viernes, 9 de mayo de 2014

Sueño de una masoquista

Arrodillada ante él, mientras le venda los ojos, las cuerdas mordiendo su piel más y más fuerte. Levantando sus pechos pequeños y sacándolos hacia adelante con la presión de la cuerda que los rodean. Respira profundamente y empieza a hundirse en la parte favorita de su mente.

Ella se siente pequeña y segura, los ojos cerrados bajo la venda y se sonríe para sus adentros, mientras se hunde más y más. Le acaricia sus pechos con la cuerda. Él es suave y metódico con sus movimientos. Se burla de ella mientras trabaja. Sus brazos empiezan a dolerle de tener las manos sobre su cabeza por lo que le parece mucho tiempo. Le recuerda que debe mantener sus manos en esa posición, mientras ella se mueve un poco para dejar que descansen sobre sí misma. Queman y se pregunta cuánto tiempo tiene que tenerlas en esa posición. Ella quiere hacerlo bien, no quiere fallar tan pronto. Está decidida, pero se siente agotada porque tarda mucho tiempo en decirla que las baje para ponerse a cuatro patas.

Al levantar su falda, él frota sus nalgas y luego, las azota. El flujo y reflujo empieza y ella está volando. Se inicia muy rápido y ella está asombrada. Cuando la azota, ella vuelve a la realidad. Luego, vuelve a iniciar el vuelo dentro de sí misma, mientras le permite recuperar su aliento, sólo para volver a azotarla.

Ella está en una silla y le ata sus manos a la misma. Sólo está sentada, respirando con fuerza, sintiendo las ataduras rudas  de las cuerdas alrededor de sus pechos, mientras inhala profundamente. La cuerda muerde sus brazos. Se asegura de que tenga la clave en mi mano. Es su señal de seguridad. Todo lo que tiene que hacer es dejarla caer. Siente la  respiración de él sobre ella, mientras le susurra cerca. Su voz la reconforta y quiere ir más lejos, confía en él, no quiere que esto termine nunca.

Siguen tantas sensaciones. Él la hace gemir, gritar y sollozar. Le encanta oírla en el dolor. La cálida quemadura seguida por la mordida de una cane, sus tiernos pezones palpitando en el dolor. Ella no sabe cuánto tiempo más podrá seguir adelante, no quiere que termine. Pero, el dolor es tan intenso. Una vez más, él retira las pinzas y ella grita de dolor. Luego, vuelve a hacerla llorar de nuevo. Le susurra otra vez, le está haciendo el bien y se complace. Ella puede ir más lejos, pero no quiere cosas que detengan el ritmo, quiere seguir más allá.

Otra vez, de rodillas. Siente que entra en su boca y lo quiere todo. Es cuidadoso y considerado, pero ella quiere probar su piel y no el látex que lo rodea. Quiere agradarle adecuadamente y después de un rato, él se detiene. Ella se congracia con su semen caliente sobre sus pechos y boca. Mueve su lengua a través de la apertura de la mordaza y lo saborea. Se siente satisfecha porque ha terminado. Por el momento, no ha concluido de hacerla daño.

De nuevo, a cuatro patas, y su mente vuela, aún más profundamente que antes. Elevándose mucho más. Quiere más, está más codiciosa. Ha esperado tanto tiempo este momento con él y ahora que está allí, no quiere que termine. De vuelta al mundo, con un golpe fuerte, incapaz de recobrar la respiración mientras sigue aumentando la sucesión de azotes de forma rápida. Le duele y le quema, mientras su cuerpo empieza a fallarle. Esta vez, su determinación no es de rivalidad. Ella resiste mucho más de lo que pensaba, pero no puede aguantar más.

La dice que se siente sobre las rodillas de él, le pregunta si quiere que pare. Si él es feliz, ella, también. Le desata las cuerdas, siendo tan gentil y metódico, rozando sus pechos blandos. Así que ella se levanta. Está en el cielo, aunque, y no es comparable, con lo que tuvo que soportar antes.

Hablan sobre la sesión y luego, acerca de las cosas normales. Ella está volviendo al mundo real, pero no del todo. Quiere volver. La dice que ha sido suave con ella. La próxima vez, la sesión será más larga y mucho peor. Aunque, lo desea, el pensarlo la excita de nuevo. La lleva a casa y ella quiere abrazarle, mostrarle algún tipo de afecto para testimoniarle su agradecimiento por la sesión. Ella no sabe si está bien o no, así que lo deja.

Al día siguiente, ella está dolorida. Aparecen los moratones en diferentes lugares de su cuerpo, sólo al moverse, la devuelve a esos maravillosos momentos.

Han pasado dos días y ella todavía sigue volando…

2 comentarios:

  1. Miles de preguntas, miles. ¿Lo recrea, lo vivencia, lo recuerda? Buena noche.

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    1. La mujer masoquista siempre rumia los buenos momentos que el dolor la dejaron....

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