La siguiente cita está sacada del libro “Las Benévolas,” de Jonathan
Littell:
“…de repente, al comprender con una claridad aterradora que los
hombres no controlan nada, no dominan nada, que solo son niños e incluso con
juguetes, puestos ahí para el placer de las mujeres, un placer insaciable tan
soberano que los hombres piensan que tienen el control, piensan que dominan a
las mujeres, mientras en la realidad, las mujeres los absorben, haciendo
naufragar su dominación y disolviendo su control, consiguiendo mucho más de
ellos que lo que dan. Los hombres creen con toda honestidad que las mujeres son
vulnerable y que, o bien, hay que tomar ventaja de esta vulnerabilidad o
protegerla, mientras que las mujeres se ríen con tolerancia, amor o con
desprecio, de su infantilismo, de la infinita vulnerabilidad de los hombres, en
su fragilidad, de esta debilidad tan cercana a una pérdida aparente del
control, de este colapso permanentemente amenazante, de esta vaciedad encarnada
en una carne tan fuerte. Es por eso que, sin lugar a dudas, las mujeres
raramente matan. Ellas sufren mucho más, pero ellos siempre tienen la última
palabra.”
Es una novela brillante, pero no para los pusilánimes. Una novela
escrita por un oficial imaginario de la SS, ubicada en los horrores del frente ruso y en
los campos de concentración durante la Segunda Guerra mundial y que, como tal,
tiene mucho que ver con la D/s, se podría pensar (aunque no estoy tan seguro);
pero, de todos modos, es un paso sorprendente. Me hizo pensar acerca de si
tales pensamientos pudieran aplicarse, mutantis mutantes a la D/s.
La visión convencional es que en una relación D/s, la sumisa renuncia
al control. (Estoy hablando aquí sobre una relación hombre/mujer). Para una
mujer/hombre o mujer/mujer puede ser diferente, pero no puedo hablar desde la
experiencia). Es el dominante quien prevalece, cuya palabra es ley. En teoría.
Sin embargo, está claro que es mucho más complicado que eso. La transferencia
de poder del dominante a la sumisa se da libremente. Es una relación
consensuada. No estamos hablando sobre la fuerza tal como existe en el mundo
exterior, donde el más fuerte explota al débil, donde el rico explota al pobre
o un país muy grande oprime a otro más pequeño o, incluso, los hombres abusan
de las mujeres o de los niños. Hablamos en la D/s de un intercambio voluntario
de poder, libremente concedido y recibido con gratitud. Así, la D/s es
exactamente lo opuesto de la tan llamada ley de la jungla, la dominación del
fuerte sobre el débil.
Pero, si el consentimiento es dado libremente, ¿cómo puede ser que el
dominante esté en el control? ¿No es en realidad el dominante el único que
concede o niega el consentimiento? Si le digo a mi sumisa, “voy a azotarte” y
ella replica, “como usted quiera,” ¿es una evidencia de que tengo el poder? Se
podría argumentar que, debido a que ya me ha dado el permiso para azotarla, ha
renunciado voluntariamente a su derecho a decir que no, entonces, ha habido una
transferencia real de poder y de que yo estoy realmente en el cargo. Pero, me
pregunto si en la práctica nunca funciona de esta manera. Incluso si ella no
tiene una palabra de seguridad, sabe que ella puede decir siempre no, si ella
lo dice con la suficiente convicción. En una relación sana, en realidad, no puede
ceder su derecho de elegir para someterse. Cada vez que ella inclina su
rodilla, el contrato entre ella y su dominante se renueva. Implícitamente, está
perpetuamente en negociación.
Y, sin embargo…la atracción de esta relación para la sumisa es porque,
a su vez, ella ha cedido el poder. Ahí es donde está la emoción para ella. Él
tiene el derecho a darle órdenes para que haga cosas, incluso cosas que ella no
quiere hacer. Ella ha renunciado a su derecho a decir que no. Si no es así,
entonces ¿no es solo un juego sin sentido que ninguno quiere jugar? Ella tiene
que sentir que su poder sobre ella es real, no solo una convicción. La emoción
que ella recibe al ser ordenada que se arrodille, de ser azotada o utilizada
por placer, depende del conocimiento de que cualquier resistencia que ella
hubiera podido tener, haya sido ya superado. Ella sólo puede hacer las cosas
que le digan.
Claramente, aquí hay una paradoja. Él es libre de hacer con ella lo
que quiera y, sin embargo, depende del consentimiento de ella. Voluntariamente,
ella está de acuerdo en renunciar a su libertad de elección. ¿Cómo pueden ser ciertas
estas aparentes contradicciones ser? Mi sensación es que deberíamos ver la
relación D/s como una condición en constante negociación, un cambio en el equilibrio
de poder en el cual cada parte está atento a la dinámica de la situación. No
hay duda de que, cuando la sumisa se excita, tanto física como mentalmente, el
dominante tiene un verdadero poder sobre ella. Él puede hacer que ella haga
cosas que ordinariamente no haría, soportar cosas que pensaba insoportables,
querer cosas que nunca se había imaginado. Este poder es real, no es algo que
ella pretenda darle. En la agonía de la pasión, incluso puede parecer como si
este poder fuera ilimitado. Ella puede desearle que la fuerce a lo que parece
una capitulación total, donde ella puesto toda la resistencia. Pero, la
realidad, en última instancia, se entromete, el flujo y el reflujo del poder
volverá al punto de equilibrio de nuevo, al punto donde ella puede negociar libremente
los límites que ella imponga.
Algunas personas podrían decir todavía, si este fuera el caso y,
entonces, con seguridad, la D/s es un juego. Mi respuesta sería que, en
realidad, es un juego, pero con reglas muy estrictas. Si no juegas de acuerdo
con los reglas, el juego no tiene sentido. Y es un juego muy serio, como todos
los juegos que merecen la pena jugar. O, acaso, ¿podemos decir que es como el
estado de la mente que tú adoptas cuando lees una novela? Usted sabe que la historia no es verdad, pero
mientras está leyéndola, se permite creer que lo es, de lo contrario, la
historia no se puede mantener bajo su hechizo. Los críticos llaman a esto “la
suspensión voluntaria de la incredulidad.” Creo que la D/s puede ser similar.
Ella sabe que podría pararle si llegado el caso tuviera que hacerlo, pero su
sumisión es lo suficiente real en el ardor del momento. Ella quiere sentir que
él puede hacer que ella quiera hacer lo que ella no quiere hacer, hacer que
reciba más dolor o humillación de la que ella piensa que puede soportar. Para
ella, existe la maravillosa libertad de renunciar al control. Y, para él, una
sensación embriagadora de poder al asumirlo.
Tal y como usted lo expone, la sumisa es la que lleva el control, no hay duda.
ResponderEliminarPero es que no puede ser de otro modo, un dominante no disfrutaría con una sumisa que sufre o no acepta las normas, sería absurdo seguir adelante y para la sumisa tampoco sería divertido un compañero, que no ordenase, ni llevase el control, la decepcionaría del todo. Estoy totalmente de acuerdo que se trata de un juego, donde se ha de cumplir las reglas establecidas, porque es lo que nos va a llevar a disfrutar y gozar de este juego.
Y por ser un juego, las normas son fundamentales para que la relación D/s sea dinámica. Yo siempre he sido partidario de pocas normas y muy concretas y que dejen las puertas abiertas hacia una profunda exploración mutua a todos los niveles...
ResponderEliminarmarita, como siempre, tus comentarios muy acertados...
Feliz día,
Me ha gustado mucho esta entrada... No es nada fácil debatir sobre la mente humana y menos cuando se trata de un tema tan controvertido como la D/s...
ResponderEliminarEn mi opinión es un juego... Que bien jugado y a los que sieven para ello, les resulta tan embriagador y maravilloso que puede convertirse en una forma de vida... Que mejor que vivir la vida jugando?
El que piensa que una sumisa tiene espiritu débil, creo qu se equivoca por mucho... Una sumisa sana, necesita tener mucha autoestima, autocontrol, valentía, entereza y muchas mas cosas para "ceder su voluntad"... Entonces no es una necesidad real de protección y guía... Es una necesidad espititual, es un placer ser dominada, lo hace porque le gusta, porque lo disfruta, porque le llena abandonarse en el, porque lo siente fuerte solo para ella... Una esencia sumisa necesita un complemento... No porque no sea fuerte... Sinó porque "Quiere ser debil, por él, para él, porque él jugando ese papel es el complemento, que él tome el control y sentirae vulnerable es esa sensación que solo él logra y ella permite" eso evidentemente no aparece con todo el que tenga personalidad dominante... Sinó con quien se gana el respeto y la entrega!
Aunque una relación de este tipo es desigual por norma en la forma, el contenido debe ser el mismo, ambas personas se comprometen en un pacto implícito, en el que ella cede el poder, porque sabe que él lo merece... Entonces es reciprocidad... Ambos entregan, ambos reciben, ambos juegan el papel en el que son mas felices!
Yo siempre he sido sumisa. Y digo siempre porque desde que tengo recuerdos, me he vivido a mi misma teniendo fantasias de este tipo. Pasé una adolescencia terrible, pensando que estaba mal de la cabeza, o que era una degenerada. Después, muchos años después y gracias a internet, pude vivirme a mi misma. Fue inmenso descrubrirse de verdad.
ResponderEliminarPor eso yo no juego. Bueno, no es del todo cierto: juego, cuando la parte que domina está de paso. Pero el ideal es una relación en la que ya no hay juego, sino vida. He tenido el enorme privilegio de vivir una. Nunca tuve mejor sexo, ni más intenso. Jamás fui tan feliz ni tan mujer. Creo que cuando amas y te aman, todo cambia. No necesitas palabras de seguridad, el conocimiento mutuo es tan grande y el habito y la cotidianidad tan reales, que aparecen cosas que en una relacion de otro tipo no existen. Y no desmerezco de las otras, tambien las he tenido muy intensas y muy satisfactorias. Pero después de haberlo vivido en pareja real, para mi todo ha sido muy diferente. Sólo es una experiencia personal, pero quería compartirla.
Muchas gracias por compartir tus experiencias como mujer sumisa y tu sincera confesión.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo respecto a la diferencia de vivir una relación D/s en pareja...cuando dices..."que ya no hay juego, sino vida." Qué expresión más fotográfica y realista...
Ben Alí