lunes, 29 de octubre de 2012

¿Cómo son sus manos?


Hace algún tiempo, una sumisa me hizo esta pregunta.

¿Mis manos? En verdad, nunca he pensado nada sobre mis manos. Supongo que son manos normales de hombre. Trabajo con mi ordenador durante casi todo el día, por lo que no son callosas ni ásperas. Algunas mujeres me han dicho que les gustan. Pero, nunca he comprendido, ¿por qué, exactamente, las hacen especiales? Cada una tiene cinco dedos y no son muy pequeñas pero tampoco, demasiado grandes. Diría que viriles.

Mis manos son muy sensibles y el tacto es un sentido primordial para mí. Me gusta decir que veo a una mujer con mis manos. Me gusta la suavidad y tiendo a preferir a una mujer con las piernas desnudas más que llevando panties porque las medias tienden a tener una textura áspera, nada tan suave como su propia piel. En el mismo sentido, un suéter de Cachemira o, mejor aún, un vestido de Cachemira, es pura criptonita para mí; mis manos no dejarán esa Cachemira suave hasta que se la quite. Lo digo en serio. Pon Cachemira sobre unos pechos suaves y mi cerebro caerá rendido.

Mis dedos disfrutan mucho con el interior de una mujer; yo la penetraré en cualquier lugar y de la manera que pueda. Me gusta porque, aunque el glande es extremadamente sensible, no transmite detalles. Puedes sentir la temperatura de una mujer, su humedad, su suavidad y cortocircuitará su cerebro, pero no puedes decir lo que ella siente por dentro. Mis dedos me permiten explorarla y admirar su cuerpo por dentro y por fuera. No puedo creer que la gente no pueda encontrar el punto G. No habrán hecho muchas exploraciones. Hay todo un mundo a explorar en el interior de una mujer.

Cuando estoy excitado, mis manos  viajan hasta la garganta de una mujer, para cogerla y asegurarme de que no se puede escapar. No siento la necesidad de ahogarla, pero la dominación simbólica de tener su garganta vulnerable entre mis manos, me sienta increíblemente muy bien. También disfrutan de la elasticidad de los senos y han sido culpables de tirar y retorcer los pezones entusiásticamente. Soy un hombre que ama los pechos, así que estoy, más o menos, por todo los sitios.

¿Azotar? Puedes apostar tu culo. (Es cierto, no podrás resistir la tentación.)

Con respecto al tema de la suavidad, estoy fascinado por el cabello de una mujer y mis manos encontrarán el camino para acariciarlo, sí, tirarle también de su cabello. Es tan satisfactorio controla por sus pelos  la cabeza de una mujer cuando la besas. No me importa que ella se aleje o no, yo no voy a correr ningún riesgo. Además, es tan placentero.

Supongo que, en general, soy muy delicado con una mujer. Todo ella es suavidad y tersura y no puedo conseguir bastante de eso. Dibujar distraídamente los huesos de su cuello y de su collar, pastar en sus mejillas con mis nudillos, acariciarle el pelo,  sosteniendo su muñeca o su mano…

domingo, 28 de octubre de 2012

Fotos


Una tarde, escribí mi nombre con pintalabios en su vientre, justo encima de su coño, luego, le hice una fotografía. Estaba encantado con esto y, por una vez, ella no me puso ninguna traba.

Pero, con frecuencia, ella se resiste cuando quiero fotografiarla. Se siente retraída, tozuda e incluso se niega categóricamente. No estoy seguro de que alguna vez llegara al fondo de esta resistencia. ¿Tenía que ver esto algo con su vanidad, una falta de disposición a permitir que cualquier imagen de ella no fuera del todo perfecta? O, ¿era algo mucho más complejo? ¿Era esto una muestra de resistencia para conservar los momentos íntimos cerca de su corazón? Nunca lo sabremos.

Los sentimientos de las mujeres sumisas sobre las fotografías eróticas son muy variables y volubles. Algunas lanzan alegremente su precaución a los cuatro vientos.

Puedes hacerles tantas fotos como quieras o hacer que se las tomen para ti. No les importan si su rostro está visible o no. También el argumento del exhibicionismo y que, a su vez, haya mucha discreción por tu parte, ella pudiera darte acceso a que las fotografiara, pero si llegara a hacerse públicas, podrías comprometer seriamente su posición. Otras mujeres son más prudentes. Te permitirán que les hagas fotos de cualquier cosa, con tal de que nadie pudiera estar seguro de su identidad. Y luego, están otras que se sienten aterrorizadas con solo pensarlo. Estas no te permitirán bajo ningún concepto que las fotografíes. ¿Temen, en el fondo de su mente, que sus madres pudieran, de alguna manera, llegar a verlas?

Me afectan mucho las imágenes visuales. Me gusta ver fotos de mujeres desnudas y me gusta hacer mis propias fotografías. ¡Cómo me gustaría llegar al nivel de la mirada estética de los fotógrafos con talento! Denegarme el placer de hacer o recibir fotos es para mí un factor negativo grave en una relación. Aunque, reconozco que con algunas mujeres tengo que andar con cuidado, comprender sus inhibiciones y evitar que den la estampida. Insistir en pedírselo solamente hará que empeoren las cosas.

Algunas veces, he tenido conversaciones con mujeres sobre los derechos de imagen. No soy un abogado, así que no voy a entrar en una discusión jurídica sobre la propiedad de una fotografía, aunque, según tengo entendido, los derechos de autor corresponden a la persona que hace la foto, no a la gente que está en ella. Me preocupan más los derechos morales. Es un tema delicado. Desde luego, no voy a discutir que si usted hace la foto,  tenga el derecho de hacer con ella lo que quiera. La gente fotografiada tiene un fuerte derecho para controlar cómo se distribuye.

Desafortunadamente, aunque las fotos sean las mismas, la gente cambia. Si quieres ser ultra prevenida, probablemente no deberás permitir que nadie te fotografíe desnuda. No hay garantías de que esa persona será siempre su amigo. Por otra parte, si nunca confías en la gente, nunca llegarás a tener relaciones que te importen. Creo que yo diría, mejor tener confianza y que no lamentar más tarde el no haber confiado nunca. La gente que insiste en mantener un control total sobre todo, pueden terminar con que nada merece ser controlado. Y, después de todo, es bastante improbable que alguien te odie tanto que quiera perjudicarte seriamente publicando tus fotos al mundo entero. Yo diría que ese tipo de persona es bastante fácil de detectar con antelación. Pero, es que yo soy un hombre. Me siento relativamente relajado al respecto. Las mujeres ven estos asuntos de una manera diferente. Ellas tienen más cosas en juego al tener sus vergüenzas expuestas a la vista de todos.

Puedo decir una cosa con toda certeza. Lo siento si esto te decepciona, pero nunca verás  en este blog fotos de personas de mi entorno, al igual que de ninguna de las mujeres  que alguna vez compartieron momentos de su vida conmigo. Sé que a algunas mujeres les gusta publicar fotos de ellas mismas, medio desnudas o incluso más. Y me gusta mirarlas. Buena suerte para ellas. Admiro tanto su belleza como su valentía. Pero las fotos que hago o me dan, son solamente para mi uso privado. Soy de esta manera. Sé que no es un intercambio justo.

viernes, 26 de octubre de 2012

Responsabilidad


En una relación D/s o de intercambio de poder, la conducta de los protagonistas está  determinada por el rol de ambos: Dominante y sumisa, la parte superior y la parte inferior.

Bueno, me gustaría pensar que es así, pero, si tuviera que leer una historia honesta o ver una película auténtica o una escena de la vida real de una pareja en este tipo de relación, podrías sorprenderte. Nunca he conocido o comprometido con una mujer que no haya tenido o actuado, en algún momento, como la reina de un drama o de una manera totalmente razonable. Sería absurdo pensar que el Dominante es el único que intenta controlar sus respuestas, como si, de alguna manera, las sumisas fueran las descontroladas y los Dominantes quienes lo saben todo y siempre controlándolas.

Una característica simple y, en conjunto, esperada por parte del Dominante, es que van a existir momentos donde ellos fallen miserablemente. A veces, van a ser egocéntricos, otras veces, extremistas e irracionales. Aquí está la cosa: a  veces, están totalmente equivocados, otras, aberrantes y otras, totalmente comprometidos con sus propias vidas y bienestar. Si se sienten enfermos, a menudo, todas las apuestas están perdidas.

Estos son tiempos difíciles para las sumisas. Si el Dominante no controla y no está en un estado mental dominante, la sumisa tiene que averiguarlo y qué hacer por sí misma. Según mi experiencia, quejándose de que no funciona. Si ellos no se sienten como un Amo, entonces, la sumisa poco puede hacer al respecto. (Sé sobre el pedir y el rogar, pero si no están por la labor durante un tiempo, en potencia, la situación puede empeorar, pienso). Por consiguiente, sugiero que la sumisa no tiene más opción que poner en acción su habilidad para ser fuerte y resistir, porque no va a ser posible que, en esos momentos,  ella pueda confiar en su Dominante para que la apoye. Por lo cual, la sumisa debe ser fuerte para sí misma e, incluso, más fuerte que él.

Creo que, la gran mayoría de los Dominantes se recuperan. Su incapacidad para cumplir con su deber hacia su sumisa es sólo temporal. Una vez que la crisis se minimiza en su mente, él vuelve a su rol. Todo volverá a estar bien.

Sin embargo, no quiero especular que si el Dominante tiene esta costumbre,  la sumisa no tendrá más remedio que confiar más y más en sus propias reservas. Es muy posible que, sin ninguna opción, ella tenga que apoyarse en su propia fuerza interior, hasta el punto de que la relación pierda el atractivo para ambos.

Dominante, aceptar una sumisa en tu vida tiene enormes ventajas, pero también exige mucha responsabilidad. Por mucho que ella deba hacer tiempo en su vida para atender las exigencias que implica el ser sumisa de alguien, así pues, el Dominante deberá buscar el tiempo y recabar energías  para el cumplimiento de su papel como líder. El Dominante deberá intentar liderar incluso en tiempos de estrés, crisis y dificultades porque ella, casi siempre, es incapaz de dirigir. Simplemente, porque no es su opción.

martes, 23 de octubre de 2012

¿Cómo refleja la sumisa la energía de su Dominante? - Parte 1


Hablando no hace mucho con una sumisa, me comentó que leyendo algunos de mis artículos, había leído algo sobre “…cómo repercutía en la vida de una mujer sumisa la influencia de su dominante.” Y le dije que intentaría explicárselo aquí.

Posteriormente, me hizo la siguiente pregunta:

“¿Podría explicarme con más detalle lo que usted quiere decir cuando expresa que la sumisa refleja la energía de su dominante? ¿Cómo sucede esto, por favor? ¿Cómo puede decir que lo ha hecho? ¿Es algo que una hace conscientemente? Tengo miedo de caer en el segundo de los tres grupos que usted ha delineado, lo que hace que me confunda. Le agradecería que me lo aclarase, por favor.”

Gracias por su pregunta.

Me gustaría tener una respuesta sencilla o, de hecho, cualquier respuesta que pudiera tener algún sentido concreto, pero no la tengo. Por lo tanto, intentaré contestar a su pregunta usando mis experiencias personales con una cierta dosis de conjetura.

A lo largo de los años, me he dado cuenta que, si soy atraído por una mujer, entonces es, casi una certeza, de que ella es sumisa por naturaleza. He tenido uno o dos pequeños errores (y uno de ellos, bastante grande), pero sobre todo, mis sentidos me han dirigido con sabiduría.

Algunos hombres parecen sentirse atraídos por mujeres de una cierta forma corporal, otros por mujeres de determinados grupos étnicos. Otros hombres parecen ser atraídos por grandes pechos, mientras que otros prefieren un botín bien embalado. A algunos hombres, sólo les gustan la mujer con vestido corto, o con tacones altos o con las uñas de los dedos de los pies pintadas. A otros, pueden gustarles la manera que ella se mueve o la manera que ella habla. Todos estos son obviamente signos abiertos, que significan que es bastante fácil decidir si uno está interesado en una mujer o no. Pero, ¿qué pasa con la sumisión? Esto no es algo que una mujer pueda fácilmente mostrar, como la forma de su cuerpo o una prenda de vestir.

Para complicar aún más las cosas, las mujeres que me han atraído, a menudo, ni siquiera eran conscientes de que ellas tenían una naturaleza sumisa. Al menos, no conscientemente. No estaban haciendo nada abiertamente para atraerme. Y, sin embargo, lo hicieron.

Y para agregar una capa aún más misteriosa de complicidad a este tema, cuando me han preguntado acerca de si estas mujeres se sentían atraídas hacia mí, la mayoría de las veces dijeron que su primera impresión no siempre era positiva. Con frecuencia, me consideraban que era demasiado alto o bajo o poco musculoso o simplemente no era su tipo normal.

Sin embargo, en un lapsus de tiempo relativamente corto, después de su primera impresión (vamos a llamarlo su segunda impresión) se hicieron muy atractivas para mí. Y, para hacer las cosas aún más extrañas, en muchos de los casos, estas mujeres se sintieron muy atraídas por mí, sin habernos visto antes, sin haber visto una foto mía o incluso haber oído mi voz. Y, más de una mujer, se ha sentido atraída por mi solamente  por las palabras que les he escrito en los emails.

¿Quizás, he perseguido a estas mujeres? ¿Las “he cazado” forzándolas con la fuerza de mi poder sobre ellas? Realmente, no, nunca he sido un “cazador” de mujeres. La propia persecución no me interesa mucho.

Muchos hombres y mujeres dicen que ven la “caza/persecución/captura” como parte del proceso romance/seducción muy emocionante y, una vez, que la han cogido (o incluso capturado), se sienten abrumados como pareja. Creo que es, porque este estado del cortejo permite a una parte de la pareja a ser el “cazador” dominante y la otra parte, puede asumir una postura sumisa. Ambas partes disfrutan de la tensión natural erótica que se desarrolla, incluso si solamente están “jugando” en la dinámica de la D/s. Este proceso del juego culmina (generalmente) en una experiencia sexual. Mientras que ambas partes aportan una gran cantidad de seducción en esta interacción, con frecuencia, no lo hacen o no pueden llevar su rol (dominante o sumisa) desde el momento del juego en  tiempo real. Algo les impide de continuar con los roles de su relación Amo/sumisa. Tal vez sea, porque su verdadera naturaleza se revela y sus energías relativas no coinciden y, por lo tanto, cada uno sigue su propio camino. Tal vez sea, porque son renuentes a seguir su camino natural, temerosos de las consecuencias de asumir sus propias naturalezas y, por lo tanto, rompen la incipiente relación. Sé que esto no es aplicable a todos, pero creo que una cantidad importante de ellos, lo tienen en cuenta.

Ahora, ¿dónde estaba yo?

No tengo o, al menos, muy poco interés, en perseguir a las mujeres. Puesto que ellas para mí, no son como una “manada”  (ni me gustaría tenerla) y no puedo decir que tenga ninguna queja.

Por lo tanto, ¿son estas las mujeres que me atrajeron? O, dicho de otra manera, ¿qué veo en ellas que las hacen tan atractivas para mí?

Un detalle más, antes de que se me olvide. Tuve una sumisa que reconocía a otra mujer sumisa mucho más rápidamente que yo y nunca se equivocaba. No se sentía atraída por ellas, ni tampoco las conocía.

Aquella sumisa me dijo que, desde hacía mucho tiempo, cuando yo estaba físicamente cerca de ella, sentía un campo de energía en su entorno personal. Lo describía como una forma oval, rodeándonos a los dos. Ella decía que esa energía la completaba. También me comentaba que, cuando yo me alejaba, sentía como una pérdida tangible. No me hacía mucha gracia esto, puesto que no lo entendía y lo sigo sin entender.

Con el paso de los años, algunas mujeres me han demostrado, en más de una ocasión, que ellas tenían sentidos o intuiciones que yo etiquetaría como de “bruja.” Y creo con firmeza que muchísimas mujeres sumisas tienen también poderes de bruja.

Yo, no. Aunque debo decir que siempre he disfrutado estando cerca de mujeres con estas sensibilidades. Tampoco estoy muy seguro si ese campo energético que mi ex sumisa describía tuviera algo que ver con la D/s o si era más una manifestación de nuestro amor de entonces.

¿Puedo explicar el proceso? No. Sólo sé que existe algo por lo que una mujer sumisa me atrae. Llámese energía, aura o lo que se quiera. Lo veo y lo leo.

Si estoy interesado en una mujer, (y, en verdad, solamente he estado interesado en muy pocas) entonces, normalmente intento una prueba sencilla, como decirle que haga algo o diga algo, o si ella está físicamente presente, pedirle que se posicione de una cierta manera. Observo cómo responde. A través de este enfoque, se puede identificar rápidamente si mi primera impresión fue correcta.

El resto es bastante sencillo.

Así que para responder a su pregunta, desde mi posición personal, una mujer no puede hacer mucho, de una manera u otra, para reflejarme su energía. O me interesa o no, y no habrá mucho que hacer, de una manera u otra, para influir sobre mi decisión.

Por supuesto, me gusta pensar de mi mismo como un dominante bien desarrollado. Todo este proceso se convierte en un gran reto cuando se trata de un hombre dominante que ni siquiera es consciente de su naturaleza, que sospecho que es, mucho más habitual en estos casos.

En realidad, no he respondido a la pregunta todavía. Creo que ahora necesito tomarme un descanso. Te garantizo que terminaré esta respuesta más tarde.

sábado, 20 de octubre de 2012

Dar


Cuando mi hijo era pequeño, un amigo mío le regaló el libro “El árbol de dar,” pero nunca lo llegamos a leer del todo, porque tendía a dejarnos un poco triste. Allí estaba el árbol, dispuesto a dar todo lo que tenía al niño, hasta que finalmente, dió todo lo que tenía de sí mismo al niño, el tocón de repuesto. Con esa madera, el niño hizo un barquito  y navegó lejos. En su vejez, el muchacho retornó al árbol y este estaba preocupado porque no había dejado nada para darle. Pero, el muchacho era ahora un hombre viejo y el muñón le sirvió, de nuevo, como asiento. El muchacho y el árbol eran uno. Ya ves, es un poco triste, ¿verdad? A pesar de todo, ¿no es así al final de la vida?

Quizás, la cosa más grande de la condición humana es que casi todos los padres han construido el deseo de anteponer las necesidades de sus hijos. La mayoría de los padres estamos dispuestos a poner las necesidades de nuestros hijos por encima de las nuestras y nos iremos sin nada, si ello significa que nuestros hijos tengan oportunidades, buena salud y felicidad. Los padres no aprendimos a criar a nuestros hijos con un libro de normas bajo el brazo y nadie nos dijo que esta es la manera que tiene que ser. Está incrustada en nuestro interior. Es nuestra respuesta natural.

Es bien sabido por mis lectores habituales que, en una relación de poder, tanto el dominante como la sumisa se entregan mutuamente el uno al otro, de acuerdo con sus roles y que ni la sumisa ni el dominante es más importante que el otro. Dicho esto, quiero considerar hoy que la mujer sumisa es, en relación con su impulso natural a entregarse o darse, como los padres y árbol.

Una mujer sumisa quiere agradar. Quiere ser una con su hombre y se esforzará todo lo que pueda para conseguir ese estado feliz de las cosas. Su dominante le pedirá que le obedezca y, lo hace, independientemente, de que ella pueda hacerlo mejor o peor. Ella acepta su liderazgo con la confianza en su habilidad para dirigir la relación – a ella -, pero consciente del hecho inevitable que él, de vez en cuando, se equivocará en sus juicios. Sin embargo, ella le sigue. Algunas veces, a través de los abismos, perdonándole y siguiéndole otra vez. Lo hace, a veces, en contra de sus instintos más profundos y su voz interior que la dice que cometerá un error al hacerlo. Sus instintos e intuición natural para reconocer un plan defectuoso con buenos, pero sus instintos para someterse a su voluntad son aún mayores.

Una mujer sumisa es una criatura muy delicada: el deseo de amar y ser amada con una intensidad ardiente, dispuesta a entregarse por sí misma una y otra vez, son inconmensurables. Ella es una mujer buena y noble. Como el árbol, ella sólo es desgraciada si no tiene nada que dar.

El rol del dominante es dirigir a la mujer sumisa y, al hacerlo, saca lo mejor de ella y se deleita con ese don. Querer entregarse como ella lo hace, la posibilidad siempre está ahí para que ella se entregue por completo: todo menos el muñón. El dominante inteligente se asegurará de que la mujer sumisa se entregue mucho, porque la sumisa todavía requiere su identidad en el mundo, sus ramas y sus hojas. La mujer sumisa es compleja. Algunas veces, necesita la protección del dominante, a partir de su propio deseo de dar demasiado.

jueves, 18 de octubre de 2012

Culo de puta


Con amabilidad, le dice: “- Acércate aquí y desnúdate.”

Ella se aproxima tímidamente, sin saber lo que le espera. Empieza a desnudarse: la camiseta, los zapatos, la falda y el sujetador. Ella duda.

“Quítatelo todo,” dice él.

Ella se quita sus bragas, las pone sobre el borde de una silla y permanece desnuda delante de él, su cuerpo descansando torpemente sobre una pierna, sus manos  delante de ella, con ganas de esconderse pero, no se atrevía. Después de todo, si la quiere desnuda es porque quiere verla. Pero, ella nunca se había acostumbrado a su mirada penetrante, que parece despojarla de algo más que de sus ropas, quitándole los últimos vestigios de su vergüenza.

Él está sentado en el sofá. Le hace un gesto para que se acerque un poco más. A continuación alarga sus manos cogiéndola por sus caderas y la hace girar.

“Abre tus piernas un poco, dice él.” Ella separa sus piernas.

“Ahora, inclínate y toca los dedos de tus pies,” la dice.

“Gracias a Dios,” piensa ella, “al menos, no tengo que mirarle mientras estoy haciendo esto.” Pero, al saber que él está mirando su culo, hace que sus mejillas se sonrojen. Lo peor está por venir.

“Separa las nalgas de tu trasero,” le ordena.

El rubor se torna del rosa al púrpura. Pero, ella obedece e intenta no pensar en lo que él está mirando fijamente.

“Tu ano está un poco irritado. ¿Te duele?” Pregunta él.

Ella apenas puede decidirse a hablar, así de grande es su humillación. Ayer, él la había penetrado analmente durante mucho tiempo y con brusquedad. Como siempre, ella lo disfrutó bastante. Pero, no podía negar que todavía podía sentirlo.

“¿Y bien?” pregunta él.

“Fui bien usada, Señor.”

Él puso su dedo contra su apretado agujero. Ella se estremeció ligeramente.

“Ponte sobre mi regazo,” dice él. “Tengo que hacerte una auscultación adecuada.”

Ella se echa sobre él, con la cara hacia abajo y con la cabeza vuelta. Está tratando de simular que no está allí, que está en otro sitio.

“Separa tus nalgas otra vez,” dice él.

De su bolsillo, saca un tubo de lubricante y vierte un poco en el dedo.

“Vamos a ver lo apretado que lo tienes,” dice él, presionando con el dedo contra su pequeña y redonda abertura. Lo entra y saca suavemente, luego pone un poco más de lubricante y esta vez empuja con dos dedos. La sensación de placer está empezando a superar tanto su dolor como su aguda vergüenza. Pero pronto, ella se vuelve a sonrojar.

“Necesitamos que lo dilates, dice él. “Por lo tanto, en cualquier momento podrás recibir una polla sin molestias. Me agrada que tu pequeño agujero esté un poco apretado, pero no quiero que mi placer esté a expensas de hacerte sufrir. Quiero que seas mi pequeño culo de puta, capacitado para dar un servicio anal perfecto siempre que sea necesario, estrecho pero no tan demasiado. Así pues, voy a dilatarlo un poco y también a quitarte tu vergüenza, de modo que siempre te sientas relajada cuando yo lo necesites. He conseguido introducirte ya dos dedos y, ahora, voy a meterte el tercero.”

Ella siente sus dedos retirados, luego reinsertados, llenándola completamente.

“¿Cómo te sientes?” Pregunta él.

“Bien”, ella contesta. Esta se siente mejor que bien, pero no está del todo segura de que se crea un culo de puta. Interiormente, ella piensa que, probablemente, es ya uno de ellos. Tal vez, mucho más de lo que él se da cuenta. Piensa mucho sobre esto. Pero, ¿es esto lo que realmente ella quiere ser?

“Creo que puedes recibir más,” dice él. “Eventualmente, voy a introducirte los cuatro dedos, justo hasta la articulación del pulgar. Y después de un poco más de entrenamiento, el pulgar también. Mi objetivo es conseguir introducirte mi puño y toda mi mano en el interior de tu ano.”

El pánico recorre su interior. Lo que él está describiendo es prácticamente imposible.

“Creo que piensas que no se puede hacer, pero estoy seguro que con el tiempo, sí. Solo necesitamos enseñarte la manera correcta. Y lo primero de todo, es dilatarlo un poco.”

Sus dedos se deslizan hacia su interior. Ella gime. Pero, no le hace daño.

Te he comprado un nuevo plug,” dice él. “Es un poco más grueso.”

Lo saca de su bolsillo. Ella oye el crujido del embalaje mientras lo desenvuelve.

“Míralo,” dice él.

Ella gira su cabeza. “Es enorme. Dios mío,” piensa ella, “por favor, no.”

Pero, ella sabe que no tiene nada que decir cuando él está con este estado de ánimo. La lubrica un poco más, luego, despacio, empieza a presionar el plug. Habla con ella mientras lo hace, dándole ánimos. La dice qué nalgas tan bonitas tiene, cuán intenso placer le produce el penetrarla por ese agujero. Le comenta cuánto adora su pequeño y querido ano, tan apretado, tan tímido y, sin embargo, tan codiciado cuando ya está preparado. Ella se sonroja un poco más, pero no puede decir que no le gusta lo que él le dice. Este usa palabras como la sodomía, palabras que ella nunca se diría a sí misma puesto que le producirían un rubor ardiente en la boca de su estómago. Le dice que empuje hacia abajo para relajar los músculos de su esfínter, que los abra ella misma para él como una buena puta y, ella lo hace. Poco a poco, el plug entra y su culo finalmente se cierra alrededor de la parte más estrecha del mismo. La base plana se asienta cómodamente entre sus nalgas.

“Eres una mujer magnifica,” dice él.

A ella le encanta estar penetrada por el plug. Le gusta la sensación física de estar dilatada, de estar llena. Más que esto, a ella le gusta la sensación de estar abierta, su culo disponible, su culo hecho el centro de su ser sexual (no que su coño no lata de simpatía). Y esto de ser penetrada con el plug es muy reconfortante. Le aporta una sensación de seguridad. Y luego, cuando al final, el plug sale, ella está tan abierta y vacía que tiene la necesidad de su polla.

domingo, 14 de octubre de 2012

Ser donante


Una gran parte de la feminidad está siendo donante. Para nutrir, para que sus seres queridos se sientan nutridos de ellas, para sentir los lazos de amor que la conectan con ellos, para sentir el amor que brota de las mujeres, de ellas mismas, para sostenerlos.

¿Puedes imaginarlo? Solamente, si eres una mujer, puedes. Es una parte elemental de la feminidad. Solamente una mujer puede comprender el éxtasis de sentirse apoyada, cerrando su mente (fundida, pacífica, serena, de ensueño) y la conexión con su corazón, con su ser querido tomándola, bebiendo el amor que brota del pozo infinito que existe dentro de ella. De ser consumido. De unión.





viernes, 12 de octubre de 2012

Sumisión, una declaración de verdad


La sumisión no es un regalo.

La sumisión es el acto de ceder el control a la voluntad de un hombre o mujer dominante fuerte y capaz. Es un estado de entrega a una autoridad ejercida.

La sumisa no da el control, sino que el dominante se lo toma de ella y, como resultado, ella aplazará o recogerá sus frutos. Hay muy pocos hombres que sean capaces de comprender esto. Más aún, incluso muy pocos, que sean capaces de actuar basándose en este conocimiento.

La sumisa no ofrece, ella se presenta siendo quién es y cómo es como mujer. Ella no da, ella no entrega, ella sólo acepta su cuerpo y su mente para la dominación y el poder erótico sobre ella.

Ella no idealiza la dominación ni la sumisión, puesto que cree que son un intercambio de regalos para ser queridos y adorados. Los conceptos no le parecen encantadores ni hermosos en la pantalla. En su interior más profundo, ve la sumisión como una respuesta muy primaria, original e instintiva a la genuína dominación. Lo cual puede ser fuerte, duro y exigente.

De hecho, los dominantes inteligentes que buscan someter y dominar a una mujer sumisa, entienden esto y no dudan en coger lo que está ahí para ser cogido.

Los hombres dominantes, de verdad, no esperamos el regalo.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Querer ser azotada


Una sumisa me comentó hace unos días que, dada la importancia que tienen en una relación D/s,  escribo muy poco sobre los azotes y, pensándolo bien, tenía mucha razón. Ella aún no tiene un Amo en su vida. Está en ese proceso previo de conocimiento de una persona para dar el paso hacia una relación D/s. No sabe si es masoquista o no, porque no ha tenido una experiencia intensa. Pero, sí que le interesa muchísimo el mundo de los azotes. Me dijo que había intentando azotarse ella misma varias veces, pero que no era lo mismo. Como Dominante, me encantan los azotes, me gusta y disfruto azotando tanto como castigo como por placer.  Por consiguiente, intentaré escribir más sobre el tema.

Seas quien seas, si estás leyendo este artículo, puede ser que sea porque te interesan los azotes, disfrutas siendo azotada, quieres saber más sobre los mismos, tienes mucha curiosidad sobre el tema, el morbo del mismo es intenso, nunca has sido azotada y te gustaría ser azotada para dejar de vivirlos en tus fantasías y disfrutarlos en la realidad.

Pero el viaje o proceso de fantasear sobre cómo ser azotada y encontrar a alguien que realmente pueda y quiera azotarte, puede ser un viaje o un proceso larguísimo.

Una de las cosas más frustrante sobre el deseo de ser azotada es que, obligatoriamente, se necesitan dos personas para hacerlo bien. En la vida, hay miles de cosas que no se le exigen a una pareja y ni tampoco hacerlas bien – por ejemplo, tirarse en paracaídas viajar a lugares exóticos, hacer senderismo o cocinar un soufflé perfecto, etc. -. Todas estas cosas puedes hacerlas por ti misma sin necesidad de encontrar a alguien para que las haga contigo.

Por supuesto, los azotes son diferentes. Sin una persona que sostenga la paleta, el cepillo, la fusta, el cinturón o cualquier otro implemento, estás, más o menos, fuera del paraguas de la suerte.

Tengo que añadir que, a diferencia del paracaidismo o hacer senderismo, no puedes salir a la calle y anunciar a todo el mundo que buscas una pareja para que te azote, (bueno, podrías, pero, probablemente, sería bastante vergonzoso, ¿no?) y sentir y mostrar que tu situación podría ser bastante desesperante.

En este punto, incluso, puedes llegar a creer que nunca encontrarás a alguien que quiera darte los azotes que, de verdad, quieres y necesitas.

Pero, la buena noticia es que, sin importar cual sea tu situación personal, puedes encontrar el camino para conseguir esos azotes que deseas.

Sin embargo, antes de salir a la calle a buscar esos azotes, necesitas saber lo que hay entre tú y el spanking. Esto es de lo que trataremos más adelante en otros artículos.

Es muy posible que llegues a pensar que todo lo que existe entre tú y los azotes que quieres, sean consideraciones prácticas: no quieres una pareja o tu pareja no “está por esta labor” o no sabes cómo pedírselo o quieres a alguien que esporádicamente esté dispuesto a azotarte.

Pero, la verdad es que, los obstáculos que se interponen entre tus deseos de ser azotada y los azotes están en tu cabeza. Esto es, dichos obstáculos son actitudes o creencias u otras cuestiones que requieren ser trabajadas antes de estar preparada para ser azotada por alguien. En el fondo, esto es una buena noticia, porque al estar  los obstáculos que se oponen a tu deseo de ser azotada en tu propia cabeza, tienes mucha más influencia para percibir si puedes superarlos o no.

Al tratar próximamente sobre estos probables obstáculos internos y cómo trabajar sobre ellos, lo que pretendo es que, al final, estés en mejor posición para luchar también contra los obstáculos externos y puedas conseguir y realizar el azote que tanto deseas.

sábado, 6 de octubre de 2012

La felación


Creo, con certeza, que si le preguntas a diez hombres cuál es su acto sexual favorito, al menos, ocho de ellos dirán que le hagan una felación. Para los hombres, es una experiencia perfecta, puro placer físico y sin esfuerzo exigido.

En el mundo de la pornografía, la felación compite con el coito como el acto visto más frecuentemente. Esto puede ser porque es una de las cosas más fáciles de fotografiar. Las relaciones sexuales no exigen mucho truco, las partes del cuerpo tienden a ponerse de una manera perfecta en la mira del objetivo. Pero, cuando un hombre introduce su pene en la boca de una mujer, puede ver exactamente lo que necesita y quiere ver: una mujer ardiente y una polla. Para el porno, tiene una ventaja añadida, que es bastante fácil ganar dinero mostrando el momento en que el hombre eyacula.

Si su pene está introducido en la vagina de la mujer, bueno, tiene que sacarlo si se quiere ver su eyaculación, lo cual siempre me parece como un acto nada natural. Si el pene está introducido en su boca, ella puede, por supuesto, tragárselo y no perder ni una gota. Pero, por lo general, siempre hay excedente, lo cual mejora el espectáculo.

Una pregunta interesante es, ¿en qué medida la felación, inevitablemente, tiene algunos matices de la D/s? Alguna vez, ¿puede ser un acto meramente vainilla? La mujer no tiene que estar de rodillas mientras hace una felación, pero, lo más probable, es que ella tendrá que estar en una posición inferior, mientras que el hombre estará sentado o de pie.

¿Significa esto que ella está en modo sumisa, sin importar cuán vainilla la relación pueda ser? Sospecho que para muchos hombres, esto es una parte del atractivo. Es muy fácil para los hombres vainillas conseguir la experiencia de la D/s. Por supuesto, puede ser también lo opuesto. Las mujeres lo hacen después de todo y, por lo general, les gustan chupar la verga y la buscan activamente para hacerlo, presionando al hombre para que se ponga de espalda y luego saciarse.

Sin embargo, incluso en el sexo vainilla, con frecuencia, parece ser un elemento de dominación involucrado. Existe una escuela de pensamiento que dice que, por mucho que se suprima, siempre hay alguien que besa y otra persona que es besada.

Como en todas las artes sociales, en la cocina, por ejemplo, la felación es una habilidad que puede desarrollarse a través de prácticas interactivas (la prueba del bizcocho está en comerlo, la de chupar la polla  está en muchas otras cosas) y también en la intuición.

Algunas mujeres tienen un talento tan natural e instintivo que parecen saber casi siempre lo que le gusta a un hombre. Sospecho que, en parte es, porque le prestan mucha atención a las señales que él les da, los suspiros suaves y los gemidos de placer mientras hace esto o aquello. Los hombres varían mucho en lo que les gustan. A algunos, les gustan despacio y sensual. A otros, fuerte e, incluso, con brutalidad y, por lo tanto, una mujer que quiera darle el máximo placer se ajustará de acuerdo con las respuesta que reciba de él.

Pero, pienso que cualquier hombre que quiera tener la mejor experiencia para sí mismo, tiene que cooperar y proporcionar señales e, incluso, decir sus preferencias. No puedes esperar que la mujer lo descubra todo por sí misma.

He visto esos manuales que pretenden enseñar cómo llegar a ser la puta más perfecta haciendo una felación y estoy seguro que esos libros están bien intencionados y algunos pueden ser útiles para personas inexpertas.

Pero, el aprendizaje en el trabajo con un receptor sensible es mucho más probable que enseñe más de lo que una mujer necesita conocer. Y si alguna vez, tú, hombre, te preocupas porque no lo estás haciendo bien u, horror de horrores, que tal vez tu ex mujer lo hiciera mejor, recuerda: para cada ocho de diez hombres, no existe una mala mamada, sólo existen buenas y mejores.

Supongo que gran parte de lo expuesto anteriormente, mutatis mutandis, se aplica al cunnilingus. Pero, este será un tema otro día.

jueves, 4 de octubre de 2012

El grito de Noséloquesoy


La lujuria es una maestra malvada. Soy su sumisa, pero esta noche, soy esclava de mi propia lujuria. Mi pasión por usted. Su olor, su sudor, su rugido en mi oído, por lo mucho que me duele, pone a esta perra caliente. Quiero gritar y tirarme de mis pelos, clavar mis uñas en mi propia piel. La única cosa que libera mi dolor es el picor de su amor.

Siento que en este momento, mientras yazgo durmiendo, no puedo soportar estar junto a usted, porque le huelo y me está volviendo loca. Son las dos y media de la madrugada, me consta que supone que estoy dormida y no sería feliz, puesto que estoy despierta. Pero, tengo miedo de volver a la cama. Miedo por usted.  Miedo por lo que pudiera pensar de mí. Miedo por lo que pudiera suceder, pero deseándolo todavía. Me siento como un animal primitivo, aquí no existe ahora “Noséloquesoy”. Se ha quedado atrás y estoy tratando de que vuelva en las próximas horas.

Ahora mismo, quiero que usted me desgarre aparte y, quiero morderle la espalda. Quiero que llueva sobre mí el dolor para saciar mi hambre, para calmar a la bestia que me posee. Le necesito para ganar, pero quiero resistirle con todo lo que tengo y soy. ¡Maldito sea! algo me pasa y usted es la única persona que calma mi amor y mi deseo.

Esta noche, aunque no quiero que usted sea amable, quiero meterme en la cama con usted  y arañarle y morderle y que dé rienda suelta a la bestia que hay dentro de usted. Quiero sentir  cada centímetro de su poder. Estoy en un estado de ánimo poco común y necesito a mi sádico y Dominante para que me torture y someta. Quiero su violencia, su brutalidad. Agárreme por mis cabellos, muerda mi espalda, penetre mi culo, abofetéeme, pellízqueme…enciérreme….quiero liberarle para que pueda exorcizar a este demonio que soy esta noche. Quiero temerle y quiero ser salvaje y amarle a la vez esta noche.

¿Qué diablos me pasa?

Noséloquesoy

martes, 2 de octubre de 2012

¿Cómo puedo explicártelo?


Delante de mí, hay una mujer:
Tú.
¿Cómo puedo comenzar a decirte lo que pienso y siento?
No tienes ni idea de lo que eres.
Ningún atisbo de tu potencial.

Todo lo que ves cuando te miras a ti misma es
inseguridad,
vulnerabilidad,

Excesivas emociones locas.
No sabes lo que hacer conmigo,
y, francamente, yo tampoco.

Yo me muevo entre los extremos;
en un momento, estoy caliente.
En otro momento, estoy frío.

En otro momento, soy muy amable,
con respeto, retorciendo tu pelo entre mis dedos;
en otro, te uso y te cojo
y te dejo sufriendo al usarte.

¿Cómo puedo decirte que cuando te miro
veo la divinidad femenina en tus ojos?
Veo la fuerza de la naturaleza detrás de la tímida sonrisa de tus labios;
y sé que tú sientes algo,  de gran alcance
y, sin embargo, me maravilla tu fuerza.

Siento tu aura que me envuelve en tu radiante luz femenina
y veo que se abre como los pétalos de una flor
para admitir mi desgarro, castigando al poder masculino.
Siento tu alma y tu cuerpo envolviéndose a mí alrededor,
dándome un lugar para descansar, para recuperarme.

¿Cómo puedo explicarte lo mucho que quiero controlarte,
para obligarte a que te abras aún más a mí,
y ser aún más receptiva a mi culto hacia la mujer?

Quiero poseerte,
quiero usarte.
Quiero extraer de tí lágrimas de alegría y tormento.

Quiero hacerte gritar de dolor lleno de placer
y algunas veces, solo de placer
y otras veces, solo de dolor.

Quiero que lo sientas.

¡Oh, Dios, quiero sentirte.
Quiero beber tus emociones
y bañarme en tus lágrimas.

¿Cómo puedo explicarte lo que siento?

¿Cómo puedo explicarte lo que quiero para descansar mi cabeza
sobre tu pecho y amamantarme de tí,
para que acaricies mi cabello y me alimentes?

¿Cómo puedo explicarte que quiero llegar con mi mano
al mismo núcleo de tu cuerpo y envolverme
en tí como una manta cálida y suave?

¿Cómo puedo explicarte que quiero derramar
mi propia esencia en ti
y tener que mantenerme seguro?

¿Cómo puedo explicar que quiero sentir
tu sufriente carne ondulándose con angustia
mientras extraigo mi placer de ti?

¿Cómo puedo explicar el asombro que siento
cuando te miro?

¿Cómo puedo explicar el poder femenino salvaje
que siento que irradia de tí y cuán
pequeño me hace sentir?

¿Cómo puedo explicar mi necesidad de controlarte?
Total y completamente,
Tomar el sol en tu gracia y dulzura,
Para cogerte. Para usarte.

¿Cómo puedo explicarlo?

No lo sé.

Pero un día, haré que comprendas
lo que veo cuando te miro.
Un día, mirando al espejo,
sentirás la admiración que siento por tì.

Un día, te darás cuenta
lo fuerte que eres,
lo poderosa que eres,
lo hermosa que eres.

Y ese día entenderás
mi necesidad de poseerte,
para sacrificar tu cuerpo en el altar de mi deseo,
para bucear en tu alma
y nunca emerger.