“Hoy está lloviendo a mares en mi tierra. El
viento es ciclónico. Suele ser el precursor del trueno. Siempre me ha fascinado
el trueno. Es el caos encarnado.
El trueno es el hermano pequeño del viento. Este está
bailando, jugando y cantando con la llegada de su otro hermano. Amenaza y
advierte a las personas para que se cobijen bajo una cubierta y se agazapen
hasta que su hermano haya pronunciado su paz.
He salido para ver la tormenta y estar con
mi rostro vuelto hacia la lluvia en comunión con el Universo. De alguna manera,
me siento con mucha paz, conectado con ella, en caso de que la tormenta me
rodee como una capa. Siento que es mi amiga y compañera y nos comunicamos sin
palabras. Rabiosamente, en silencio.”
Esta entrada la escribí hace unos días después
de haber presenciado una tormenta acompañada de truenos y relámpagos. Viene esto
al hilo porque una sumisa hizo un comentario de que me gustaba el viento y el
mar. Es cierto y es posible de que haya expresado estas preferencias mías en
algunos de mis artículos. No pensaba publicarla, pero al leer dicho comentario,
me he decidido a ello. De estos elementos naturales, me atraen su fuerza y
energía. Por su simbolismo con una relación D/s, donde si la entrega, la
comunicación, la honestidad y la pasión, impulsados por nuestra fuerza interior
no mantienen su llama “viva”, difícilmente, dicha relación se podrá mantener en
el día a día.
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