A él,
le gusta asegurarse de que ella haya conseguido unos buenos azotes a fondo
todas las semanas. Él preferiría que siempre fuera a la misma hora. Por
ejemplo, a las seis de la tarde los viernes por la noche. Pero sus vidas no son
lo suficientemente regulares para eso. Aun así, cada semana él establece una
hora e informa a ella con una o dos horas de antelación. A la hora asignada,
ella llama a la puerta de su estudio y espera la llamada para entrar. A él, le
gusta que haya una cierta formalidad sobre los procedimientos. Un poco de
ritual ayuda a dar a la ocasión más importancia. Ella tiene que caminar hacia
donde él está sentado en una silla de respaldo recto, y ponerse de pie en
frente de él. Las piernas ligeramente separadas, las manos detrás en su espalda
y esperar a que él hable.
En
este punto, le preguntará si ella tiene algo que decirle con respecto a su
relación sexual. Si tiene asuntos importantes que decir, él tomará nota y
hablarán de ello más tarde. Para ella, también es una oportunidad para confesar
si hay algo que ella necesite reconocer. La sesión de azotes semanales no
pretende ser un castigo, pero si algún grado de corrección es necesario, él lo
incorporará a los procedimientos.
Los
azotes empiezan con él poniéndola sobre su rodilla. La falda es levantada (los
pantalones no son admitidos en estas ocasiones) y las bragas bajadas. Empieza
acariciando su trasero. Nunca se cansa de admirar su forma redonda, firme,
suave y su blancura tentadora. Pero su blancura no durará mucho tiempo. Empieza
a azotarla con su mano, alternando de una nalga a la otra, deteniéndose de vez en cuando para calmar el
picor de su piel y sentir su calor. Después de varias pausas, él la sentirá
sobre sus piernas, que siempre es una guía confiable para su estado de ánimo.
Unos
azotes de mantenimiento son para que ella tenga los pies en la tierra,
centrada, para que se reencuentre con la sensación de su mano firme sobre ella.
Su regazo bajo ella, ofreciendo apoyo y su mano impartiendo una estimulación
vigorizante a su culo, proveyéndola con la seguridad de que todo está de
acuerdo con el mundo. Pueden haber otros azotes a lo largo de la semana, unos
espontáneos que nacen de la necesidad de una corrección instantánea o por mera
gratificación, pero los azotes regulares son un punto del que ella pueda
depender, lo que la ponga en el lugar donde ella debe estar.
A
veces, los azotes no irán más allá de la utilización de la mano. Pero, a
menudo, hay una progresión. En el cajón de la mesa de su despacho hay una
selección de implementos: un flogger, una tawse, un cinturón de cuero pesado,
una fusta, una paleta de madera y un látigo de cuero trenzado. Cualquiera (o en
raras ocasiones, todos) de estos puede ser empleado como medio de proporcionar
refuerzo al efecto beneficioso. Si él va a administrar cualquiera de ellos, le
requerirá a ella que se incline sobre la mesa de su despacho y que se agarre a
los lados con las manos.
De pie,
en un rincón de la habitación, hay una cane de bambú larga y fina. Cada vez que
ella entra en el estudio, la mira nerviosamente, incapaz de ignorar su
presencia amenazante. No es habitual que la cane se utilice en unos azotes de
mantenimiento. Sus efectos son tan pronunciados y tan garantizados, como para
hacerla llorar. Provocarle una crisis emocional no es el objeto de este
ejercicio. Al mismo tiempo, es duro para ella mantener sus ojos apartados de él,
mientras se inclina sobre sus rodillas o sobre la mesa del despacho. Y ha
habido una o dos ocasiones en las que la cane ha entrado en juego. Ocasiones
que ella puede recordar muy bien, cuando a él le pareció que ella se llevara a
su casa la lección que él siempre había deseado enseñarle, que es su autoridad
suprema.
Para nosotros el domingo es el día elegido. Yo no soy amiga de las rutinas, sin embargo este práctica no es rutina para mí, e incluso lo echo de menos cuando por alguna circunstancia, no nos es posible tener nuestra sesión de mantenimiento
ResponderEliminarComo spankee, siempre he estado a favor de la disciplina de mantenimiento, sin embargo la mayoría de los spankos con los que he hablado del tema, están en contra. Supongo que ell@s están más por una relación de spank erótico que de disciplina domestica. Yo espero poder disfrutar algún día de esos azotes de mantenimiento, eso sí, mano, o cinturón. La canne la veo excesiva para esta práctica.
ResponderEliminarCómo me gustaría esa rutina....
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