idea de ser utilizada para el placer de otra persona.
Esto es algo un poco diferente que usar a una masoquista que se excita con el dolor. La dinámica de la interacción sadomasoquista es un poco diferente a la de una sumisa que anhela servir. Ambas tienen lugar ahí. No tengo ninguna preferencia entre las dos, ya que son muy diferentes en el placer particular que me dan.
Por lo tanto, como sádico, ¿seguiría haciendo algo a sabiendas de que sé que ella lo disfruta? Sí, lo haría. Sin embargo, al llevar mi sombrero de dominante, podría ver como un desafío hacerle cosas a una mujer que sé que ella no lo disfrutará. El castigo es una cosa que se me viene ahora a la mente como un ejemplo.
En cuanto al placer (o su ausencia) que se derivaría de la experiencia de esto, es secundario. Considero que mi propio placer es prioritario. Una vez que la mujer da su consentimiento, hago cosas para satisfacer mi placer. Sé que ella será satisfecha siempre y cuando no tenga ningún compromiso en que la utilice.

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