Arrodillada ante él, mientras
le venda los ojos, las cuerdas mordiendo su piel más y más fuerte. Levantando
sus pechos pequeños y sacándolos hacia adelante con la presión de la cuerda que
los rodean. Respira profundamente y empieza a hundirse en la parte favorita de
su mente.
Ella se siente pequeña y
segura, los ojos cerrados bajo la venda y se sonríe para sus adentros, mientras
se hunde más y más. Le acaricia sus pechos con la cuerda. Él es suave y
metódico con sus movimientos. Se burla de ella mientras trabaja. Sus brazos
empiezan a dolerle de tener las manos sobre su cabeza por lo que le parece
mucho tiempo. Le recuerda que debe mantener sus manos en esa posición, mientras
ella se mueve un poco para dejar que descansen sobre sí misma. Queman y se
pregunta cuánto tiempo tiene que tenerlas en esa posición. Ella quiere hacerlo
bien, no quiere fallar tan pronto. Está decidida, pero se siente agotada porque
tarda mucho tiempo en decirla que las baje para ponerse a cuatro patas.
Al levantar su falda, él frota
sus nalgas y luego, las azota. El flujo y reflujo empieza y ella está volando.
Se inicia muy rápido y ella está asombrada. Cuando la azota, ella vuelve a la
realidad. Luego, vuelve a iniciar el vuelo dentro de sí misma, mientras le
permite recuperar su aliento, sólo para volver a azotarla.
Ella está en una silla y le ata
sus manos a la misma. Sólo está sentada, respirando con fuerza, sintiendo las
ataduras rudas de las cuerdas alrededor
de sus pechos, mientras inhala profundamente. La cuerda muerde sus brazos. Se
asegura de que tenga la clave en mi mano. Es su señal de seguridad. Todo lo que
tiene que hacer es dejarla caer. Siente la respiración de él sobre ella, mientras le
susurra cerca. Su voz la reconforta y quiere ir más lejos, confía en él, no
quiere que esto termine nunca.
Siguen tantas sensaciones. Él
la hace gemir, gritar y sollozar. Le encanta oírla en el dolor. La cálida
quemadura seguida por la mordida de una cane, sus tiernos pezones palpitando en
el dolor. Ella no sabe cuánto tiempo más podrá seguir adelante, no quiere que
termine. Pero, el dolor es tan intenso. Una vez más, él retira las pinzas y
ella grita de dolor. Luego, vuelve a hacerla llorar de nuevo. Le susurra otra
vez, le está haciendo el bien y se complace. Ella puede ir más lejos, pero no
quiere cosas que detengan el ritmo, quiere seguir más allá.
Otra vez, de rodillas. Siente
que entra en su boca y lo quiere todo. Es cuidadoso y considerado, pero ella
quiere probar su piel y no el látex que lo rodea. Quiere agradarle
adecuadamente y después de un rato, él se detiene. Ella se congracia con su
semen caliente sobre sus pechos y boca. Mueve su lengua a través de la apertura
de la mordaza y lo saborea. Se siente satisfecha porque ha terminado. Por el
momento, no ha concluido de hacerla daño.
De nuevo, a cuatro patas, y su
mente vuela, aún más profundamente que antes. Elevándose mucho más. Quiere más,
está más codiciosa. Ha esperado tanto tiempo este momento con él y ahora que
está allí, no quiere que termine. De vuelta al mundo, con un golpe fuerte,
incapaz de recobrar la respiración mientras sigue aumentando la sucesión de
azotes de forma rápida. Le duele y le quema, mientras su cuerpo empieza a
fallarle. Esta vez, su determinación no es de rivalidad. Ella resiste mucho más
de lo que pensaba, pero no puede aguantar más.
La dice que se siente sobre las
rodillas de él, le pregunta si quiere que pare. Si él es feliz, ella, también.
Le desata las cuerdas, siendo tan gentil y metódico, rozando sus pechos
blandos. Así que ella se levanta. Está en el cielo, aunque, y no es comparable,
con lo que tuvo que soportar antes.
Hablan sobre la sesión y luego,
acerca de las cosas normales. Ella está volviendo al mundo real, pero no del
todo. Quiere volver. La dice que ha sido suave con ella. La próxima vez, la
sesión será más larga y mucho peor. Aunque, lo desea, el pensarlo la excita de
nuevo. La lleva a casa y ella quiere abrazarle, mostrarle algún tipo de afecto
para testimoniarle su agradecimiento por la sesión. Ella no sabe si está bien o
no, así que lo deja.
Al día siguiente, ella está
dolorida. Aparecen los moratones en diferentes lugares de su cuerpo, sólo al
moverse, la devuelve a esos maravillosos momentos.
Miles de preguntas, miles. ¿Lo recrea, lo vivencia, lo recuerda? Buena noche.
ResponderEliminarLa mujer masoquista siempre rumia los buenos momentos que el dolor la dejaron....
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