Cuando una mujer se arrodilla para chupar su
polla, cuando se echa sobre su regazo y le levanta la falda para recibir unos
azotes, cuando se baja sus bragas y le muestra a él su coño porque se lo ha
ordenado, eso es sumisión. Ella hace estas cosas, no porque ella quiera (ella
puede decir no), sino porque ha acordado, de antemano, que hará tales cosas si
así él lo requiere. Está en su contrato de sumisión, escruto o tácito, (tanto
si está escrito como si no lo está).
Me parece que este tipo de actos siempre conllevan
algún tipo de vergüenza. Después de todo, ella es una mujer adulta, una persona
libre e independiente, probablemente, con firmes puntos de vista sobre la
igualdad de las mujeres (tal vez, ella diga, igual pero diferente, pero, sin
duda, no inferior). Y, sin embargo, ella hace cosas que a un observador
externo, por ejemplo, a un observador vainilla, les pueden parecer
inherentemente humillantes. No sólo eso, pues la humillación forma parte del
atractivo para ella, si ésta quiere complacerle. Pero, ella siente un torrente,
una oleada de sangre hacia su vagina, cuando él la ordena que realice tales
actos. La sensación que ella siente, que no
sólo le está ofreciendo un servicio, sino que, al hacerlo, la está
despojando de su dignidad, es un poderoso afrodisíaco.
Al menos, eso es lo que he encontrado en las sumisas que he conocido.
Pero, de vez en cuando, los lectores se han preguntado si tales sentimientos de
humillación son una condición necesaria o invariable o un acompañamiento de la
sumisión. Shy me dijo, ¿por qué una sumisa solo da ese servicio a su dominante,
algo dado libre y generosamente aceptado? Si aparte de ser humillante, ¿no es
inherentemente algo humillante? (No es que ella esté ofreciendo una sumisión
libre de humillación. Sino, por suerte, todo lo contrario).
Me pregunto, ¿de qué tipo de servicio estamos hablando? ¿Traerle una
taza de café? Supongo que muchas mujeres vainillas lo hacen para su hombre.
Este no lo toma como una señal de que ella esté pervertida. Pero, ¿podría una
mujer permitir que un hombre haga exactamente lo que quiera con ella
sexualmente, con un espíritu de entrega, de amar, pero no necesariamente
sintiendo esta sensación extra de vergüenza?
Supongo que mi respuesta es que no. De verdad, no lo sé, porque no
creo que yo haya tenido eso alguna vez. Cuando estaba con mujeres vainillas,
siempre parecía como si el sexo involucrara algún tipo de negociación. Nunca lo
fue: “Soy feliz porque hagas cualquier cosa que te guste. Toma lo que quieras.”
Bastante razonable. Dado el tipo de acuerdo que era, usted necesitaba saber lo
que ella quería. Usted no podía arar a cuenta. Tenía que ser, dar y recibir. De
hecho, era mejor de esa manera. En una relación vainilla, tú no quieres que
ella piense que eres egoísta o insensible. Quieres que ella sea una compañera
total, de lo contrario, te sentirías como un talón.
En la D/s es diferente. Ella ya le ha dicho. Lo que hace por ella es usarla.
Cuanto más tomas exactamente lo que deseas, más contenta está ella, porque sabe
que está dando lo que te agrada y esto es lo que la da más satisfacción.
Se me ocurre que, puede haber una razón, por la que creo que las
mujeres sumisas siempre quieren ese zumbido extra que las hacen sentirse
humilladas (y algunas de ellas quieren mucho de esto. Ellas van tan lejos, como
decir que anhelan ser ultrajadas y degradadas – siempre con respeto, por
supuesto). Tal vez, esta sea la razón del por qué son las mujeres que busco.
Me excita saber que cuando empujo mi polla contra su garganta hasta
que parece ahogarse, ella siente que es un objeto que utilizo para saciar mi
lujuria. Me estremece enormemente a medida que lo hace y, por lo tanto, me
siento siempre muy atraído por las mujeres que quieren y desean esto. Y, tal
vez, haya otras mujeres que se llamenn a sí mismas sumisas (y, por lo que a mí
respecta, cualquier persona tiene derecho a llamarse a sí misma lo que ella
quiera. No soy de los que dicen que sea una sumisa real), pero que no sienten
ese impulso para sacar su vergüenza a la superficie, ponerla al descubierto y ser
explotada. Hay de todo.
Creo que el día que pierda la vergüenza, significara que deja de tener sentido mi entrega.. lauri
ResponderEliminarEl dia que pierdas la verguenza estarás en otra dimensión de tu relación porque habrás evolucionado mucho y los planteamientos serán muy otros...otro tipo de vergüenza, claro
EliminarBen Alí
Creo que esa humillación y vergüenza que siente la sumisa no es más que otro paso que la acerca más a su Dominante. La humillación no solo le reporta placer a la sumisa, y a su Señor por verla como la somete a sus antojos, si no que con ella se avanza aún más en la relación y la conexión entre ambos crece. Eso sí, nunca hay que olvidar que la sumisa debe ser una persona con alta autoestima, seguridad en sí misma, y las ideas muy claras, si no puede gozar con esa vergüenza, no está preparada para el juego o una relación de este tipo y puede salir dañada mentalmente.
ResponderEliminarComo siempre, marita, tus comentarios llenos de sensatez y lógica...
EliminarFeliz día
Digamos entonces que cuando se es, es posible poder dejar de ser. Un juego de abstracción. ¿Cuántas personas buscamos dejar de ser? Eso sin duda abre un infinito mar de posibilidades.
ResponderEliminarPd. ¿Puedo hacer una pregunta tonta?
Puedes hacer todas las preguntas que creas oportunas...
EliminarFeliz día
Tengo demasiadas preguntas tontas. Es como si Alicia se encontrara con el Señor Conejo Jajajajaj.
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