viernes, 1 de febrero de 2013

La vergüenza


Una de las cosas que me encanta de la D/s, es observar los impulsos contradictorios en la mente de la sumisa. Nada me da más placer que presionarla contra los límites de lo que ella piensa que hará, mientras que avivo su deseo, persuadiéndola de que lo impensable no está, después de todo, tan lejos de esa posibilidad. Me gusta conocer que ella quiere salir corriendo y esconderse y, sin embargo, es incapaz de resistir.

Sin embargo, las mujeres sumisas altamente sexuadas, con frecuencia, suelen ser muy tímidas. Un límite importante para muchas de ellas es la presencia de un tercero. Las cosas que pudieran permitirse en privado, son casi imposibles si un hombre está presente. Y, sin embargo, tapadas bajo la timidez y la vergüenza, existe a menudo una pequeña puta que alardea de sí misma si se le ordena que lo haga, si ella siente que la autoridad del dominante es lo suficientemente fuerte y si él puede despertarle su deseo de complacer. He tratado de trabajar sobre esto en los siguientes escenarios.

Él la desnuda y la inclina sobre el apoya brazos del sofá.

“No te atrevas a moverte, a menos que yo te lo diga,” dice él. “¿Comprendes?”

“Sí, señor.”

Ella se pregunta qué es lo que va a ser esta vez. ¿Dolor, placer o humillación? O ¿las tres cosas?

Él separa las nalgas de su trasero, luego la lubrica y, con cuidado, inserta su plug. Ella se siente dilatada, abierta y bastante llena. Él la deja en esa posición y se va a la habitación contigua. Le oye hablando por teléfono, pero no puede entender lo que habla. El tiempo pasa. A ella le gustaría poner la mano entre sus piernas para sentir lo húmeda que está. Pero, no se atreve a arriesgarse.

Él vuelve a la habitación. “Juan va a venir a tomarse una copa rápida con nosotros,” dice.

¿Qué?” pregunta ella. “No.”

“¿He dicho que podías hablar?”

Ella se calla.

“Recuerda, no te muevas.”

Ella está al borde de un ataque de pánico. Juan no solo sabe qué clase de relación existe entre ellos, sino que también la han discutido con él una o dos veces, pero,  nunca los vió en acción. “Yo no estoy preparada para esto, piensa ella.” Pero, sabe que su protesta caería en oídos sordos.

Suena el timbre de la puerta. Él va a abrirla. Ella piensa en subir corriendo al dormitorio y cerrar la puerta con llave. Pero, no se atreve. Él vuelve a la habitación con Juan. Ella tiene su cabeza enterrada entre los cojines, se está ruborizando de vergüenza. Dos hombres hablando de temas intrascendentes, sentados en el otro lado de la habitación. Ella está siendo aparentemente ignorada. “Esto me conviene,” piensa ella.

Ella oye como escancian las bebidas. La conversación fluye. Luego, hay una pausa.

“Ven y echa un vistazo a la chica,” dice él.

Ella oye como los dos hombres se acercan.

“La estoy entrenando,” le dice a Juan. “Por el momento, tiene su culo bien apretado. Es muy agradable para mí, pero sería mejor para ella, si estuviera un poco más relajado. El problema es que el plug lo dilata, ¿cuánto tiempo dura el efecto? No estoy seguro si es permanente.”

Ella siente que él ha cogido el plug y lo gira despacio en el interior de su ano. Si a ella le hubieran preguntado, hace unas semanas, si hubiera podido soportar este tipo de objetificación, dos hombres discutiendo las dimensiones de su ano de esta forma, ella hubiera resoplado de incredulidad.

Poco a poco, él le saca el plug. Extraña lo mucho que ella lo echa de menos cuando lo ha sacado.

“Ya estás viendo cuánto ha sido dilatado,” dice él. “Introduce tu dedo y comprueba lo dilatada que está.”

Ella piensa, “¿puede una morirse de vergüenza?” Ella siente un dedo y, luego, lo que pudieran parecer dos o tres presionando en el interior de su ano.

“Sí,” dice Juan. “Ya lo veo.”

“Me consta que no estás en este mundo de la D/s,” dice él, “pero te gusta follarte a las mujeres por el culo, ¿verdad?”

“Por supuesto, “ Juan se ríe. “¿Quién no?”

“Tal vez, cuando yo haya acabado el entrenamiento, te dejaré que lo hagas y me podrás decir cómo está ella,” dice él.

“Eso me gustaría,” dice Juan, “pero me tengo que ir ahora.”

Le muestra a Juan la puerta. Ella permanece inclinada sobre el sofá mientras oye que vuelve. “¿Qué será lo próximo?” piensa ella. No puede ser tan malo como la última media hora. Y no puede negar que nunca ha estado más mojada que en estos momentos.

1 comentario:

  1. Excelente!!! Sin duda alguna cualquier sumisa se sentirá avergonzada y excitada con este post! Es una manera maravillosa de poner nuestra mente y sensores de la piel a correr. La verdad es que cada post suyo es como sangre nueva en mi cuerpo. Gracias Señor!

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