“Ven
aquí,” dice él.
Con
ese tono de voz, no es una petición. Ella se acerca con cautela hacia el borde
de la cama, donde está sentado. La gira de lado, luego pone ambas manos debajo
de su falda, una en la parte delantera y la otra, en la parte posterior.
Conectando sus dedos con la cinturilla de sus bragas, las desliza hacia abajo,
hasta sus rodillas. De nuevo, desplaza su mano derecha hacia arriba, deslizándola
entre sus piernas, sólo para ahuecar su coño, agradable y confortable. Su mano
izquierda se desliza suavemente hacia sus nalgas, acariciando la piel poco a
poco y, luego, amasa la carne.
Moja
el dedo índice de su mano izquierda en su vagina. Ella está ya mojada. Lo mueve
por su alrededor un poco, lo saca y lo introduce en su ano. Todo el camino
hacia arriba. Ella gruñe y mueve una pierna hacia la otra.
“No te muevas,” él dice.
Empuja
los dedos medio y anular de la mano izquierda hacia el interior de su sexo, por
lo que con una mano, está penetrando su proa y con la otra, su popa. Trabaja un
poco por sus alrededores. Luego, le introduce el dedo medio de su mano derecha
también en su coño. Cuando está en su punto y húmedo, lo saca y lo desliza por
la punta de su clítoris. Ella jadea y pone una mano en el hombro de él para
mantener el equilibrio. Siente que sus
rodillas se debilitan.
Él
coge más humedad de su sexo y la extiende sobre su clítoris. Tomándose su
tiempo,
Lo
circula lentamente. A ella, no le importaría si él lo hiciera un poco más
rápido, tal vez, incluso presionando un poco más fuerte. Pero, sabe que no debe
preguntar. Aún así, siente que él tiene que saber cómo están las cosas.
“No
creo que pueda correrme estando de pie,” dice ella.
“¿Quién
ha dicho algo sobre correrte?” él pregunta.
“¡Oh,
sí, va a ser así! Bueno, por supuesto que lo va a ser”, ella piensa. “¿Qué
esperaba yo?” Sus dedos están todavía trabajando, una mano en el interior de
ella, la otra mano, solamente dedicada a su clítoris. Ella piensa un poco más.
Tal vez, ya que lo que él está haciendo es tan delicado, que si persiste y va
demasiado lejos, podría aguantarlo para correrse después de una sola vez. Pero,
¿ella necesitará el permiso? O ¿a qué se refería él que, a pesar de todo, no se
va a correr? Ella no sabe lo que pensar. Está follando en su cabeza, puesto que
es mucho lo que ella sabe.
Ahora,
está tan húmeda que puede sentir el goteo por el interior de sus muslos. Y, entonces,
ella se dice a sí misma: “¿Por qué estoy haciendo todo esto, pensando en lo que
él quiere y lo que me va a dejar hacer?” Con frecuencia, me ha dicho muchas
veces que, cuando es así, solo tengo que entregarme y dejarme guiar. Después de
todo, ella quiere lo que él desea, ¿no? Y es tan obvio lo que él quiere, sólo
una mujer que se ponga de pie y que le deje jugar con ella, en todo lo que a él
le importe y por el tiempo que sea necesario. ¿Podría haber algo más simple?