miércoles, 2 de abril de 2014

Sobre los azotes

Si bien creo, el dominante tiene que disfrutar de los azotes (de lo contrario, ¿qué sentido tendría?), no creo que aquél tenga que disfrutar de los azotes para ser un dominante. Estoy seguro que existen dominantes que prefieren mejor otras clases de juegos: la negación del orgasmo, el pinzado de los pezones, la humillación pública, el entrenamiento de la mascota, etc. Cada una de esas actividades divierte y, en un momento u otro, me he comprometido en todas ellas. Pero, para mí, el spanking es, por defecto, un clásico en la D/s. Algunas veces, pienso que disfruto de los azotes tanto como lo hago al follar; afortunadamente nadie me ha preguntado que elija entre los dos.

¿Qué es lo que tiene el spanking que me atrae tanto? Puede ser que haya alguna razón psicológica del por qué me gusta, pero no he tenido el don de indagar lo suficiente en mi carácter para descubrirlo. Sin embargo, puedo pensar en varias razones objetivas.

 En primer lugar, tiene una gran atracción estética. No existe ninguna duda en mi mente de que las nalgas de una mujer son una cosa bella (y un disfrute eterno, como dijo el poeta). Raramente he visto un trasero de cerca que no me llegara a gustar y que nunca sintiera más urgencia por azotarlo que acariciarlo, besarlo, lamerlo y, sí, penetrarlo.

Existe algo maravilloso sobre la manera que se mueven cuando camina (o se retuercen en la cama). Y hay algo profundamente placentero sobre sus redondeces, la simetría, la suavidad y, a su vez, la coloración de la hembra por detrás, la manera que cambia su intachable blancura a un tono más profundo rosáceo (yo solamente he azotado a mujeres blancas)  y, luego, si prosigues azotándolo suficientemente, al rojo e incluso al púrpura (y otros colores, cuando se convierten en moratones).

Otro atractivo de los azotes es que, casi inevitablemente, el acto lleva una cierta carga de humillación para quien lo recibe. Ya sea que repose sobre las rodillas, o inclinada sobre una mesa o pupitre, o arrodillada en la cama, la mujer está en una desventaja psicológica. No puede ser cualquier cosa, excepto una posición subordinada si  está a punto de ser azotada. No es bueno tratar de que se quede dignificada. Reducir a una mujer a tal estado, me produce una grandísima satisfacción.

Lo que también me gusta, es que con los azotes, ella recibes una respuesta detallada. Si atas a una mujer o le pones pinzas en sus pezones, por supuesto, probablemente, recibirá un montón de reacciones, pero no son tan sistemáticas. Cuando la azotas, consigues una respuesta por cada uno y por todos los cachetes. Necesariamente, esto no significa que ella jadee o gima o grite cada vez. Pero, sobre todo, ella querrá que, incluso su prolongado silencio, sea expresivo. (Algunas veces, la mujer absorbe la experiencia paso a paso. Sin embargo, usted conseguirá una respuesta audible eventualmente. Si lo estás haciendo bien).

Una de las mejores cosas de los azotes es que estimula solo la zona  adecuada. Es verdad que, con algunas mujeres, sus pezones parecen estar conectados directamente con sus vaginas. Al retorcerlos o pinzarlos o morderlos, todas ellas se humedecen instantáneamente. El spanking es algo muy sutil en sus efectos sobre la zona erógena primaria. Lo que hace, si lo haces correctamente, es conseguir que ella se caliente y este calor se extienda entre sus piernas y pronto consigas la tumescencia y lubricación, por así decirlo. A cualquier dominante le encanta esto, la sensación de excitación que él la está provocando al hacer algo que realmente él quiere hacer.

Otra cosa es que los azotes se prestan por sí mismos a escenarios muy diferentes. Si te gusta el juego del rol o representar escenas de fantasías, el spanking se adapta de forma natural, si se trata de una colegiala traviesa que no ha hecho sus tareas caseras, o de una sirvienta insolente, o la chica amable cogida jugando con ella misma, o de una mascota que no quiere aprender sus lecciones formativas adecuadamente, o el castigo por la noche de las chicas del reformatorio – bueno, podría seguir y seguir, pues creo que sabes de lo que estoy hablando. En cada uno y en todos estos pequeños escenarios y unas decenas más de lo que se podría pensar, el spanking es una parte esencial del ritual.

También existen una amplia variedad, y agradable, en los tipos de instrumentos que se pueden usar. Por azote, me refiero a cualquier clase de golpe sobre el trasero. (Personalmente, solo me gusta azotar en el culo y, algunas veces, entre las piernas. No me gusta hacerlo en la parte delantera, especialmente en los pechos. Además, creo que puede ser peligroso.) Así pues, existen látigos de varias clases (fustas y látigos de una cola y martinetes y así sucesivamente). Hay floggers y correas y fustas y paletas. Y, por supuesto, la cane. ¡Oh, la cane! (Aunque ya le hice un homenaje en otro post), creo que se merece un blog aparte.

La clase de spanking sobre el que he estado hablando, es cuando el dominante sencillamente, quiere hacer que ella chille, solo para su placer. No estoy hablando sobre (como opuesto a “pretender”) azotes de castigo reales. Es un tema aparte, tal vez, para otro día. El spanking que tengo en mente, por ahora, es el tipo de escenario que pudiera ser precedido por alguna de esas frases que siempre me ponen lanzado, tanto cuanto, lo hace mi victima predestinada. Estoy pensando en unas breves órdenes como, “Levántate la falda” o “Bájate las bragas” o simplemente, “Inclínate.” Qué deliciosa sensación de anticipación me produce, no hay nada como esto.

4 comentarios:

  1. Ha expuesto muy bien todo ese cúmulo de sensaciones que hacen que los azotes se conviertan en uno de los mayores placeres. Para mí como spankee, es un proceso increíble, empezando por la mirada del spanker o una orden suya, el tono de su voz, ver como coge el implemento, adoptar la posición, si es sobre sus rodillas mucho mejor, el castigo y los mimos de después. Una vez que se ha probado, sabes que lo volverás a repetir porque lo necesitas, y no creo que haya un preámbulo mejor para el sexo.

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    1. No puedes negar la "denominación de origen". Estoy convencido que tu dominante se siente muy orgulloso de tí...

      Gracias por seguirme...

      feliz día

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  2. A mi, simplemente el sonido de una cachetada, me provoca toda una revolución de placer en el cuerpo

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    1. A cualquiera que se sienta Spanker o spankee, solo la mención de azotes, palmadas o spanking...le revoluciona el cuerpo, ni te cuento el oír su golpe o tener a la sumisa en posicion de recibir...

      saludis...

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