No es
ningún secreto el hecho de que me gusta hacer daño a las mujeres sumisas. Me
excita verlas retorcerse y encogerse, oírlas jadear y gemir. La mayor parte de
todo lo que me excita, es sentir lo húmedas que se ponen entre las piernas,
para saber cuánto las excita el dolor.
Con
los años, me he convertido en un gran estudioso del dolor, explorando sus
diferentes modalidades. Por supuesto, aquí no sólo estoy hablando del dolor
erótico. Oír a un niño gritar o ver a un animal enfermo es insoportable para
mí. Pero ver a una mujer guapa retorciéndose entre sus ataduras, ver esa mirada
en sus ojos, todavía medio asustada, y desearlo a pesar de sí misma, eso es
puro placer. Y siempre es fascinante ver exactamente cómo responde cada mujer.
Ellas varían mucho, tanto en lo que pueden recibir, como con qué tipo de dolor
se sienten más excitadas.
Para
mí, sólo hay unos pocos tipos específicos de dolor en los que estoy interesado
infligir. Sé que hay algunos dominantes que golpean y patean a sus sumisas y a
estas parecen gustarle o dicen que les gusta. Pero, eso no me atrae. No busco
causar daños graves y ese tipo de avasallamiento no tiene la forma correcta de
la atracción estética.
Lo
que me gusta provocar, es un dolor que esté muy centrado, corto y agudo, un
dolor picante y que se aplica en una parte erógena del cuerpo. Por lo tanto,
disfruto mucho de las bofetadas en la cara, aunque tienen que ser aplicadas con
control y necesitas monitorizarlas o controlar sus respuestas con sumo cuidado.
No todas las mujeres responden bien a esto. Lo mismo pasa con los tirones de los
pelos. Con un giro repentino y bien ponderado de los cabellos, se pueden
conseguir excelentes resultados. Algunas mujeres van directamente al
subespacio.
El
pinzamiento de los pezones es uno de mis tipos favoritos. El tipo de pinzas
adecuadas pueden generar un dolor blanco y ardiente, como las agujas penetrando
la carne. En especial, me inclino por las pinzas mariposas japonesas, con sus
dulces trocitos de goma cubriendo los dientes, que aprietan más y más contra
más se tira ingeniosamente de las pinzas. Como he dicho antes, las mujeres
varían mucho en su tolerancia. He conocido a un par de ellas que, una vez que
se empieza con las pinzas, parecen ponerse excesivamente ávidas de dolor,
queriendo más y más. Le quitas las pinzas y, está claro, que ellas quieren volver
a tenerlas de nuevo, incluso si una sumisa se supone que no pide lo que quiere.
No hace mucho tiempo, hice que una chica se masturbara con sus pezones
pinzados. Observar su cara, mientras disfrutaba de esa combinación especial de
dolor y placer, fue una experiencia maravillosa para mí.
Y
luego, por supuesto, son las zurras. Una vez más, yo prefiero los implementos
que imparten escozor o picor más que los del dolor sordo. No me gustan las
paletas (recuerdo un episodio absurdo con una paleta de pingpong, un
instrumento muy ineficaz). Me gusta usar mis manos. Es una sensación muy
especial recibir uno mismo un poco de picor. Una vez que da un escalofrío extra
adicional, es como si yo estuviera preparado para sufrir un poco con el fin de
que ella sufra más. ¡Cuán noble es este auto-sacrificio por una buena causa!
Me
encantan el strap o tira de cuero y el tawse, que no solamente hacen un hermoso
“crack,” ya que atacan a la piel, sino que deja una buena raya, bien definida
en el trasero, calentándolo ya que imparte un encantador rubor rosado en sus nalgas. Me gusta usar también mi
cinturón, aunque, a veces, algunas se pongan nerviosas como resultado de un par
de azotes mal cronometrados por mi parte. Esto hace que me sienta mortificado
por mi torpeza. Es saludable darse cuenta de que hay una línea muy fina entre
el dolor que excita y el dolor que aliena. Es muy fácil golpear a una mujer de
una manera errónea, con el ángulo equivocado o en un lugar que no produce el
efecto deseado de excitación. Es por eso que siempre, es una mala decisión para
el dominante dejarse llevar y empezar arremetiendo en la zona no adecuada. La
concentración es esencial.
No puedo terminar este post sobre el dolor sin mencionar la cane. No hay duda de que la cane puede hacer más daño que cualquier otro tipo de implemento y la mayoría de las sumisas la temen, aunque, con frecuencia, en la medida que la gente tiene miedo de las películas de terror que, siendo capaces de mirarlas, todavía se sienten demasiado fascinadas al alejarse. El tipo correcto de cane puede producir un dolor muy profundo y puede hacer las mejores marcas de todos los implementos. Verdugones paralelos, justo en el mismo centro del trasero, un testimonio apropiado de la habilidad del spanker y el espíritu de la mujer, la sumisa o la spankee.
No puedo terminar este post sobre el dolor sin mencionar la cane. No hay duda de que la cane puede hacer más daño que cualquier otro tipo de implemento y la mayoría de las sumisas la temen, aunque, con frecuencia, en la medida que la gente tiene miedo de las películas de terror que, siendo capaces de mirarlas, todavía se sienten demasiado fascinadas al alejarse. El tipo correcto de cane puede producir un dolor muy profundo y puede hacer las mejores marcas de todos los implementos. Verdugones paralelos, justo en el mismo centro del trasero, un testimonio apropiado de la habilidad del spanker y el espíritu de la mujer, la sumisa o la spankee.
Sin duda hay muchos tipos de dolor en esta fantasía. Me quedo con los que me causan temor, no terror y aparto el dolor extremo, no me excita y no me aportaría nada en el juego. El dolor "perfecto", es el que me provoca, como usted ha dicho, escalofríos y si me hace humedecer, es que vamos por buen camino.
ResponderEliminarSaludos