Me encanta mirar a los ojos de la mujer cuando le
cojo la mano. La confianza que me transmite mientras hace su camino para
ponerse sobre mi regazo que la está esperando. El entorno irresistible de su
cuerpo vestido allí. Me encanta el suspiro de satisfacción mientras le acaricio
su pelo de seda al inclinar su cuello hacia abajo y el arco de su espalda. No
puedo resistir las curvas de sus caderas a medida que se levantan, invitándome
a que las acaricie y el suspiro que se escapa de sus labios.
En los movimientos suaves de una mujer, puedo sentir su anticipación
plagada de expectativas de placer de un acto tan sensual como este. Me encantan
las reacciones sutiles de la forma que ella vuelve la cabeza al mirar hacia
atrás para verme, exponiendo la sonrisa de sus labios.
Me encanta la ráfaga de aire que ella exhala cuando comienza la
intensidad y el rubor de color que aparece en sendas nalgas elevadas. Mi
corazón se acelera con el sonido de mi mano contra la suavidad de su piel
satinada. El calor de la palma de mi mano transciende los efectos de mi
atención y sentires.
Me encanta la manera en que me exhorta para que la azote más, justo
subiendo sus caderas. Me encanta la manera en que ella se relaja sobre mi regazo
diciéndome que no hay sitio en el mundo en el que preferiría estar en este
momento.
Me encanta la manera en que ella descansa sobre mi pecho, mientras la
consuelo bajo el resplandor de las secuelas…el sabor de la sal de sus lágrimas,
mientras beso sus mejillas.
Pero, de todas las cosas que más me gustan al azotar a las mujeres, es
la manera que yo siento. La alegría de conectar con ella de muchas maneras
físicas. La comprensión de que compartimos una conexión especial que confirma
que este estilo de vida que hemos elegido, es el correcto para nosotros y que
compartimos de tal manera, que nos deja a los dos saciados y sintiéndonos
queridos.