viernes, 3 de mayo de 2013

Cuando ese último deseo...


Conseguir una erección siempre sienta muy bien. Se pasa de un estado a otro. Cuando ese último latido llena la última parte elástica de la verga, cuando pasa de estar sólo dura a ponerse como una piedra, una sensación de usarla cae sobre tí.

Hay un cambio en tu mente y en tu cuerpo que abre las compuertas a algo primario en tí. Tu mente se concentra, las decisiones se hacen más fáciles porque no están siendo ahogadas por trivialidades y te acomodas en un rol natural, primario y orgánico.

Un rol que está escrito en tu propio ser, que es tan natural y sencillo y se siente muy liberador. Cuando ese último latido llena tu vástago hasta el punto de reventarlo, piensa: “Este soy yo. Estoy destinado a ser esto.”

Y si eres lo suficientemente afortunado para estar ante una mujer dispuesta a recibir esa erección, entonces, a medida que la vas penetrando, hay un sentido de realización, de destino, de volver a casa. Cuando esa erección desaparece en ella, un sentido de calma, de cumplimiento o de un propósito renovado desciende sobre tí.

El desarrollo y el logro de mantener su sumisión se siente de muchas maneras, hasta el punto de lograr una erección. Contra más profundamente ella se desliza en la sumisión, más se abre a su Dominante, su voluntad se desprende más y se restituye con la tuya, siendo su sentido del propósito, del destino, del derecho y de la realización mucho más fuerte.

Cuando el desafío de sus ojos se elimina y ella asiente con la cabeza a tus demandas, es como si se abrieran sus labios para tí, para invitarla y darle la bienvenida a tu casa.

¿Por qué se me retrasa?

Si tardo mucho tiempo para conseguirla, ya lo sabes, en esos momentos es que estoy disfrutando de verdad y que no me aburro. Algunos hombres piensan en  los impuestos, en su equipo favorito u otras cosas aburridas para prolongar su experiencia. Esto no funciona conmigo. Para mí, la desensibilización funciona mejor, sintiéndola más despacio al principio, hasta que me adapto al placer y, luego, tiro hacia arriba.

Sin embargo, usted puede conseguir muchas cosas buenas también. Si me gusta demasiado, si me desensibilizo demasiado tiempo, no me correré ni incluso cuando decida hacerlo. Esto puede ser divertido por sí mismo, porque entonces, me puedo ir a la ciudad (vivo en un pueblo).

Cuando consigo llegar desensibilizado al punto en el cual no puedo correrme, incluso cuando lo intento, normalmente, solo disfruto de la situación actual y hago  el mejor uso que puedo. Y, por lo general, me suelo correr como un torrente la próxima vez que lo intente.

La próxima vez no se trata tanto del tiempo real, como de “resetearme” mentalmente. Puede ser tan simple como permitir que la erección retroceda, bese y apriete, para permitirme jugar con unos hermosos senos, ya que es una buena manera de hacer que me sienta caliente y difuso interiormente y cuando la erección decae, me siento bien para avanzar por la recta final.

Otra cosa graciosa. Cuando estoy un poco aturdido por los excesos de sensaciones y  tratando de correrme, acelerar y acumular más sensaciones, esto no funciona  en mí, pues, poco a poco, ralentizan mi deseo. Si reduzco la velocidad y empiezo a prestar atención a lo bien que la mujer se siente conmigo, en lugar de lo bien que yo me siento dentro de ella, también conseguiré ponerme excitado y difuso y, a su vez, conseguiré correrme siempre.

Hay veces que, simplemente, no tengo ganas de correrme, por lo tanto, no lo intento. Sólo, hasta que ella haya tenido lo suficiente y esté empezando a sentirse dolorida y, en ese momento, me detengo. Créanme, la próxima vez, saldré como si fuera una manguera de apagar fuegos.

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