Ella sabe exactamente lo que quiere. Yo también lo sé y, al menos, lo
quiero tanto como ella. Quiere que yo me ponga a horcajadas sobe ella, mientras
está boca arriba en la cama y que ponga
mi verga en su boca, la folle violentamente, luego la saque y me corra en su
cara.
Para mí, hay pocas cosas más eróticas e, incluso en movimiento, que la
vista de la cara de una mujer chorreando con mi semen. Pero, ¿qué es lo que me
atrae tanto? Supongo que existe una especie de tabú sobre ello. El hombre está
destinado a eyacular en el interior del cuerpo de la mujer. Existe una larga
tradición en la ortodoxia judeo – cristiana en contra del derrame de la semilla
del hombre. Esto es, porque se supone que el sexo está predestinado para la
procreación. La masturbación, la sodomía y el sexo oral están proscritos porque
hace imposible la concepción. Por lo tanto, uno de los placeres de correrse en
la cara de una mujer es un pecado. Pero, para mí, que solamente tengo vestigios
de sentimientos religiosos, se trata de algo más que eso. Creo que nadie sea
más atraído por un coño que yo, pero un coño no tiene poderes expresivos.
Mientras que cuando te corres en la cara de una mujer, esta puede ver lo que
haces, sentirlo también y su cara registra sus emociones.
He visto una especie de sonrisa beatífica en la cara de una mujer
sobre la que acababa de eyacular, una expresión de profundo placer y
satisfacción, incluso de asombro. Es como si el semen brotara de ella, es una
especie de tributo a sus fuertes deseos, una especie de ofrenda y que ella se
siente complacida y honrada al recibirlo. Es una prueba tangible, muy visual y
táctil de que el hombre lo deseaba tanto que perdió el control de si mismo en
el momento del clímax. Creo que las mujeres disfrutan mucho de esa sensación,
que pueden excitar a un hombre hasta el punto de que no puede evitar eyacular
sin que él pueda controlarse. Sí, como ya sabemos, él puede correrse en el
interior de su vagina y eso es muy hermoso. Pero, no tiene esa sensación de la
inmediatez, no es tan palpable y plástico. No como en su cara, por acuñar un
término.
Algunas veces, es agradable jugar con ello después, limpiando las
gotas de su mejilla con su dedo y hacer que lo limpie chupándoselo o untándolo
por su cara, para que ella pueda sentirlo seco en su piel, como si fuera un
recuerdo. En ocasiones, incluso he lamido un poco de él, ya fuera de mi mismo.
Todo hombre debe conocer el sabor de su semen antes de que vaya a salpicar la
cara de otra persona.
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