miércoles, 12 de marzo de 2014

Recuerdo

Me gusta la ropa interior de las mujeres. La lencería, los volantes, los encajes, los lacitos, el satín y la seda y, cómo no, la licra y el algodón. Inmencionables. ¿Ropa íntima? Así es como la llaman en los grandes almacenes, un término de pasión-muerte, si alguna vez lo hubo. En cuanto a mí, me encanta la palabra “bragas.” Así es como las llama un vendedor amigo mío de unos grandes almacenes, uno de mis favoritos dispensadores de tales prendas.

Esto es llamar a las cosas por su nombre. Sé que para los oídos de los americanos la palabra tiene diferentes connotaciones, pero para los españoles es una palabra que recuerda a lo que sucede en el dormitorio y a lo que pueda suceder allí. Es un término un poco obsceno, no es totalmente educado. Supongo que si quieres ser neutral y no levantar expectativas de malicia, puedes llamarlas panties, como hacen los americanos. Pero, yo nunca lo haría.

Ella me envió un par de bragas. Le pregunté por ellas. Fui muy específico: un par que la hubieran hecho sentirse realmente sexy y que las hubiera llevado puestas durante todo el día. Yo sabía que las humedecería y las mancharía. Le dije que se las quitara al final del día, cuando se hubiera sentido impregnada de su olor. Que las pusiera en una bolsa de plástico para preservar el olor y que me las enviara. Las pondría frente a mí mientras escribo. La etiqueta en la parte posterior de las bragas dice: “Juego de pasión.” Ya lo creo. Son de color negro. Fabricadas de una gasa tan especial que no me importaría buscarle un nombre para ellas.

En mí diccionario de sinónimos, hay más de doscientos nombres para tipos de tejidos. (¿Percoline? ¿Jaconet? ¿Miedo Salvaje? Sus bragas están fabricadas con el mejor “Miedo Salvaje.” Hummm). Tal vez, se trate de gasa, “material fino, semi transparente.” Sin duda, son eso.

Cuando las envuelvo alrededor de mi mano, no se esconden demasiado. Incluso puedo ver mis huellas dactilares. En realidad, no son del todo transparente, solo un poco más de cuatro quintas partes. Por supuesto, están reforzadas en la zona del escudete, pero es solo una pequeña franja de cinco centímetros de opacidad que solamente sirve para hacer que la transparencia sea, en otro lugar, mucho más patente. Alrededor de la parte frontal, en la cintura, hay un volante y más adornos por las piernas que por la parte trasera, lo que me pareció encantador. El efecto general es de frivolidad y provocación. Estas bragas están hechas para ser vistas. Vistas por un hombre. Absolutamente, no hay ningún punto contrario a ellos. No las mantendrán calientes o decentes.

En el interior del escudete, hay algunas manchas leves, la evidencia de un ser vivo, la chica que respiraba estaba en ellas, una mujer que se humedeció. Espero que pensando en mí. Sé que ella se va a sonrojar cuando lea esto, pues me envió sus bragas manchadas y perfumadas con sus secreciones. Pero, era exactamente lo que yo quería.

Supongo que tengo un fetiche con las bragas. No me importa admitirlo. Es un pasatiempo inofensivo. Yo no voy robando por ahí la ropa interior de las mujeres o intentando observar las bragas de una mujer cuando no he sido invitado a ello. Soy bastante civilizado. Pero siempre es una gran ventaja para mí, si una mujer entiende realmente de estas cosas. Si se da cuenta del efecto tan maravilloso que la ropa interior femenina tiene para mí.

Cómo me deleito con la seda y el satín, en rosa, negro, rojo y púrpura. Desde el principio, shy tiene un montón de puntos coincidentes conmigo, porque el sujetador y las bragas hacen juego (excepto ahora que ella solo lleva un sostén de gasa negra, pues no usa bragas…). A veces, me gustan las blancas de algodón, cuando ella se comporta como una mujer buena y la mantequilla nunca se le derretiría en su boca.

Al pensar sobre ello un poco más y, por qué me gusta tanto, una de las razones pudiera ser porque cuando una mujer se agacha hasta sus bragas, normalmente solo hay un camino a seguir. Pues, mientras ella todavía las lleva, tú tienes el placer de la anticipación. Con esperanzas, una mujer en bragas es una mujer que irá desnuda pronto.

Yo no diría que es mejor viajar con suerte que llegar. Yo siempre quiero conseguir que, al final, se las quite. Pues hay un placer especial al saber que existe otro escenario donde ir, que es el placer que tienes ahora, no hay un placer mayor que cuando ella se las quita. Cuando yo era niño, siempre me comía las costras primero para poder guardar hasta el final la parte blanda del pan y untar la mitad con mermelada. Es un hábito que todavía conservo.

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