domingo, 9 de octubre de 2011

¿Quién sirve a quién?

Traigo a colación este tema porque me parece que es un asunto poco tratado en los blogs de D/s o si lo es, se habla casi siempre desde la perspectiva de la sumisa. En una relación D/s, la oportunidad de servir existe para ambas partes, para sacar lo mejor el uno del otro. Es un tema importante. En una situación ideal, no solamente es la parte dominante quien modifica y transforma que la sumisa sea la mejor persona posible, ambos dentro de la relación y como individuos, sino que la sumisa tiene la oportunidad de modificar y transformar al dominante para que sea un tipo de dominante que sirva lo mejor que pueda a las necesidades de los dos.
Quiero subrayar este último punto. Una y otra vez, he leído que el rol de la sumisa es servir al dominante. Yo nunca me he sentido realmente cómodo leyendo esa declaración. Me parece que ambas partes están para servirse el uno al otro, no uno más que el otro.
Es muy importante que la sumisa tenga un dominante en el cual ella pueda confíar. Ella le busca para su dirección. Él es su brújula y sin que la guie, ella puede estar bastante perdida. No se trata de que ella se sienta sin esperanzas, inútil o incompetente. Lejos de esto. Las mujeres sumisas que yo conozco son orgullosas, brillantes y con un fuerte sentido de sí mismas; competentes, cumplidoras y más que capaces. Sin embargo, también son amables, sensibles y confiadas con su dominante por su sentido del bienestar. El que estas mujeres capaces e inteligentes requieran un líder o un jefe, es una de las contradicciones de la D/s; de hecho, lo demandan.
Ellas necesitan un dominante para que sirvan a sus intereses; no un dominante cualquiera, sino un gran dominante que funcione para confiarle todas las cualidades deseadas: sabiduría, comprensión, resolución, paciencia, pensamiento estratégico y mano firme. Es inaceptable que él tenga que ajustarse a su sumisa, independientemente de que ella esté loca por él. Su conducta debe estar más allá de su acercamiento a ella para que esta entienda que es su comportamiento lo que está en cuestión. Si él puede mantener el control de sí mismo, le está demostrando a ella que el comportamiento civil y controlado siempre es esperado y alcanzable.
Por supuesto, tanto el dominante como la sumisa son meros mortales y ambos cometerán errores. Pero, una mujer sumisa no gana nada de un dominante que es incapaz de controlar sus emociones, al igual que las de ella. Él tiene el poder para ponerla de rodillas, mandarla callar o corregirla cuando su conducta esté descontrolada. Ella no tiene tal poder. Sin embargo, ella tiene el poder de votar con sus pies. Ella demanda que su dominante sea creíble, controle y exhiba una conducta ejemplar. Ella tiene que creer en sus huesos para que el mismo hombre pueda elegir la fusta para azotarla, para recordarle cuál es su sitio, es el hombre que la protegerá hasta el fin de la tierra; que quiere que ella sea completamente feliz; que será la primera persona en animarla en sus victorias o abrazarla y consolarla cuando el mundo la haya hecho daño o le haya dado la espalda. Él es su padre, su hermano, su amante, su mejor amigo. Él la sirve bien.
Llegar a ser la mejor sumisa, una sumisa feliz y contenta, no es solo un tema de suerte. La sumisa más capaz y cumplidora es tal porque tiene un dominante con mano firme, pensamiento noble y mente fuerte. Cuando su dominante es la esencia de la fuerza, la sabiduría y humanidad con sus mejores intereses en su corazón, no es coincidencia de que ella sea capaz de servirle con humildad, honor y virtud femenina. Su placer es servir con orgullo al hombre que exige más de sí mismo de lo que jamás le exigirá a ella.

3 comentarios:

  1. Ya pasó un tiempo de este post.
    Pero tengo que ponerme de pie y aplaudir.

    Mis respetos.

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  2. Sweet, tus comentarios siempre son bien recibidos...me consta que eres una seguidora habitual y esto me halaga...

    Feliz día

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  3. Cuánta razón llevas, estoy realmente de acuerdo con el texto, un blog muy interesante, recibe mis felicitaciones.

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