He estado releyendo la Historia d’O. Es uno de mis libros favoritos
sobre los temas de la D/s. Como en España, este tipo de literatura estaba
prohibida, lo compré en mi primer viaje a Londres, editado en inglés. Yo era
muy joven y me causó una profunda impresión. La historia es bastante simple. O,
una fotógrafa de moda en París, es llevada por su amante René a un castillo en
el campo, donde es encarcelada. Con frecuencia, azotada y forzada a servir las necesidades
sexuales de otros hombres, una orden a la cual ella se somete voluntariamente.
Al final, René se la presenta a un pariente lejano, Sir Stephen y, luego, se la
entrega para su uso. Más tarde, Sir Stephen hace que O le procure una joven
modelo, Jacqueline y, eventualmente, ofrece a O a una serie de otros hombres,
sin dejar de hacer de ella cualquier uso sexual que a él le agrade, así como,
azotarla cruelmente, las marcas dejadas por el látigo, proclamando “para que
todo el mundo viera que todo estaba permitido en su relación.”
Me encanta el tono frío, admirablemente reflejado en su traducción
inglesa, de cómo los acontecimientos más extremos son narrados detalladamente,
de forma muy práctica. Me encantan las detalladas descripciones de las ropas
d’O, las faldas, los vestidos, los corsés, todo diseñado para asegurar de que
ella está de inmediato, disponible para ser usada sexualmente por los hombres
que han tenido acceso a ella. (Esta constante disponibilidad, sobre la que se
insiste constantemente en la narración, es una de las maneras, en las cuales la
autora ilustra la naturaleza de la sumisión d’O: “O se había dado cuenta de que,
cuando ella estaba cerca de él, le gustaba en cualquier momento, incluso cuando
él no la deseaba y como si fuera impensable, mecánicamente, para apoderarse de
su sexo y tirar de su ropa interior y hurgar con su mano dentro de ella”).
También, me encanta su limitación verbal. Tiene una línea agradable en
circunloquios decorosos; hay un personaje cuya preferencia es la sodomía y que
es descrito como “…el hombre que le gustaban las mujeres solamente por lo que
ellas tenían en común con los hombres.”
Pero, sobre todo, me gusta la dinámica de las tres vías que se establecen
en ella, entre la heroína O (cuyo nombre es claramente una referencia a su sexo
y su ser como si fuera un espacio en el cual los hombres proyectan sus
fantasías, así como las de sus pollas), su amante René y Sir Stephen, el
aristócrata inglés con el cual, él la comparte. La dominación de René sobre O
toma la forma particular de querer entregarla a los demás. Algunas mujeres
sumisas encuentran en esto un concepto difícil de comprender; ¿por qué un
hombre que ama a una mujer y luego quiere que otros hombres la tengan? Pues
esto es precisamente lo que hace que René esté completamente realizado.
“Contra más la somete, más importante se convierte ella para él. El
hecho de que él la entregara a otros hombres, era una prueba evidente, prueba
ante sus ojos, que debería ser también una prueba ante los ojos de ella, de que
ésta la pertenecía a él. La entregó para tenerla de vuelta en cuanto antes y
recuperar su enriquecimiento multiplicado por cien ante sus ojos, ya que es un
objeto ordinario que ha servido para algo divino y, por lo tanto, infundida con
la santidad. Durante mucho tiempo, él había deseado prostituirla y, con mucho
gusto, él descubrió ahora que el placer que él cosechó de ello fue más grande
de lo que él se había atrevido a imaginar y aumentó su apego hacia ella como el
de ésta hacia él y que ese apego sería
mucho más grande, contra mayor fuera su humillación al prostituirla, ensuciarla
y arruinarla.”
Esto es algo apasionante y, quizás, demasiado oscuro y tortuoso para
muchas personas, incluso, para aquellas bien versadas en los placeres de la D/s,
pero, me parece una descripción muy convincente de otra forma de intercambio de
poder.
Está claro que René idolatra a Sir Stephen, que es la vez mayor y
tiene una cierta frialdad típica de las clases altas inglesas y que, aunque no
tengan atractivo en la vida real, puede ser plausible ponerle aquí al servicio
de la narrativa. Hay una frase diciendo que obliga a concretar, con precisión,
la naturaleza de la relación: “En Sir Stephen, ha encontrado el maestro severo
que él mismo no sabía cómo ser.” El placer de René aumenta no al usar él mismo
a O (por ejemplo, él renuncia voluntariamente al placer del ano de ella,
reservándolo para el uso exclusivo de Sir Stephen), sino al sentirse orgulloso
en el placer que el cuerpo de ella ofrece a Sir Stephen:
“O siente que él la vigila de la misma manera que un domador de
animales mantiene su ojo sobre el animal que ha entrenado, vigilante para ver
que el animal, sobre cuya actuación, su
honor está en juego, se comporta bien; o más aún, de la misma manera que el guardaespaldas
de un príncipe, o un hombre que es la mano derecha de un cabecilla de bandidos
vigila a la prostituta que ha ido a buscar a la calle a su Amo…René humilde,
admirable e, incluso, agradecidamente estaba endeudado con Sir Stephen, que fue
el responsable de crear esa alegría y la felicidad de que Sir Stephen hubiera
consentido en recibir el placer de algo que él le había dado.”
¿Y O? ¿Qué consiguió ella de todo esto? No nos queda la menor duda de
que ella devotamente abrazó su destino:
“O gemía de felicidad y liberación. Las puntas de sus pechos se
endurecieron bajo la mano de Sir Stephen. Él cogió con su otra mano tan
bruscamente su vientre que ella pensaba que se podía desmayar. ¿Se atrevería
ella a decirle alguna vez que no había placer, ni alegría ni nada que ella se
pudiera incluso imaginar que se acercara a la felicidad que sentía antes de que
su Amo hiciera uso de ella, antes de la idea de que él sabía que no había
precauciones, sin límites que él tenía que observar en la forma en que el
buscaba el placer en el cuerpo de ella? Su certeza de que cuando él la tocaba,
ya fuera para acariciarla como para azotarla, que cuando él la ordenaba hacer
algo, era únicamente porque él quería que ella lo hiciera y solo para el placer
de él, la certeza de que él hizo las concesiones para nada, estaba preocupada
nada más que por el deseo de él, tan abrumada estaba O que, cada vez que ella
tenía pruebas de ello e, incluso con frecuencia, cuando ella sólo pensaba sobre
ello, parecía que una faja de color rojo vivo se extendía sobre ella
encorsetando su cuerpo desde los hombros hasta las rodillas.”
Está bastante claro. Creo que a ella le gusta, ella no está obligada a
nada en contra de su voluntad. De hecho, lo que ella quiere por encima de todo,
es saber que él hace lo que hace para su placer, no para el de ella. Sin
embargo, la autora es lo suficientemente sutil para sugerir de que existe una cierta
resistencia, ya que sin ésta, ¿cómo puede ser el placer de la sumisión? Por lo
tanto:
“O nunca había comprendido, pero finalmente había llegado a reconocer
como una verdad innegable y muy significativa, la maraña contradictoria y
constante de sus sentimientos y las actitudes: a ella, le gustaba la idea de la
tortura, cuando la sometieron a la misma, ella había visto subir a la tierra en
fuego y humo para escapar de ella, cuando se terminó, ella era feliz por haberlo sufrido y ser muy feliz por lo
cuán cruel y prolongada que había sido.”
De todos modos, no es un libro perfecto para mí. Más bien, se
desvanece al final, como si la autora no pudiera pensar en un final y, de
hecho, ella ofrece dos, ninguno de los dos, quizás, satisfactorios. Pero, para
entonces, ya se nos ha ofrecido una experiencia irresistible, casi alucinante,
igualada por muy pocos obras de esta naturaleza. Repito, no creo que esta obra
sea un modelo al cual todas las relaciones de la D/s deberían aspirar. Pero,
algunos sabrán que me habla muy directamente.
Aunque he visto la película no lo he leído. La peli me pareció lo peor e imagino que no tendrá nada que ver con el libro, un escándalo cuando fue publicado, pero que todo el mundo leía en secreto.Por cierto que no logro acordarme del final.
ResponderEliminarBuenos días, marita:
ResponderEliminarGracias por tu seguimiento y tus comentarios que siempre son bien recibidos. Te podría decir el final, pero, como sumisa que eres, sería más oportuno que leyeras el libro y le sacarías más provecho que a la película.
Buen día,
Ben Alí
Definitivamente tengo que buscar ese libro, lo voy a descargar de la red, es mas practico que ir a una libreria por el.
ResponderEliminarana
Quisiera leer ese libro... Esas contradicciones de las que habla las sentimos todas las almas sumisas al inicio , Cuando aún creemos que somos "rar@s" Como me gusta esto??? Dar placer aún a traves de mi humillación, mi dolor??? Pero es lo que mas nos llena... Creo que sería una buena perspectiva la de porque el dominante comparte a su sumisa y lo que siente ella con eso...
ResponderEliminarMe agrada su forma de escribir y su punto de vista, Saludos Ben Alí
Esa perspectiva de la que comentas, Sirenaysumisa está bien visible en el libro Historia d'O.
ResponderEliminarGracias por seguirme y compartir mi punto de vista sobre el particular...
Buen fin de semana,
Ben Alí